Resumen
El propósito de este escrito es divulgar la Carta de la pedagogía saludable, la cual constituye una declaratoria a favor de la vida, el diálogo y la paz. Su elaboración, desde el punto de vista metodológico, parte de un proceso de investigación generado en la Universidad Nacional de Costa Rica, en el Centro de Investigación y Docencia en Educación. Desde el proyecto denominado Pedagogía saludable en el CIDE, adscrito a la División de Educación Básica, durante el período comprendido del 2013 al 2016, se logra, entre otros aspectos, construir un marco teórico robusto que invita y confronta al público lector a repensar los procesos pedagógicos como procesos vitales. De todo el proceso investigativo, se gesta la presente carta, la cual amplía el horizonte de reflexión y acción con respecto al compromiso y desafío ético para transitar por nuevos paisajes educativos enrumbados hacia una cultura de cuidado y reencuentro con la vida. La Carta de la pedagogía saludable, trasciende el ámbito de la educación superior y constituye un texto que inspira procesos de mediación pedagógica saludable en todos los niveles educativos en los que se pretenda vivenciar espacios vitales de desarrollo integral. Desde los principios en que se articula la carta para dar respuesta a la promoción de una educación desde la complejidad, se reconoce la integralidad de cada aprendiente, la ética del cuidado en la mediación pedagógica, la construcción de comunidades aprendientes, la religación y la conciencia cósmica.
Palabras claves: Pedagogía saludable; vida; diálogo; paz; ética; convivencia; reencuentro
Abstract
The purpose of this document is to promote the Charter of Healthy Pedagogy, which constitutes a declaration in favor of life, dialogue and peace. From a methodological point of view, it is based on a research project conducted at the Centro de Investigación y Docencia en Educación (CIDE, Center for Teaching and Research in Education) of the Universidad Nacional de Costa Rica (UNA, National University of Costa Rica). Based on the project titled “Healthy Pedagogy” conducted by the División de Educación Básica (Department of Basic Education), CIDE, between 2013 and 2016, a robust theoretical framework has been constructed, which invites and confronts the reader to reconsider the pedagogical processes as vital ones. This Charter is a direct result of the entire research process, which extends the horizon of considerations and actions regarding the ethical commitments and challenges to discover new education landscapes towards a culture of care and a reunion with life. The Charter of Health Pedagogy transcends the scope of college education and constitutes a document that inspires healthy pedagogic mediation processes throughout all education levels in an attempt to experience vital spaces in favor of integral growth. From the principles this Charter is based on to promote education from complexity, the student as a whole, the ethics of care in pedagogic mediation, the construction of learning communities, the religation, and the existence of a cosmic conscience are all recognized.
Keywords: Healthy pedagogy; life, dialogue; peace; ethics; coexistence; reunion
Resumo
O objetivo deste trabalho é divulgar a Carta da pedagogia saudável, que constitui uma declaração em favor da vida, do diálogo e da paz. Sua elaboração, do ponto de vista metodológico, faz parte de um processo de pesquisa gerado na Universidade Nacional da Costa Rica, no Centro de Investigação e Docência em Educação (CIDE). A partir do projeto Pedagogia Saudável no CIDE, vinculado à Divisão de Educação Básica, no período de 2013 a 2016, consegue-se, entre outros aspectos, construir um marco teórico robusto que convida e confronta o público leitor a repensar os processos pedagógicos como processos vitais. De todo o processo investigativo, a presente carta é gestada, o que amplia o horizonte de reflexão e ação com respeito ao compromisso e desafio ético de viajar através de novas paisagens educativas para uma cultura de cuidado e reencontro com a vida. A Carta da Pedagogia Saudável transcende o campo do ensino superior e constitui um texto que inspira processos de mediação pedagógica saudável em todos os níveis educacionais, nos quais se pretende vivenciar espaços vitais de desenvolvimento integral. Partindo dos princípios nos quais a carta é articulada para responder à promoção de uma educação a partir da complexidade, reconhece-se a integralidade de cada aprendiz, a ética do cuidado na mediação pedagógica, a construção de comunidades de aprendizagem, religação e consciência cósmica.
Palavras-chave: pedagogia saudável; vida; diálogo; ética; convivência; reencontro
Introducción: Contextualización
El Centro de Investigación y Docencia en Educación (CIDE), desde su creación, ha aportado al desarrollo educativo de la Universidad Nacional (UNA) y del país, gracias a la generación de conocimientos desde diversas investigaciones. Su praxis, comprometida con los principios de la UNA, ha innovado el quehacer docente, en concordancia con los avances paradigmáticos en el ámbito de la educación. Se genera así, una ruptura que implica descolonización del conocimiento y la razón, para lograr resignificar el papel del ser humano, su vida, su quehacer y su hacer.
Hoy más que nunca la Universidad tiene el desafío de generar, en su interior, las condiciones para una convivencia saludable, tanto en el ámbito de las relaciones interpersonales, como de los procesos pedagógicos y de gestión. Este cambio de cultura institucional permea la sociedad en su conjunto, y transforma la cosmovisión y formas de relaciones entre sus integrantes y de estos grupos con su ambiente. (Castillo-Cedeño, Flores-Davis y Miranda-Cervantes, 2017, p. 21)
El Estatuto Orgánico (Universidad Nacional, 2016) establece como valores para orientar su quehacer, la excelencia, el compromiso social, la participación democrática, la equidad y el respeto, los cuales sirven de marco para la construcción de una pedagogía saludable y encauzan el propósito de este artículo, que consiste en presentar un escrito que nace de los principales hallazgos del proyecto de investigación titulado “Pedagogía saludable en el CIDE” (Flores, Miranda y Castillo, 2013-2016), desarrollado en la División de Educación Básica entre el 2013 y 2016; cuyo objetivo general fue la formulación de una propuesta para vivenciar espacios de desarrollo vital en el CIDE. De este proceso, el equipo de investigadoras da origen a uno de sus principales aportes: La Carta de la pedagogía saludable.
Dicho proceso investigativo se enmarcó dentro de los esfuerzos que realiza la Universidad Nacional con respecto a promover estilos de vida saludable, en concordancia con las tendencias mundiales que valoran la salud como factor fundamental para el desarrollo de las naciones. Coincide, además, felizmente, con la declaratoria que hace la Universidad Nacional,Consejo Universitario (2016) en Acta N.o 3599: “2017: año de la UNA por la Vida, el Diálogo y la Paz” donde se establece que:
Dentro del contexto universitario, la declaratoria apuesta por impulsar nuevas formas de relacionarse, que fomenten el respeto de la dignidad de las personas e instauren el diálogo y el entendimiento mutuo para resolver las incidencias de los procesos académicos, administrativos y estudiantiles. Así se impulsa la transformación de la vivencia y la dinámica universitaria para que esta discurra por la vía del diálogo, la persuasión y la capacitación consciente; mejore la confianza y la autoconfianza del personal, académico y administrativo, y de la población estudiantil; y prevenga conductas contrarias a los derechos humanos, la equidad o la justicia. (Universidad Nacional, Consejo Universitario, 2016, p. 15)
La Carta de la pedagogía saludable propone la salud como un bien social y, por lo tanto, como responsabilidad de todos las instituciones y sectores comprometidos con el desarrollo de iniciativas que propicien la creación de espacios relacionales más saludables, en especial aquellos que impacten en la formación de las personas, y por lo tanto, en su vida de manera integral. “Una vida en salud pasa también por estados serenos, relajados y gratos, los cuales impactan los niveles hormonales en la sangre, el ritmo cardíaco, la presión y el flujo sanguíneo, entre otros” (I.Castillo-Cedeño, R. Castillo-Cedeño, Flores-Davis y Miranda-Cervantes, 2014, p. 316).
En este sentido, se parte de un enfoque de derechos que exalta el vínculo entre la educación y la salud como tejido relacional que comprende que la pedagogía, como ciencia compleja, exige una lectura pertinente de la vida para comprender y actuar, coherente y conscientemente, ante las problemáticas que emergen cotidianamente afectando el macrocosmos del que todos los seres humanos somos hijos e hijas.
Por lo anterior, este artículo fue tejido para dar testimonio del proceso en el cual las investigadoras nos involucramos para construir la Carta de la pedagogía saludable. Así, se exponen a continuación los dos pilares que nutren esta creación: el primero, la génesis filosófica y, el segundo, los principios y rutas en que se estructura la Carta. En el último apartado se presenta la esta.
La aventura de coaprendizaje se pone a disposición de la comunidad universitaria y educativa en general, con la esperanza de que sea la semilla que germine en procesos armoniosos de vida, diálogo y paz.
Génesis filosófica
El proceso investigativo nace con la construcción teórica que sustenta las rutas de la pedagogía saludable. Destacan para la construcción de los fundamentos de la investigación, los aportes de Assmann (2002),Boff (2002), Dossey (2004),Freire (2006),Gutiérrez (1981), Maturana (1999),Morin (2011) y Najmanovich (2011), entre otros. El estudio de estos destacados autores y autora enriquece nuestras prácticas, las cuales están en constante proceso de acción-reflexión-acción, para la construcción de conocimiento contextualizado en nuestras realidades latinoamericanas; se legitiman, así, nuestros propios saberes, con la debida rigurosidad académica.
Esos fundamentos permiten identificar experiencias pedagógicas saludables a partir de la cotidianeidad de la comunidad CIDE, integrada por autoridades, académicos, académicas y estudiantes. Esta diversidad de voces permitió a las autoras escribir la Carta de la pedagogía saludable, la cual cobrará vida en la medida en que las personas se la apropien y se inspiren en esta para realizar una praxis pedagógica comprometida con la vida.
Lo anterior nos provoca -y convoca- a pensar y actuar con prontitud desde los procesos formativos; donde se fortalece el binomio pedagogía y salud, como referente de convivencia armoniosa que exige indiscutiblemente una ética de cuidado profunda, la cual demanda altas dosis de comunicación, reflexión y acción para generar una cultura de religación entre mente, cuerpo y espíritu que nos permita una comunión con nuestro propio ser, capaz de reconocerse en interdependencia, coexistencia y en interacción permanente.
El cuidado es un principio ético de la pedagogía y va de la mano con la necesidad de una humildad básica que permita reconocer que la clave para el cambio no radica tanto en una acción individual como en el modo en que interactuamos. (I. Castillo-Cedeño, R. Castillo-Cedeño, Flores-Davis y Miranda-Cervantes, 2015, p. 4)
Congruente con lo anterior, es evidente que el establecimiento de relaciones dialógicas entre pedagogía y salud tiene que ser permeada por visiones holísticas que permitan educar desde la complejidad implícita en el ser y en sus interrelaciones.
Uno de los principales fundamentos de la Carta de la pedagogía saludable es entender a la pedagogía como una ciencia compleja que impacta la totalidad y permite comprender las interrelaciones que se presentan en las diferentes dimensiones del ser humano y su universo.
La pedagogía es una ciencia en la vida, por esta y para esta, donde la salud es parte esencial y, por tanto, incluir la salud en el debate pedagógico implica, necesariamente, evidenciar que la pedagogía se configura en interrelación creativa, trascendiendo hacia vínculos de hermandad, cuidado, compromiso y respeto, con la convicción de que “para que haya salud, es fundamental que exista un entorno ambiental y social que sea favorable para vivir, desde lo corporal, lo mental y lo espiritual. No puede haber salud plena, si la Madre Tierra está enferma” (Castillo-Cedeño et al., 2014, p. 318). En esencia, la pedagogía permite traspasar los linderos formales de las aulas, y asumir la vida en su complejo fluir.
Principios y rutas orientadoras
Proponemos principios que articulan la Carta y responden a una visión paradigmática renovada, que promueve una educación desde la complejidad.
Los principios que orientan e impregnan la esencia de la Carta de la pedagogía saludable son:
Principio I: Reconocimiento de la integralidad de la persona aprendiente.
Principio II: Ética del cuidado en la mediación pedagógica.
Principio III: Construcción de comunidades aprendientes.
Principio IV: Religación y conciencia cósmica.
Esta propuesta conlleva una visión holística, como alternativa que supera paradigmas arcaicos y propicia rutas emergentes en un fluir de vida, diálogo y paz; para una mediación pedagógica sustentada en una ética del cuidado profundo, que reconoce la integralidad del ser humano en sus diferentes contextos de aprendiencia, e implica una conciencia universal y cósmica, que fortalece crecientes lazos energéticos en armoniosa sincronicidad.
Al respecto, el diálogo se erige como herramienta para relativizar los desacuerdos y abordar las diferencias en un marco de respeto. En una comunidad es indispensable que existan procesos permanentes para reaprender el trato fraterno y desarrollar la capacidad de aceptar la legitimidad de las otras personas. Esto es importante en cualquier organización, pero es vital y desafiante en una universidad donde su misma naturaleza establece la posibilidad de discrepar y la necesidad de tener apertura ante la diferencia, sin prejuicios ni imposición. (Castillo-Cedeño et al., 2017, p. 6)
A partir de los principios orientadores que proponen rutas emergentes, la Carta de la pedagogía saludable esboza posibles actuares, reconociendo que, quienes asumen los procesos de mediación pedagógica desde una pedagogía saludable, le otorgan sus propios matices en ese aprendizaje en la convivencia. Con esta comprensión, presentamos en el siguiente apartado nuestras reflexiones.
Reflexiones finales
Es importante destacar que, aunque el propósito inicial de la Carta estaba dirigido a favorecer la construcción de una Universidad saludable , ha trascendido el ámbito de la educación superior y constituye un texto inspirador para todos los niveles de la educación para vivenciar espacios vitales de desarrollo integral.
El proceso de construcción de la Carta de la pedagogía saludable ha constituido una reflexión permanente para el equipo investigador, nutrido por las voces de las personas que nos acompañaron durante cuatro años, periodo en que se desarrolló el proyecto.
Es importante destacar que en la etapa de recolección de la información participaron autoridades, académicos, académicas y estudiantes del CIDE, quienes proporcionaron sus percepciones y aportaron desde sus vivencias a la construcción de la investigación en su integralidad.
Por otra parte, este proceso investigativo se caracterizó por divulgar la construcción del conocimiento generado a lo largo de las diferentes etapas propuestas, concretado esto en la publicación de cinco artículos científicos, los cuales se constituyeron en insumos importantes para el enriquecimiento de la docencia en la División de Educación Básica.
Aunado a lo anterior, las investigadoras propiciaron espacios para, desde la docencia, abordar los procesos de mediación pedagógica con una visión de pedagogía saludable en el aula universitaria. Este proceso facilitó una realimentación permanente por parte del estudiantado participante.
Finalmente, este proceso de reflexión y acción, recursivo, favoreció que el equipo investigador diseñara un curso de Pedagogía saludable, que fue incluido en el nivel de licenciatura del plan de estudios que actualmente se está rediseñando en la carrera de Pedagogía en I y II ciclos, de la División de Educación Básica del CIDE.
Como corolario de toda esta aventura académica de convivencia y de aprendizajes compartidos, las investigadoras a continuación depositamos en manos del público lector esta Carta de la pedagogía saludable y le invitamos a asumir el desafío ético que oriente su transitar por nuevos paisajes, enrumbados hacia una cultura de vida, diálogo y paz.
Carta de la pedagogía saludable
Preámbulo
UNA Universidad saludable…
La UNA se renueva y requiere de cambios en su propia acción sustantiva: la academia. Requiere que entre todos los grupos enhebremos sentidos y tejamos coloridos lienzos que den forma al traje de nuevas prácticas pedagógicas, caracterizadas por formas renovadas de pensar, de convivir, de sentir y de actuar…
Desde una perspectiva compleja, pedagogía y salud no pueden disociarse de la vida, porque son parte de la dinámica de intercambio y de autoorganización de todo lo viviente; son, en este sentido, una forma de estar en el mundo y con este.
Cada persona que conforma la comunidad universitaria, como ser viviente, solo existe a partir de una “autonomía ligada” y está implicado en una red sutil de relaciones que fluye en la dinámica de transformaciones que caracteriza el proceso pedagógico.
Pedagogía saludable es sinónimo de vida y, por tanto, de vínculo, de relaciones dialógicas, de encuentros, de sentidos.
Los vínculos pedagógicos no son casuales ni unidireccionales, porque emergen de las dinámicas vitales de las personas participantes, son el elemento fundamental de la trama de la vida implicada en los procesos de aprendizaje. Lo individual es parte de lo colectivo y está ligado al otro legítimo desde múltiples dimensiones.
El proceso de aprendizaje requiere, por tanto, de compromiso con la vida misma, del reconocimiento del “otro ser como legítimo otro”, de cambio en nuestra praxis pedagógica.
Principio I: Reconocimiento de la integralidad de la persona aprendiente
La genuina esencia del aprendizaje está en que este tenga sentido para quien aprende; si se reconoce que todo ser humano aprende de manera holística y no fragmentada, se podrá avanzar a niveles de conocimiento más amplios, donde la curiosidad por aprender transporte al sujeto aprendiente a un nivel de alegría y placer por seguir avanzando hacia niveles de conciencia superiores con respecto a su entorno personal, social y cósmico.
a. Triada mente, cuerpo y espíritu
La pedagogía saludable comparte el principio de una biología inclusiva, que equilibra la correlación sistémica entre mente, cuerpo y espíritu; una compleja red de interrelaciones implicadas en las personas en interacción e interdependencia dinámica y flexible. Por tanto, es relevante que un proceso pedagógico saludable se proponga:
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Resaltar experiencias de autoconocimiento en la convivencia, la compasión y la ética de cuidado profundo.
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Favorecer vivencias pedagógicas desde donde emerja sincronicidad y armonía del ser humano en su integralidad e interconexión con la realidad multiversal.
b. Celebrar la diversidad
Implica reconocer la singularidad de los seres vivos y actuar en justicia a esa diversidad de diversidades implicadas. La pedagogía saludable reconoce y atiende las particularidades de cada aprendiente, aspecto que instaura el principio pedagógico de flexibilidad. Es fundamental que la pedagogía saludable permita:
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Evidenciar el respeto y la veneración a la vida en su pluralidad de dimensiones y manifestaciones.
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Comprender que el aprendizaje está articulado con la significatividad de las experiencias para las personas en sus contextos.
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Guiar la praxis pedagógica creativamente para que, de manera natural, se genere un proceso de transformación integral y se logre la auténtica libertad y autonomía en la convivencia.
c. Aprendiencia:Proceso natural de la vida
La revelación fundamental de que existe aprendizaje es estar vivo. Desde una pedagogía saludable, el aprendizaje constituye un acto progresivo y procesual inherente a la dinámica de los seres vivos. Es necesario, que las experiencias de aprendizaje susciten:
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Producir interrelaciones recursivas de acción-reflexión-acción transformadora, con organicidad, integralidad y plasticidad.
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Generar procesos dinámicos, flujos de interconexiones neuronales que se autoorganicen, para encontrar sentidos a la vida desde una compleja red de consonancias.
Principio II: Ética del cuidado en la mediación pedagógica
El cuidado nos hace seres plenamente éticos y despierta un sentido de pertenencia con todo lo que existe y vive, ofreciéndonos un nuevo modo de reconocernos, vincularnos y relacionarnos amorosamente con nosotros mismos o nosotras mismas, con las otras personas y con todo lo existente, como única forma de enfrentar la crisis que vive la humanidad y la Madre Tierra. Por tanto, la ética del cuidado se asume como un compromiso ineludible e impostergable con la construcción de un mundo enlazado en el afecto y por el afecto, que abarque personas portadoras de los más altos valores y garantice la continuidad y el bienestar de todas las formas de vida.
a. Escuchar y escucharse en el diálogo
La pedagogía saludable se caracteriza por la conversación dialógica y dialogante con la diversidad, en un marco de respeto, solidaridad y legitimación del otro ser, donde los conocimientos construidos se matizan a partir de la mediación pedagógica para favorecer el aprendizaje individual y colectivo.
El diálogo constructor de paz, fortalecido por el respeto mutuo y el cuidado, constituye una condición relacional que requiere reciprocidad y receptibilidad.
Es fundamental que la pedagogía, como fuente inagotable de experiencias de vida, permita:
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Propiciar el diálogo creativo, respetuoso, recíproco y receptivo, al igual que los silencios conscientes que permiten potenciar la escucha que legitima, reconoce y congrega, al integrar la pedagogía y la salud desde una perspectiva compleja.
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Potenciar espacios de hermandad, de encuentro genuino y de cuidado mutuo; para lo cual reconoce la legitimidad del otro ser como condición esencial de las relaciones que posibilitan un clima propicio para los procesos de aprendizaje.
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Generar una mediación pedagógica que posibilite procesos de autoorganización, a partir de los cuales las personas participantes existen en el intercambio asumido a partir de una autonomía ligada como forma de relación vital y por este.
b. El cuidado como premisa inherente a los procesos pedagógicos
La pedagogía saludable propone revitalizar los procesos pedagógicos a partir de la luz energizante y sanadora de la ética del cuidado, asumida como exigencia cotidiana orientada por el camino del compromiso con la vida, en la vida y para la vida en todas sus manifestaciones. Por lo tanto es esencial:
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Incorporar en los procesos de mediación pedagógica, el cuidado como un arte que pertenece a la esencia de lo humano; es inagotable, siempre está disponible, pero requiere ser nutrido.
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Promover la autoorganización de las personas aprendientes, fortaleciendo la interrelación en los procesos vitales implicados en el vínculo pedagógico.
c. Desafío ético desde el cultivo de la interioridad
La pedagogía saludable, a partir del cultivo de la interioridad, se abre a nuevos paisajes y a la sabiduría necesaria para perseverar en la camino del Amor Universal. En este sentido, es necesario:
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Romper paradigmas y facilitar experiencias de aprendizaje para el reconocimiento de la intuición, el emocionar, la creatividad y múltiples formas de conciencia como base para la construcción de nuevos aprendizajes.
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Reconocer que nuestra esencia de seres relacionales permite abrir los sentidos a la melodía que resuena y convida a ser parte del eco universal y es entonces cuando evidenciamos nuestra grandeza y comprendemos nuestra misión.
d. Sinergia vivencial para el cuidado mutuo
La pedagogía saludable promueve un aprendizaje que emerge del encanto, el disfrute y la seducción por aprender a partir de la sinergia que se genera desde los saberes, los sentires y el cuidado mutuo. Procurar una vivencia pedagógica saludable requiere:
Comprender que somos parte de una comunidad aprendiente en la que cada persona participante es reconocida como constructora de su propia experiencia de aprendizaje.
Promover el compromiso de cada persona con su propia transformación y la de su comunidad aprendiente.
Principio III: Construcción de comunidades aprendientes
La pedagogía saludable se vive con gozo en comunidades aprendientes que superan el individualismo y propician la solidaridad, al compartir sentidos en la convivencia respetuosa a partir del diálogo. Para aprender se requiere abrazar la incertidumbre y caminar en armonía amorosa.
La comunidad aprendiente es un organismo vivo que vibra, que se genera en la cotidianidad al trenzar vidas y establecer comunión de conciencias. Quienes integran una comunidad aprendiente poseen pasión por lo desconocido, por la creación, y avanzan con sinergia hacia una nueva ciudadanía rehumanizada y religada con el cosmos.
a. Diálogo creativo
La pedagogía saludable se caracteriza por el diálogo creativo promotor de paz que funda visiones complejas y holísticas, de las cuales emergen nuevas comprensiones y significados compartidos en la convivencia. Es fundamental que la pedagogía saludable propicie:
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Compartir en comunidad, reflexiones, experiencias, saberes y sentires desde la pasión y las vivencias propias de cada aprendiente.
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Generar posibilidades que resignifiquen el conocimiento y el aprendizaje desde la participación genuina en el diálogo creativo.
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Dialogar desde la esencia misma, con autenticidad y entrega, desdibujando el individualismo para recrear colectivamente.
b. Convivencia y aprendizaje
La pedagogía saludable promueve una nueva convivencia entre los seres humanos y entre estos y el resto de los seres que habitan el Planeta. La pedagogía saludable conlleva:
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Valorar la existencia de todos y cada uno los seres vivos, así como su interrelación e interdependencia.
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Comprender que el aprendizaje se realiza a partir de las interacciones enriquecedoras que transforman la vida.
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Generar conciencia de que las intencionalidades pedagógicas se construyen de forma colaborativa, con la participación democrática y responsable con el proceso de aprendizaje propio y colectivo.
c. El placer de aprender
La pedagogía saludable requiere de ambientes que gatillen el aprendizaje, en los cuales cobra vital importancia el placer de aprender que se promueve al compartir en comunidades aprendientes. Es necesario que toda experiencia de aprendizaje invite a:
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Ir más allá del ámbito estrictamente instructivo y dinamizar la capacidad de asombro y de creación, así como la construcción de sentidos.
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Valorar el disfrute y la felicidad como condiciones idóneas para aprender.
Principio IV. Religación y conciencia cósmica
Desde una pedagogía saludable aprendemos y vivimos la espiritualidad desde la dinámica reticular del cosmos del que somos parte. Estar religados implica conexión, convivencia, equilibrio dinámico, renovación y profundización de la contemplación y la paz en conexión con el cosmos. Ser, existir y coexistir en un sistema interconectado e interdependiente.
a. Implicarse en el todo
Una pedagogía saludable promueve una conciencia cósmica que es la convicción de sentirse parte del todo, entender que cada actuación y experiencia personal afecta la totalidad, dado que estamos dentro de una trama de interretrorelaciones. Es fundamental que un proceso pedagógico saludable convide a:
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Generar experiencias de aprendizaje considerando la triada mente, cuerpo y espíritu y, desde esta integralidad, permita la comprensión de que cada ser vivo está integrado en una trama de relaciones.
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Suscitar momentos de meditación y de encuentro con la interioridad del ser en relación con el todo.
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Reconocer la individualidad en la colectividad, desde experiencias de aprendizaje contextualizadas y pertinentes.
b. Conciencia de nuestras actuaciones
La pedagogía saludable promueve la búsqueda y construcción de una opción irrenunciable por el cuidado de la vida, planteando los fundamentos esenciales para tomar conciencia de nuestro sentir, pensar y actuar. Es urgente que todo proceso pedagógico saludable conlleve a:
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Integrar en su propuesta de aprendizaje, experiencias para reconocer la responsabilidad con el cuidado de la vida.
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Disfrutar momentos de aprendizaje comprometidos con la vida y con la convivencia en comunidad aprendiente.
c. Abrazarse con la Madre Tierra:
La pedagogía saludable propone como imperativos éticos esenciales: el respeto, la veneración y el cuidado por el milagro de la vida, desde una mirada holística con ternura y amor profundo por la Madre Tierra. Es, entonces, medular que cada experiencia de aprendizaje se encamine a:
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Permitir el reconocimiento de que somos hijos e hijas de la Tierra y, como tales, debemos de cuidarla amorosamente, procurando su bienestar y armonía.
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Generar una mirada crítica ante las acciones que se realizan cotidianamente para determinar cuáles son dañinas y requieren transformación.
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Favorecer la reflexión, la acción ética y comprometida con la vida, que permita que cada persona sea consciente de su huella ecológica.
Despertar
...Despertar a una educación que invita a soñar, con el agua, con el río, con el canto, con la mirada cómplice de miles de miradas que se encuentran, se arrullan, se amalgaman.
…Despertar al derecho por una educación que avive pasiones, sueños y compromisos, con quienes han sido excluidos y sus voces acalladas.
...Despertar a la aventura de ser una Universidad arropada por la ética y el arte, para dibujar paisajes inclusivos.
…Despertar al encuentro pedagógico genuino inmerso en una vida con sentido, reconociendo el derecho al error que edifica y a la palabra que abriga y motiva.
...Despertar al placer de aprender que envuelve en su halo de luz y pasión, dando cabida al caos y a la creatividad.
...Despertar a la sensibilidad, a las vivencias dialogantes y amorosas; para colorear la cotidianeidad y reencantarla desde la trama de la ternura y el cuidado esencial.
...Despertar reconociendo que vivir es aprender y aprender es vivir, en una trama relacional que vibra al unísono del latir de la Madre Tierra.
…Despertar para celebrar la diversidad en todas sus manifestaciones, conscientes de ser parte de un todo infinito, danzando entre las bifurcaciones que permiten el reconocimiento de un nosotros y nosotras en colectivo unánime.
…Despertar al encuentro con la propia interioridad, con la transformación y la coexistencia con todo lo viviente, reconociendo su valor intrínseco y su derecho a una sana convivencia universal.
...Despertar a lo intangible, a lo intuitivo, a la emoción, como parte de una compleja red sistémica, que en sus remansos trasciende la razón.
…Despertar a nuevos amaneceres en los que la luz rompa esquemas heredados y abra el corazón al renacer del cuidado mutuo, la escucha y la comprensión.
…Despertar al arte de amar, esa esencia mágica que todo lo trasciende e interconecta para transformarse y transformar desde el diálogo y el encuentro.
...Despertar para admirar la vida, desde la comprensión de nuestro entrelazamiento al fluir universal, al crecimiento de los árboles, al aleteo de la mariposa y a la coexistencia en el todo, en un juego infinito.
Referencias
-
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Fechas de Publicación
-
Publicación en esta colección
Sep-Dec 2018
Histórico
-
Recibido
14 Nov 2017 -
Revisado
28 Mayo 2018 -
Acepto
24 Jul 2018