Resumen
Se ofrece una discusión sobre cómo se produce una subjetividad neoliberal bajo un idealismo economicista, del mercado y de la libertad individual. Se desarrollan premisas que muestran que el neoliberalismo no solo es acción en el campo económico, sino también una pérdida de un proyecto común de sociedad y una individualización en el plano psicológico, que exige a cada persona afrontar la realidad de forma aislada y donde cada una puede alcanzar/comprar individualmente lo necesario. Se explica la idea del emprendimiento laboral como una de las estrategias neoliberales para individualizar y deslegitimar la necesidad de los Estados. Es una reflexión teórica que analiza para su desarrollo datos contextuales principalmente de Costa Rica y El Salvador, planes de gobierno, políticas públicas, proyectos de ley, discusiones públicas y notas periodísticas.
Palabras clave: neoliberalismo; economía de mercado; subjetividad
Abstract
A discussion is offered on how neoliberal subjectivity is produced under an economic idealism, of the market and of individual freedom. Premises show that neoliberalism is not only a practice in the economic field but also a loss of a social project and individualization in the psychological plane that requires each person to face reality in isolation and where each one can reach/buy individually what is necessary. The idea of entrepreneurship is explained as one of the neoliberal strategies to individualize and delegitimize the need for States. It is a theoretical reflection that analyzes historical contextual data from Costa Rica and El Salvador, government plans, policies already applied, bills, public discussions and journalistic notes.
Key words: Neoliberalism; Market economy; Subjectivity
Introducción
Este trabajo es una reflexión sobre la racionalidad neoliberal y cómo se ha posicionado como pensamiento único (Sosa Fuentes, 2012; Ornelas Delgado, 2004; Monares, 2005) en la región centroamericana, lógica que implícitamente ha configurado subjetividades conforme a los valores y a la ética neoliberal, que ha derivado en sujetos fragmentados, y desustanciados de cualquier proyecto común de sociedad, en el que cada uno se siente autónomo y responsable por su devenir.
Bajo esta premisa se busca mostrar como en la política pública y discursos se aboga por este individualismo del sujeto, para lo cual se analizan planes de gobierno, proyectos de ley, discusiones públicas y noticias que pujan por el sujeto aislado y por el emprendimiento laboral “empresa de sí” (Diez Gutiérrez 2015, 162) como salida a las condiciones de desempleo y desigualdad. Cimentada en la idea de un individuo neoliberal que debe autogestionar su entorno y que, en este camino, el Estado entorpece y debe ser eliminado, se busca mostrar cómo estas lógicas neoliberales permean el mundo de las políticas públicas. En el mismo sentido, exponer las posturas en contra del Estado que en palabras de Diez (2015, 165) “lo público es el problema” y como impulsan la idea de obsolescencia de los Estados, su poca necesidad de intervención o la protección de la ciudadanía.
Desarrollo
La implantación del neoliberalismo en la región
El proceso de transformación económica que inició Centroamérica al capitalismo neoliberal desde finales del siglo XX, impulsado por el estallido de la crisis de la deuda de México en 19821, se vio profundizado en la década de los ochenta, con la adopción de los programas de ajuste estructural impuestos por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, en el marco del Consenso de Washington2 (Martínez 2012).
En plenas guerras civiles, con economías fuertemente dañadas por conflictos largos y complejos, los países centroamericanos adoptaron una primera generación de reformas bajo un nuevo paradigma de desarrollo, impuesto por el capitalismo global. Una segunda ola de reformas neoliberales se llevó a cabo en los noventas, en el marco de la renegociación de la deuda externa de los Estados centroamericanos, con el respaldo de las élites políticas y empresariales de los países.
De esta manera, desde finales de los ochentas, Centroamérica experimentó una doble transición: la de la guerra a la paz y el tránsito de un modelo económico de industrialización por sustituciones, a un modelo económico neoliberal3. En el caso de Costa Rica, el desarrollo de la estrategia neoliberal inició en 1984 con la fase de exportación ligera cuando toma forma el aparato de promoción de las exportaciones y el turismo (Vargas, 2011).
En medio de los procesos de reconstrucción y transición a la democracia que experimentaba la región, el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y el Banco Interamericano para el Desarrollo (BID) presionaron a la mayoría de los países centroamericanos para la adopción de un paquete de reformas que incluyó la privatización de las empresas públicas (bancos, electricidad, agua, telecomunicaciones, servicios de salud, puertos, pensiones, entre otros), la apertura para el libre mercado externo, la descentralización del Estado, recortes del gasto social y reformas fiscales regresivas (Martínez 2012; Almeida 2016)4. A cambio de aliviar la presión de la deuda, estas instituciones financieras internacionales impusieron la subcontratación de los sistemas públicos de energía eléctrica, de agua y acueductos, a través de corporaciones transnacionales que no estaban comprometidas con el bienestar de los ciudadanos (Almeida, 2016).
En El Salvador, algunas de estas reformas estructurales durante el gobierno de Calderón Sol incluyeron la privatización del sector de comunicaciones, el sistema de pensiones, el sistema financiero y la reducción de subsidios. En Honduras, bajo la presidencia de Carlos Roberto Flores, se impulsaron las privatizaciones de las telecomunicaciones, los aeropuertos y la electricidad, además de una serie de medidas de ajuste fiscal. En Guatemala, bajo la presidencia de Álvaro Arzú, se privatizaron los servicios de energía eléctrica, aeropuertos y ferrocarriles. En Costa Rica, bajo la administración de Miguel Ángel Rodríguez, “se trató de acometer la privatización del sector energético (Martín Álvarez 2011). Si bien el mercado energético sigue a cargo de un ente estatal, se ha ido privatizando de forma parcial la venta de electricidad (Romero Pérez, 2004). Nicaragua por su parte inició, durante la administración de Violeta Chamorro, un amplio programa gubernamental de privatización que adoptó otras características al incluir la devolución de empresas que habían sido confiscadas y estatizadas desde 1979. Durante los gobiernos de Violeta Chamorro, Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños, se privatizaron servicios de infraestructura, carreteras, puertos, agua potable, telecomunicaciones y la banca, entre otras.
En ese contexto, el desarrollo del libre mercado y el impulso de las instituciones que garantizarían la libre competencia tuvieron prioridad en la región sobre el proceso de democratización recién iniciado y el fortalecimiento de la institucionalidad que sería clave para el avance democratizador. Ello, sin duda, ha incidido en los problemas de democratización y en la incapacidad de los Estados para satisfacer las expectativas y demandas de los ciudadanos. “Los desequilibrios entre la reforma económica y la política, dan origen a una transición inacabable en que siempre quedan cabos sueltos, fuente de renovado descontento social” (Ibarra 2008, 11).
Este nuevo modelo de acumulación de capital transnacional adoptado sin excepción por todos los países de la región, incluyendo a la Nicaragua sandinista, afectó los procesos de integración económica centroamericana iniciados hace varias décadas, al imponerse el enfoque de regionalismo abierto para favorecer la transnacionalización de las economías y no el de la cooperación regional que han buscado la integración de los aparatos productivos de los países del área (Martínez 2012).
La privatización de los servicios y recursos estatales, la apertura a empresas trasnacionales bajo los principios del libre comercio y la desregulación con la que operan empresas nacionales e internacionales han contribuido a la precarización del empleo y al aumento del subempleo en la región. La mayor presencia de empresas transnacionales en nuestros países, no ha significado un aumento de empleos decentes y de calidad. Contrario a ello, los Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos, Canadá y países europeos suscritos por todos los países han contribuido a profundizar la precarización del trabajo y el abaratamiento de la mano de obra.
Un indicador del aumento de la precarización del empleo es que más del 60% de la población empleada en Centroamérica labora en la informalidad según la OIT5. Si bien Costa Rica y Panamá muestran índices de informalidad menores que el resto de países, estos han mostrado una tendencia incremental en la última década. De acuerdo a este mismo organismo, la mitad de los más de 1.4 millones de personas que buscan activamente empleo en la región, son jóvenes; en países en los que la población juvenil representa alrededor del 40% de su población total (Brenes 2016). Aunque en décadas recientes la región experimentó avances importantes en algunos indicadores sociales como la esperanza de vida, las tasas de mortalidad infantil y la asistencia escolar, persisten altos niveles de pobreza y exclusión social. Entre 2009 y 2014 la proporción de hogares en exclusión social pasó de 36 a 42%. 4.2 millones de hogares en el istmo estaban fuera del mercado laboral y sin acceso a los servicios sociales básicos (Díaz Arias y Viales Hurtado 2020, 53). No obstante, en materia económica, social y política, en Centroamérica ha habido una tendencia a configurar dos regiones: países del sur de la región (Costa Rica, Panamá) han tendido a mostrar mejores indicadores socioeconómicos respecto a sus vecinos del norte. No obstante, en las últimas décadas los niveles de exclusión y desigualdad social han ido en aumento en países como Costa Rica y Panamá que han mostrado históricamente mejores indicadores de desarrollo humano y de estabilidad política.
El desmantelamiento de las redes de protección social y del Estado benefactor producto de las reformas neoliberales, particularmente de aquellas medidas dirigidas a reducir la inversión social, han tenido severos y diversos impactos en la calidad de vida de la población y en el agravamiento de otros fenómenos sociales como la violencia y la migración. En este contexto, además del debilitamiento del Estado-nación que originó que grandes segmentos del territorio se caracterizaban por ausencia del Estado, el desmantelamiento del Estado social ha contribuido a favorecer el control de grupos criminales que se erigieron como poderes de facto en grandes segmentos del territorio de Guatemala, Honduras y El Salvador. Todo ello ha incidido en la progresiva pérdida de legitimidad del Estado y sus instituciones.
A tres décadas de la implantación del programa neoliberal, la región centroamericana se encuentra sumida en la peor crisis política, económica y social desde la etapa de los conflictos armados. Según el Informe del Estado de la Región 2021 (41), los países del istmo cierran la segunda década del siglo XXI con una preocupante evolución en materia de desarrollo humano sostenible que contraviene los compromisos internacionales asumidos en materia de desarrollo, paz y democracia. Según esta entidad, pese a algunos avances, en la región centroamericana “no se modificaron las condiciones estructurales que han limitado las oportunidades de bienestarpara amplios sectores de población”.
La promesa desarrollista y de mayor bienestar que se concretaría según la teoría del rebalse, nunca llegó a la mayor parte de nuestros países. Los bajos niveles de crecimiento, los altos niveles de endeudamiento (Banco Mundial, 2022)6 y los bajos indicadores de desarrollo humano que muestran algunos países centroamericanos (PNUD 2022), que ahora se conjugan con los retrocesos en materia político-institucional, son muestra del fracaso del modelo de desarrollo y de las reformas neoliberales que se impusieron hace tres décadas en lo relativo a indicadores de desarrollo humano (IDH) según un reciente informe de Naciones Unidas, los únicos países de la región que registra un IDH superior al promedio de América Latina y el Caribe son Costa Rica con un 0.810 y Panamá con 0.805, ubicados en el grupo de países con un IDH muy alto (PNUD 2022).7
A este escenario se suman la presencia del crimen y la inseguridad que, si bien en los últimos años se han reducido en algunos países, siguen siendo altos, el grave deterioro socio-ambiental de amplias regiones de nuestros países, las altas tasas de emigración y desplazados internos8, los altos niveles de exclusión y el aumento de pobreza. Todos estos factores ponen a la región hoy día en una grave encrucijada, en un contexto de avance de proyectos autoritarios en países como Nicaragua, El Salvador y Guatemala, que están instrumentalizando el control del poder político para consolidar nuevas formas de acumulación neoliberal.
En este contexto y paralelo a los cambios macroeconómicos y políticos que impuso el programa neoliberal y la globalización en Centroamérica, la región ha experimentado severas transformaciones sociales y culturales en las que los valores y la ética del neoliberalismo se han impregnado en las dinámicas de reproducción social e interpersonal.
Una breve aproximación al sujeto y a la subjetividad neoliberal
El neoliberalismo es una forma de sociedad e, incluso, una forma de existencia. Lo que pone en juego es nuestra manera de vivir, las relaciones con los otros y la manera en que nos representamos a nosotros mismos (Pineda Nebot y Fonseca 2018). No solo se trata de una doctrina ideológica o de una política económica, sino de un proyecto de sociedad y la fabricación de un cierto tipo de ser humano que refleja fielmente los valores del proyecto neoliberal.
Si bien el neoliberalismo surge vinculado al campo de la macroeconomía y ha impactado diferentes dimensiones de la vida en sociedad, diversos autores (Guatari y Tudela, Pavón Cuellar, Guinsberg, Aquino Moreschi, Gonzalez Rey, Ibarra Ibánez, entre otros) coinciden en señalar en que uno de los mayores éxitos del proyecto neoliberal ha sido la fabricación de un modelo psicológico de sujeto a imagen y semejanza de los valores y la ética liberal. Es lo que Althusser denomina “Fundamento en espejo”, considerada la mayor contribución de la psicología al neoliberalismo, al moldear un modelo psicológico de sujeto neoliberal que es reflejo artificial de la sociedad capitalista (Pavón Cuellar 2017).
Mediante los dispositivos de la psicología, el neoliberalismo ha impuesto un modelo de sujeto que se presenta como universal y como la única naturaleza humana posible. Se trata, según Pavón Cuellar (2017, 598), de una forma cultural e histórica de subjetividad, propia de la modernidad occidental que se ve aquí deshistorizada, universalizada y artificialmente naturalizada con un propósito muy preciso: el de convertirse en la supuesta naturaleza universal y ahistórica en la que se basa y por la que se legitima la sociedad capitalista liberal.
Bajo estas lógicas, se instauran dispositivos de dominación subjetiva, en los que los sujetos se rigen por mandatos internos que les ordenan consumir y auto explotarse bajo la falsa ilusión de libertad. Se transita de la biopolítica de Foucault en el que se ejerce control mediante el disciplinamiento de los cuerpos, a la psicopolítica de ShulHan. “En la psico-política, el opresor utiliza un poder seductor que lleva a que los individuos se sometan al entramado de dominación, estableciendo un psicopoder donde el individuo se cree libre, cuando en realidad el sistema es que el que lo está sobreexplotando” (Ibarra Ibáñez 2021, 160). Se trata de un dispositivo de control que lo subyuga desde dentro y que anula su capacidad de agencia y discernimiento.
Se trata de complejos procesos de subjetivación mediante los cuales se introyectan esos mecanismos racionalizados del liberalismo que programan a los individuos para competir, cumplir las reglas y producir. Es el individuo que se auto gestiona y auto explota para maximizar su rendimiento, lo que lo lleva a su mercantilización y cosificación. “Todo lo que hay aquí es una libre competencia de mercancías entre las que encontramos a individuos mercantilizados, es decir, humanos deshumanizados, naturalezas desnaturalizadas, sujetos objetivados, seres vivos desvitalizados, personas cosificadas, comunidades pulverizadas y convertidas en partículas individuales aisladas y rivales” (Pavón Cuellar 2017, 600).
De esta manera, se configura un sujeto neoliberal aparentemente libre y autónomo, individualista, egoísta, competitivo, empresario de sí mismo, consumista, endeudado y despolitizado. Se trata de una importante contribución del proyecto neoliberal, para globalizar los órdenes de dominación, mediante el cual el sujeto interioriza como propias las necesidades del sujeto de producción y en el que las formas de control son incorporadas de forma autómata y legitimadas y justificadas por los propios individuos.
En un mundo donde el mandato es competir para sobresalir, los sujetos se encierran en su individualismo, se vuelven egoístas y proceden de acuerdo a su interés individual. Se anula la capacidad de agencia del sujeto y es la máquina la que ordena; el individuo se desdibuja y su capacidad de decidir va constituyéndose una dimensión residual del proceso subjetivo decretado por la máquina (Guattari y Tudela, en Aquino Moreschi 2013).
Para Pavón Cuellar (2017), se trata del modelo de hombre donde convergen el homo economicus y el homo psycologicus del libre mercado al que se refería Foucault: el individualista, el egoísta interesado, posesivo y competitivo, insaciable y sin escrúpulos, que tiende a desentenderse de la política y a vivir solo para sí mismo al negociar y especular, opinar y votar, gobernar y gobernarse, trabajar y trabajarse, vender y venderse, explotar al otro y explotarse a sí mismo, consumir y consumirse.
Como señala Marcurse, es el carácter racional de lo irracional. Nos encontramos ante uno de los aspectos más perturbadores de la civilización industrial avanzada: el carácter racional de su irracionalidad. Su productividad y eficiencia, su capacidad de incrementar y difundir las comodidades, de convertir lo superfluo en necesidad y la destrucción en construcción, el grado en que esta civilización transforma el mundo-objeto en extensión de la mente y el cuerpo del hombre hace cuestionable hasta la noción misma de alienación. La gente se reconoce en sus mercancías, encuentra su alma en su automóvil, en su aparato de alta fidelidad, en su casa, en su equipo de cocina (Guinsberg 1992, 30). Se produce además una erosión del sujeto político como resultado del abandono de lo ideológico y de lo político que deja al individuo desconectado de la esfera pública.
Esto conlleva a una desvinculación con los otros, a una atomización y aislamiento del sujeto, lo que lleva a desligarlo de su mundo social. “Se observa cada vez más seres solitarios aferrados a un individualismo creado, en parte, por la idea de competencia muy propia del mercado y que lo ha llevado al nivel de sus relaciones interpersonales, viendo al otro incluso como el rival que lo puede desbancar. De esta manera, el individualismo deja al sujeto a merced del sistema capitalista neoliberal, pues dificulta la posibilidad de establecer vínculos afectivos con los demás” (Ibarra Ibáñez 2021, 159).
Todo ello ha implicado la configuración de nuevas subjetividades neoliberales y la irrupción de nuevos sujetos que han interiorizado los valores y las leyes del libre mercado. Sociedades consumistas, hiperindividualistas, hedonistas, interconectadas globalmente, pero a la vez precarias, excluyentes, atomizadas y menos capaces de canalizar y satisfacer las demandas y aspiraciones del ser humano, predominan también en la región centroamericana. Todo ello ha contribuido a disgregar aún más a las ya fragmentadas sociedades centroamericanas.
El sujeto neoliberal “libre” “empresa” y auto responsable de su devenir
Desde la perspectiva antes planteada, se configura una subjetividad y un modelo de sujeto que es compatible con el modelo de sociedad liberal y neoliberal: sujetos individualistas, competitivos y libres para gestionar su vida, responsables de su devenir y, por tanto, de su éxito o fracaso para alcanzar las aspiraciones consumistas y de movilidad social que impone la sociedad del mercado.
Esto ha llevado a la cultura a tornarse en hipercompetitiva en donde “solo los mejores sobreviven” y a rivalizar y pasar por encima de todos aquellos a quienes ven como competencia.
Se observa cada vez más seres solitarios aferrados a un individualismo creado, en parte, por la idea de competencia muy propia del mercado y que lo ha llevado al nivel de sus relaciones interpersonales, viendo al otro incluso como el rival que lo puede desbancar. De esta manera, el individualismo deja al sujeto a merced del sistema capitalista neoliberal, pues dificulta la posibilidad de establecer vínculos afectivos con los demás … La ganancia es el principal objeto de deseo, de allí que el sujeto se ha transformado, se ha vuelto una mercancía más, vendible-consumible que se intercambia en el mercado (Ibarra Ibáñez 2020, 159).
Bajo esta lógica mercantilizada y competitiva, los sujetos deben maximizar su rendimiento a costa de comprometer su vida y lazos sociales y familiares, lo que termina dejándolos aislados, desvinculados de su entorno social. Esta mercantización de las personas, basada en la idea de que el que no produce no es útil ni necesario para el sistema (Ibarra Ibáñez 2020), produce una cosificación y deshumanización de las personas.
Todo lo que hay aquí es una libre competencia de mercancías entre las que encontramos a individuos mercantilizados, es decir, humanos deshumanizados, naturalezas desnaturalizadas, sujetos objetivados, seres vivos desvitalizados, personas cosificadas, comunidades pulverizadas y convertidas en partículas individuales aisladas y rivales. (Pavón Cuellar, 2017, 600)
El neoliberalismo no ofrece articulaciones basadas en lazos sociales, ni de apoyo mutuo, ni de reciprocidad; por el contrario, somete a los individuos al imperativo de ser autogestores de su vida, esto propicia una desligadura con una sociedad a la que ya no tiene que rendirle cuentas.
Una de las formas en que los principales valores del neoliberalismo se subjetivan es en la configuración del sujeto empresa, empresario de sí o el llamado sujeto del autorendimiento (Chul-Han 2012). Bajo esta figura, el capitalismo neoliberal ha puesto en marcha poderosos y complejos mecanismos de dominación, en el que ya no se requieren de mecanismos de disciplinamiento sobre el cuerpo que postuló Foucault. Estos sistemas de dominación subjetiva hacen creer paradójicamente al hombre que es libre y autónomo de decidir su futuro y de auto realizarse, por lo que ese dominio subjetivo llega a ser justificado y legitimado por el propio sujeto. Bajo estas lógicas y la falsa idea de libertad, el sujeto llega a auto explotarse de forma consciente o no, en tanto se exige asimismo el máximo de rendimiento y en la que, el “Yes, we can” se impone como mandato en el inconsciente con el afán de maximizar la producción, como señala Chul-Han (2012) en su obra “La sociedad del cansancio”.
Desde esta racionalidad neoliberal se promueve al individuo como un “empresario de sí”, que de forma autónoma invierte su dinero y esfuerzo para mejorar su empleabilidad y salario y “cuya característica principal es ser administrador y controlador de sus prácticas, según una lógica de optimización de sí mismo” (Segura Gutiérrez 2016, 116). Desde esta perspectiva, las empresas demandan cada vez más iniciativa, autonomía y autogestión, atribuyéndole al trabajador la responsabilidad del éxito o del fracaso de las empresas. Con ello se deposita la responsabilidad de la eficacia de la producción en el mérito de los trabajadores, desligando cada vez de responsabilidad a las empresas. Esta “tiranía del mérito” que prevalece en el pensamiento neoliberal, añade mayor estrés y frustración social a las personas ante la creciente demanda de maximizar el rendimiento.
La generalización de la subjetividad empresarial cada individuo en empresa individual lleva a paradojas. La autonomía, la activación y el compromiso subjetivo que se le pide al individuo constituyen nuevas normas de empleabilidad (...) por otro lado, la incitación a la acción, a la toma de iniciativa y al riesgo individual terminan en la depresión, enfermedad del siglo próximo, expresión del rechazo a asumir una homogeneización y un empobrecimiento de la existencia traída por el éxito individual del modelo empresarial (…) que se expresa en la voluntad de transformar. (Segura Gutiérrez 2016, 122)
En este contexto, en la sociedad del rendimiento emerge un individuo cansado, frustrado y deprimido, que se encuentra en guerra consigo mismo para alcanzar las expectativas de la sociedad del rendimiento del capitalismo neoliberal, en donde lo que importa es producir más y mejor.
La intervención del Estado y el fortalecimiento del movimiento social como una barrera para el sujeto neoliberal
Una estrategia fundamental de la implementación de las políticas neoliberales ha sido el desmantelamiento del Estado9, tanto en lo referido a sus capacidades de regulación y control, como mediante la reducción del sector público y de las políticas sociales. La contracción del gasto público, la privatización de los servicios y recursos estatales como la salud y la educación, y el desdibujamiento de la función reguladora del Estado en aras de garantizar el libre mercado y el aumento de la productividad ha limitado severamente el papel del Estado bajo el modelo neoliberal. La satanización del Estado en sus capacidades de prestación de servicios ha favorecido la mercantilización de derechos esenciales como la educación y la salud.
Como señala Harvey (2007), el neoliberalismo propone que el bienestar humano se alcanza a través de la liberación de las libertades empresariales e individuales, y a partir de esta premisa, otorga al Estado el papel de creador de un marco institucional favorable a los derechos de propiedad privada, el mercado libre y el libre comercio. Los Estados, vistos desde esta perspectiva, deben limitarse a asegurar la calidad del dinero y los derechos de propiedad privada, y a promover la creación de mercados en aquellas áreas en las que no existan (Álvarez 2011, 112).
Este debilitamiento del rol de los Estados ha tenido severas repercusiones en la calidad de vida y el bienestar de los segmentos sociales más desfavorecidos y, por otra parte, ha favorecido la pérdida de legitimidad del Estado ante los ciudadanos. La mercantilización de servicios básicos como la salud, la educación y el agua ha despojado a los ciudadanos de derechos humanos fundamentales y reducido su acceso únicamente a aquellos que tienen recursos para adquirirlos.
Dos vías alternativas que deben construirse en oposición al modelo neoliberal son: la recuperación del rol interventor del Estado y el fortalecimiento de la sociedad civil organizada para contener el avance de las reformas neoliberales. El surgimiento de diversos movimientos sociales en países centroamericanos frente a las reformas neoliberales, como ocurrió en Costa Rica entre 2003 y 2007 con la extensa campaña de movilización en contra del Tratado de Libre Comercio, o en El Salvador, con las marchas blancas que impidieron la privatización de la seguridad social, muestra que el neoliberalismo también puede producir un efecto paradójico: la irrupción de un nuevo sujeto político, que pese a todos los mecanismos biopolíticos de dominación desplegados desde el modelo neoliberal, pueda luchar por defender sus derechos económicos y sociales.
El emprendimiento como salida a los problemas de empleo
Explica Faraone (2001, 49) que las sociedades y democracias transitan por un “neo autoritarismo” (en Petras), y que el ejercicio ciudadano se limita a la elección entre candidatos similares, en el mejor de los casos con matices, pero todos en el fondo consecuentes con neoliberalismo, sin interés de una intención de ruptura o capacidad para pensarla. Lo que arrastra a lo que hemos venido llamando pensamiento único neoliberal y al sujeto neoliberal.
Uno de los logros del pensamiento neoliberal es instalar la idea un eterno presente, como si la estructuración socio histórica no sucedió y que tampoco incide en el futuro, una anulación de la historia en la que ahora cada individuo es dueño de su propio destino y será su realidad una suma de decisiones individuales y no un proceso social, es simplemente “una actitud humana de no tener miedo a los fracasos, de atreverse a dar un paso más, de hacer un sueño realidad, asumiendo los riesgos” (Palacios Dueñas y Ruiz Cedeño 2020, 56).
En tanto este convencimiento es un paso sencillo apuntar que la condición laboral y de vida es individual, e ideas como el emprendimiento son protagonistas y reproducidas en los diferentes partidos políticos cada cuatro años. Veamos el ejemplo para Costa Rica en el último proceso en el 2022, dice el plan de gobierno del Partido Restauración Nacional “todos debemos poder contribuir a aumentar la producción del país. Esto es un asunto de competitividad, no solo de justicia o equidad (Partido Restauración Nacional 2022, 30). Lo primero que llama la atención es el llamado a la productividad como fin último de la sociedad y una decisión individual. Una preocupación mayor es que la productividad se sobreponga por encima de la justicia y la equidad.
Son los discursos de emprendimiento y competitividad (Saura y Bolívar 2019, 11), de responsabilización individual, tales como: “si no tengo trabajo es porque no soy suficientemente emprendedor” o “hay mucho desempleo porque faltan emprendedores (…) deja de perder el tiempo enviando currículos para encontrar trabajo, tú mismo puedes ser autónomo” (Díez Gutiérrez 2015, 161), configurando un Estado cuyo único fin debe ser ocuparse de “buena gobernanza”, de “buenas prácticas” y de “adaptación a la globalización”, que facilite esa individuación (Díez Gutiérrez 2015, 171).
La apuesta regional por el emprendedurismo como vía a la incapacidad de los Estados de absorber en la economía formal la fuerza laboral se tradujo en una agenda pública regional mediante la Estrategia Regional de Fomento al Emprendimiento para Centroamérica y República Dominicana (ERECARD), impulsada por el Sistema de Integración Centroamericano (SICA).
La ERECARD proponía en 2012 como visión para la región: un Sueño compartido: En 2017, se contará en la región con una cultura e identidad de emprendimiento e innovación, a partir de un ecosistema fortalecido, alto compromiso y apropiación, por medio denuevos instrumentos financieros y plataformas de soporte (Gutiérrez Montoya, 2013). Esta estrategia ha sido apoyada en los últimos años por el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) y distintas agencias de Cooperación para el Desarrollo presentes en la región. Más recientemente la estrategia SICA-Emprende formuló estrategias regionales de emprendimiento.
¿Cómo se encuentran la efervescencia hacia la productividad y la omisión histórica?, ¿en qué incide en un “presente posible”? Para Costa Rica, el emprendimiento es más una ilusión, “de todos los emprendimientos de las personas jóvenes que existen en el país, solamente 0.5% logran establecerse por periodos superiores a los 3.5 años” (INCAE, 2016, 4), algunas noticias al respecto:
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“Estadísticamente, la mayoría de los emprendimientos fracasa. En Costa Rica el 80% de los mismos no sobreviven tres años de operación, según datos del Índice Global de Emprendimiento 2018, elaborado por el Instituto de Emprendimiento y Desarrollo Global” (Leitón 2019).
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“Cerca de un 80% de los emprendimientos en Costa Rica termina entre el primer y tercer año desde su creación, un periodo conocido como el “valle de la muerte”, según Fernando Arce, director de la iniciativa Yo Emprendedor” (Garza, 12 noviembre 2018).
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“El drama del empleo: esperanza de más puestos está en hombros de «raquíticas» Mipymes” (Ruiz, 14 de noviembre, 2019).
No se trata en este ensayo de evaluar los desarrollos de los emprendimientos, sino mostrar que será una constante en los planteamientos políticos sin tener un contexto de fondo, es decir, no es solo un problema de acciones individuales, sino que son expresión de “la economía en su conjunto” pero que esta no es considerada o es omitida (economía global). (Presidencia de la República de Costa Rica 2019, 133). La realidad no es distinta para Latinoamérica, explican Valenzuela-Klagges, Valenzuela Klagges y Irarrazaval (2018, 57):
Pérez et al. (2015, Cit. Rodríguez 2014), que compiló estudios y datos de diferentes autores, expone la supervivencia empresarial en Latinoamérica y porcentaje de destrucción de empresas según años de vida en su etapa inicial en diferentes países: en México, el 75% de las empresas nuevas perduran hasta un máximo de 2 años; en Argentina, el 93% no llega al segundo año de vida; en Chile, el 25% desaparece en el primer año, 17% en el segundo y 13% el tercer año. Por lo general, y según lo descrito por el autor, en países emergentes entre el 50% y el 75% de las nuevas empresas desaparecen en los primeros tres años de vida.
Como se enunciaba, con más o menos matices y colores de los partidos políticos en disputa para el año 2022 coincidirán y propondrán las mismas acciones, esto lo podemos ver con las siguientes otras propuestas de gobierno:
Como muestra el cuadro, la mayor parte de los partidos habla de emprender como una salida posible/necesaria/deseable, pareciera una despolitización (aunque sean partidos políticos quienes hablan) de la realidad en el sentido de que se motivará a emprender pensando a los sujetos individuales y ante una realidad que hará efectivo el ímpetu de “no tener miedo a los fracasos, de atreverse a dar un paso más, de hacer un sueño realidad, asumiendo los riesgos” (Palacios Dueñas y Ruiz Cedeño 2020, 56). Dos aristas son sugerentes en este sentido, uno, los partidos políticos y eventualmente gobiernos que se desprenden de la responsabilidad de atender el mundo del trabajo, y dos, los mismos partidos y eventual gobierno que utilizan la misma plataforma partidaria y el estado para distribuir la idea del emprendimiento como salida. Hay una vigencia de esta premisa por el emprendimiento que es fácilmente identificables en la construcción mediática, con diversos autores de fondo, pero pujando en la misma dirección, a modo de ejemplo el siguiente cuadro de referencias.
En el caso salvadoreño, un país en el que el 70% de su población económicamente activa labora en el sector informal, el emprendedurismo ha sido planteado como política pública para absorber a la fuerza laboral que el modelo económico deja fuera. Esto representa a una gran masa de población que no logra tener un empleo de calidad, ni protección social. Esta ha sido una constante desde la implementación de las reformas neoliberales a inicios de los noventas. El pequeño país centroamericano también ha sido uno de los que reporta los más bajos niveles de crecimiento en las últimas décadas, lo que se ha traducido en menor producción de bienes y servicios y menos empleos formales (FUSADES, 202211).
La apuesta del Estado salvadoreño por el emprendedurismo como política pública se expresa a través de diversas políticas, programas y estrategias adoptadas por el gobierno central, principalmente desde 2006, con un plan de apoyo a las Micro, pequeñas y grandes empresas. Diversos Programas de gobierno, en las últimas décadas y media, han contemplado dentro de sus apuestas en materia económica los emprendimientos, como mecanismos de transformación productiva. Un diagnóstico realizado en 2010, señalaba que, pese a que el emprendedurismo se ha logrado posicionar culturalmente, no ha logrado nueva riqueza social, además de que en su mayoría son emprendimientos de subsistencia y necesidad, y muchos no logran sobrevivir los primeros años, debido a que se canibalizan entre ellas (BCIE, 2010, p. 77).
En 2014 fueron adoptadas la política nacional de emprendimiento en El Salvador y la Ley de Fomento, Protección y Desarrollo de la Micro y Pequeña Empresas, visualizadas como herramientas de transformación productiva, el crecimiento económico y la generación de empleo. La política de emprendimiento tiene como visión convertir a El Salvador en un país emprendedor (CONAMYE, 2014). Esto muestra las formas que asume el pensamiento neoliberal como racionalidad política en el ejercicio de la función pública. Se trata de instalar en el sujeto una identidad como emprendedor de sí, a quien se delega la responsabilidad de gobernarse a sí mismo como empresa para alcanzar el rendimiento máximo. Esto convierte a los sujetos en una mercancía más que debe generar lucro. Como señala Saidel (2016, 142), los individuos se configuran como “una especie de capital fijo, en el que cuenta el propio cuerpo y su equipamiento genético, y un capital variable (cultura, educación, aptitudes, relaciones, etcétera)”.
De esta revisión interesa recalcar la relación que pretende instalarse entre el individuo y el mercado como fin último de la relación humana, en la que “el hombre, la sociedad y el propio planeta tienden pues a subordinarse rápidamente a la lógica mercantil, al punto que no pocos pretenden que las relaciones de mercado son «inherentes a la naturaleza humana». Como lo indica Polanyi en 1983, la sociedad se transforma progresivamente en un simple «auxiliar del mercado» (Prieto 1996, 55).
Derechos por servicios
En ese eterno presente en el que cada una de las personas es responsable de su destino, hay una separación con un sujeto histórico y colectivo, es decir, alejamiento de un sujeto que se piensa empático preocupado por un bienestar común, un sujeto colectivo que es esa conciencia de la transformación de poder del pueblo y que constituyen estados de derechos garantes de estos.
Por el contrario, en el neoliberalismo, hay una lógica implícita que puja por las libertades y “la no restricción de las capacidades y de las libertades empresariales” (Harvey, citado en Yañez 2019, 88) que como sea se haya entendido o se entiende esto, en la práctica es una renuncia para con un estado interventor y regulador.
El sujeto neoliberal entenderá los estados como la razón de todos los males ( Díez-Gutiérrez 2015, 165) que distorsiona el mercado y debe ser eliminado o que solo debe funcionar como mediador del espíritu empresarial, como lo manifiesta la OCDE (citado en Carmona 2019, 301): “el emprendimiento promueve el empleo y la movilidad social, por ello los Estados deben desarrollar programas educativos, trabajando con las empresas para ajustar profesionales a sus exigencias y a la necesidad del mercado”.
En tanto el estado sea entendido de esta forma, seguirá operando la flexibilidad como regla al servicio de lo que el capital y el mercado mandan, en ese tanto, el estado solo resguarda la propiedad, por lo que lo construido como procesos sociales de luchas, en el mejor de los casos, serán considerados activos o mercancías que pueden ir al mercado igual que un zapato, en palabras de Hwaites (2010, 126), “arrasó con muchas de las conquistas materiales obtenidas por las clases populares durante los años de posguerra sino que también impactaron negativamente en las formas de construcción política e ideológica de los sectores subalternos”.
En ese sentido deshacerse del estado no sorprende y muchos son los ejemplos, dice el Partido Unión Liberal (2022, 13):
buscamos la desregulación de la economía y la reducción del aparato estatal ... para bajar la deuda la venta total o parcial de activos. En primer lugar, aquellos activos ociosos como FANAL y RECOPE, este último no implica la venta de la institución sino del oleoducto y demás bienes aprovechables.
Por su parte, el Partido Nueva República (2022, 46) sostiene:
Promover el inventariado y la venta de activos ociosos no productivos para el pago de deuda pública, en específico, bienes inmuebles y activos fijos, según lo establecido en el expediente legislativo núm. 20924. Se estima una recaudación aproximada de más de 28.000 millones de colones.
Como ya vimos en el apartado anterior, las propuestas son comunes y reducir el estado es otra de estas ideas usuales. “El gobierno de turno abogará en el mismo sentido: Venta del BCR: Los detalles de la propuesta de Rodrigo Chaves” (Córdoba González, 2022), “Gobierno espera obtener aproximadamente 1.2 billones por la venta del Banco de Costa Rica” (Pomareda 2022).
Nos enfrentamos a una idea más que una certeza, un “idealismo economicista” señala Jaguaribe (1973, 38) que presupone que “el proceso económico y sus agentes, en un régimen de libre economía generan espontáneamente el desarrollo económico en una situación política y cultural neutra” que se reproduce fácilmente, desde el mismo ejemplo una muestra:
Si se vende el BCR, se va a transformar en un banco privado por lo que se abre el mercado completamente, se quita el monopolio que existe y más bancos van a llegar a Costa Rica a instalarse porque hay una libre competencia y eso beneficia a la población en general (Fernández 2022)
Estas consideraciones neoliberales tienen implicaciones sociopolíticas y que pueden explicar la anterior comprensión de Estado, manifiesta Harvey (citado en Yáñez 2019, 88) que es: “una teoría de prácticas político-económicas que se apoya en el principio según el cual el bienestar humano se logra a partir de la no restricción de las capacidades y de las libertades empresariales”, es una puja por limitar el estado, será quien acompaña a este sujeto “libre” en potencia que tiene que hacer frente a realidad ahora sin el estado como articulación social.
Una de las acciones es sin más la venta como lo antes planteado, el Banco de Costa Rica es un ejemplo que desde las palabras de Bonnet (citado por Yáñez 2019, 70), la privatización que “se pueden leer como la decisión de trasferir al proceso de acumulación capitalista determinadas funciones anteriormente desempeñadas por el Estado, lo que supone una mercantilización de relaciones sociales anteriormente estatalizadas”. Es decir, de privatizar como medida de libertad (aunque suene contradictorio), pero esta es la interpretación neoliberal. No es el artículo para problematizar al respecto de las consecuencias de la privatización de servicios o derechos, pero es evidente que terminan en muchos casos siendo monopolios excluyentes y perdiéndose los derechos que otrora fueron asegurados. Tampoco es un secreto que la libertad y privatización terminaron de dar por resultado una mayor dependencia, control del capital extranjero, continuidad oligárquica, marginalidad y desigualdad como nunca antes (Dos Santos1973, 158-172), pero la receta es la misma instalada desde las ideas neoliberales.
Preocupa en este sentido la individuación de la realidad del sujeto neoliberal, y es que abogar por la reducción de Estado como sinónimo de libertad es una verdadera trampa y cada vez será más evidente la exclusión que esto provoca, esto es parte del sujeto individual, que no solo debe ser exitoso, sino capaz de comprar derechos, es estar en la existencia individual, aunque sea solo la sensación de sentirse libre.
Ya vimos el ejemplo de la venta de las empresas del estado, pero en el mismo sentido se aboga en reducir en derechos, un ejemplo para Costa Rica es la educación, veamos: “Más reducciones al FEES implica menos cupos para nuevos estudiantes: rector UCR” (Barquero 2020), esto es de todos los años en el caso costarricense, donde algunos sectores sociales tienen que salir una y otra vez a defender la inversión en educación pública, que empujada por organismos multinacionales ha obligado a buscar su “valor público”, ¿cuánto tiene que demostrar más una sociedad de la importancia de educación?, ¿se puede atrever alguien a decir que la educación no aporta a la sociedad y que hay que limitarla y desfinanciarla?, estas obligaciones discursivas parecen más propias de pérdida de autonomía e incluso de sentido de los estados, y un empuje por mercadear la educación como otros tantos derechos e individualizar el acceso y permanencia.
La coyuntura de pandemia fue también momento oportuno para la reducción y el pensamiento sigue homogéneo sin diferencias partidarias, un ejemplo en el mismo ámbito educativo, escribe Arrieta (2020):
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Diputada Liberación Nacional (citada por Arrieta 2020):
Espero que el Ejecutivo mantenga una posición firme, austera, responsable, y garantizada en resultados, durante todo el proceso de negociación. Temas, como, atender las asimetrías en los presupuestos de las universidades e incrementar la inversión en las regiones, deben liderar la lista de prioridades y ser condicionales para cualquier acuerdo.
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Diputada Unidad Social Cristiana (citada por Arrieta 2020):
Va a ser muy interesante saber que comunica el Gobierno al respecto siendo que su nuevo ministro de la Presidencia y enlace con la Asamblea Legislativa es un rector de una universidad, tuvo participación desde el CONARE en anteriores negociaciones. Esperamos coherencia sobre la necesidad de la contención del gasto y sobre todo que se entienda que el FEES no escapa a la situación que vive el país.
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Diputado Nueva República (citado por Arrieta 2020):
Toda negociación presupuestaria en estos momentos debe venir desde una óptica de austeridad y contención del gasto, las Universidades son parte de este universo fiscal que nos envuelve y que debemos administrar con cordura y cautela. El sector educativo podría realizar un esfuerzo mayor de contención de gastos y reducir sus proyecciones de crecimiento en infraestructura.
La educación, la vivienda, la salud humana, el trabajo, la salud ambiental están en el ojo del mercado como cosas y que individualmente deben ser compradas, es este el pensamiento único que se expresa en la producción de riesgos civilizatorios, donde la flexibilidad en todo sentido debe ser regla, y donde los derechos se consumen y son responsabilidad individual.
Consideraciones finales
Esta lógica neoliberal es el aplanamiento de las jerarquías sociales, no porque realmente se aplanen las relaciones históricas de poder, económicas, raciales o de género, sino porque es mostrada y ofrecida la realidad como algo que cada persona puede alcanzar individualmente en cualquier ámbito. Esta omisión histórica, indiferencia o aplanamiento de las jerarquías, es a su vez la incapacidad de empatía, caracterizada y posibilitada por la disolución o vacío de los proyectos comunes de una sociedad, ya no importa la familia, el barrio, el país o la etnia u otro, solo importa lo que haga el sujeto individualizado “libre”.
El neoliberalismo no solo es una serie de medidas económicas en un momento dado, es constitutivo en este hacer ver que las relaciones del mercado son la base de las relaciones humanas y que las personas, trabajo, naturaleza deben ser objetos de mercado como ámbito último de la vida social. Para el caso que acá se reflexionó, el sujeto es un sujeto individual/ ”libre” quien tiene que ir solo al mercado, auto cosificado” que es mercadeable o bajo una idea de auto empresa, libre mercado en el que parece omitirse el contexto centroamericano.
Se persiguen ideas más que certezas que constituyen un individuo, hay un incesante presente que omite la construcción histórica de la sociedad y ofrece exigencias pocas veces reales, preocupa que apostar por individuación sea la constante en propuestas políticos partidarias, pero que no son extrañas en el marco de un neoliberalismo que pretende ser único.
Si bien este trabajo no pretende hacer un balance minucioso de los impactos de las reformas neoliberales en las últimas tres décadas en Centroamérica, principalmente en El Salvador y Costa Rica, pretende llamar a la reflexión sobre los impactos sociales, políticos y económicos que ha generado la penetración de la racionalidad neoliberal en las políticas públicas y en la gubernamentalidad regional. Los valores del pensamiento neoliberal adoptados en nuestros estados como principios de funcionamiento de las políticas públicas no solo se reflejan en el desmantelamiento y debilitamiento del Estado en su rol de protección y garantía de derechos fundamentales, sino en la configuración de una subjetividad neoliberal que está abocada permanente a la tarea de ser y seguir siendo un objeto vendible (Bauman, 2007), bajo la falsa premisa que es libre y autónomo para forjar su futuro.
Una expresión incontestable de esa visión es la adopción y el impulso del emprendedurismo como política estratégica para lograr el crecimiento y el desarrollo económico de nuestros países. El fracaso de los Estados para absorber en las economías formales y bajo parámetros de trabajo digno a grandes masas de fuerza laboral que se encuentran en la informalidad, se disimula y enmascara mediante planes y políticos en los que deposita el emprendedor la responsabilidad de decidir su futuro, de alcanzar el éxito o de buscar su fracaso en el plano laboral. Esta responsabilización en los individuos y en sus capacidades de auto realización de un rol que le compete al Estado, promueve el individualismo y la competencia generalizada y convierte a los individuos en un empresario de sí, destinado permanentemente a venderse, a cosificarse, a deshumanizarse.
Esta racionalidad y ética neoliberal está socavando las bases de la convivencia y fracturando el tejido social en tanto la lógica del costo y beneficio, la pérdidas y ganancias y de la rentabilidad, es aplicada a diferentes dimensiones de la vida humana, incluyendo el ámbito personal y privado del individuo. En este contexto, a la creciente precarización de las sociedades centroamericanas expresadas en los altos niveles de desempleo y subempleo y el éxodo de grandes masas de descartados mediante la migración irregular, se suman hoy día los altos niveles de frustración, la alta incidencia de depresiones, problemas de salud mental y problemas físicos derivados de la crisis existencial en que se encuentran sumidos millones de personas en nuestros países, al que ahora se suman las crisis democráticas y el avance de nuevos autoritarismos, como en el caso salvadoreño.
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Notas
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1
. En el caso costarricense, ya se tenía problemas con la deuda con anterioridad, “el proceso negociador con el FMI, tras dos intentos fallidos, llevó a un encuentro entre el presidente Carazo Odio y un representante de dicho ente en 1981” (Arrieta, 2016, 102). La grave crisis financiera que tuvo lugar entre 1980 y 1981 obligó al gobierno de Carazo a decretar una moratoria parcial de la deuda.
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2
. Con un largo proceso hasta este punto como lo explica Romo (2018), desde del Coloquio Lippmann en 1938 a la Sociedad del Mont-Pèlerin en 1948, considerados momentos fundacionales del neoliberalismo que marcaron el inicio de su expansión intelectual, hasta su propagación en el siglo XX como un orden económico mundial, que ha ido permeando diferentes dimensiones de la vida económica, social, cultural y política de las sociedades. Véase Romo, 2018.
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3
. El desarrollo del modelo de industrialización por sustituciones en la región centroamericana estuvo ligado al impulso del Mercado Común Centroamericano. La incorporación de Costa Rica al Mercado Común se retrasó varios años, y solo se concretó después de que Francisco Orlich sustituyó a Mario Echandi como presidente de Costa Rica.
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4
. La temporalidad en que la medida en cada uno de los países muestra variaciones. En algunos iniciaron en la década de los ochenta, mientras que en otros se impulsaron a mediados de los noventas. A modo de ejemplo, señala Vargas para Costa Rica que “las políticas de ajuste estructural adquieren vigencia en el decenio de los ochenta como respuesta que las clases dirigentes- las costarricenses y en general latinoamericanas- ensayan frente a la crisis de deuda externa, y bajo la presión de países desarrollados y organismo financieros internacionales” (2002, 152).
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5
. Según el Semanario Universidad para el año 2020, el porcentaje de trabajadores informales en Guatemala fue de un 69.7%, Honduras el 58%, Nicaragua el 56.5%, Costa Rica 46%, Panamá 43.6% y El Salvador un 425%. (Núñez, 9 septiembre, 2020). Un estudio realizado en 2020 lo estima en 74.1% (Erazo, 2020).
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6
. Un informe del Banco mundial (2022) sobre endeudamiento externo como proporción del PIB, ubican a Panamá, El Salvador y Nicaragua como los países más endeudados de América Latina. Véase: https://openknowledge.worldbank.org/server/api/core/bitstreams/2d6b3d72-a763-5db8-bd8b-209a6a7fb384/content
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7
. Mientras que Costa Rica se ubica en el puesto 58 y Panamá en el 61, Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua se ubican respectivamente en los puestos 135, 125, 137 y 126 del ranking mundial (Véase PNUD, 2022, https://hdr.undp.org/system/files/documents/global-report-document/hdr2021-22pdf_1.pdf)
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8
. Según el Informe del Estado de la Región 2021, la migración irregular de origen centroamericano en Estados Unidos pasó de poco menos de 1,4 millones en el 2005 a 1,8 millones en el 2015. Los centroamericanos son el segundo grupo después de los mexicanos con más altas tasas de deportación desde Estados Unidos. Según la OIM, el número de retornados desde Estados Unidos y México entre 2016 y 2020 fue de 892.104 (al mes de diciembre del 2020), lo que equivale al 1.8% del total de la población de la región (386). A la vez, hay un aumento de migración interregional de centroamericanos en el corredor sur (Costa Rica y Panamá), principalmente de nicaraguenses. Las dinámicas migratorias en la región están sufriendo transformaciones constantes, así como el perfil de los migrantes, a lo cual están contribuyendo en los últimos años, el avance de proyectos autoritarios en Nicaragua y El Salvador.
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9
. Las acciones y consecuencias del desmantelamiento de los Estados deben analizarse de manera particular en cada uno de los países. Al inicio de este artículo se aclara que el neoliberalismo adoptado tiene un estatus ampliamente hegemónico/ideológico como teoría económica. Según Romo: existe una ideología, un movimiento, una nebulosa de prestigiados pensadores, de intelectuales orgánicos, periodistas, think tanks, sitios Internet, publicaciones destinados a la popularización de las ideas neoliberales. (Romo 2018, 41) Neoliberalismo, aun con sus discrepancias a lo interno, si tienen dos supuestos constitutivos: a) “anti- estatismo que constituye el núcleo duro del discurso neoliberal contemporáneo” o un Estado enteramente plegado “al principio general de la competencia y orientada hacia la expansión, el apoyo, y en una cierta medida, la regulación de los mercados” y b) “un idealismo economicista” (Jaguaribe 1973, 38) que emite postulados con una pretensión de universalidad en una clara omisión de la historia, que supone “el proceso económico y sus agentes, en un régimen de libre economía generan espontáneamente el desarrollo económico en una situación política y cultural neutra (Jaguaribe 1973, 38). Señala Dos Santos que para Latinoamérica (1973, 154-157), los supuestos económicos implicaban lo siguiente: “la mayor racionalidad de la conducta, la modernización económica, el desarrollo tecnológico, la ayuda del capital extranjero, la necesidad de una sociología y economía del desarrollo que no destruyeran la universalidad de la ciencia” (ibid., .158-172) pero que terminaron por dar como resultado una mayor dependencia (balance de pagos, control del capital extranjero, continuidad oligárquica, marginalidad urbana). Concluye Vargas (2016, 224) que esta ideología economicista ha permeado el mundo, y modelado aspectos sustantivos del modelo dominante, “en buena medida cincelado según las fantasías del egoísmo virtuoso y los mercados mágicamente autorregulados” (Vargas 2016, 224).
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10
. Se pueden señalar diferencias ideológicas entre cada uno de los partidos citados, que, por tanto, la comprensión que cada uno tiene sobre “emprender” puedan ser diferentes a la idea neoliberal, pero en este sentido advierte Piqueras (2018) que hay que poner atención con el idealismo vaciado de sustento como si lo que se postula fueran bases de las sociedades en que habitamos, dice: “cuando jamás el mundo fue tan desigualitario como en la actualidad, y la desigualdad crece cada año según se multiplican las proclamas de esa filosofía idealista, más se habla de derechos, desarrollo y cooperación que nunca podrán revertir la intrínseca dinámica al desarrollo desigual que comporta el capitalismo” (2018, 110), es decir, que nos encontramos en un momento en que se suplanta lo que es por lo que debería ser, interiorizando lo que el capitalismo pregona, sin cuestionar en claves estructurales que en la lógica misma del capital no hay ninguna posibilidad de transformar hacia ese ideal (2018, 113).
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11
. Este comportamiento ha sido constante en los diversos informes de coyuntura de Fusades de la última década y media.
Fechas de Publicación
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Fecha del número
Jul-Dec 2023
Histórico
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Recibido
20 Ene 2023 -
Corregido
02 Mar 2023 -
Acepto
25 Abr 2023