Resumen
Se presenta en este artículo una reseña del libro Diccionario histórico geográfico de Costa Rica (1904-1923), del autor Félix F. Noriega, elaborada por Saray Córdoba González, Catedrática jubilada de la Universidad de Costa Rica. El documento rescata las principales apreciaciones de parte de la comentarista sobre el aporte del diccionario como una obra de construcción colectiva, que contribuyó -y podría continuar haciéndolo- a la educación costarricense. Sin duda, la misma es parte de la memoria que debemos guardar y fortalecer, porque solo repasándola podremos comprender el presente y no reiterar los errores cometidos en otras épocas.
Palabras clave Diccionario histórico geográfico de Costa Rica (1904-1923); Félix F. Noriega; Obras de referencia; Costa Rica
Abstract
This article presents a review of the book Diccionario histórico geográfico de Costa Rica (1904-1923), by Félix F. Noriega, written by Saray Córdoba González, retired professor of the University of Costa Rica. The document rescues the main appreciations of the commentator on the contribution of the dictionary as a work of collective construction, which contributed -and could continue to do so- to Costa Rican education. Undoubtedly, it is part of the memory that we must keep and strengthen, because only by reviewing it we will be able to understand the present and not repeat the mistakes made in other times.
Keywords Diccionario histórico geográfico de Costa Rica (1904-1923); Félix F. Noriega; Reference Works; Costa Rica
1. Sobre la obra
Esta es una nueva impresión del Diccionario que reúne a las dos ediciones anteriores (1904 y 1923) con algunas variantes, según comentaré seguidamente.
Trataré de ingresar a los rincones de esta obra, que estuvo 98 años guardada en los anaqueles de las bibliotecas -y en buena hora- pero que habría pasado desapercibida si no es por el loable trabajo que ha hecho el profesor Hámer Salazar Rodríguez, para revisarla y actualizarla. Deseo exaltar dos aspectos interesantes, dos rincones del libro y de mi memoria, pues esta es una obra que conocí muy rápida y superficialmente cuando era estudiante de bibliotecología. Mi profesora del curso de Referencia nos la presentó, pero no recuerdo haberla estudiado a profundidad como sí lo hicimos con la Enciclopedia Británica o la Espasa Calpe -para poner dos ejemplos de obras de referencia extranjeras-. El nombre de su autor Félix F. Noriega lo guardé en mi memoria desde entonces, de manera que cuando el Prof. Salazar me lo mencionó yo le dije que sí conocía la obra. Fui arriesgada, pues al tenerla en mis manos y revisarla con detalle, recordaba muy pocas cosas de este libro.
También deseo referirme a la disponibilidad y acceso que esta obra significó para los y las estudiantes de varias generaciones. Es interesante destacar desde las palabras mismas de su autor lo siguiente:
Al darle la publicidad a este Proyecto de nuestra obra (…) nos ponemos en el caso de utilizar el concurso de los hombres de experiencia para ir llenado lagunas, rectificando conceptos y acopiando más datos a medida que se vayan desarrollando los estudios de todo género, que implican el perfecto conocimiento del país, hasta formar, para ediciones sucesivas una fuente segura y amplia de información, además de cómoda ''(Noriega, 1904, p. 3)
Esta concepción de una obra de construcción colectiva y continua; esto es, con el aporte de muchas personas que vayan mejorando y aumentando su acervo, es una fotografía clara del carácter social y acumulativo del conocimiento, del conocimiento como bien común, como construcción social que aparentemente, Noriega lo tenía muy claro. Es muy curioso -y por eso lo destaco- pues en la coyuntura actual, discutimos arduamente que el conocimiento debe ser de acceso abierto para que se pueda reproducir más fácilmente. En 1904 esa condición no se cuestionaba; al contrario, se resaltaba la importancia del aporte colectivo y las vías para compartirlo.
Su amigo César Nieto, quien le escribe una carta al recibir el libro en 1904 y que aparece como prólogo a la segunda edición de 1923, también resalta esa característica generosa de la obra: ''. porque otra manera fuera negligencia y pecado de avaricia guardar los conocimientos e sabidurías sin hacer dellas gracia e regalo para bien de los pobres de cacumen''. (Idem, p. 8)
Se hace evidente en esas palabras que el conocimiento era considerado un bien común, había que compartirlo para contribuir a la educación y con esta, al desarrollo intelectual de la población costarricense. Esa tarea es la que muchas personas nos hemos propuesto impulsar desde hace 15 años, cuando nos dimos cuenta que el conocimiento se había vuelto una mercancía y en consecuencia, se excluían a las personas del justo acceso que deberían tener para estudiar y aprender. Eso es lo que denominamos Iniciativa de Acceso Abierto, que celebró su XX cumpleaños en febrero de 2022 (BOAI 20 https://www.budapestopenaccessinitiative.org/boai20/boai20-spanish-translation/). De ahí nació la iniciativa de crear repositorios -como el Kímuk (https://kimuk.conare.ac.cr/">https://kimuk.conare.ac.cr/) que tiene carácter nacional- y los portales de revistas, como el de la UCR (https://revistas.ucr.ac.cr/) y tantos otros.
Con respecto a su autor -Félix F. Noriega- este fue un educador que vino a Costa Rica en 1890 procedente de Colombia, en un momento en que muchos otros extranjeros también vinieron a apoyar el trabajo que se hacía con la reforma a la educación, iniciada en 1885 e implementada en los años siguientes. Monge Alfaro y Rivas Ríos (1980) afirman que Mauro Fernández -como ministro de educación del gobierno de Bernardo Soto- trató de organizar la educación, darle un marco filosófico y no simplemente abrir escuelas de forma espontánea como se venía haciendo. Priorizó en la educación primaria e impulsó su política en torno a ''una idea que daba respuesta a la sociedad rural, donde predominaba la mentalidad campesina ''(p. 32). Por ello, esta oleada cultural y política desemboca en la reforma a la educación primaria en 1908, ''a fin de conectarla con el desenvolvimiento del cuerpo social costarricense ''(Idem, p. 42). Los resultados de la reforma educativa más los aportes de los liberales que se dieron más adelante, produjeron avances notables, como los que destacan Molina y Palmer (2017, p. 87) al señalar, por ejemplo, que en 1930, ''una mayoría de los 500.000 costarricenses sabía leer y escribir, aceptaba los valores y los símbolos del nacionalismo y participaba en las campañas electorales''.
Sin lugar a dudas, esta obra fue partícipe de este objetivo. La Cartera de Instrucción Pública la recomienda como obra de consulta en escuelas y colegios en 1904 (Diccionario, p. 449). Y más concretamente, de su intervención transcrita en la biografía del autor (Idem, p. 13), se vislumbra el interés de Noriega por el tipo de ciudadano que se formaría en esa época: un campesino que necesitaba conocimientos prácticos, dirigidos a la agricultura o ''para luchar por la existencia''. Con ese objetivo se introduce el Diccionario para aportar una herramienta que ofrezca conocimiento básico a los estudiantes y al ciudadano común. La geografía e historia nacionales eran necesarias para aceptar los valores del ser costarricense y complementar los conocimientos prácticos a los que Noriega hace referencia. Era la forma en que la educación podía ubicar al estudiante para que conociera mejor a su patria. Por ejemplo, la entrada (o como el Diccionario la denomina, acepción) para la historia de Costa Rica (p. 116 y siguientes) es amplia en detalles nacionalistas y calificativos a los personajes que a veces rayan en la exageración. No obstante, no encontré ninguna referencia al cierre de la Universidad Santo Tomás, un hito importante ejecutado el 20 de agosto de 1888, que evitó la posibilidad de formar más docentes en el país hasta que fuera fundada la Escuela Normal o se inaugurara en 1941 la Universidad de Costa Rica.
A la par de estas acciones preocupadas por el desarrollo nacional, aparecen muchos intelectuales y sus publicaciones, como el Diccionario, que iban a apoyar los cambios que se estaban dando. Así, no es casual la publicación de varias obras que hicieron efervescencia en el conocimiento del país. Aparecen en esa época y se alimentan entre sí, el ''Diccionario de costarriqueñismos''(2) de Carlos Gagini en 1918 y 1919, el libro de Henri Pittier ''Plantas usuales de Costa Rica ''en 1908 o los artículos publicados en la revista Páginas Ilustradas, donde también se generaba un hervidero en la actividad de los principales intelectuales de la época.
Por otro lado, esta reforma y el Diccionario como herramienta, coinciden con otras políticas que buscaron impulsar el desarrollo costarricense, pero también fueron las que provocaron la confrontación social y la organización paulatina de la población. La creación de varias instituciones emblemáticas como el Teatro Nacional, el Museo Nacional, la Biblioteca Nacional y el Archivo Nacional anteceden en 1890 al fuerte impulso al desarrollo que los liberales logran consolidar posteriormente. La exportación de café que dio inicio en 1870, la construcción del ferrocarril al Atlántico (1884), el inicio del enclave bananero (1899) también fueron parte de esa expansión y además, vinieron a cambiar el modelo productivo agrícola. Lo cierto es que estos hechos fueron aumentando la riqueza -aunque no su equitativa distribución- y el Diccionario lo expresa en su texto como ''fuentes de progreso y florecimiento''. Ejemplos de esta visión, son las entradas de Limón (p. 244), Matina (p. 255), Pejibaye (p. 291) o Talamanca (p. 396). Molina y Palmer (2017, p. 86) afirman que el período entre 1890-1930 -coincidente con las dos ediciones de este Diccionario- es un momento en el que se fue formando una base sólida para la invención de la nación en Costa Rica.
Esta es una obra para conocer Costa Rica a fondo. No solo fue actualizada, también fue enriquecida, pues se agregaron datos que no contenía originalmente -como las dos listas de gobernadores, jefes de estado y presidentes posteriores a 1903 (p. 433); los nombres científicos de diferentes especies animales y vegetales, o los nombres de lugares que han cambiado o han aparecido nuevos-. Aquí es posible conocer la transformación de un sitio que antes era tan solo un poblado o una villa, pero que hoy es un cantón o una provincia. Por ejemplo, Limón fue la 7ª. provincia establecida en 1902 y por lo tanto aparece denominada como ''comarca ''en la edición de 1904 pero en la edición de 1923 ya es denominada provincia. Guanacaste era la 5ª y última provincia en 1904 (p. 213) pero en 1923 aparece como una de las siete provincias. En cuanto a las vías de comunicación (p. 162) la aclaración que se hace en la ''Nota del compilador ''justifica los cambios radicales llevados a cabo con la introducción de vehículos de combustión interna, la telefonía y el tren al Pacífico. O la información que aporta acerca del Ejército/Fuerza Pública (p. 169) que existía en 1923 pero que fue abolido en 1949.
De la misma forma, la obra nos permite observar el aumento de la población entre una edición y otra o transportarnos en una máquina del tiempo, para observar por un hueco de su cerradura, a la comarca de Limón con un ''clima malsano'', a la isla Uvita donde existió un hospital de cuarentena (p. 245), al volcán Turrialba ''que se cree extinguido ''(p. 415), a Grecia que produce el más afamado almidón de yuca del país, o cuando ''al sur de San Ramón ''ubicaba el cerro El Tremedal, como el mejor lugar de recreo de los ramonenses (p. 362).
Noriega con su obra y la compilación hecha por el Prof. Salazar hoy, nos permiten comparar la geografía nacional con la actual. Por ello, imagino que si estuviera acompañada de mapas -histórico-geográficos- sería mucho más rica en tanto que permitiría mostrar la evolución de los diferentes sitios costarricenses. No obstante, también la obra nos facilita obtener una visión de lo social y político, pues podemos comprobar que la situación que describe sobre Talamanca no ha cambiado hoy. Textualmente, al respecto expone que:
Después del abandono que se hiciera del lugar (Talamanca), los pobres indios, dueños y señores de las tierras de sus mayores, han sido cruelmente despojados de sus cultivos por mulatos y cholos de la hez (3)social de los países vecinos, con engaños y promesas de asociaciones agrícolas para grandes cultivos de banano en los pobres indios han salido perdidosos; y, para salvar la vida, perdida la honra de sus mujeres, se han refugiado en las selvas vecinas, dejando la tierra y los cultivos en poder de sus victimarios, que hoy se hacen pasar por nativos de Talamanca y, vendiendo bien lo que nada les ha costado, a la compañía bananera, que actualmente extiende sus cultivos en toda la región. (p. 395)
Esta descripción, o denuncia si se quiere, podría ser copiada y transcrita hoy sin que se note la diferencia en el tiempo. Esto también nos debe llamar la atención para tomar conciencia de lo que está sucediendo en los territorios indígenas, ya no solo con los grandes cultivos de banano, sino con las tierras originarias que han sido robadas para fines similares.
Para terminar, deseo invitarles a adquirir esta obra y utilizarla como referencia para estudiar los cambios ocurridos por el territorio costarricense. Esta es parte de la memoria que debemos guardar y fortalecer, porque solo repasándola podremos comprender el presente y no reiterar los errores cometidos en otras épocas. El Prof. Salazar expone en el prólogo que hace cien años don Julio Acosta García, en su calidad de presidente constitucional, comenzó a erosionar el presupuesto de las milicias; en ese entonces teníamos un ejército y veinte años después fue abolido. Se podría pensar que de igual forma hoy se intenta desgastar las instituciones públicas, sobre todo aquellas que producen riqueza al Estado costarricense, con el propósito de provocar su desaparición originada en los intereses espurios de quienes no creen en el bien común.
El Diccionario debe ser ampliamente conocido en las escuelas universitarias de bibliotecología desde sus variadas dimensiones: como obra histórico-geográfica, como fuente para el estudio de la geografía costarricense o tan solo para repasar el devenir de nuestra historia. Para ello deberíamos seguir la enseñanza que nos deja su autor: que esté libremente disponible y para ello está la Biblioteca Digital del SINABI, donde solo encontré la ficha del catálogo para la edición de 1923, pero no su texto completo como tantas otras obras que tiene la Biblioteca. Solo de esa manera se logrará un mayor uso para aprovechar su contenido y quizá, la producción de una nueva edición actualizada como don Félix lo deseaba.
Muchas gracias.
1. Referencias:
- Gagini, C. (1919). Diccionario de costarriqueñismos 2ª. ed. Imprenta Nacional.
- Molina, I. y Palmer, S. (2017). Historia de Costa Rica 3ª. Ed. Ed. UCR.
- Monge Alfaro, C. y Rivas Ríos, F. (1980). La Educación: fragua de nuestra democracia Ed. UCR.
- Noriega, F. F. (2022). Diccionario histórico geográfico de Costa Rica (1904-1923) (2ª ed.). H. Salazar Rodríguez (Comp.). HC Editores.
Fechas de Publicación
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Fecha del número
Jan-Jun 2023
Histórico
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Recibido
30 Set 2022 -
Acepto
04 Oct 2022