En una conversación sostenida con Sindy Mora Solano, ella me indicaba que se definía como una socióloga del conflicto, esto debido a que principalmente se había dedicado a estudiar durante su carrera académica diversos conflictos sociopolíticos acontecidos en Costa Rica, ya que son los conflictos los que permiten explicar los cambios y clivajes acontecidos en la sociedad y política del país. Me parece que su afán ha ido más allá de entender el desarrollo e impacto que los conflictos tienen en la vida social y política, sino que se ha interesado en observar cómo las personas se han relacionado con los conflictos, cómo afectan estos las vidas de las personas, y en mostrar cómo los conflictos sociales y políticos no se pueden entender de manera aislada, sino que son parte de un proceso, son el resultado de una trayectoria, están influenciados por los conflictos que les anteceden y, al mismo tiempo, influirán en los conflictos que vendrán posteriormente. Debido a esto, su libro “La Política de la Calle: organización y autonomía en la Costa Rica contemporánea” resulta una obra interesante y provocadora; ya que analiza el desarrolla de una serie de conflictos sociopolíticos ocurridos en la Costa Rica contemporánea, como parte de un proceso por medio de la cual diversos actores sociales luchan por su autonomía frente a los actores y estructuras política tradicionales.
Hacia la construcción de una “Política de la Calle”
Como el título de la obra sugiere, la intención de Mora Solano es estudiar cómo se hace política desde los espacios no formales, en procura de observar como los colectivos y grupos de ciudadanos se organizan frente a los actores políticos tradicionales, para así posicionar sus demandas y, especialmente, poder intervenir sobre las decisiones relacionadas con los asuntos públicos. Esta situación genera una serie de disputas políticas, ya que los “actores políticos de la calle” dan inicio a una serie tendencias o acciones, las cuales riñen con la visión institucionalizada y defendida por los actores políticos tradicionales; entre las que se destacan: la búsqueda de una organización no Estado-céntrica,una redefinición de las relaciones de los partidos políticos con el Estado, el surgimiento de nuevos espacios políticos y la revaloración de la cultura y la identidad, por mencionar algunos de ellos.
Estas tendencias son las que dan cuenta a los procesos de autonomías que se desarrollan en distintas sociales. Es necesario recalcar que la autora se refiere a este término en plural ya que, como muestra en la obra, no existe un único proceso de construcción de autonomía ni una única forma de comprender dicho concepto, sino que estos solo puede ser entendido en su dimensión histórica y tomando en consideración las características particulares de la sociedad donde dicho proceso se ha llevado a cabo. Para ilustras esta situación, Mora Solano hace un recuento de algunos de los principales proyectos de búsqueda de autonomía llevados a cabo por diversos colectivos en América Latina, por ejemplo: el levantamiento indígena zapatista (México), las iniciativas populares de constitución del Instrumento Político por la Soberanía de los Puebles (Bolivia), el movimiento mapuche (Chile) o los piqueteros (Argentina).
La reseña que Mora Solano hace de estos proyectos de construcción de autonomías, llevados a a cabo en la región latinoamericana, es valiosa porque permite observar lo diverso que puede ser dicho proceso; pero también porque señala que estos no están exentos de contradicciones, las cuales afectan la consolidación y desarrollo de los propios proyectos. Asimismo, ayuda a comprender que los intentos de construcción y consolidación de autonomía por parte de los colectivos sociales en Costa Rica, están lejos de ser un caso aislado; sino que forman parte de un proceso mayor que viene desarrollándose en América Latina desde varias décadas atrás. Por lo tanto, la obra establece que la autonomía no puede entenderse solo como un concepto teórico o un ideal político, sino que debe tenerse claro que se trata de proceso histórico (Mora Solano, 2016, 68).
Además si bien los casos, en cuyo análisis se concentra Mora Solano, ocurren a partir del 2000; para tener una comprensión integral de dicho proceso, hace una revisión de los principales conflictos ocurridos en la década de 1980 y 1990, como antecedente directo de las dinámicas organizativas de los actores sociales, así como de su relación con los actores políticos tradicionales. En este punto quiero resaltar lo que, a mi criterio, es uno de los aportes más novedosos del libro: para realizar esta construcción de antecedentes la autora recurre a la revisión de literatura académica, en la cual se analiza los conflictos ocurridos en dicha época; pero ella no se queda simplemente en realizar un recuento o resumen de lo dicho en estas investigaciones, sino que también indica como en estos textos se procedió a estudiar dichos conflictos. En otras palabras, realiza una especie de historia de los estudios sobre conflictividad social y movimientos sociales en Costa Rica. Dado que este no es el objetivo principal del libro, la reconstrucción histórica que realiza Mora Solano está lejos de ser exhaustiva, sin embargo, no deja de ser un aporte importante, ya que no es habitual encontrarse con un intento de reconstrucción de la manera en qué se ha estudiado un problema u objeto de estudio, y como esto impacta en la información que se tiene disponible para la construcción de los antecedes de investigación.
En cuanto a los casos contemporáneos que son estudiados en la obra, en general, estos han sido bastante estudiados en la literatura académica costarricense: el Combo ICE, las protestas contra RITEVE, el TLC con Estados Unidos, el conflicto por el control de SINTRAJAP, entre otros. Sin embargo, la propuesta de Mora Solano es novedosa ya que, como indiqué al principio de la reseña, ella se interesa en conocer la relación y vivencia de las personas con el conflicto. Es por ello que se da a la tarea de entrevistar a personas provenientes de distintas organizaciones y colectivos que participaron en estos conflictos, con el propósito de reconstruir y comprender sus experiencias y percepciones respecto a dicho proceso; y con ello tratar de explicar el alcance y limitaciones de sus acciones en el proceso de construcción de autonomía.
Por lo tanto, la forma en que se vivieron y comprendieron estos procesos, por parte de los actores involucrados, es un elemento indispensable para poder tratar de explicar lo ocurrido en estos ya que, en palabras de la autora: “(…) las disputas políticas de la última década en Costa Rica son disputas que pasan no solo por el ejercicio del poder, sino también por las formas en las que en ese ejercicio los actores políticos entienden dichas nociones y se entienden autorreflexivamente” (Mora Solano, 2016, 23). Así, Mora Solano indica que las acciones que realizan los “actores políticos de la calle”, riñe con los significados que histórica y culturalmente se han construido en Costa Rica respecto a la “democracia”, la “participación”, la “política” y la “representación”. Esta situación pone a los movimientos y colectivos sociales en la posición de ser cuestionados y desligitimados, tanto por los actores políticos tradicionales como por otros sectores de la sociedad, al no ajustarse su actuación con el imaginario político tradicional costarricense.
Asimismo, Mora Solano señala que esta situación facilita que los movimientos y colectivos sociales sean víctimas de la llamada “confluencia perversa”, el cual es un concepto que toma de Dagnino, y que referencia a que, tanto el proyecto político democrático-participativo como el proyecto político neoliberal, requieren de una ciudadanía activa y propositiva para llevarse a cabo; lo cual provoca que los colectivos y movimientos sociales entren en procesos de legitimación del proyecto neoliberal, creyendo que más bien están realizando acciones democráticas-participativas.
Así, diversos actores políticos no tradicionales en Cosa Rica, que han pretendido impulsar proyectos políticos participativos, caen en esta “confluencia perversa” al decidirse a participar en el juego del “diálogo político” institucionalizado para la solución de conflictos. Si bien este tipo de mecanismos se presentan como un espacio para que este tipo de actores pueda intervenir en el proceso de toma de decisiones, finalmente estos espacios son controlados por los actores políticos tradicionales, quienes lo utilizan para un “techo” a la capacidad de acción de los actores políticos de la calle.
Consideraciones finales
El libro de Mora Solano lleva a reflexionar sobre el agotamiento del modelo democrático costarricense y su (in)capacidad de transformarse para incluir nuevos actores, los cuales funcionan con una lógica y tiempo distinto de los actores políticos tradicionales. Por ejemplo, los “actores políticos de la calle” no funcionan ni planifican su estrategia en función de los procesos electorales, esto no quiere decir que los desconozcan o sean indiferentes ante estos, simplemente que no se encuentran supeditados a la duración de los periodos de gobierno para su funcionamiento; lo cual choca con los partidos políticos, para quienes los procesos electorales y duración de los periodos de gobierno son una restricción o determinante en su actuación. Lo mismo sucede con la manera en que estos actores comprenden conceptos como “política” y “participación”, lo cual genera conflictos con la manera en que son entendidos por los actores políticos tradicionales, lo cual se convierte en un punto más de tensión o conflicto entre estos.
Asimismo, el libro permite generar una reflexión sobre el tema lo público y lo político fuera del Estado; en otras palabras, del espacio que la sociedad costarricense tiene para organizarse de manera autónoma, sin el control de una estructura estatal, la cual puede estar supeditada a las órdenes de una élite política que no responde de manera necesaria a los intereses de los grupos organizados.
A manera crítica, es necesario señalar que el argumento del libro parte de la premisa que el agotamiento, o insuficiencia, de los canales institucionales democráticos, especialmente cuando han caído en control de una clase política que no responde a los intereses y necesidades de la sociedad, es un factor que promueve la “política de la calle”, y lleva a las personas a organizarse para hacer frente a dicha situación. Si bien comparto esta premisa, considero que es insuficiente para explicar la capacidad de movilización y articulación de una sociedad alrededor de distintas luchas sociales. La premisa señalada provoca que explicación recaiga en factores externos a las personas, dejando de lado las características de los individuos y los distintos grupos que componen la población costarricense, y que pueden estar influyendo en la (des)movilización de la Costa Rica contemporánea. Debo indicar que en ningún momento Mora Solano niega que las características de los individuos o los grupos sea un factor que incida en su capacidad de organización y movilización; puede ser que no ahonde en este punto, dado que su interés se encuentra en el estudiar la autonomía y la organización social en Costa Rica como un proceso. Por lo que queda para futuras investigaciones retomar la inquietud de cómo las características de los individuos y grupos, sumado a las características de su entorno, inciden en la capacidad que estos tienen para formar colectivos que traten de hacer uso de “la política de la calle”, en procura de construir una democracia más amplia y participativa en el país.
Referencias
Fechas de Publicación
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Publicación en esta colección
Jan-Jun 2017