Open-access Formación para el emprendimiento social: una agenda emergente en instituciones de educación superior en México

Training for social entrepreneurship: An emerging agenda in higher education institutions in Mexico

Resumen

En México los índices de pobreza alcanzan a más de la mitad de la población y los empleos que se crean, en un alto porcentaje requieren solamente estudios de primaria o secundaria, lo que acentúa el desempleo para personas con educación media y superior. De ahí que gran número de personas con estudios profesionales, no logra insertarse al mercado laboral. El objetivo que esta investigación persigue es identificar estrategias y acciones que de manera emergente requieren implementar el Estado e instituciones públicas de educación superior para fortalecer el ecosistema y la formación de capital humano para el emprendimiento social. La metodología consistió en revisión de literatura especializada sobre emprendimiento a nivel empresarial y social, identificando sus principales características y elementos diferenciales; un análisis multidimensional y multisectorial del ecosistema para el emprendimiento en México y una exploración sobre la formación a nivel profesional de emprendedoras y emprendedores sociales. Entre los resultados se encontró que frecuentemente estas personas se guían por ideales más que por conocimientos; el ecosistema precisa mayor vinculación entre sus actores y apoyos financieros; y la preparación profesional requiere considerar aspectos de personalidad, académicos y de investigación. En las conclusiones destacan como necesidades apremiantes a cubrir por Estado y las instituciones de educación superior el desarrollar un ecosistema que posibilite alianzas estratégicas y brinde a quienes buscan emprender acceso a asesoría y financiamiento de capital de riesgo para la creación de empresas sociales, a la par de formar capital humano para el emprendimiento social, consensuando los aspectos a considerar en planes y programas de estudio.

Palabras clave Emprendimiento social; Formación profesional; Pobreza; Desempleo; Educación Superior; Instituciones de Educación Superior

Abstract

In Mexico, poverty rates reach more than half of the population. A high percentage of the jobs created requires only basic studies, which accentuates unemployment for people with higher education. Hence, a large number of professionals fail to enter the labor market. Thus, the objective of this research is to identify strategies and actions that the State and public institutions of higher education must implement to strengthen the ecosystem and the formation of human capital for social entrepreneurship. The methodology consisted of a review of specialized literature on business and social entrepreneurs to identify their main characteristics and differential elements. This means, the present research is a multidimensional and multisectoral analysis of the ecosystem for entrepreneurship in Mexico and an exploration of the training of social entrepreneurs in Higher Education Institutions. Similarly, according to results, the ecosystem needs a greater connection between its actors and financial support. Likewise, professional preparation requires considering personality, academic, and research aspects. Moreover, conclusions highlight emerging needs required to develop an ecosystem that enables strategic alliances and provides those seeking to undertake, advice and venture capital financing for the creation of social enterprises.

Keywords Social Entrepreneurship; Professional Training; Poverty; Unemployment; Higher Education; Higher Education Institutions

Introducción

Los altos índices de pobreza, desempleo y fuertes problemáticas sociales que prevalecen en México, precisan profesionistas formados para emprender socialmente, que sean respaldados por un ecosistema eficiente e integrado.

De ahí que el objetivo de esta investigación es identificar estrategias y acciones que de manera emergente deben implementar el Estado e instituciones públicas educativas de nivel superior, para fortalecer tanto la formación para el emprendimiento social como el ecosistema que los respalde.

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL, 2021), organismo encargado de medir la pobreza en México y evaluar los programas y políticas sociales del Gobierno Federal, estimó que en el año 2020 se presentó un incremento de entre 8.9 y 9.8 millones de personas en situación de pobreza por ingresos; con lo cual la cifra alcanzaría 70.9 millones de pobres por ingreso (56.7% de la población). Así mismo, calculó un aumento de hasta 10.7 millones de personas en pobreza extrema, lo que significa un total de hasta 31.7 millones de mexicanas y mexicanos, es decir, 25.3 % de la población total del país.

Otro grave problema en México es el desempleo que afecta a un alto porcentaje de la población. La encuesta nacional de ocupación y empleo (ENOE) reporta que en el primer trimestre del 2021 la tasa de desocupación aumentó 0.9 puntos porcentuales, al pasar de 3.4 a 4.3% a nivel nacional, en comparación con el primer trimestre del 2020. En esta encuesta se observa que, de la población desocupada, con base en el nivel de instrucción, el segmento más afectado es el de las personas con nivel medio superior y superior, con un 52.27%, seguidos por el 31.80% de las personas con secundaria completa, mientras que el menor porcentaje, 15.93%, corresponde a quienes cuentan con educación primaria o menos (INEGI, 2021).

Ante este panorama, el emprendimiento constituye un elemento potenciador del crecimiento de la economía con beneficios como creación de empleos formales, obtención de ingresos y grandes apoyos para la sociedad. De ahí la importancia de fortalecer la formación emprendedora en las instituciones de educación superior (IES), donde el emprendimiento para los negocios toma cada vez mayor importancia, sin embargo, en su orientación hacia la solución de problemáticas sociales, hay un amplio camino por recorrer y grandes desafíos por enfrentar.

La formación para emprender una empresa se viene impartiendo en las IES en México desde hace algunas décadas. No obstante, en este momento, con el incremento del desempleo y precariedad laboral, se hace necesario de manera impostergable, reforzar la formación profesional para el emprendimiento social (ES), lo cual representa un gran reto, así como un deber moral y social.

Quienes emprenden empresas sociales ligadas al cumplimiento de los objetivos de la agenda 2030, trabajan para generar un impacto a nivel mundial, erradicando problemáticas que mantienen a las personas en desventaja con sus alcances económicos, de salud, o en general de desarrollo social. Al mismo tiempo, crean conciencia y la oportunidad de mejores condiciones de vida para las generaciones futuras.

Por ello, la figura de quienes emprenden socialmente cada vez toma mayor relevancia en el marco de los escenarios mundiales, regionales y locales, en los que es por demás evidente una acelerada dinámica de cambios sociales, lo que se traduce, entre otras cosas, en problemáticas complejas que requieren de su atención urgente para el beneficio comunitario.

El ES se ha venido estudiando como fenómeno multidimensional a nivel empresarial, regional, sectorial y nacional. No obstante, en las investigaciones realizadas han predominado mayoritariamente, variables de carácter económico lo que impide tener una visión más completa y holística del mismo (De la Torre et al., 2016). Tal situación hace necesario el incorporar como objeto de atención otros aspectos implícitos en las actividades propias del ES. El desafío de formar para el ES, requiere la participación coordinada de las instancias educativas con todos los integrantes del ecosistema.

Estudios como el de Yao et al. (2018), en la Universidad de Zhejiang en China, demuestran que las universidades juegan un papel vital en la capacitación de capital humano y la educación de talentos de alto nivel en el sistema regional de innovación inclusiva que incluye entre sus dimensiones el emprendimiento sumado a otras tres dimensiones: relación, la investigación y la difusión de tecnología.

El presente artículo se integra por cinco partes. En la primera se hace referencia a al emprendimiento, tanto en actividades empresariales como sociales, resaltando las principales características y elementos diferenciales; la segunda explora el ecosistema para el emprendimiento en México, la tercera corresponde a los aspectos inherentes a la formación para el emprendimiento social, en un cuarto apartado se describen los fundamentos metodológicos que guiaron la investigación; en la quinta parte se analizan y discuten los resultados, entre los que destacan la diferenciación de personas emprendedoras con fines empresariales y sociales; un análisis del ecosistema con los retos que enfrenta y una propuesta del perfil y estrategias que pueden servir como base a las IES para impulsar la formación hacia el emprendimiento social.

Emprendimiento tradicional y social

Una persona emprendedora es alguien que pone en marcha una nueva empresa o proyecto que puede tener como finalidad lograr ganancias económicas o no. Por lo tanto, la creatividad y la proactividad son dos de los rasgos esenciales que los caracterizan. De acuerdo con el objetivo que persiguen, se pueden tipificar a los emprendedores y emprendedoras como tradicionales o empresariales y sociales.

Para Ţigu et al. (2015), las diferencias entre un emprendedor o emprendedora social y de negocios, en el primer caso es una persona apasionada, determinada, perseverante y creativa, que persigue una misión social. En tanto que en los negocios manifiesta iniciativa, competencias generales en este ámbito y busca obtener ganancias.

La fundación Ashoka, citada por Del Cerro (2017), define al ES como un:

Proceso mediante el cual los ciudadanos construyen o transforman instituciones o sistemas para resolver problemas sociales. Implica la creación de nuevos equipos y recursos que mejoren la capacidad de la sociedad para abordar problemas y así maximizar el impacto social a través de la sustentabilidad y la sostenibilidad. (p.12)

Aunque el ES en sus orígenes fue concebido con el objetivo de atender necesidades y requerimientos de la sociedad sin perseguir utilidades, hoy en día el paradigma ha cambiado y se le visualiza como un campo generador de oportunidades de negocios, que beneficien tanto a los habitantes de la comunidad, como a quien emprende Gómez et al. (2018). Involucra la participación de personas, empresas y organizaciones públicas, privadas y/o sociales, enfocadas a resolver problemas como la marginación, pobreza, y desempleo, mediante acciones creativas e innovadoras.

Las emprendedoras y los emprendedores sociales buscan establecer empresas o negocios sociales, con un enfoque innovador para abordar los grandes desafíos sociales y ambientales de la actualidad, además de mirar hacia el futuro con un enfoque donde priven mejores escenarios con relación a los ahora existentes.

Dos grandes activistas en favor del ES son Muhammad Yunus y Bill Drayton, quienes dieron un giro a la visión y acciones para impulsar el emprendimiento, orientándolo a causas sociales, por lo que se les ubica entre los principales pioneros.

Muhammad Yunus, economista bangladesí y ganador del Premio Nobel de la Paz en el año 2006, promovió los microcréditos en la década de los setenta, desarrolló el Banco Grameen que da crédito a mujeres sin recursos en su país, luchando contra la pobreza y beneficiando a millones de mujeres y hombres y dio un giro al panorama de los emprendimientos. (Fundación Wiese, 2021).

Por su parte, Bill Drayton fue quien acuñó el término emprendedor social para referirse a las personas que, de manera innovadora, resuelven problemas importantes en la sociedad. Hace más de 30 años, fundó la asociación Ashoka, una comunidad con más de 3 mil integrantes en 70 países. mundo que impulsa proyectos orientados al bien social, proporcionando financiamiento inicial y asesoría profesional y acceso a su red global a más de 3.000 líderes de proyectos emprendedores (Ashoka Fellows) en más de setenta países. (Fundación Wiese, 2021).

Bornstein (2005), define a quien desempeña el rol de emprendedor social como ''una persona con la firme convicción de mejorar su entorno y la calidad de vida de las personas a través de un cambio social, poseedor de un alto nivel de motivación para enfrentar problemas sociales” (p.9).

Las personas dedicadas al emprendimiento social son capaces de identificar oportunidades sociales y de mercado, presentes y futuras, y brindar soluciones en forma de productos o servicios (Ilundain et al. 2008)

Sebastián y Arroyo (2018), conceptualizan al emprendedor o emprendedora social, como alguien con personalidad y espíritu emprendedor, que actuará como líder y agente de cambio para enfrentar problemas sociales al reconocer nuevas oportunidades y encontrar soluciones innovadoras, y que se preocupa más por el valor social que el valor financiero.

En adición a estas definiciones, es oportuno señalar que uno de los valores distintivos de emprendedoras y emprendedores sociales es la empatía, cualidad que les permite imprimir a sus proyectos un carácter humano y solidario que favorece el estrechamiento de los vínculos con la comunidad en la que participan.

Señala Huberts (2015) que las personas que emprenden socialmente, frecuentemente inician solas con su proyecto y para lograr un impacto real en la comunidad, necesitan un ecosistema que brinde respaldo para escalar las buenas ideas y contrarrestar los puntos débiles. Afirma también, que en el emprendimiento tradicional sólo se inicia un proyecto si se tiene la certeza que éste le va a retribuir financieramente a largo plazo. En cambio, para quien emprende un proyecto social el objetivo principal de su actuar es dar solución a problemáticas sociales. Sin embargo, no siempre poseen los conocimientos y competencias para la gestión de una empresa u organización que la conduzca, además de atender los problemas de la comunidad para lograr niveles de productividad y rentabilidad que garanticen la sostenibilidad a largo plazo.

En visión de Yunus (2018), una empresa social, constituye una herramienta poderosa para crear un mundo de tres ceros: cero pobrezas, cero desempleos y cero emisiones netas de carbono.

En otras palabras, se puede afirmar que el ES representa una de las mejores rutas para lograr un verdadero y sostenible desarrollo humano y social.

Ecosistema del Emprendimiento en México

El ecosistema que envuelve al ES, consta de organismos que cuentan con programas y asesorías para quienes quieren emprender proyectos; sin embargo, no ofrecen alternativas de patrocinio o inversión para compartir el riesgo y el potencial de nuevos emprendimientos.

Para cultivar un buen ecosistema de ES, es necesario entender cómo funciona el mismo. El emprendimiento social es, en algunos aspectos, diferente al emprendimiento tradicional, y por tal motivo el ecosistema que lo compone también llega a comportarse de manera diferente (Ricardi, 2020).

El ecosistema que envuelve al emprendimiento en México, frecuentemente enfrenta cambios que lo desestabilizan, afectando mayormente a los proyectos sociales. El Instituto Nacional del Emprendedor (INADEM], se creó en enero de 2013 para impulsar el desarrollo de micro, pequeñas y medianas empresas, brindando asesoramiento, apoyos, financiamiento, contactos, redes y conocimiento a

emprendedoras y emprendedores de todo México, mediante más de 15 programas y apoyos por convocatorias anuales.

A través del INADEM se crearon diferentes programas de apoyo como la Red de Apoyo al Emprendedor, que fue un programa de vinculación para personas emprendedoras de pequeñas y medianas empresas con diferentes instancias gubernamentales y del sector privado, con la finalidad de trabajar en una estrategia que favoreciera el crecimiento del sector emprendedor (Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI], 2018). Además, el INADEM, logró la consolidación de 42 fondos de inversión de capital de riesgo mexicano, brindando una oportunidad de hacer realidad múltiples ideas de emprendimiento.

Lamentablemente, el 7 de octubre de 2019, se publica en el Diario Oficial de la Federación, el nuevo Reglamento Interior de la Secretaría de Economía (RISE) por el cual se abroga el acuerdo que regula la organización y funcionamiento del INADEM, transfiriendo las funciones de éste a la Unidad de Desarrollo Productivo (INADEM, 2019).

Actualmente, las empresas que dejaron de recibir ese apoyo se enfrentan a grandes problemas para su sobrevivencia: informalidad, inseguridad, falta de capacitación y excesivos trámites para operar.

Adicional a lo anterior, el Estudio sobre Demografía de los Negocios 2020, estimó que, de julio de 2019 a noviembre de 2020, de los 4.9 millones de establecimientos micro, pequeños y medianos sobrevivieron 3.9 millones (79.19%), mientras que poco más de un millón (20.81%) cerraron definitivamente e iniciaron operaciones 619 mil 443 establecimientos que representan 12.75% del total de negocios de México con un consecuente incremento en el desempleo INEGI (2020). Esta disolución de micros, pequeñas y medianas empresas que sufrieron el impacto de la desaparición del INADEM y de la pandemia por Covid 19 refuerza la urgencia de contar con un número mayor de empresas sociales en el país.

De acuerdo con el Global Entrepreneurship Monitor 2019/2020, México ocupó el lugar 23 de 54 en el índice de contexto de emprendimiento nacional que mide la salud de los ecosistemas de emprendimiento y deja ver la apremiante necesidad de consolidar un ecosistema que soporte e impulse la actividad emprendedora del país. (Bosma et al., 2020).

El Plan Nacional de Desarrollo de México (PND) 2018-2024, establecido por la administración pública federal, considera de forma limitada al emprendimiento. Incluye un programa denominado Tandas para el bienestar, dicho programa pretende lograr el desarrollo económico del país y el bienestar de la población mexicana, pero al sólo contar con una estrategia consistente en otorgar microcréditos a pequeñas empresas familiares, en un país tan grande como México, a todas luces resulta insuficiente.

Para atender los compromisos establecidos en el Plan Nacional de Desarrollo, la Secretaría de Economía, a través de la plataforma MIPYMEX, atiende a micro, pequeñas y medianas empresas de México que soliciten un apoyo económico o su participación en las convocatorias para emprender como:

· Programa de Apoyo Financiero para Microempresas Familiares (Crédito a la Palabra) 2021. Este programa otorga apoyos diversos. En el año 2020 ofreció 20 mil apoyos a microempresas que no hubieran despedido personal durante la pandemia; 20 mil apoyos más a mujeres al mando de un negocio y otros 20 mil apoyos para reactivación económica de microempresas que se han sido afectadas por la pandemia de COVID-19 (Usla, 2021).

· Sistema emprendedor. Es una herramienta digital para nuevos empresarios, a través de la cual se pueden solicitar apoyos del Fondo Nacional Emprendedor por medio de las convocatorias vigentes.

Tanto el programa financiero para microempresas como el sistema emprendedor son una creación de las políticas implementadas por la Secretaría de Economía en el actual gobierno, sustituyendo así al INADEM.

El Instituto Nacional de la Economía Social (INAES, 2021), institución de gobierno federal, cuenta con el Programa de Fomento a la Economía Social, como herramienta para atender iniciativas productivas del sector social, estableciendo el Sistema Nacional de Capacitación y Asistencia Técnica Especializada (SINCA), que es un sistema conformado por acciones de formación, difusión, vinculación e investigación orientadas al fortalecimiento organizacional y empresarial de los integrantes del sector social de la economía. Desde el año 2019, una de las acciones estratégicas de fomento y desarrollo del sector desarrollado por el SINCA fue la creación de la Red Nacional de Nodos de Impulso a la Economía Social y Solidaria (NODESS), que busca la agrupación de alianzas que fortalezcan al Sector Social. Esta red permite que los NODESS estén conectados para transmitir información y experiencias para homologar conceptos, transferir metodologías, formaciones, acciones y programas de políticas públicas, así como nuevos instrumentos para el fortalecimiento de la Economía Social y Solidaria. (SINCA, 2021).

Un Nodo de Impulso a la Economía Social y Solidaria (NODESS) es una alianza conformada por al menos tres actores: una IES pública o privada; un organismo del sector social de la Economía; y una Instancia de Gobierno Local, que buscan impulsar el desarrollo y bienestar local, mediante la consolidación empresarial y la generación de soluciones a problemáticas presentes en comunidades, a través de diferentes estrategias y acciones fundamentadas en los principios y valores de la (ESS) con un enfoque de innovación social (SINCA, 2021).

Como parte del ecosistema, es importante mencionar el trabajo de la Asociación de Emprendedores de México (ASEM, 2021), asociación civil sin fines de lucro encargada de promover el emprendimiento a través de un modelo de trabajo enfocado a las principales necesidades de las personas a cargo del emprendimiento en etapa temprana. Como parte de sus actividades, brinda asesoría legal y fiscal, cursos de capacitación presenciales y en línea, además de generar vínculos con otros actores del ecosistema para acrecentar el capital social. Esta organización otorga descuentos para la adquisición de plataformas de gestión empresarial, mercadotecnia, transporte y facturación, como forma de fortalecer el ecosistema emprendedor nacional. Vale la pena destacar que la ASEM forma parte de la Asociación de Emprendedores de Latinoamérica (ASELA), organización que cuenta con presencia en Argentina, Chile, Colombia, Guatemala, México y Perú.

Conjuntamente con el ecosistema nacional, en México cada entidad federativa posee elementos que suman para crear un entorno de apoyo a quienes emprenden. Algunos gobiernos estatales cuentan con instancias destinadas a impulsar proyectos, predominando la orientación a micro, pequeñas y medianas empresas. Se puede citar el caso del Estado de México, el cual cuenta con el Instituto Mexiquense del Emprendedor (IME, 2021), organismo público descentralizado, dependiente de la Secretaría de Desarrollo Económico, cuya finalidad es promover una cultura emprendedora como condición necesaria para el fortalecimiento de la seguridad económica de los habitantes del Estado, a través del apoyo a las nuevas MIPYMES de la entidad (IME, 2021).

Para el IME, quienes emprenden son personas que toman decisiones innovadoras para crear, desarrollar, consolidar y expandir empresas, considerando que tales decisiones involucran riesgos y acciones específicas. El IME los reconoce como la base del desarrollo económico de una región, a través de la puesta en marcha de nuevas empresas, la generación de riqueza, así como la creación y conservación de empleos de alto valor agregado (IME, 2021).

Por su parte, el Ayuntamiento de la ciudad Toluca, capital del Estado de México, impulsa el espíritu emprendedor con el programa Premio Municipal al Emprendedor, distinción que fue otorgada por primera vez, a través de la convocatoria respectiva, en el año 2020. Este premio se estableció bajo la premisa de que alguien que emprende preocupado por la gente y el medio ambiente, reconocido por su buen trabajo y estimulado para lograr sus ideas de negocio, se convierte en una persona valiosa para el mundo (Ayuntamiento de Toluca, 2020).

Las IES, forman parte del ecosistema para el emprendimiento social. Sin embargo, no existe normatividad, lineamientos y contenidos académicos que se apliquen de forma generalizada en todo el sistema educativo a nivel profesional. No obstante, algunas IES incorporan en sus planes de estudio de forma particular programas de estudios, respaldados frecuentemente con incubadoras de empresas y cuerpos de asesores que dirigen sus esfuerzos hacia el emprendimiento de negocios y en menor proporción hacia el ES.

Por citar un caso, la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex), cuenta con áreas específicas para apoyo y asesoría en materia de emprendimiento y el denominado: Programa Emprendedor que tiene como objetivo fomentar el desarrollo de una cultura emprendedora y empresarial entre la comunidad universitaria, para lograr que los estudiantes presenten proyectos de negocios viables, creativos, de desarrollo tecnológico, útiles para su formación profesional y que contribuyan al beneficio de la sociedad. (SEV, 2021)

Dentro del Programa Emprendedor, la UAEMex, lleva a cabo actividades para lograr sus objetivos, como el concurso emprendedor, que se realiza cada año y en el que se seleccionan los mejores proyectos para ser acreedores a beneficios de acompañamiento y asesorías para el impulso de sus ideas de negocio. En esta misma institución y con el apoyo de asociaciones y organismos no gubernamentales, se lleva a cabo el Campamento Emprendedor, el Mes del Emprendedor y foros, a través de los cuales se comparten experiencias de asociaciones, instituciones y empresas de impacto social encabezadas por jóvenes. Lo anterior funciona como un catalizador para el desarrollo de iniciativas de proyectos de emprendimiento social por la comunidad universitaria y/o como la oportunidad de insertarse a estas alternativas. (SEV, 2021).

Como colofón a todo lo anteriormente referido y ante los desaciertos surgidos como consecuencia de malas políticas y decisiones erróneas por parte de las instancias federales en materia de apoyo al emprendimiento en México, aparece en el escenario nacional la gran oportunidad de que las IES y otras organizaciones afines se conviertan en líderes en cuanto a la planeación y ejecución de programas de formación y apoyo, estableciendo entre sus máximas prioridades al ES.

Formación profesional para el emprendimiento social

Para lograr proyectos de emprendimiento que impacten positivamente en el desarrollo social y económico, es necesario un ecosistema sólido y bien integrado, así como personas con una formación profesional que les permita enfrentar los retos que las condiciones actuales imponen a través de la actividad emprendedora.

Gómez y López (2011), afirman que el capital humano es el motor del crecimiento económico que podrá acumularse a través de la educación formal, por el aprendizaje y por la práctica.

La educación se convierte en facilitadora del emprendimiento, al fomentar la capacidad de los estudiantes para resolver problemas, ser creativos, decidir, asumir responsabilidades, cooperar, trabajar en red, ser proactivos, tener iniciativa y prepararse para asumir riesgos controlados (Contreras-Velásquez et al., 2017).

De acuerdo con el Global Entrepeneurship Monitor en México la tasa de actividad emprendedora (mide las iniciativas que tienen hasta 3,5 años de vida en el mercado sobre la población de 18 a 64 años). de 2011 a 2015 aumentó de 9.6% a 21%; el mayor porcentaje que visualiza estas oportunidades tiene un grado de escolaridad de nivel superior con un 49.8%, sin embargo, el 36.6% considera que no posee las capacidades, habilidades y experiencia necesaria para emprender. Esto refleja una gran oportunidad para que las IES refrenden su compromiso de contribuir con modelos académicos orientados a fortalecer el Emprendimiento Social, (García et al., 2017) La formación profesional debe entenderse como un proceso de transmisión de conocimientos y desarrollo de competencias, que unido a la transmisión de valores y actitudes le permitirán al estudiante a su egreso incorporarse con éxito a la vida laboral y colaborar positivamente en la sociedad en que se desenvuelve.

Como señalan Gómez y Demuner (2019), la función primordial de las IES es formar el capital humano que se requiere para impulsar el desarrollo económico y social en localidades y regiones.

El desarrollo de la vocación y la preparación hacia el emprendimiento social es responsabilidad de universidades, centros tecnológicos y otras instituciones y organizaciones afines, particularmente en las carreras de negocios, sin excluir las demás áreas profesionales, independientemente de su objeto primario de atención. (Giraldo y Vara, 2018).

Acorde con la revisión de literatura, es imprescindible que universidades y las IES asuman un rol más dinámico en la formación de capital humano competente para emprender proyectos sociales que aprovechen los recursos de producción local e impacten positivamente el desarrollo socioeconómico en comunidades con carencias sociales (Yao et al., 2018).

De acuerdo con la Red Internacional de Cooperación Universitaria Universia, la formación ofrecida en las universidades debe garantizar la adecuada preparación del alumnado, para su desempeño profesional en el ámbito laboral, pero también para la vida diaria. Si bien los directivos de las instituciones educativas, así como los docentes deben establecer como prioridad la calidad en sus programas académicos, es inobjetable que las universidades deben ajustar su oferta educativa en congruencia con las necesidades de la sociedad. (Beneficios de la formación universitaria integradora, 2018).

En la Declaración Mundial sobre la Educación Superior en el Siglo XXI, se señala que las IES deben formar a la comunidad estudiantil para que se conviertan en personas con alto sentido de ciudadanía, bien informadas y profundamente motivadas, provistas de un sentido crítico y capaces de analizar los problemas, buscar soluciones y aplicarlas en beneficio de su comunidad, a la par de asumir responsabilidades sociales (IESALC, 1998).

En el mismo sentido, Montañez (2017), afirma que la educación y la formación superior deberían contribuir a impulsar el espíritu empresarial, fomentando una actitud favorable y una mayor sensibilización hacia la profesión de empresario, lo cual redundaría en un mayor número de empresas. Como consecuencia de lo anterior, se contribuiría a disminuir los índices de desempleo y pobreza existentes en el país.

Investigaciones como la denominada: “El emprendimiento social de base universitaria en Latinoamérica ¿Están las universidades haciendo lo suficiente?”, de la Universidad de San Martín de Porres, identifican oportunidades de mejora en la formación universitaria ante los escenarios de las nuevas demandas sociales y de desarrollo. Se encuestó a 5,243 estudiantes, de ciencias administrativas de 26 universidades en 8 países: Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, México, Paraguay, Perú y República Dominicana. Los resultados arrojaron que paralelo a la capacitación, está la eficacia en el uso de los recursos para lograr emprendimientos sociales concretos. Destaca además, que existe una brecha de género en perjuicio de las mujeres, quienes consideran tener menos acceso a los recursos y asesoría aunado a poco apoyo de su entorno familiar y del ecosistema. (Giraldo y Vara, 2018).

La educación superior debe orientarse a la implementación de procesos de transformación y bienestar social. Es ahí donde la universidad cumple su verdadera función y retribuye en parte a la sociedad lo que de ella recibe. Sus estudiantes deben tener una visión más amplia y buscar beneficios para la sociedad (Castañuela-Sánchez, 2016).

Pineda (2018), señala que una persona emprendedora social requiere de una buena preparación en temas de negocios y medición de impacto, con objetivos a largo plazo y, sobre todo, de alianzas con grandes corporaciones.

Conjuntamente con los elementos académicos, resulta importante considerar otros factores, Alcaraz (2011), afirma que emprendedores y emprendedoras se caracterizan por su capacidad para crear e innovar; es decir, salen de la costumbre y hacen cosas diferentes para mejorar lo existente.

Bajo la visión de Ţigu et al. (2015), quienes emprenden a nivel social, poseen una mentalidad capaz de identificar las necesidades de la sociedad que el mercado no ha satisfecho o no puede satisfacer.

La idea concebida en el emprendimiento social, parte de querer resolver una problemática. Quien emprende está (o debe estar) enamorado del problema social e inicia su empresa con la intención de darle una solución al mismo. Dicha mentalidad y el enamoramiento del problema, lleva a que estas personas emprendedoras muchas veces se lancen a crear un negocio sin tener los conocimientos y habilidades necesarias para iniciarlo con probabilidades firmes de éxito Ricardi (2015). Por lo tanto, quien emprende un proyecto social necesita valorar todos los esfuerzos y recursos que implica esa decisión y tener disposición a asumirlos. Visto de esta manera, el ES requiere de una gran vocación de servicio y de apoyo a los demás, cambiando los afanes individualistas por el beneficio y bienestar comunitarios.

En la Asamblea de la Asociación Latinoamericana de Facultades y Escuelas de Contaduría Pública (ALAFEC, 2014), con base en el análisis de 20 programas académicos de instituciones de Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, España y México, se propusieron las áreas básicas de conocimiento para la formación en el emprendimiento social. En los programas de estudio se asignó por tema general tres puntos y por subtema un punto, obteniendo los resultados que se muestran en la Tabla 1.

Tabla 1
Áreas básicas de formación para el emprendimiento social

Formar emprendedores y emprendedoras sociales en las IES, implica tener presente el perfil que los identifica, y aunque comparten características con personas que emprenden empresarialmente, existen rasgos que son particularmente necesarios para el ámbito social.

Esto implica que los programas de las unidades de aprendizaje definan y adapten los contenidos temáticos, a la vez de concientizar al estudiante sobre las carencias y problemas sociales y proveerle los conocimientos, técnicas y elementos axiológicos que le permitan desarrollar las competencias y actitudes para establecer empresas sociales que generen empleos y recursos financieros en beneficio de las personas profesionistas y de habitantes de comunidades vulnerables.

Es una realidad que no se puede esperar que todo el estudiantado que decide emprender al egresar, se encamine a la parte social. Sin embargo, el proporcionar las bases académicas y morales adecuadas puede detonar la vocación en gran parte de él hacia este tipo de emprendimiento. Es ahí precisamente donde cobra gran relevancia la labor docente dirigida intencionalmente hacia ese fin.

Procedimientos metodológicos

Graves problemas sociales en México, afectan a una gran cantidad de sus habitantes, destacando la pobreza y el desempleo, éste último, como ya se comentó, afecta en mayor proporción a personas con estudios de nivel medio superior y superior. Por ello se hace necesario impulsar proyectos de emprendimiento social, que brinden oportunidad de generar trabajos para profesionistas que recién egresan de las IES, a la par de generar riqueza a través de la creación de empresas sociales con capital humano y recursos endógenos en comunidades con graves carencias.

Por lo anterior, el objetivo de esta investigación fue identificar estrategias y acciones que de manera emergente deben implementar el Estado e instituciones públicas educativas de nivel superior, para fortalecer tanto la formación para el emprendimiento social como el ecosistema que los respalde.

El tipo de investigación es cualitativo con diseño descriptivo analítico y propositivo, se basa en revisión de literatura, exploración del ecosistema y elementos contextuales, así como presentación de evidencias empíricas y datos de organismos públicos que sustentan la necesidad e importancia de la formación de emprendedoras y emprendedores sociales en las IES. Para la fundamentación teórica y empírica, la información se obtuvo de: fuentes primarias como libros y artículos científicos; así como boletines y resultados de páginas oficiales de organismos gubernamentales y asociaciones civiles.

Para el análisis cualitativo al revisar la literatura e información oficial, entre otros aspectos se fueron identificando las características y elementos principales que caracterizan a quienes emprenden proyectos sociales, poniendo especial atención en cifras oficiales que dan cuenta de los crecientes niveles de desempleo y extinción de micro y pequeñas empresas. Paralelamente, se exploró sobre el papel e importancia de las IES en la formación para el emprendimiento social, seleccionando los factores que se consideró pueden colaborar a solucionar problemáticas sociales como el desempleo y la pobreza. Finalmente, en el análisis de priorizó la detección de elementos que contribuyeran al diseño de estrategias y conformación de la propuesta de un perfil orientado al emprendimiento social para las personas en formación profesional.

Los resultados se presentan de manera descriptiva, analítica y propositiva, resaltando el perfil deseable, para definir bases que orienten el desarrollo de programas y planes de estudio en las IES.

Como productos principales de esta investigación, se puntualizan las diferencias entre quien se desempeña como emprendedor o emprendedora tradicional o social. Asimismo, se destaca la necesidad de fortalecer el ecosistema con organizaciones que proporcionen financiamiento de capital de riesgo a la par de proporcionar asesoría y respaldo para el desarrollo de sus nuevos proyectos a quien emprende con fines sociales. Finalmente, se propone un perfil integrado por aspectos de personalidad y axiológicos, académicos y de investigación, que puede constituir un sustento que oriente al desarrollo de programas y planes de estudio en escuelas de nivel superior y universidades públicas.

Análisis y discusión de resultados

Partiendo del objetivo de esta investigación, en esta sección se señalan los elementos esenciales para impulsar y fortalecer la formación profesional para el emprendimiento social en las IES públicas, siendo los principales resultados de esta investigación los siguientes:

Derivado de la revisión de literatura, se presentó la conceptualización de emprendimiento tradicional y social, así como de sus actores y se establecieron las diferencias entre alguien que emprende a nivel tradicional y quien lo hace con fines sociales, las cuales se presentan en la Tabla 2.

Tabla 2
Diferencias entre un(a) emprendedor(a) tradicional y un(a) emprendedor(a) social.

En cuanto al análisis del ecosistema se encontró que éste se caracteriza por su inestabilidad y falta de permanencia en las instituciones destinadas a promover y apoyar proyectos de ES. Muestra también, la necesidad de vinculación entre el sector educativo, dependencias gubernamentales, sector empresarial, profesionistas, habitantes y líderes sociales de comunidades en situación de vulnerabilidad.

Así mismo, se destaca que para lograr consolidar proyectos de emprendimiento social que impacten positivamente a la sociedad, es necesario contar con instituciones financieras que respalden a proyectos que requieren inyección de capital de riesgo.

Otro aspecto que sobresale es la necesidad de que las instituciones educativas establezcan líneas de acción y planes para incorporar en sus programas académicos elementos que promuevan la conciencia y deseo de incursionar en proyectos empresariales de emprendimiento social.

Una necesidad para quienes emprenden proyectos sociales es el apoyo coordinado de los distintos agentes económicos, niveles de gobierno, instituciones educativas, empresarios, asesores y mercados financieros, que les permita impulsar sus proyectos productivos (IME, 2021).

Un ecosistema eficaz requiere más que sólo emprendedores y emprendedoras sociales. Huberts (2015) señala que, para aspirar a un cambio transformador, tanto las grandes corporaciones y los gobiernos, así como quienes emprenden, precisan una forma de pensar que parta de los problemas sociales y construya visiones sustentables para el cambio a largo plazo.

En cuanto a la formación profesional orientada al ES, se requiere un consenso que parta de los rasgos necesarios. Derivado de esta investigación, en las Tabla 3, Tabla 4 y Tabla 5, se propone un perfil, agrupado por aspectos personales, académicos y de investigación, estableciendo estrategias que sirvan como base para definir áreas de formación; contenidos temáticos y aspectos personales a reforzar o estimular, como valores y actitudes y estudios de campo tendientes a concientizar al estudiantado sobre las problemáticas sociales (ALAFEC, 2014; Giraldo y Vara, 2018).

Tabla 3
Perfil personal y estrategias para impulsar el emprendimiento social en la formación profesional.
Tabla 4
Perfil académico y estrategias para impulsar el emprendimiento social en la formación profesional.
Tabla 5
Perfil de investigación y estrategias para impulsar el emprendimiento social en la formación profesional.

Esta investigación arrojó que las personas que deciden emprender se enfrentan a grandes retos y desafíos que se agudizan en los proyectos sociales:

Para Lozano (2017), tres grandes retos son acceder al talento, superar la burocracia excesiva y acceder al escaso capital para iniciar emprendimientos.

Tejada (2018), considera que uno de los elementos más complejos para alguien que quiera incursionar en el emprendimiento social es lograr definir un modelo de negocio que sea viable y demostrable.

Para incrementar el número de emprendedoras y emprendedores sociales en las IES, durante sus estudios, un reto es orientarlos para vencer la resistencia a dejar de ser dependientes laboralmente, así como generar conciencia para despertar vocaciones hacia el emprendimiento social. Para lograr lo anterior, una buena estrategia puede ser incrementar durante la trayectoria académica de los estudiantes el contacto con la realidad social, con lo que se lograría un mayor conocimiento y sensibilización sobre las necesidades y problemáticas que aquejan a la población.

Las IES tienen el desafío de establecer alianzas con instituciones financieras y otras entidades económicas que apoyen con capital de riesgo a quien desea emprender para respaldar su actuar encauzado a solucionar problemas sociales, sin dejar de lado la oportunidad de generar ganancias.

Conclusiones

En México, es necesario y urgente formar en las IES públicas, profesionistas decididos y comprometidos en la atención y resolución de las problemáticas sociales, poseedores de una visión emprendedora y estratégica; conscientes de los beneficios de aprovechamiento del capital humano, los recursos endógenos y de su potencial para satisfacer demandas de la población, lo cual pueda contribuir a consolidar un mayor número de empresas sociales que generen riqueza y permanezcan por largo tiempo en el mercado de manera sostenible. (CONEVAL, 2021; INEGI, 2020)

Es importante resaltar la naturaleza integradora y sistémica que posee el ES, lo que lo constituye como una de las mejores opciones para promover el desarrollo de acciones tendientes al mejoramiento de las condiciones emergentes como disminución de pobreza y generación de empleos (Bornstein, 2005; Huberts, 2015).

Como estrategia, es importante capacitar para el emprendimiento social en la elaboración de planes de negocios y bases para el establecimiento de alianzas estratégicas con el sector empresarial, gubernamental, instituciones financieras y organizaciones no gubernamentales, ya que ello les puede facilitar acceder a financiamiento y asesoría especializada para llevar adelante sus proyectos (Giraldo y Vara, 2018).

Dadas las condiciones actuales, es necesario que las IES asuman el liderazgo nacional en cuanto a la formación profesional de profesionistas competentes y motivados para emprender proyectos sociales, definiendo un perfil, además de promover el establecimiento de nuevos programas y planes de estudios, así como metodología para el desarrollo de proyectos empresariales que consideren aspectos de impacto medioambiental y de sostenibilidad, mediante los cuales se generen apoyos directos a sus proyectos (ALAFEC, 2014).

El ecosistema para el ES requiere estabilidad, así interacción entre el sector público, educativo, financiero, empresarial y social. En el ámbito financiero es apremiante contar con una industria de capital de riesgo que impulse técnica y económicamente sus proyectos.

A falta del INADEM, se requiere crear una institución que retome cabalmente las funciones y programas que dicha institución realizaba.

Otra prioridad es contar con literatura consensuada que permita contar con bases teóricas y metodológicas susceptibles de ser transmitidas a los futuros profesionistas, para que sean capaces de impulsar, de manera firme y consistente, proyectos empresariales de emprendimiento social.

Se debe entender que contar con un proyecto emprendedor innovador no es suficiente para garantizar el éxito; se requiere contar con preparación técnica, administrativa, de análisis de mercado y contar con los medios de financiamiento para operarlo.

Para la empresa social, se vuelve necesario contar con el respaldo de todos los involucrados en el proyecto, pues existen factores de orden cultural, social, demográfico, geográfico, etc. que pueden constituirse como barreras que limiten o condicionen el éxito del mismo (Yunus, 2018).

México requiere urgentemente de la construcción de una cultura propia del ES, con visión de largo plazo y planteamientos estratégicos que garanticen su incorporación y presencia permanente en las prioridades de la agenda nacional. La clave del éxito en los programas de ES radica en la voluntad, el esfuerzo conjunto y el trabajo coordinado de las diversas instancias involucradas.

Recomendaciones

Partiendo del conocimiento de la problemática social vigente en México, así como de la débil estructura que soporta el incipiente accionar en torno al ES, es recomendable que todas las IES del país cuenten con instancias y programas en apoyo al desarrollo del mismo.

Una estrategia para avanzar en la consolidación del ES como opción estratégica para el logro de mejores condiciones sociales en el país, es aprender de las experiencias de los países que han logrado el éxito en cuanto a este tipo de emprendimiento, analizando los aciertos y errores ocurridos en los procesos de planeación y desarrollo de sus programas.

Por último, debe contemplarse como una buena opción el promover el establecimiento de alianzas estratégicas entre instituciones y organizaciones de los distintos sectores, como el educativo y el empresarial, tanto a nivel nacional como internacional, para el apoyo y financiamiento de los proyectos, programas y planes de emprendimiento social en México.

A manera de reflexión:

  1. El emprendimiento social (ES) ya no es una opción, es una necesidad latente para el mundo, porque no sólo se adapta al cambio, lo genera.

  2. El ES, requiere tan sólo de una semilla de inspiración que puede ser plantada por las instituciones de educación superior y alimentada con el conocimiento y esfuerzo entre institución, emprendedor y ecosistema.

  3. Si en el pasado las instituciones de educación superior hubieran apoyado adecuadamente el desarrollo del ES, hoy habría más personas intentando mejorar el contexto global mediante el aporte de soluciones a la problemática social. Aún es tiempo de que estas instituciones se enfoquen en ello.

  4. El apoyar proyectos de ES, no sólo ayuda quien emprende, también contribuye a la hermosa labor de lograr un mundo mejor para todos y brindar a las generaciones futuras la posibilidad de acceder a mejor calidad de vida.

  5. Siempre que se desee, habrá más y mejores formas de emprendimiento social.

  6. El emprendimiento social es una de las formas más trascendentes y efectivas de hacer empatía con los sectores más vulnerables de la sociedad.

  7. No basta hacer emprendimiento social con conocimientos y técnicas, ante todo se requiere hacerlo con vocación y deseo de servicio.

  8. Las posibilidades del emprendimiento social son infinitas y no tienen límites.

  9. Conjuntar el desarrollo humano con el emprendimiento social representa una excelente estrategia para la transformación social deseada.

  10. El emprendimiento social debe entenderse también como una muestra de bondad humana que engrandece a quien lo realiza.

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Fechas de Publicación

  • Fecha del número
    Jul-Dec 2022

Histórico

  • Recibido
    23 Ago 2021
  • Acepto
    31 Oct 2022
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