Resumen
La presente lectura de los ensayos de Marius de Zayas, en torno a Estados Unidos y su cultura, busca caracterizar la presencia del kitsch y la extranjería como dos de las principales nociones que atraviesan los textos comprendidos bajo el título "La vida en Nueva York". Estos textos los encontramos recopilados en el libro Crónicas y ensayos: Nueva York y París, 1909-1911 del 2008.
El objeto de este análisis es profundizar en la mirada crítica del mexicano en torno al viaje, la cual se aparta de la fascinación del turista y pone de relieve una constante sensación de extrañamiento, de estar fuera de sitio en consonancia con el desencanto de la migración. Un segundo elemento a considerar es la tensión latente entre la admiración que estos ensayos reflejan en torno al portento industrial y la fastuosa arquitectura del país del norte, frente a las problemáticas que De Zayas atestigua en una cultura pragmática, utilitarista y mercantil. Finalmente, se interpreta que Marius de Zayas expone a través de sus textos una visión moderna que anticipa una sociedad del espectáculo, plagada de simulacros de éxito y entretenimiento evasivo.
Palabras clave: viaje; migración; kitsch; extranjería; ensayo
Abstract
The present reading of the essays of Marius de Zayas about the United States and its culture, seeks to characterize the presence of kitsch and inmigration, as two of the main notions that cross the texts included under the title "Life in New York". We find these texts compiled in the book Chronicles and essays: New York and Paris, 1909-1911 published in 2008. The purpose of this analysis is highlight the critical view of the Mexican about the trip, which focus in the tourist's fascination and the constant sense of estrangement: the feeling of being out of place and suffer the disenchantment of migration. A second element to consider is the tension between the admiration that these essays reflect around the industrial portent and the architecture of the northern country, in the face of the problems De Zayas witnesses in a pragmatic, utilitarian and mercantile culture. Finally, it is interpreted that Marius de Zayas exposes through his texts a modern vision that anticipates a society of the spectacle, full of simulacra of success and evasive entertainment.
Key Words: trip; migration; kitsch; immigration; essay
Introducción
José Martí y José Enrique Rodó señalaron en su obra ensayística la amenaza potencial que Estados Unidos con su política colonialista representaba para Latinoamérica y el Caribe. Martí en su texto “Nuestras tierras latinas”demanda explicaciones a los gobernantes de Estados Unidos, con respecto a su intervencionismo en México y Centroamérica, mientras que Rodó exalta: cómo ellos tienen el poder, pero nosotros la cultura. Lo que caracteriza a la prosa ensayística de Marius de Zayas, frente a los textos más solemnes y sobrios de sus pares, es el humor y su incapacidad de sostener el reduccionismo arielista, que ve en Estados Unidos solo la destrucción de valores.Para el mexicano,la cultura estadounidense también encierra esplendor, especialmente en su arquitectura y monumentos ligados a las bellas artes.
Nótese la admiración del ensayista cuando habla de los teatros, los puentes, los grandes rascacielos y se deja fascinar con la postal que Nueva York escenifica en las noches: “El Nueva York nocturno es una ciudad encantada y encantadora, única, especie de fantasía superior a cuanto podemos encontrar en Las mil y una noches” (De Zayas, 2008, p. 73).
A fines del siglo XIX, José Martíentrega en sus Escenas Norteamericanas, así como en algunos de sus textos comprendidos en“Ideas de nuestra América”, claves que permiten entender el devenir que tendrá la gran nación del norte en su configuración como sociedad mercantil. En su ensayo sobre Coney Island, el cubano revela lo artificial que llega a ser una comunidad que aboga a favor de un consumo desmedido.
Los ensayos martianos han sido estudiados con profusión, a través de enfoques políticos y anticoloniales1. En cambio, la escritura de Marius de Zayas respecto a estos temas es todavía una obra por ser redescubierta. Se encuentra un aporte al conocimiento de este autor, en las ediciones que se han publicado, a partir del 2000, a cargo de la curaduría de Antonio Saborit.
Crónicas y ensayos: Nueva York y París, 1909-1911 comprende sus textos sobre la sociedad norteamericana y europea, los cuales De Zayas realiza en condición de sujeto migrante, mientras que Escritos sobre arte reúnen su prosa dedicada a las vanguardias de comienzos de siglo, lo cual se entronca con su labor como curador en la mítica galería de Alfred Stieglitz, The Little Galleries of the Photo-Secession.
Los textos que se estudian en este trabajo, comprendidos bajo el título de “La vida en Nueva York”, corresponden a radiografías de la vida urbana que De Zayas logra captar en sus devaneos por los tranvías, metros, calles, puertos y parques de la gran ciudad. También es importante considerar los elementos que remiten a la vida nocturna y bohemia, en una de las capitales más cosmopolitas y modernas del mundo. En ese sentido, Antonio Saborit señala en una entrevista, a propósito de los rescates editoriales del autor:
No sólo fue un caricaturista original, muy agudo, arriesgado, creativo, volcado sobre la vida de la ciudad, tanto en las calles como en los teatros. Sino que a la vez estuvo preocupado por las formas de representación y la evolución de estas formas artísticas, y si algo ocupó sus reflexiones fue entender el lugar que él ocupaba en esta historia de larga duración (Saborit, 2017;cit. en Ávila, 2017, párr. 4).
Marius de Zayas, desde que comenzó a radicar en Nueva York en 1907, tras su exilio de México, inicia una labor constante no solo en calidad de escritor, sino como dibujante y caricaturista en las revistas The World, The Daily Record, Camera Work y Puck, por nombrar las más destacadas. Además, se hace alusión a su trabajo gráfico, para relevar la importancia del elemento visual en su escritura. Su innegable mirada espacial le permite realizar profundas observaciones a nivel macro en torno a la arquitectura, el diseño urbanístico, la distribución de la población y los hábitos de desplazamiento dentro del sistema de tránsito público:
Esa masa negra está tachonada de innúmeras estrellas -las ventanas de los edificios-, y sobre ella se yergue la esbelta torre de Singer Building, irradiante visión que parece intangible, que parece moverse ondulante en el espacio, que se cree va a desvanecerse de un momento a otro, y que, sin embargo, allí está inmóvil, perdurable, pregonando el triunfo de la arquitectura moderna que con tanta habilidad ha celebrado las nupcias del hierro con la piedra, para producir esos portentos de escalamientos del espacio (De Zayas, 2008, p. 73).
Sus observaciones del gran panorama se complementan con descripciones pormenorizadas de los elementos cotidianos, con los cuales convive el transeúnte y habitante de la metrópolis. El mexicano realiza retratos precisos y caracterizaciones lúcidas de distintos tipos humanos. Sus descripciones se cruzan con el uso de anglicismos, los cuales evidencian la creciente influencia del espectáculo dentro de los valores del ciudadano norteamericano. En sus textos desfilan términos de moda: happy end, shopping, chorus girl, rush, high life, sport y camping; además, en sus crónicas incluye alusiones detalladas a las vestimentas por temporadas, los deportes más cotizados y la vida al aire libre, como parte de una cultura que debe programar sus tiempos de esparcimiento en una apretada agenda. Otro elemento importante son los hábitos de consumo, en especial las estrategias del mercado que anticipan el endeudamiento, la compra a crédito y una comunidad esclavizada por el marketing.
Finalmente, en torno ala relación de Marius de Zayas con el arte,se menciona que,a través de sus textos, el mexicano se muestra como un hombre de mundo, dueño de una extensa enciclopedia y basto conocimiento sobre el campo cultural, la estética y los movimientos de vanguardia en esos años. De Zayas realizó una destacada labor como crítico de teatro y pintura y fue un adelantado al dedicarse a investigar y difundir en América el arte modernista y la obra de autores como Marcel Duchamp, Francis Picabia y Pablo Picasso.
Como editor y promotor cultural fundó la revista 291 al alero del fotógrafo Alfred Stieglitz. Asimismo, fue impulsor de la carrera de artistas latinoamericanos en los Estados Unidos, como Diego Rivera, y también abogó por nuevos formatos y técnicas en el arte como el uso de la fotografía, el montaje y la importancia de la multiculturalidad a través del estudio de las máscaras africanas y la pintura rupestre. Todos estos antecedentes descubren a un observador con una mirada aguda, lo cual se refleja en su escritura,pues en ella se contrapone su bagaje cultural frente a la superficialidad de un público que gusta de los convencionalismos que genera la moda. Este punto conecta con el kitschy sus diversas manifestaciones en la sociedad, ya sea a través del consumo ornamental, la acumulación y el exotismo que envuelve una experiencia como el viaje.
Michael Onfray en su Teoría del viaje. Poética de la geografíase refiere al comportamiento del turista en contraposición al viajero explorador que no teme perderse y viaja sin una ruta predeterminada por el comercio y el exotismo:
Viajar supone menos el espíritu misionero, nacionalista, eurocéntrico y estrecho, que la voluntad etnológica, cosmopolita, descentralizada y abierta. El turista compara, el viajero separa. El primero se queda a las puertas de una civilización, roza una cultura y se contenta con percibir su espuma, con captar sus epifenómenos, de lejos, como espectador comprometido, militante de su propio arraigo; el segundo intenta entrar en un mundo desconocido, sin prevenciones, como espectador libre de compromisos, con cuidado de no reír ni llorar, de no juzgar ni condenar, de no absolver ni lanzar anatemas, sino deseoso de captar su interior, de comprender en el sentido etimológico (Onfray, 2007, p. 67).
En sus textos, Marius de Zayas expone, en torno al viaje, una mirada profunda que refleja cómo el kitsch comenzó a dominar precozmente múltiples aspectos de la vida cotidiana, debido a una visión democrática del consumo. En sus crónicas, así como es sus caricaturas en The World, Marius de Zayas satiriza la maquinaria política del Partido Demócrata que tuvo amplia hegemonía desde mediados del siglo XIX, hasta la primera mitad del siglo XX. El Tammany Hall con sus medidas populistas, principalmente a favor de grupos migrantes, se mantuvo en el poder en Nueva York no exento de escándalos de corrupción y malos manejos. Marius de Zayas despliega en su arte fuertes críticas a los totalitarismos y a las políticas abusivas. Esto guarda relación con su experiencia familiar frente al porfiriato. En 1909 expone en Nueva York una oscura imagen en que retrata a Porfirio Díaz junto al sultán de Turquía, Abdul Hamid. Ambos regidores aparecen como sombrías figuras elevadas sobre una pila de cadáveres. También hay que mencionar el tono sarcástico que utiliza para retratar a Theodore Roosevelt en su ensayo “El retorno del hijo pródigo”.
En cuanto a la comercialización de la sociedad, De Zayas presenta en sus textos los múltiples desplazamientos que confronta el sujeto burgués día tras día, debido ala publicidad y la oferta de actividades de esparcimiento que te liberan de la rutina.En su texto “Shopping”, el autor destaca el rol de la prensa en este fenómeno: “Si se suprimiese el shopping, perderían los periódicos quizás casi todas sus utilidades, porque la mayor parte de las publicaciones diarias de este país está sostenida por esta clase de anuncios, cuyas ventajas son incuestionables” (De Zayas, 2008, p. 156).
En este trabajo, se enfoca en la perspectiva que el mexicano tiene en torno al desplazamiento de los sujetos y exponer, a partir de las características mencionadas en esta introducción, las múltiples dimensiones que hacen de su discurso ensayístico una propuesta de avanzada que envía a comienzos del siglo XIX, como señala Julio Ramos en su libro Desencuentros de la modernidad en América Latina, noticias desde el futuro.
Dimensiones del viaje: turismo, otredad y kitsch
El viaje es un tópico que está vinculado al ensayo y a la historia de nuestro continente. Como tema se remonta al periodo de la Colonia y la conquista y también a los viajes científicos y de exploración de naturalistas, antropólogos y geógrafos. La temática del viaje sufre una transformación en el siglo XIX, producto de una industria que comienza a germinar en Europa y Norteamérica. Al democratizarse los grandes medios de transporte, especialmente el desplazamiento en barcos y ferrocarriles, comienza a imponerse la figura del turista por encima del viajero aristócrata.
En relación con el viaje y su comercialización, Tomas Kulka explica que es propio del kitsch generar sentimientos e ideas convencionales dentro de la sociedad, a través de múltiples formatos y soportes. El kitsch es un fenómeno cultural ligado a la industria y a la reproducción en serie; es mutable acorde a la época, pero es permanente en su intención de halagar, y como señala Clement Greenberg, lo que requiere de sus clientes es su dinero.
El kitsch recurre invariablemente a los cánones de la representación más convencionales, más reiterados y trillados. La inmediata y fácil identificación de lo representado se debe no tanto al realismo (el kitsch suele obviar los detalles), como a que se ajusta a las convenciones gráficas más comunes (Kulka, 2011, p. 17).
De acuerdo con lo que Abraham Moles plantea en El Kistch: El arte de la felicidad, hay una periodización que se establece en torno a los gustos y convencionalismos que asume cada época, fijando una relación particular entre los sujetos y las cosas. Una primera etapa del kitsch se encuentra ligada a los objetos y el estilo burgués con un abierto culto a la acumulación, poniendo énfasis en lo decorativo. Gilles Lipovetsky en La estetización del mundo, se refiere al kitsch señalándolo como un mosaico abigarrado, cuyo sello particular es la “suntuosidad decorativa y merengada, una réplica a las tendencias estrictas y rigurosas que afirmaban la armonía y el equilibrio” (Lipovetsky, 2015, p. 130).
La segunda etapa del concepto se halla a merced de la sociedad de consumo. En este escalón, el motor estriba en el placer de comprar y buscar una inmediatez de confort. Está práctica consiste en atiborrarse de chucherías. Esta etapa terminará por convertirse en el kitsch del entretenimiento, centrado en la publicidad, el video clip, el turismo y las atracciones, pasando de la preponderancia de lo material a prestigiar los momentos y experiencias.
Marius de Zayas aborda este fenómeno en sus ensayos:“El inmenso movimiento de pasajeros ha dado motivo para la creación de esa magnífica flota de vapores enormes y rápidos que viajan entre Nueva York y el viejo continente” (2008, p. 96).En sus textos menciona como elemento crucial de esta práctica a las guías de viajeros, en particular a la obra impulsada por el editor alemán Karl Baedecker. Estos manuales populares en el siglo XIX y comienzos del XX forman parte de la creciente industria del viaje que el mexicano critica.
La mirada del ensayista ,en torno al viaje, refleja el malestar del sujeto que ve en el tránsito del turista una marca de estatus y una búsqueda de exotismo irreflexivo. En los ensayos “La emigración de las golondrinas” y “El regreso de las golondrinas”, De Zayas realiza una lectura de esta realidad a la luz del creciente mercantilismo que comienza a envolver los desplazamientos entre países y continentes. El acto de viajar es descrito en su prosa como un procedimiento mecánico y reiterativo; una situación atravesada por la figuración y el arribismo:
Los americanos tienen la pasión, casi la manía, del movimiento. No viajan, propiamente hablando, sino que se lanzan a través de mares y tierras, devorando distancias... y otras cosas más nutritivas. Para ellos viajar es salir, llegar, posar un rato, volver a salir para volver a llegar, tomar un punto de reposo, y salir de nuevo (2008, p. 94).
De Zayas pone atención a una serie de prácticas y también instituciones que sustentan el imaginario del viaje como ocio y entretenimiento. El viajero se transforma en un usuario o cliente que debe ser complacido o engatusado. La condición de sujeto en tránsito pasa a estar determinada por aspiraciones que el sistema de mercadoimpone:
Compran cuanto les venden, comen cuanto les ofrecen, pagan cuanto les cobran, derrochan mucho dinero y son la bendición de los hosteleros, de los fabricantes de antigüedades modernas y de falsos objetos de arte, de modistos y de joyeros, y regresan, al fin de la estación, con la bolsa aligerada, el cuerpo pesado por la fatigas, cargados de multitud de objetos inútiles, pero muy satisfechos de haber atravesado el charco y de haberse sumergido hasta la empuñadura en las delicias de la civilización europea (De Zayas, 2008, p. 94).
El ensayista busca establecer una distancia crítica con el turista como figura. Este gesto marca una seña de independencia y una divisa de racionalidad frente a la compra compulsiva y sin meditación. En su texto “La mirada a Europa: del viaje colonial al viaje estético”, el crítico David Viñas destaca la figura de Domingo Faustino Sarmiento como otro tipo de viajero americano. Para Viñas, el autor de Facundo, realiza un proceso inverso al de los europeos colonizadores. El objetivo del intelectual es tomar posesión del viejo mundo a través del pensamiento. Su búsqueda es consciente a la hora de recomponer el significado que tiene Europa para los americanos.
Viñas caracteriza la mirada de Sarmiento como impaciente y en continuo acecho de los detalles y las posibilidades que le permitan encontrar una respuesta a la propia identidad. En suma, el viaje es un retorno y un proceso de cuestionamiento que se configura a partir de la mirada que el otro proporciona.
Esta actitud vital se contrapone al turista ocioso que es guiado en su trayecto por las leyes de mercado, o sea por una ruta preestablecida que solo tiene por fin obtener su dinero y complacerlo con la apariencia de un contacto con el gran mundo y una pretendida exploración de la grandeza cultural de las antípodas.Viñas denomina al trayecto que realiza Sarmiento “viaje balzaquiano” y lo califica como una “mirada sobre Europa ya no tanto de reverencia, como de ganas; no de contemplación platónica, sino de posesión” (1964, p.161).
Marius de Zayas puede ubicarse en esa línea, ya que sus desplazamientos son cualitativos y críticos y eso se ve incluso en algo tan simple como su condición de sujeto transitando dentro de la propia ciudad.Es importante detenerse a observar lasreflexiones que realiza en el texto “Cómo viajamos”.En este ensayo, el escritor mexicano reflexiona sobre el tranvía y el modo en que estos desplazamientos interurbanos son un reflejo del sistema económico imperante.
El texto permite transparentar, debido a su mirada de los otros viandantes, la manera en que De Zayas entiende la escritura, ejercicio que califica como un estudio del comportamiento humano. Sus ensayos son en gran medida una genealogía de los traslados que ejecutan los sujetos y cómo se organizan los tiempos. Son cruciales los emplazamientos y las relaciones que se dan en los espacios públicos, así como la vinculación de los usuarios con los objetos, pues estos comportamientos delimitan la identidad y psicología nacional:
Pero allí donde otros rabian y se desesperan, yo observo, me divierto y río. No porque goce con el mal ajeno, ni porque tenga la epidermis menos sensible que cualquier otro hijo de vecino; sino porque hay mucho de cómico hasta en lo más dramático de la vida, con tal de que se sepa sorprender la nota. Yo he estudiado cariñosamente, sí, "cariñosamente", las grandes arterias por donde circula agitada y presurosa la sangre neoyorkina, y también he estudiado todo sistema venoso complementario de esas arterias. Y el estudio vale la pena (De Zayas, 2008, p. 148).
De Zayas es un observador crítico de la experiencia cotidiana, el tedio y la miseria; sin embargo, en sus lecturas de la sociedad, no se puede eludir cierto tono contradictorio, el cual enriquece su mirada, pues expone una tensión latente entre el escarnio y el asombro. El mexicano siente admiración ante la imponente industria y el portento técnico de Norteamérica.Por ejemplo,frente ala figura del turista contraponela majestuosidad ingenieril, capaz de crear colosos que surcarán el océano:
El famoso Great Eastern constituyó el asombro de la humanidad, con sus 692 pies de eslora, 83 de manga, 60 de puntal, 30 de calado y 24000 toneladas de capacidad. Hoy tenemos gigantescos buques turbina, tales como el Mauretania y el Lusitania que miden 45000 toneladas y que son de un lujo que ni se soñaba” (De Zayas, 2008, p. 96).
Estas informadas observaciones evidencian la ambigüedad propia del ensayo, además, priorizan su mirada analítica, pues tales avances tecnológicos, si bien merecen su admiración, no dejan de estar motivados por un afán comercial que el ensayista caricaturiza. El mexicano llega al punto de hacer una distinción entre el inmigrante pobre que cruza medio mundo en busca de nuevas oportunidades, frente al cliente de corazón henchido y abultada billetera.
Este rasgo ambiguo, propio del género, Michel de Montaigne lo destaca tempranamente como clave en el pensamiento ensayístico: “Alimento se llama admiración, erradumbre, ambigüedad” (2004, p.37). Adolfo Castañon, en su estudio sobre Montaigne, destaca la ambigüedad, junto a otros elementos base del ensayo, como lo conversacional y exploratorio que se produce en la confrontación entre lo pensado privadamente por el intelectual, frente al mundo que le rodea. Realidades puestas en tensión por el arte de la palabra:
Pone en el centro del escenario, en la plaza virtual de las ideas, una retórica de la incertidumbre, la indecisión y la ambigüedad, pero -y hay que recalcarlo- al fin una retórica, una máquina verbal hecha de artefactos suasorios y de finos mecanismos lingüísticos que van efectuando el tránsito imperceptible entre lo público y/o privado, la intimidad y el orden forense, pasando por las notas de la conversación intermedia (Castañón, 2004;cit. en Montaigne, 2004, p.25).
De Zayas, en concordancia con estas características intrínsecas del género, va desarrollando un pensamiento que no teme desdecirse y evidenciar las contradicciones de un sujeto reflexivo que se imbuye en su tema y elabora ideas, mientras recorre los espacios y dialoga con la comunidad que busca problematizar con su discurso.
Paradigmático es el texto “La emigración de las golondrinas”. Allíel mexicanose describe envuelto por una marea humana compuesta depersonas que van a viajar,así comofamiliares y amigos prestos a despedir a los turistas, pero que en un acto de figuración innecesario asisten engalanados como si fuesen al teatro, para dejarse ver y contemplar a otros.
En sus comparaciones menciona a la diva Tetrazzani, a la divina Sembrich, al tenor Bonci, a Caruso, a Hammerstein, al maestro Gatti Casazza, todas figuras de la ópera, a fin de exaltar la pompa y dramatismo de escenas que se dan entre amantes que se despiden y familiares que caen en desesperación, al ver a su ser querido partir, mientras que otros sujetos solo pretenden eludir a sus acreedores y fugarse del país.
De Zayas califica esta situación como un espectáculo y vuelve a confesar en un acto de escritura meta consciente, que su prosa en esta materia es una revisión teratológica de las desviaciones que tienen las psiques intervenidas por un sistema comercial abrumador, el cual impone modas y estilos de vida.“Cuando tengo tiempo y humor me permito el lujo de ese espectáculo, no solamente por vía de recreo, sino también de estudio” (2008, p. 97).
Esta visión la sostendrá a lo largo de sus textos al referirse a otras situaciones mundanas que han caído presa del sistema mercantil, por ejemplo, la naturaleza al tornarse objeto del mercado. La comunidad exhibe múltiples campañas y eslóganes que promueve la vida sana al aire libre. La máxima realización de este consumismo depredador,De Zayas lo expone cuando escribe sobre el cometa Halley, y la creación de una serie de productos en torno al evento mundial, incluso si este implica la extinción de la especie:
Aquí no hay lápiz al que no se le saque punta. El negocio prevalece sobre todo, y de todo se aprovechan, explotando todos. (...) Allí, en esas azoteas, lo mismo que en los restaurantes del piso bajo, se sirvieron cenas y refrescos, desde hora temprana, bautizando los comestibles y los bebestibles con nombres adecuados a la ocasión, figurando en el menú la “sopa de rabo de cometa”, el “pescado salsa Vía Láctea”, el “asado Halley”, el “sorbete cianogenado”, la “crema Flammarion” y el “Champagne catástrofe” (2008, p. 110).
Respecto al merchandising, en el pasaje en que De Zayas caricaturiza la despedida de los viajeros, sus descripciones priorizan la estrecha relación que hay entre el trato interpersonal y el dinero, dando cuenta de cómo el sistema de mercado permea todo ámbito de la socialización. En su ensayo, se detiene a observar a los camareros oportunistas y al mayordomo, quienes atienden con diligencia al pasajero, acorde al valor de su boleto. En cuanto a la figura regente del capitán, la califica como “antiguo señor de horca y cuchilla” (2008, p. 100), pues en su embarcación salvo las fuerzas de la naturaleza, nadie lo puede desafiar.
De Zayas calcula los millones en divisas que suman la embarcación, el cargamento y la vida de cada uno de los que va a bordo. Este conteo establece la medida de la responsabilidad de cada capitán. Lo crucial en relación con la otredad es la caracterización que hace de las costumbres y manías que tiene el encargado del navío, en función de su lugar de nacimiento:
El francés nervioso (...) el inglés se muestra más avaro de sus movimientos circunscribiéndose a cuadrarse militarmente (...) el alemán tiene toda la prosopopeya de un representante del Káiser, es un lobo marino disfrazado de cordero de mar (...)el capitán holandés tiene, por regla general, la cara redonda y abierta, con una expresión de hombría de bien, mucha naturalidad y sencillez (2008, pp. 101-102).
Este ejercicio descriptivo, pese a trabajar con estereotipos, es importante de valorar, pues no solo es una marca de su estilo, ligado al humor y al comentario caricaturesco, sino que permite ahondar en el encuentro con la alteridad y, por ende, en la reconstrucción que De Zayas hace de la propia identidad, a ojos del otro, ya que él también es un migrante en los Estados Unidos y, como latinoamericano afincado en una ciudad del primer mundo, no está exento de miradas reduccionistas sobre su persona y cultura.
Tomando en cuenta el fenómeno de la migración, el texto “El regreso de las golondrinas”, le permite a De Zayas introducir algunos elementos accesorios a la creciente industria del turismo, por ejemplo el control de mercancías por parte de las aduanas y todo el conglomerado de figuras oscuras como los contrabandistas, los reducidores y una subrepticia e informal red dedicada a la estafa, la cual crece al alero de ciudades destinadas al viaje de entretenimiento, transformando el rostro de una localidad y sus rubros económicos:
Y por cierto que es muy curiosa la pugna entre guardas y metedores. Es un certamen de astucia entre la zorra marrullera y el perro suspicaz. (...) Y cuenta, lector, que entre las contrabandistas hay personas cuyas rentas se escriben con seis y siete números (2008, p.141).
Esta cita guarda relación con los vasos comunicantes que se encuentran entre show y maldad o cultura del entretenimiento y abuso. Gilles Lipovetsky señala:
Detrás del mundo perfecto del tornasol, el glamour, el oropel, el show-bussiness, surge la muerte, la desdicha individual y social, la insignificancia, los cataclismos, el desamparo, la crítica social del Occidente consumista. El idílico rosa caramelo puede aparecer sobre un fondo del caos, de catástrofe, de devastación (Lipovetsky, 2015, p.131).
Esta reflexión se encuentra presente de manera precoz en la prosa de Marius de Zayas. La crítica se manifiesta de modo sutila causa de los adjetivos e ironías que utiliza; no obstante, en el ensayo “La noche”, luego de hablar del portento de la gran ciudad, el ensayista abandona su mirada panorámica y se enfoca directo en los barrios miseria. Su centro de atención son los marginales, personas que son tratadas como despojos que el progreso inevitablemente ha generado con su consumismo depredador:
Mientras en los lugares referidos se aglomeran las gentes que van a comer sin hambre, y a beber sin sed, gastando sumas más o menos cuantiosas, por vanidad o por vicio, en otra parte de la ciudad se reúnen los desamparados, los desprovistos de casa y de hogaza, formando largas filas que parecen interminables, transidos de frío, desfallecidos por el cansancio, aniquilados por el hambre, no del día, sino acumulada durante mucho tiempo y que tal parece que nunca ha sido completamente satisfecha (De Zayas, 2008, p. 80).
Su lectura de la realidad no queda en la mera denuncia, De Zayas constantemente establece nodos entre las problemáticas sociales y una cultura de la frivolidad. El turista o golondrina,tal como De Zayas llama a este tipo de viajero, es a fin de cuentas una transposición exacerbada del sujeto promedio que el ensayista observa a diario en la ciudad. Dos momentos en sus textos sirven para sostener esta lectura que el autor hace de la sociedad estadounidense y su alienación.
En el primero de los ensayos compilados, que lleva por título “El teatro”, resulta crucial el apartado en que habla de las funciones nocturnas y el gusto de las mujeres por exhibirse en las pasarelas de los grandes centros culturales, a fin de tomar lecciones de educación sentimental de obras que por obligación deben tener un final feliz e idílico.
Las mujeres de las altas esferas, descritas por De Zayas, padecen de cierto bovarismo, pues requieren un happy end; se ven proyectadas en sus heroínas y transforman a sus esposos con base en los modelos que impone el galán de turno. Ese primer texto sirve para definir el comportamiento arribista de sujetos que interpretan roles o asumen una máscara, no es casual que otro de sus ensayos se titule“Algunas escenas del vaudeville comético”, aludiendo a los espacios públicos como shows o puestas en escena. El segundo momento se halla en el texto “cómo viajamos”, cuando el autor se refiere a un tipo de compradora que asiste a las grandes tiendas a perder su tiempo y el de los empleados, tan solo para transitar por la Quinta Avenida o Central Park como si fuese parte del high life (2008, p. 150). Estos personajes demuestran el arribismo de las diferentes clases que habitan Nueva York, pues no consumen, pero quieren lucirse ante los demás y pretender que existe cierto tipo de movilidad social, determinado por el acceso a bienes y la participación en prácticas que aglomeran a la colectividad o lo que De Zayas denomina “la bestia humana” (2008, p. 151).
La figura del turista se presenta como una metáfora del ciudadano burgués y sumirada indiferente ante el dolor que le rodea. Tanto el viajero como el viandante están hipnotizados por las ofertas y las luces de los anuncios. El norteamericano se configura como un sujeto embrujado que termina por romantizar todo lo vívido. El turista llega al punto de justificar los robos, las estafas, las enfermedades producto de una comida extraña o los altos precios a pagar por objetos que no necesita o puede conseguir en su lugar de origen a un costo más accesible. Un fenómeno similar ocurre en la hora punta o rush hour, pues el viajero de tranvía parece estar dispuesto a sacrificar su dignidad, con tal de conseguir recorrer la ciudad de un extremo al otro y cumplir con su jornada laboral o trasladarse a los espacios neurálgicos de la gran urbe. En síntesis, la memoria está permeada por mecanismos de consumo que contribuyen a idealizar cada circunstancia, incluso lo funesto de las travesías.
Conclusión
Nueva York, en la prosa de De Zayas, se muestra en su esplendor estructural, pero también en su maquillada y subrepticia decadencia moral. Tras el edulcorado éxito que la gran metrópolis promueve como seña de identidad, emerge el horror de los marginados, los barrios miseria y la contaminación de una sociedad industrial.
La prosa del autor es clara y directa, no descuida la retórica literaria y aunque tiene rasgos modernistas en su adjetivación, por ejemplo, el reiterado uso de términos como feérico, el mexicano suele ser objetivo al describir y proveer imágenes de la ciudad y sus habitantes. Sus textos contienen precisos datos estadísticos sobre la población, el sistema de transporte, fechas de edificación de inmuebles y la remembranza de hitos históricos. Esta prolijidad no interfiere con su tono irónico y crítico, que pesa sobre el llamado american way of life.
Es importante destacar cómo Marius de Zayas no oculta su fascinación por la cultura tecnocrática de Estados Unidos; empero, detrás de esta mirada elogiosa subyace también la crítica a una comunidad que recicla constantemente y que no puede convivir con la ruina, sino que en un lapso no superior a treinta años debe echar abajo todos sus monumentos y edificios para renovarlos con otros aún más grandilocuentes y colosales. Resultan importantes las menciones que hace a numerosos inmuebles que fueron demolidos y reconstruidos en Nueva York, por ejemplo, El New Teatre, construido por Carrere & Hastings, cuya vigencia como centro de espectáculos fue de veintiún años; el teatro New Amsterdam que funcionó por veintisiete años;el Hippodrome tuvo una duración como teatro y luego como set cinematográfico de treinta y cuatro años y el teatro William A. Swasey tuvo una vigencia como espacio cultural de dieciséis años. Todos estos edificios son descritos por Marius de Zayas como portentos inigualables en el continente, capaces de albergar a miles de espectadores por noche, sin embargo, todos tienen en común su corta vida útil.
Un elemento por destacaren estos diez ensayos es la edificación de un imaginario no solo social, sino también urbanístico y de diseños arquitectónicos. Bohemia y progreso se dan cita en estos textos, a fin de revelar los albores que configuran la reconocida imagen de Nueva York como “la ciudad que nunca duerme”. Mítica condición que ha sido exaltada en la literatura, el cine y la cultura popular. En los textos de De Zayas esta noción aparece bajo la idea de un “Proteo cambiante” (2008, p.82).
Bajo este contexto, la obra ensayística del mexicano se dedica a analizar la conducta de los compradores y sus preferencias en un régimen estimulado por las cambiantes modas. También se detiene en la relación que los sujetos establecen con el arte como entretenimiento, y anticipa la caracterización de aquel espectador encantando por las luminarias de la farándula y el jetset. Esto último se condice con las reacciones del gran público frente a la publicidad.
De Zayas realiza una caricaturización de la alta sociedad y se vale del humor como herramienta para la crítica social y la reflexión; no obstante, también cuestiona a las clases obreras y menos acaudaladas por imitar estos comportamientos y reproducir a menor escala los mecanismos de figuración, para tratar de escalar socialmente. Un rasgo peculiar es el uso de lo políticamente incorrecto como mecanismo para polemizar. John Skirius indica: “Discursos, cartas abiertas y artículos periodísticos revelan a menudo el papel doctrinario y crítico del ensayista” (1981, p.14).
En cuanto a la mirada de futuro del autor, se debe señalar que sus reflexiones son un anticipo de las conductas que predominarán en los sistemas capitalistas durante todo el siglo XX y lo que va del siglo XXI, sobre todo en sociedades latinoamericanas, que toman a Estados Unidos como modelo de progreso. El crítico Julio Ramos destaca: “La insistencia en precisar la identidad del sujeto que proyecta el discurso como un ejercicio compensatorio que suple las carencias del mundo representado” (Ramos, 2009, p. 332) y en otro apartado de su tesis agrega: “Intelectuales latinoamericanos que buscan (...) las claves para resolver los “enigmas”, las “carencias” de la identidad propia” (p.265).
Para los ensayistas y cronistas de la época, realizar un texto y comunicarlo era enviar noticias de las antípodas, generar un flujo de información entre Latinoamérica y Nueva York, Europa o simplemente situar el foco de atención sobre lo que estaba ocurriendo en aquellas topografías, que Domingo Faustino Sarmiento pensaba como las alturas.
Ensayistas como Marius de Zayas comunican todo lo que su intuición creativa y política consideraban afectaría el modelo de modernidad que América estaba persiguiendo, especialmente en lo rayano a las grandes urbes mundiales, incluso si esta mirada implicaba poner acento en la monstruosidad ambiental y en las deformaciones culturales que engendran las masas irreflexivas.
Referencias
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Ávila, S. (2017). Marius de Zayas; reúnen mirada crítica.Recuperado de https://www.excelsior.com.mx/expresiones/2017/12/19/1208775
» https://www.excelsior.com.mx/expresiones/2017/12/19/1208775 - Castañón, A. (2004). Presentación. De la experienciaMéxico: UNAM.
- Kulka, T. (2011). El kitsch, trad. de PaulLaindon. Madrid, España: Casimiro Libros.
- Lipovetsky, G. (2015). La estetización del mundoBarcelona, España: Anagrama.
- Montaigne, M. (2004). De la experiencia.México: UNAM.
- Onfray, M. (2007). Théorie du voyage. Poétique de la géographieParís, Francia: Le Livre de Poche.
- Ramos, J. (2009). Desencuentros de la modernidad en América Latina.Caracas, Colombia: Fundación Editorial El perro y la rana.
- Skirius, J. (1981). El ensayo hispanoamericano del siglo XXMéxico: Fondo de Cultura Económica.
- Viñas, D. (1964). La mirada a Europa: del viaje colonial al viaje estético.Literatura argentina y realidad política.Buenos Aires, Argentina: Jorge Álvarez Editor.
- de Zayas, M. (2008). La vida en Nueva York.Crónicas y ensayos.México: Pértiga.
Fechas de Publicación
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Fecha del número
May-Aug 2020
Histórico
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Recibido
27 Jun 2019 -
Acepto
18 Mayo 2020