Editores invitados
Nuestro desarrollo posee un doble significado. Por una parte, el desarrollo se puede entender como aspiración a sociedades más justas y pacíficas. Por otra parte, y en concreto, el desarrollo psicológico se refiere al cambio y la variabilidad de los seres humanos. El segundo significado adquiere pleno sentido en el contexto del primero, mucho más aún para Latinoamérica. De una y muchas maneras, estas dos ideas forman parte de las aspiraciones de quienes nos dedicamos a la Psicología del desarrollo en América Latina y en Costa Rica en particular. Hacia ello se dirige la Red Asociación Latinoamericana de Psicología del Desarrollo, Red ALAPSIDE, la cual, en convergencia con la Revista Costarricense de Psicología, se propuso la publicación de este número monográfico en Psicología del desarrollo.
La tarea de editarlo ha sido posible, en una cierta medida, gracias a las actividades que hemos podido desarrollar en los últimos dos años, al obtener los fondos concursables para promover redes de investigación, concedidos a los editores invitados por la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad de Costa Rica.
Sin embargo, de una manera mucho más importante, la edición de este número de la Revista Costarricense de Psicología, se debe al equipo que la gestiona, a su director, a su editor y asistentes, quienes con un gran profesionalismo y entusiasmo, logran la realización de este trabajo tan apreciado en los ámbitos académicos y científicos actuales.
Claro está, la edición podría ser completamente prescindible sin la presencia definitiva del trabajo de autoras y autores. Gracias a su pensamiento, gracias a su trabajo dedicado y gracias a sus esfuerzos y constancia, es posible alcanzar este objetivo de comunicación científica. Con ello, acariciamos un poco la posibilidad de una mayor interacción e integración científica e intelectual, de forma continental, al apreciar que contamos con contribuciones de Argentina, Colombia, Costa Rica, El Salvador y México.
Así pues, hemos querido inaugurar este número con el trabajo de Carlos Iván Orellana, de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, sobre la necesidad de una Psicología del desarrollo crítica; es decir, que no queremos eludir la necesidad y la urgencia de incorporar en nuestros esfuerzos de investigación esta perspectiva. La convocatoria de Orellana se dirige a evitar la descontextualización y promover el conocimiento situado, propio y multidisciplinario. Quisiéramos pensar que los artículos presentados están buscando este propósito, que estamos pensando también con el compromiso de entendernos como habitantes de “sociedades inhóspitas”, tal como dice Orellana, para transformarlas desde una “psicología del subdesarrollo”. Es interesante y relevante el llamado de Orellana hacia la rigurosidad y la pertinencia con las cuales debe identificarse la realización de esa tarea.
Observamos intenciones semejantes en las diferentes contribuciones a este número monográfico. Así, el equipo de la Universidad de Salta, Argentina, se pregunta por una de las categorías más fundamentales de la Psicología del desarrollo; la de cambio. Si bien necesitamos focalizar el contexto inhóspito que delimita nuestro pensamiento y nuestras acciones de investigación, como ha propuesto Carlos Iván Orellana. Esto requiere poner a su lado el cuestionamiento riguroso de las categorías principales. Así lo hacen Constanza Ruiz Danegger, Yolanda Fernández Acevedo y José Eduardo Moreno con su esfuerzo por refinar la noción de cambio evolutivo y preguntarse lo que significa “cambiar” en términos epistemológicos. Asocian la idea de cambio a la sucesión de creencias y a la diversidad del proceso de cambio; por ejemplo, el cambio evolutivo posee dimensionalidad porque diversas facetas del cambio pueden estudiarse. De ahí, se analiza el caso de la epistemología personal: las creencias o supuestos sobre el conocimiento, las cuales tendrían carácter evolutivo.
También, resulta muy pertinente continuar el esclarecimiento de los procesos de transformación de la paternidad en las sociedades latinoamericanas, tal como sucede en Colombia. Esto se realiza con el tipo de rigurosidad de un estudio cualitativo.
Así, se estudia la percepción que poseen los padres de su papel en la familia, una investigación llevada a cabo por colegas de la Universidad de Los Andes y de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, quienes van señalando los cambios acontecidos, desde el rol tradicional del padre, con autoridad y proveedor, hacia uno nuevo de padres en transición, con roles parentales más equitativos, más afectuosos e involucrados en la vida de sus hijos para tratar de superar el conflicto familia-trabajo y disminuir el impacto de esto en la relación con sus hijos. Se nos muestra entonces, con rigurosidad, que las creencias tradicionales acerca de la paternidad, conviven con nuevas creencias que proyectan mayor participación e involucramiento paterno.
La pertinencia y la rigurosidad metodológica también se evidencian cuando Blanca Barcelata Eguiarte y Diego Rivas Miranda, de la Universidad Nacional Autónoma de México, logran mostrar las necesarias conexiones entre el bienestar psicológico y la satisfacción vital de adolescentes de la Ciudad de México. Sus datos respaldan la hipótesis, según la cual una “vida significativa” implica un sentido de compromiso así como involucrarse intensamente en actividades. Estas dos condiciones pueden guiar al buen vivir, una actitud vital positiva que, al parecer, requiere cultivarse desde la adolescencia.
Ahora bien, mucho de lo cual debe forjarse en la adolescencia, posee precursores antiguos y no se constituyen necesariamente como precursores deterministas, cuyo origen sería la temprana infancia. Ello lo muestra un equipo de investigación argentino, también del Centro de Investigaciones Científicas y Técnicas, dirigido por Celia Renata Rosemberg, respecto al desarrollo del vocabulario, la narración y la argumentación en la primera infancia y niñez, centrado en las interacciones sociales.
En su revisión de la literatura de investigaciones internacionales y propias, muestran cómo el vocabulario, el discurso narrativo y la argumentación, habitan en las interacciones sociales de niños en la primera infancia. Insisten en la necesidad de estudiar de modo articulado el vocabulario y el discurso narrativo y argumentativo. Por ejemplo, en estudios propios del equipo de Rosemberg, se analizan disputas en situaciones de juego las cuales muestran cómo las descripciones y las narraciones son empleadas por niños de tres a cinco años, como estrategias argumentativas verbales para defender su punto de vista y desarrollar así conectores lingüísticos de diversa índole. Esto es muy relevante si tomamos en consideración cómo el aprendizaje temprano de estos conocimientos y habilidades adquiere un papel muy importante en el proceso de alfabetización durante la transición a la escolaridad formal.
¿Se alcanza esta escolaridad formal con un refinamiento de las habilidades y conocimientos, desde una base neurológica, como parece desear la estimulación temprana? Es lo que, en parte, cuestiona un equipo de la Universidad de Costa Rica, al plantear que algunos supuestos de la estimulación temprana podrían no estar suficientemente acendrados en la investigación científica. Como plantea en este artículo el equipo de Johanna Sibaja Molina, si bien no es posible negar que la estimulación temprana ofrece una amplia gama de experiencias sensoriales, físicas y sociales, aseverar que los cambios observados en los infantes son el producto de la implementación de métodos específicos es cuestionable. A partir de estos postulados, se ofrece una importante invitación a la pertinencia y la rigurosidad, para que las intervenciones se conecten con la investigación aplicada de cuanto sucede en la realidad de los contextos de intervención.
El impulso y los esfuerzos por hacer avanzar una ciencia del desarrollo latinoamericana están muy presentes en este número monográfico de Psicología del desarrollo. Tanto como lo están en los intereses de la Red ALAPSIDE. Nos interesa un conocimiento sólido para esclarecer los desafíos científicos presentes y, a la vez, nos concierne la hospitalidad y la acogida, como experiencias cercanas al desarrollo de sociedades, en las cuales lo justo y la paz nos circunden. En esta tarea hay muchas personas involucradas, que se ocupan de la Psicología latinoamericana del desarrollo, tanto académicos como profesionales a lo largo y ancho de nuestra región. A todas estas personas y a quienes han colaborado con este esfuerzo, nuestra más profunda gratitud y nuestro más sentido abrazo.
Javier Tapia-Valladares
Universidad de Costa Rica
Milton E. Bermúdez-Jaimes
Pontificia Universidad Javeriana
Fechas de Publicación
-
Fecha del número
Jul-Dec 2016