En Brought to Light. Contemporary Freemasonry, Meaning and Society, James Scott Kenney hace un estudio de caso sobre las acciones simbólicas en la masonería, desde la sociología con énfasis en la construcción pragmática del significado, a partir de datos cualitativos; para ello, incluye: la interacción entre el símbolo, el acto y el significado emergente; el análisis dramatúrgico; el género, la emoción y su manejo; la fenomenología de las experiencias; la etnometodología; y las implicaciones de todo ello.
Lo anterior lo realiza con base en la teoría de la acción de George Herbert Mead; y considera que un acto puede ser modificado por un proceso que involucra actitudes sociales en diferentes estados de: percepción, manipulación y consumación. A partir de ello, afirma que los masones durante su iniciación requieren interpretar la construcción de significado del ritual, que emerge de la interacción de las particularidades de cada miembro; según él, por eso un aforismo afirma que cada quien saca de la masonería lo que pone en ella.
Además, apoyado en el análisis dramatúrgico, toma la metáfora del teatro para identificar las impresiones ante el ritual masónico, como si fuera una puesta en escena en la que cada participante memoriza sus “partes” y sus “líneas”, para identificar la interpretación afectiva de él: cómo, qué, cuándo, dónde y por qué suceden las acciones sociales; no obstante que, para el autor, la masonería frecuentemente sea más que una obra de teatro, en la que el drama ritual es usado para ilustrar lecciones filosóficas y morales.
Y si bien el autor acepta que históricamente la iniciación ha sido interpretada como un nacimiento espiritual, como trabajo, muerte y hasta resurrección, para él, hoy tiene diferentes significados y, para comprenderlos, es importante considerar el género, la emoción y el manejo de la emoción de sus participantes; lo que hace que no considere la masonería femenina ni de adopción, tradicionalmente excluidas, con lo que enfatiza la relación entre el ritual, como “energía emocional”, y solidaridad social para reforzar relaciones de poder, status, y procesos de inclusión/exclusión.
Con relación a esa solidaridad social para reforzar relaciones de poder y los procesos de inclusión/exclusión, así como el manejo de la emoción; encuentra que, en su experiencia, es mal visto que en la logia sean expresadas emociones discordantes negativas, como una “desviación emocional.” De ahí su interés por entender los elementos subjetivos y objetivos de un mecanismo de externalización, de objetivación e internalización de las tipificaciones simbólicas, en el que el lenguaje es central.
Al abordar el problema del ritual masónico, asume que es complejo por sus múltiples niveles de significado, que se complica más con el problema de la “secrecía”, por la que los nuevos iniciados son incapaces de entender lo que pasa, a quienes el lenguaje al igual que les revela les oculta esos significados, por eso, deben aprender un lenguaje especializado y observar su significado en relación con las acciones y los objetos, en una realidad construida de manera intersubjetiva, a la que sumarán sus experiencias emotivas de: sentimientos de sensaciones localizados en el cuerpo como el dolor; otros sentimientos corporales como el dolor profundo, la tristeza, la felicidad, o la ira; sentimientos de valor intencional sobre los sentimientos vinculados con la cultura; y sentimientos morales, como la dignidad, el respeto propio y la responsabilidad; puesto que, para el autor, la masonería usa el símbolo y el ritual para articular un sistema de moralidad, que puede tener un profundo impacto en sus participantes.
Con la etnometodología, busca captar las múltiples realidades para comprender cómo las individualidades construyen el sentido de las actividades sociales. Así, para el autor, el impacto del ritual masónico se encuentra en la oportunidad de auto-exploración, auto-mejora moral y sensibilización, civilización o iluminación, por la puede lograrse que el hombre llegue a ser mejor; y en que puede incluir también la catarsis de la ansiedad, la camaradería de la fraternidad metafórica y la participación de subculturas marginadas.
Con relación al método y su objeto de estudio, se apoyó en varias de sus investigaciones previas, en un video documental sobre un grupo de masones tomando sus grados, con entrevistas y discusiones con 27 individuos (21 masones, tres periodistas, dos cónyuges, y un académico), incluyó 47 entrevistas breves al azar con el público para conocer sus impresiones y después agregó entrevistas a 121 masones de dos provincias canadienses, 72 de Nova Scotia y 49 de Newfoundland y Labrador. Lo que hace que sus resultados, como él mismo lo reconoce, aporten datos muy específicos de los que no necesariamente pueden extraerse generalizaciones, aunque sí las hace como veremos; por tratarse de una muestra tan pequeña y de un grupo con características demográficas tan cercanas, no obstante contar con algunas diferencias en edad, etnicidad, religión, ocupación, educación, clase social, logia, y rango en la orden masónica.
Del análisis de los resultados, el autor concluye que los masones deben avanzar en un proceso social dramatúrgicamente organizado que enfatiza metafóricamente el misterio, estructurado por interrupciones en la vida cotidiana y la naturaleza misteriosa, en la que los estereotipos populares, la ignorancia cultural y la oposición se manejan entre personas de confianza, en una tensión dramática, que permite un equilibrio entre el secreto, las fugas de información y la confianza, con expresiones, formales e informales, que incorporan y producen la curiosidad y manejan la emoción con una narrativa institucional que inmuniza a los candidatos para que asuman los riesgos como manejables.
En un sentido ideal, el autor afirma que esos procesos son eficaces cuando los candidatos potenciales en su contexto social: están predispuestos por factores sociales; interactúan con el secreto/misterio, fuga de información y curiosidad; están expuestos a encuentros organizados por la institución; son conscientes de sus aspectos atractivos; están expuestos a factores poco atractivos que lo obstaculicen y participan en estrategias para superar los obstáculos. A ese tipo de individuos el autor considera que se encuentran a punto de llamar a la puerta de la logia; y, a la inversa, de los que no tienen esas cualidades piensa que será poco probable que lo hagan. No obstante, el autor afirma que por la naturaleza de los datos las conclusiones no son firmes y requieren más investigación.
Sobre las experiencias de los tres grados, en el estudio plantea que el rito de paso es un proceso ritual complejo, en el que los candidatos son inculcados con una tensión entre el secreto y la curiosidad, con fugas de información estratégica, en una serie progresiva de rituales de ansiedad y tranquilidad alternativa, privación sensorial y revelación, física e intelectual, con el misterio y la comprensión de diversas medidas de confianza y compañerismo; y que si el rito de paso se realiza bien debe contar con cuatro elementos: la dramaturgia; la emoción y su manejo; incumplimientos o interrupciones, ajustes, y las hipótesis que provocan la construcción simbólica de significado; y zonas de liminalidad mayor, que producen la emoción de encontrarse en la unión, bajo la nueva identidad construida de ser "masón".
Según el estudio, la interacción dramática tiene por objeto fabricar una profunda curiosidad, que pone a los candidatos en un estado corporal de anticipación. Así, quienes se involucran en prácticas de manejo de las emociones son más susceptibles a los dramas rituales, marcados por "sentimientos sensibles" y "del cuerpo" en momentos clave, que aumentan su sensación de estar cerca de la unión con “lo otro”, y facilitan la construcción de significados simbólicos y la nueva identidad masónica, siendo mutuamente construida por ellos mismos y sus hermanos.
Esa descripción la recoge de las experiencias de sus encuestados, desde los que iniciaban su ingreso a la masonería hasta su tercer grado. A partir de ellos, afirma que cada uno, en concierto con otros, dramatúrgicamente iban comprendiendo las prácticas rituales. Y si tenían éxito, con el tiempo creaban un nuevo sentido de sí mismos, una nueva identidad, ya no de espectadores o miembros del público, sino de masones. Sin embargo, también identificó que la coordinación entre esos elementos puede romperse cuando la dramaturgia falta, distorsionando la significación emocional, provocando una sensación de incoherencia, convirtiendo el ritual en mero "ritualismo", en un estado de anomía pura, que no permite el nacimiento de nuevas identidades significativas.
Por otra parte, en el estudio también se recogen los comentarios de los encuestados acerca de los factores que facilitan y desalientan su participación, y siguiendo a Max Weber, construyó un sistema de tipos ideales, desde el que propone la atmósfera social ideal que fomenta la participación, caracterizada por: ajustar la condición previa de los miembros y el ambiente social de la logia; una estrecha amistad; lazos familiares; una buena bienvenida a los nuevos miembros tratando de desarrollar conexiones personales con actividades sociales para ellos y sus familias; atender y reconocer a los miembros cuando necesitan apoyo; una membresía equilibrada en igualdad y estado con una tensión sana, productiva, entre referentes internos y externos de igualdad, entre la "hermandad" y la jerarquía de estatus de alternativa; y una obligación inversa de vinculación social y confianza desarrollada gracias al trabajo conjunto en actividades significativas, y un énfasis normativo en lo que se comparte, que culmina en el desarrollo de una identidad masónica; a cada tipo ideal enfrenta a su contrario.
Con relación al ideal en la organización, encuentra los siguientes factores: una política equilibrada que compensa el desgaste y los esfuerzos de sus miembros para involucrarlos y retenerlos, el carácter secreto y la apertura, y el énfasis en la cantidad y en la calidad; una estructura de cuotas suficiente con opciones para aquellos con ingresos fijos; el derecho de los nuevos a participar inmediatamente después de recibir su primer grado; estímulo de los líderes e involucramiento de los miembros en oportunidades, con un apoyo que facilita la participación; buenos contenidos y manejo de las reuniones; interacción con la comunidad y la caridad; capacidad de resolución de conflictos; una buena relación con la Gran Logia; un equilibrio demográfico / generacional entre los más jóvenes y mayores, y una división productiva del trabajo.
A las características ideales anteriores opone: una política de miembros ineficaz; una estructura de cuotas barata; limitar la asistencia de los miembros hasta que tienen su tercer grado; falta de apoyo, pobre trabajo ritual, mala dirección administrativa y agotamiento debido a que pocas personas toman demasiadas responsabilidades; reuniones aburridas, mal administradas, burocratización, énfasis en factores externos y minucias, educación aburrida, cuando la hay; poca interacción con la comunidad; conflicto y luchas internas; mala relación con la Gran Logia, una estructura administrativa problemática, elitismo; envejecimiento y disminución de miembros no reemplazados o divisiones.
La educación masónica ideal la caracteriza: una buena tutoría, informal y formal; "aprender haciendo"; centrarse en los miembros; y su contrario, sería: no contar con tutoría informal ni formal; aprendizaje como "prueba de fuego" sin apoyo y con crítica; sin compartir problemas comunes y tópicos. En este tipo, la educación, si es que existe, consta de conferencias aburridas, monótonas sobre temas arcanos que son de interés para pocos (si los hay), o los miembros deben aprender por su cuenta.
Además, las logias ideales se caracterizan por una relación de complementariedad entre sus actividades y programas y otras aportaciones de los miembros y sus compromisos. Tales logias muestran voluntad de acomodarse creativamente a los compromisos y orientaciones de sus miembros. Por otro lado, las logias con dificultades tienen una membresía con muchos compromisos de trabajo, la familia, u otras actividades e intereses, que les deja poco tiempo para comprometerse con la masonería. tienen que hacer frente a la oposición de cónyuges, familiares, amigos, líderes religiosos, u otras personas en el entorno social, a los que las logias no pueden o no quieren hacer frente de manera creativa. En tales logias, las cuestiones de género son vistas como algo problemático, no sólo por los demás, sino por muchos miembros, lo que reduce su participación.
Las logias ideales proporcionan a sus miembros beneficios morales y éticos. Son consideradas por los miembros una base firme, un refugio moral en relación con la sociedad en general, con beneficios y como medio para fomentar la auto-mejora y la identidad. Por el contrario, las otras caen por debajo de dicha imagen, siendo percibidas como lugares de hipocresía, nepotismo, y otras formas de comportamiento poco ético, que no favorecen la identidad masónica positiva ni la participación a largo plazo de sus miembros.
Por último, las ideales se basan en la curiosidad de sus miembros y diversifican las motivaciones con el tiempo, proporcionando beneficios imprevistos. Diversifican las actividades y programas, proporcionan una amplia gama de motivaciones productivas para la participación de diversas categorías de participantes; jóvenes, mayores y voluntarios nuevos y experimentados. Que al mismo tiempo se posicionan bien para cambiar las motivaciones en el tiempo. Por el contrario, las logias problemáticas no se basan en motivaciones originales, no diversifican sus actividades y programas de manera equilibrada, ni satisfacen las motivaciones cambiantes. Según el autor, comprender las características contrastantes entre lo ideal y lo problemático, permite sugerir algunas vías para evitar la atrofia, la pérdida de legitimidad, entropía o "muerte de la organización."
Con relación a la vinculación social, el estudio indica que el que se une al grupo, lo hace por: el apego, el grado en que los individuos son sensibles a las expectativas que representan el mundo del grupo; el compromiso de tiempo y energía; y la participación también con tiempo y energía; compromiso que se ha visto alterado por el contexto social externo cambiante, en las relaciones de género y la reorganización neoliberal de la vida laboral y familiar, y las nuevas relaciones intergeneracionales.
Entre las implicaciones de los resultados del estudio, el autor considera que las logias deberían fomentar la participación saliendo de los límites de su pasado, para constituirse en una masonería del futuro que transforme las interacciones sociales de sus rituales, sobre la base de nuevos estudios sociológicos en otras jurisdicciones, con diferentes contextos culturales, que pueden tomar como base los resultados de esta investigación exploratoria.
De lo anterior se sigue que destaque como asuntos importantes a considerar en el futuro: que los patrones estructurales y demográficos, los procesos sociales, las tipologías analíticas, y las principales cuestiones planteadas en su estudio necesitan ser empíricamente modificadas y extendidas a otros contextos. Comparar con otras jurisdicciones, con mayor diversidad demográfica, edad, etnia, y perfiles culturales. También comparar entre culturas, variaciones rituales, el lenguaje, la estructura organizacional y la cultura local. Y considerar que en algunos casos se aceptan mujeres y grupos co-masónicos en muchos países, por lo que habría que compararlos, e incluir las organizaciones de voluntarios, los grupos comunitarios y clubes de servicio, así como las organizaciones religiosas, políticas y educativas, y otro tipo de instituciones vinculadas con la masonería en diferentes lugares.
A su vez, emplear varias metodologías y otros métodos cualitativos, como la observación etnográfica, el análisis de contenido documental, los medios de comunicación e incluso los métodos históricos. Y complementar los estudios con métodos cuantitativos, basados en encuestas; además de incluir análisis longitudinales, que permitan discutir tendencias significativas.
Otro asunto que sugiere, es dar seguimiento a los cambios en la vida de los miembros. Que los futuros investigadores midan cuantitativa y longitudinalmente, los índices de su identidad, antes de unirse, después de tomar los grados, y entre los masones con diferentes años y grados de participación en la institución. Todo ello, a decir del autor, no sólo permitirá a apreciar de una manera más profunda, teórica y empírica, la gran variedad de organizaciones y de grupos, sino que, podría ayudar a proporcionar pistas para construir la masonería del futuro.
Fechas de Publicación
-
Publicación en esta colección
Jan-Apr 2017
Histórico
-
Recibido
20 Ago 2016 -
Acepto
30 Set 2016