Resumen
Aunque todo ciudadano costarricense cree tener una idea exacta de cómo era don Juanito Mora, Libertador y Héroe Nacional, la revisión cuidadosa de todas las imágenes suyas -pinturas, bustos y estatuas- revela que ha habido distorsiones a lo largo del tiempo que han alterado algunos rasgos de su fisonomía. En el presente trabajo se hace un análisis de esas imágenes, para concluir que, en realidad, la pintura que sirvió como modelo para todas ellas se basó en una fotografía cuyo origen se desconocía. Dicha foto permanece hoy en el archivo personal del capitán naviero John M. Dow, depositado en la biblioteca de la Universidad de Cornell, en Nueva York. Ahora se sabe que fue tomada pocos meses después de su derrocamiento como presidente de Costa Rica, en enero de 1860, en el estudio fotográfico de Florence Charles Herbruger, en la ciudad de Panamá.
Palabras clave: Juan Rafael Mora; Costa Rica; John M.Dow; vapor Guatemala; Florence Charles Herbruger
Abstract
Even though every Costa Rican citizen believes that he or she has an exact idea of what Mr. Juanito Mora, liberator and national hero, looked like, a careful review of all the images depicting him-paintings, busts and statues-reveals that there have been distortions over time, thus altering some of his physiognomic aspects. This paper summarizes an analysis of these images and concludes that, in fact, the painting that served as a model for all of them was based on a photograph of unknown origin. This picture belongs to the personal archives of naval captain John M. Dow, stored in the University of Cornell library, in New York. Recently, it was found that this photograph was taken in Florence Charles Herbruger’s studio in Panama, in January 1860, a few months after Mora was overthrown as president of Costa Rica.
Key words: Juan Rafael Mora; Costa Rica; John M. Dow; Guatemala steamboat; Florence Charles Herbruger
Introducción
Nacido en San José el 8 de febrero de 1814, de cafetalero, comerciante y presidente de la República por un decenio, Juan Rafael Mora Porras escaló en la historia por méritos propios hasta convertirse en héroe nacional. Llamado don Juanito por el pueblo, este hombre de menuda complexión tuvo la perspicacia y el tino de avizorar el grave peligro que representaban para Costa Rica y Centro América las siniestras intenciones del ejército filibustero comandado por William Walker, financiado por los racistas y esclavistas Estados Confederados, así como de ir a enfrentarlo en Guanacaste y Nicaragua, a partir de marzo de 1856. Después de un año de fieros combates del Ejército Expedicionario, los cuales se extendieron a lo largo de la ribera del río San Juan, se derrotó y expulsó al invasor el 1° de mayo de 1857, gracias a la alianza con algunos ejércitos centroamericanos. De esta forma culminó la célebre Campaña Nacional.
Esto justifica que en años recientes se declarara a don Juanito, de manera formal y oficial, Libertador y Héroe Nacional, aunque estos títulos los había ganado con creces hace siglo y medio, y así lo reconocieron desde entonces los pueblos centroamericanos. Sin embargo, fueron insuficientes para evitar que en 1859 sus enemigos políticos internos lo derrocaran y lo enviaran al exilio o que fuera fusilado en 1860, cuando trató de retomar el poder.
Sus enemigos pensaban que de esta manera acabarían con él. Pero lo que las balas hicieron fue, más bien, eternizarlo en la memoria de su pueblo. Genuino prócer latinoamericano, no bastaron la historia oficial (Anónimo 1861) ni tampoco el silencio impuesto por el gobierno de la así llamada “Nueva Era” para eclipsar una figura de tan portentosos relieves.
Por fortuna, con el paso del tiempo algunos patriotas rescataron y difundieron su fecundo legado, el cual fue complementado con su imagen, que muchos años después empezó a hacerse común en periódicos, revistas, libros escolares, billetes, estampillas, en varios bustos y hasta en una hermosa estatua que ocupa un céntrico lugar de la capital de Costa Rica.
Emerge la duda
Como casi todo costarricense, el autor de este artículo creía tener una idea clara y definida de cómo era el rostro de don Juanito, hasta que se topó con una perturbadora carta enviada hace 90 años al diario La Nueva Prensa (10 de noviembre de1928, p. 4). Dicha carta estaba suscrita por Manuel Jiménez Mora, nieto del héroe. Nacido en 1871 y fallecido en 1935, su nombre completo era Manuel Francisco Eliseo Jiménez Mora y era hijo de Eliseo Jiménez Fernández y Elena Mora Aguilar, quienes tuvieron seis hijos. En su carta, él protestaba porque, según lo informara la víspera el diario La Tribuna, se planeaba colocar en el despacho del secretario de Relaciones Exteriores un retrato pintado por un hondureño de apellido Figueroa. En realidad, su autor se llamaba Carlos Zúñiga Figueroa, quien fungió como diplomático en Costa Rica y había donado el cuadro al gobierno dos años antes, en setiembre de 1926 (Idem, 9 de noviembre de 1928,p. 4).
En aquella ocasión, la prensa costarricense transcribió sendos artículos de los diarios El Cronista y Reconciliación, publicados el mes previo en Honduras, en los que se aportaban datos acerca del significado, la génesis y las características de dicho cuadro (La Nueva Prensa, 14 de setiembre de 1926,p. 2 y La Tribuna, 14 de setiembre de 1926, p. 3).Terminada la obra en 20 días de labor, en el primer artículo se indicaba que “de un pequeño busto fue copiada la cabeza” y que “los (demás) detalles físicos se los suministró a don Carlos el actual Ministro de Relaciones Exteriores, quien es pariente de Mora, y están de conformidad”. El citado busto debe corresponder al esculpido por el cartaginés Juan Ramón Bonilla en 1912 -al que se aludirá después-, el cual está sobre un pedestal en la tumba de don Juanito. Cabe acotar que el funcionario mencionado era Ricardo Castro Beeche, bisnieto de Mercedes Mora Porras, hermana de don Juanito.
Según la descripción de la prensa, en el óleo de casi 2 m de alto y 1,60 de ancho, se observa a don Juanito con una gran pluma de ave en mano, estampando su firma en un papel al lado de un mapa de Centro América que está desplegado sobre una mesa (figura 1). Cabe destacar que corresponde a la lámina XIII del libro clásico de Obregón (1991) acerca de la Campaña Nacional. Hoy esta pintura está en el salón de actos de la Escuela Juan Rafael Mora. Aunque fue dibujada en colores, predominan los tonos oscuros, lo que complica su reproducción fotográfica.
Carlos Zúñiga Figueroa
Ahora bien, para retornar a la queja de Jiménez, de manera tajante indicaba que ese retrato no tenía ningún parecido con su abuelo y aprovechaba para transcribir un antigua aclaración suya intitulada Por la verdad, que publicara en el diario Correo Nacional, cuya fecha no cita. Ahí señala: “estamos autorizados para asegurar que el único retrato que existe de este prócer fue hecho por el artista francés monsieur Aquiles Bigot poco tiempo después de su muerte. Este artista lo hizo de memoria, por haberlo conocido personalmente. Dicho retrato lo conserva su hija doña Juanita Mora viuda de Loría. Actualmente don Tomás Povedano saca una copia por encargo del Ministerio de Relaciones (Exteriores)”.
Por cierto, Juanita -cuyo nombre era Juana Rafaela, en honor a su padre- fue engendrada durante el exilio de su familia en El Salvador e hija póstuma.
Ella fue la esposa del abogado alajuelense Pedro Loría Iglesias (1857-1917) tuvo la iniciativa de mantener dos álbumes de fotos personales, así como recortes de periódicos relacionados con el héroe y su familia. Conservados por sus descendientes, hace pocos años fueron escaneados y compilados en un disco compacto (Loría, 2006) por parte del Museo Histórico Cultural Juan Santamaría (MHCJS).
Al parecer, la queja de Jiménez por la cuestión del retrato no pasó a más. Sin embargo, pocos meses después, cuando se develó la estatua de don Juanito en la capital, el diario La Tribuna decidió publicar una imagen suya, en blanco y negro y papel satinado (figura 2A). Ocupaba un cuarto de página y era desprendible, para colección (La Tribuna, 1°de mayo de 1929, p. 1). Aunque apareció en la segunda sección del diario, en la primera sección se le anunciaba en un recuadro intitulado La mejor fotografía que se conoce del presidente Mora y se aclaraba que “es una reproducción fiel de un cuadro al óleo que conserva la familia del prócer”. Quien comunicó esto posiblemente fue el propio Jiménez. En efecto, la citada imagen (figura 2B) está en la casa de Marysia Pinto Echeverría viuda de Pacheco, tataranieta de don Juanito.
Es evidente que, sin quererlo, el pintor Zúñiga alteró algunos rasgos del rostro de don Juanito. Sin embargo, algo muy interesante es la alusión de Bigot, quien residió en Costa Rica entre 1862 y1884, de modo que no pudo conocer en persona a su retratado, pues este falleció en 1860; en eso se equivocó Jiménez. No obstante, lo más lamentable es que no solo Zúñiga incurrió en errores. Por ejemplo, el pintor español Tomás Povedano de Arcos (1847-1943) hizo una réplica de la pintura de Bigot, en el que respetó su pose, pero le agregó elementos distintos en su entorno inmediato (figura 3). Dicha pintura se conserva hoy en una sala del MHCJS. Cabe destacar que una inspección minuciosa del rostro de don Juanito revela que no es exactamente idéntico al que aparece en el óleo de Bigot.
En otras palabras, el rostro y hasta el cuerpo de don Juanito empezaron a distorsionarse conforme artistas sucesivos se empeñaron en representarlos y, peor aún, dos de esas imágenes se han convertido en oficiales.
La primera de ellas es otro óleo de Bigot (fgura4A), que corresponde nada menos que al retrato bellamente enmarcado y colocado en la galería de los gobernantes costarricenses, en las paredes del Salón de Expresidentes de la República, en el edificio de la Asamblea Legislativa. Si es qued e veras Bigot pintó ese cuadro, es extraño que difiera en varios rasgos con respecto al que trazara originalmente, como sucede con la cara alargada, así como la forma de los labios, la expresión de la mirada y las cejas de don Juanito.
La segunda imagen es su estatua (figura 4B), que forma parte del monumento escultórico ubicado en la Plaza Juan Rafael Mora, entre los edificios de Correos y Telégrafos y el Club Unión. El conjunto fue elaborado por el gran escultor italiano Pietro Piraino (1878-1950), quien no residió en Costa Rica, por lo que obviamente la persona que lo contrató debió darle imágenes de apoyo para su obra. Sin embargo, pareciera que no recibió la información completa o que se tomó ciertas licencias artísticas, al punto de que la obra -aunque hermosa- representa de manera deficiente al prócer. En realidad, el rostro no es el de don Juanito, como se capta en la forma angulosa o cuadrada de su cara, su nariz recta -no aguileña- y su profusa melena. Asimismo, en la estatua se nota más alto y grueso de lo que era.
Por fortuna, se cuenta con testimonios acerca de su rostro y su estatura por parte de tres personas que lo conocieron. Por ejemplo, al topárselo en la gallera de la capital, el viajero alemán Wilhelm Marr lo describió como “un señor de pequeña estatura y cara llena y astuta” (Marr, 2002), lo cual coincide con los juicios del diplomático francés Félix Belly, quien acotó que “era de pequeña estatura, de cara llena, fresca y agradable; tenía un aire muy suave y casi tímido” (Belly, 2002). Además, su sobrino Manuel Argüello Mora, abogado y escritor, detallaría que “era uno de los hombres más hermosos de su tiempo, de pequeña estatura pero perfectamente proporcionada, de barba tupida, negra y sedosa, de ojos pardos sombreados por largas y crespas pestañas. Su mirada era irresistible por lo que tenía de penetrante y de atrayente” (Argüello, 2007). Es evidente que estas descripciones se alejan mucho del personaje esculpido por Piraino.
¿Hubo fotos de don Juanito?
Toda la situación descrita conduce a la pregunta elemental de cómo era realmente don Juanito. Si el primero en pintarlo fue Bigot, pero no lo conoció, podría haber reconstruido su aspecto de manera aproximada gracias a testimonios orales, como se hace hoy con los llamados “retratos hablados”. Sin embargo, no había necesidad de recurrir a esta opción, pues se contaba con al menos dos fotografías de don Juanito. Lo que se ignora es quién y cuándo las tomó, aunque es de suponer que lo hicieron William C. Buchanan o Thomas C. Rhodes, estadounidenses que estuvieron en Costa Rica de manera discontinua, el primero en 1853 y 1857, y el segundo en 1855 y 1859. De hecho, ellos fotografiaron a varios prominentes personajes de la época y con mayor razón lo habrían hecho con el presidente de la República.
Óleo de don Juanito, por Aquiles Bigot (A) y detalle de su rostro en la estatua ofcial suya (B)
Una de las fotografías existentes (figura 5A) se ha conservado en un bello relicario que solía usar su esposa Inés Aguilar Cueto, en cuya otra cara había una fotografía del también heroico general salvadoreño José María Cañas Escamilla, incondicional amigo y cuñado de don Juanito, pues estaba casado con su hermana Guadalupe. Se distinguió como gran conductor en la Campaña Nacional contra los filibusteros y moriría fusilado dos días después de él. Dicho relicario lo usaba de manera ocasional la señora Nora Echeverría Loría viuda de van der Laat -bisnieta del prócer-, quien permitió fotografiarlo. La otra fotografía disponible aparecía en los primeros billetes que hubo en el país, emitidos por el Banco Nacional de Costa Rica (figura 5B). Fundado en 1858, dicho banco fue una iniciativa público-privada, en la que figuró como socio el empresario argentino Crisanto Medina. Al comparar ambas imágenes, hay gran similitud, pero el cuello de la camisa es diferente. Asimismo, en ambas el grano o textura es un poco grueso, por lo que existe la idea de que podría tratarse de grabados y no de fotografías.
Ahora bien, aunque ninguna de estas fotos aparece en la minuciosa compilación de Loría (2006), hay tres imágenes más que son abundantes y recurrentes en los recortes de prensa y documentos relativos a conmemoraciones (figuras 6A-C), al punto de que en los citados álbumes aparecen en 23, 12 y10 ocasiones, respectivamente. También hay seis imágenes de las mencionadas. Esto hace suponer que provenían de fotos tomadas a don Juanito, aunque no se cuenta con información acerca de su origen. Se descarta que fueran pinturas o retratos en plumilla, si lo manifestado por su descendiente Jiménez fuera verídico, como pareciera serlo.
Fotografías de don Juanito en el relicario de su esposa Inés (A) y en un billete de 1858 (B)
De estas tres imágenes, la primera es totalmente veraz, como se verá posteriormente. En tanto, la segunda no parece serlo, debido a varios rasgos algo extraños, incluyendo su aparente estrabismo. En el caso de la tercera, que incluso apareció en un billete de ¢100 emitido en el decenio de 1960, más bien parece un dibujo. Asimismo, además de algunos rasgos algo alterados, la posición de su rostro está invertida, a juzgar por el sitio en que se hacía la carrera en su corte de cabello.
Conviene destacar que en años recientes han proliferado nuevos dibujos y pinturas de don Juanito -de los que el autor tiene 12 en su colección personal-. En algunos de ellos se entiende que sus autores hayan recurrido a la llamada licencia artística para enfatizar o alterar ciertos rasgos de él. Eso es totalmente legítimo en el campo artístico, pero en el plano histórico su utilización constante podría dar origen a tergiversaciones acerca del aspecto real del personaje.
Algo similar ocurre con los bustos del héroe, delos cuales hay cuatro, con diferencias perceptibles entre sí. En orden cronológico, corresponden a los esculpidos por Juan Ramón Bonilla Aguilar (1912), Juan Rafael Chacón Solares (1918), el brasileño Horacio Peçanha (1944) y Luis Umaña Ruiz (1954), ubicados respectivamente en el edificio de la Organización de Estados Americanos(OEA) (Washington D.C.), el Parque Mora y Cañas(Puntarenas), el Palacio de Itamaraty (Río de Janeiro)y la Avenida de las Américas (Guadalajara). El de Bonilla es el mismo que desde 1914 adorna su tumba en el Cementerio General de la capital.
El hallazgo de una foto veraz
Hace diez años, inmerso en la vida y obra del enigmático naturalista A.R. Endrés, quien residió en Costa Rica entre 1867 y 1874, el arquitecto y orquideólogo Carlos Ossenbach Sauter solicitó la colaboración del autor de este artículo para tratar de esclarecer varias cuestiones clave. Tras una intensa búsqueda en el Archivo Nacional y la hemeroteca de la Biblioteca Nacional, fue muy poco lo que se pudo indagar, aunque se averiguó que su nombre era Agustín o Auguste y que era alsaciano.
Asimismo, más bien como una curiosidad, se fotografió un recuadro que solía aparecer en el diario oficial con el nombre Movimiento marítimo. En él se consignaba que -procedente de Panamá, a las siete de la noche del 14 de abril de 1872- había fondeado en Puntarenas el vapor estadounidense Honduras, al mando del capitán John M. (Melmoth) Dow, con once pasajeros, entre quienes venía A.R. Endrés (Gaceta Oficial, Nº 16, 20 de abril de 1872,p. 2). El capitán Dow no era una figura ajena al mundo de la orquideología, pues se caracterizaba por ser un naturalista por afición, así como cercano amigo del inglés George Ure Skinner, comerciante, diplomático y coleccionista de orquídeas, residente en Guatemala por muchos años. Cabe acotar que-en honor suyo- el taxónomo James Bateman bautizó con su apellido la famosa y muy hermosa guaria Turrialba (Cattleya dowiana).
Esto hizo a Ossenbach suponer que entre Dowy Endrés podría haberse dado una relación más cercana, por lo que empezó a indagar acerca de Dow. Para fortuna suya, halló que en la biblioteca dela Universidad de Cornell (Nueva York) se conservan sus archivos, en los que hay abundantes cartas, fotografías, mapas, ocho diarios y dos cuadernos con anotaciones personales y geográficas (JohnMelmoth Dow Papers, Nº 2765, Division of Rareand Manuscript Collections). Ahí encontró bastante correspondencia entre ambos, la cual data de 1867 y 1874, gracias a lo cual pudo reconstruir numerosos aspectos biográficos de Endrés que permitieron escribir un voluminoso libro de dos tomos sobre él (Ossenbach et al., 2013).
Sin embargo, en el proceso de lectura de la correspondencia que permitiera esclarecer la relación entre Dow y su biografiado, él halló varias cartas en las que el marinero aludía a don Juanito Mora, así como una fotografía de este, enmarcada en cartón suave, en la que de puño y letra suyos Dow escribió: “Ex Pres. Mora of Costa Rica” (figura7). Sabedor del interés de quien escribe por la Campaña Nacional, Ossenbach obsequió una copia digital de la foto, así como esas cartas, gracias a las cuales se pudo reconstruir la relación entre ellos, ya que fue en el vapor Guatemala y al mando de Dow que don Juanito partió hacia el exilio. Además, después viajó en dicho vapor varias veces (Hilje, 2010).
Para concluir esta sección, es oportuno referirse ala vida personal de Dow. Nacido en Nueva York el2 de junio de 1827, estaba casado con Elizabeth Allen, a quien visitaba cada dos años y con la que procreó tres hijos. Después de trabajar en un barco ballenero en el que visitó China y Japón, se estableció en Panamá como empleado de la Compañía del Ferrocarril de Panamá. Inicialmente fungió como segundo oficial del vapor Fremont y después como capitán del Constitution, que efectuaban viajes entre Aspinwall (Colón) en Panamá y Nueva York.
Cuando se construyó el ferrocarril que conectaba Colón con la ciudad de Panamá, en 1855, la citada empresa vislumbró que sería oportuno establecer un servicio de vapores en el océano Pacífico para facilitar el contacto entre los países centroamericanos, desde Panamá hasta San José de Guatemala.
Fue así como se creó la empresa Pacific SteamshipMail Company (llamada Mala del Pacífico), la cual inauguró actividades el 7 de enero de 1856 con el recorrido del vapor Columbus que al mando de Dow ancló en Puntarenas. Se supone que fue en esa ocasión que Dow conoció a don Juanito y además le regaló un catalejo, el cual pocos meses después utilizaría en las faenas bélicas de la Campaña Nacional (Hilje, 2010). Para entonces, Dow tenía apenas 28 años de edad. Hombre distinguido y elegante (figura 8), así como con gran don de gentes, permanecería 40 años recorriendo la costa centroamericana, lo que le permitió rozarse con prominentes políticos y empresarios de la región.
Tras la pista de la misteriosa foto
Para retomar la cuestión de la foto de don Juanito que estaba en manos de Dow, la verdad es que cuando llegó a manos del autor, no se reparó en su importancia, pues -como ya se indicó- no era nueva, sino una -e incluso la más abundante- delas que aparecen en la compilación de Loría (2006).Sin embargo, fue unos dos años después que, al encontrar la carta de Jiménez referida al rostro de su ancestro, se cayó en cuenta del inmenso valor de dicha imagen, ya que es la única fotografía de alta calidad y absolutamente confiable del aspecto del prócer. Se dejó constancia de ello en un artículo periodístico intitulado ¿Cómo era don Juanito Mora? (Diario digital Nuestro País, 7 de junio de 2010).Nótese la total congruencia de su semblante con la descripción de Manuel Argüello, transcrita páginas atrás.
Ahora bien, subsistía la interrogante de quién, cuándo y dónde se tomó esa foto. La única pista era una firma en el ángulo inferior derecho de la imagen, en la que pareciera leerse “F. Schuller”, más los cuatro dígitos de una fecha que empezaba por “18”. Sin embargo, era muy borrosa, imposible de descifrar con varias ayudas. En todo caso, como en Costa Rica no hubo ningún fotógrafo con ese apellido alemán, era de suponer que fue tomada en el extranjero, tal vez en Chile, adonde don Juanito viajó varias veces por razones comerciales.
En medio de la frustración, el asunto quedó ahí, con poca o ninguna fe de que el acertijo se pudiera resolver alguna vez.
Debieron trascurrir cinco años para que retomarla cuestión. En efecto, fue a raíz de la escritura de un artículo sobre los tiempos finales de don Juanito (Hilje, 2015), que se intentó conseguir una imagen del vapor Columbus, en el cual él retornó al país a mediados de setiembre de 1860 para encontrar la muerte poco después.
Por tanto, se recurrió a la Universidad de Cornell, donde dijeron que en los archivos de Dow no había ninguna imagen del vapor. Fue entonces que -para aprovechar el contacto hecho y la rápida contestación recibida- se preguntó si no había alguna otra información asociada con la foto de don Juanito. La respuesta también fue negativa. No obstante, surgió la idea de que en el reverso de la foto podría haber algún dato y al solicitarles que lo revisaran, comunicaron que ahí estaba estampada la leyenda “F.C. Herbruger i Cia., Retratistas, Panama”.
A partir de entonces, la búsqueda en Internet resultó fructífera, pues fue posible hallar un artículo sobre el fotógrafo alemán Emil Herbruger Wheling, quien se estableció en Panamá en 1860, tras residir en Estados Unidos, Cuba, México y Colombia (Garzón,2003). Estaba casado con su paisana Wihelmina Brietbroke. Para entonces, su hijo Florence Charles Herbruger Rietbrock (figura 9), nacido en Kentucky, frisaba los 24 años y abrió su propio estudio fotográfico con el nombre ya mencionado. Por cierto, su hermano Emilio, residente en Panamá primero, después instalaría en Guatemala el estudio Fotografía Central.
No obstante, emergió una nueva pregunta: ¿por qué don Juanito se tomó la foto en Panamá? Para responder a esta incógnita, es indispensable conocerlo ocurrido tras su derrocamiento. Por fortuna, además de la abundante información aportada por Argüello (2007) y Meléndez (1968) sobre esa época, la propia correspondencia de Dow (Hilje, 2010) es muy útil para desentrañar y reconstruir lo acontecido a partir de entonces. Esa información aparece analizada en detalle y sintetizada en Hilje (2015).
De manera resumida, apenas cinco días después del golpe de Estado ocurrido el 14 de agosto de 1859, don Juanito fue forzado a tomar el vapor Guatemala al mando de Dow, el cual pasaba por Puntarenas en esos días, en su viaje inaugural por la costa centroamericana. Como compañeros de exilio, lo secundaban sus más cercanos colaboradores: el jefe militar José Joaquín Mora, su cuñado José María Cañas y su sobrino Manuel Argüello Mora. Los dos últimos descendieron en Corinto, Nicaragua, de modo que don Juanito llegó solo con su hermano José Joaquín al puerto de La Libertad, en El Salvador. Sin embargo, en vez de bajar ahí, ambos continuaron hacia San José de Guatemala y después retornaron. Fue entonces cuando fueron recibidos por el presidente Gerardo Barrios Espinoza, quien le rindió un solemne homenaje de bienvenida en la cubierta del barco.
No obstante, solo su hermano descendió en La Libertad, porque don Juanito tenía otros planes. Ya había pactado un viaje de descanso en Estados Unidos junto con su sobrino, quien abordó de nuevo el Guatemala en Corinto, así como con su amigo Crisanto Medina -empresario argentino que había sido socio del Banco Nacional de Costa Rica-y el hijo de este, los cuales subieron en Puntarenas.
En Panamá tomaron el tren hasta Colón, donde abordaron el vapor Ocean Queen, que ancló en Nueva York el 14 de setiembre. Instalados en Saint Nicholas Hotel, en la famosa avenida Broadway, casi a diario eran visitados por diplomáticos y periodistas. Asimismo, poco después don Juanito recibió un telegrama del presidente James Buchanan, invitándolo a la Casa Blanca, lo cual se concretaría tiempo después. Según Argüello (2007), el esclavista Buchanan le ofreció todo el apoyo político y financiero para que unificara Centro América, lo cual don Juanito rechazó.
Es oportuno hacer una digresión para destacar que durante su estadía allá apareció un grabado suyo (figura 10) en un prestigioso semanario neoyorkino llamado Harper’s Weekly (15 de octubre de 1859, p. 668) (Vargas, 2007). Por haber posado levemente de perfil, se advierte con gran claridad su nariz aguileña, en tanto que el cabello se nota bastante lacio, en contraste con su barba crespa. Asimismo, se percibe un poco demacrado o macilento, lo cual podría explicarse por la angustia que vivía en esos días, simplemente por el ángulo de la imagen o porque él se recortó la parte media de su barba, de modo que su cara no se percibe tan redonda como era.
Para continuar, se sabe que -tras permanecer unos tres meses en Estados Unidos- don Juanito regresó solo, pues Argüello se fue de vacaciones a Europa. Al arribar a Panamá, tomó el vapor Guatemala para enrumbarse a El Salvador. El navío ancló frente a Puntarenas el 21 de diciembre, en momentos de agitación política y militar para reinstalarlo. Ahí recibió a varios visitantes, incluyendo al alemán Guillermo Nanne Meyer, amigo y socio, a quien el gobierno eligió como intermediario para hacerle una propuesta conciliatoria, con tal de que permaneciera en el destierro, la cual no cuajaría.
Insistente en retomar el poder, don Juanito llegó a El Salvador, pero estuvo ahí pocos días. Cuando el vapor regresaba de Guatemala lo abordó de nuevo, dado que sus partidarios habían promovido una insurrección en Guanacaste. El 4 de enero de 1860, el Guatemala atracaba de nuevo en Puntarenas y don Juanito planeaba continuar hacia Panamá, a la espera de noticias acerca del curso delos acontecimientos en Guanacaste. Si cuajaban, descendería a su regreso para asumir el poder y si fracasaban recogería a su familia para instalarse en El Salvador definitivamente.
Ahora bien, para retornar a la misteriosa foto de don Juanito -que es la cuestión central del presente artículo-, está claro que puesto que fue tomada por Herbruger y este se estableció en Panamá exactamente en 1860, el único período en que ambos coincidieron en esa ciudad fue a inicios de ese año, mientras don Juanito esperaba noticias dela situación en Costa Rica. Lo acompañaban dos cuñados suyos, quienes habían subido al barco en Puntarenas, quizás como informantes: Mauro Aguilar, hermano de su esposa y Manuel Cañas Escamilla, casado con su hermana Heliodora.
Así que, algún día de la segunda o tercera semana de enero, él se dirigió al recién inaugurado estudio fotográfico en la calle de Mercedes para posar ante Herbruger. Dicha vía corresponde hoy a la Calle 9ª, en el barrio de San Felipe, en el Casco Antiguo (información de Mario Lewis, conocedor de la historia de la fotografía en Panamá). Por cierto, es de suponer que la firma al pie de la foto significa “F.Charles” y no “F. Schuller”.
Con la foto en su equipaje, don Juanito abordó el Guatemala el 21 de enero y es probable que en su mente y su corazón se acrecentara el dilema de retornar triunfal al solio presidencial o simplemente recoger a su familia en Puntarenas y partir de manera discreta. Cuando dos días después el vapor se apostó frente a Puntarenas, recibió la lamentable noticia de que la rebelión ocurrida en Liberia, Bagaces, Santa Cruz y Nicoya había sido sofocada por el ejército. Por tanto, se limitó a recoger a su esposa Inés -quien estaba encinta- y a sus cinco hijos, encabezados por Elena, con apenas nueve años. Se ignora en qué momento de la travesía obsequió a Dow una copia de la foto que este supo conservar y la cual ahora ha sido posible rescatar.
Vale señalar que -establecido en El Salvador- don Juanito se dedicaría a la siembra de café y otros negocios, junto con su hermano, su cuñado y otros amigos cercanos, y no tomaría los vapores nunca más. La única excepción ocurrió cuando el Columbus, al mando del capitán J.W. Ludwig, lo traería de regreso a Puntarenas, donde -tras el fracaso de la insurrección de setiembre de 1860-moriría fusilado.
Evidentemente, su familia conservó una o más copias de la foto que don Juanito se tomó en Panamá. De ello da fe el hecho de que fuera reproducida tantas veces en la prensa, como se indicó. Sin embargo, el hecho de que no haya un original en los álbumes de Loría (2006) sugiere que se extravió o se dañó. Asimismo, la pose es igual a la del primer retrato atribuido a Bigot, por lo que sin duda el pintor se basó en la foto para plasmar dicho retrato, aunque alteró levemente varios rasgos, como el tamaño de los ojos, la expresión de la mirada, las cejas, la forma de la nariz, el relieve de los pómulos y las comisuras de los labios.
Epílogo
Desde que en junio de 2010 se hizo público el hecho de que la fotografía conservada por el capitán Dow es la única de alta calidad y totalmente veraz de don Juanito, los grupos cívicos La Tertulia del 56 y la Academia Morista Costarricense (AMC) adoptaron esa imagen como la oficial, por razones obvias. Aún más, para el bicentenario del natalicio del héroe, la AMC encargó al extraordinario pintor Gonzalo Morales Sáurez -de grata memoria- la confección de un retrato oficial, de calidad impecable (figura11). Asimismo, en años recientes la AMC logró que el Ministerio de Educación Pública reprodujera ese retrato para que se colocara en todas las escuelas y colegios públicos del país.
Además, por iniciativa del empresario Mauricio Ortiz Ortiz -miembro de ambos grupos-, en el 2015se logró que Román Macaya Hayes, embajador de Costa Rica ante el gobierno de Estados Unidos, solicitara a la Universidad de Cornell una copia de la fotografía, que fue ampliada y debidamente enmarcada, y entregada allá a la señora Ana Helena Chacón, primera vicepresidenta de la República.
Hoy, dicha efgie está en la Casa Presidencial, recinto que -aunque está ubicado en otro punto geográfico de la capital- él supo enaltecer con su visión y sus innumerables acciones de estadista. Por ello, 158 años después de que muy malagradecidos costarricenses segaran su vida para impedirle instalarse en la silla presidencial, habría que decirle a don Juanito que esa siempre ha sido y por siempre será su casa, así como pronunciar con resonante voz: ¡Bienvenido a ella, Padre de la Patria!
Agradecimientos
A Carlos Ossenbach Sauter que, sin proponérselo, fue quien inició toda esta desafiante aventura. A Eisha Leigh Neely (Biblioteca de la Universidad de Cornell) y a los colegas panameños Stanley Heckadon Moreno y Mario Lewis Morgan, por su providencial colaboración para esclarecer el enigma planteado. A los descendientes del prócer, Nora Echeverría Loría viuda de van der Laat (†), Marysia Pinto de Pacheco y Edgar Pacheco Pinto, por facilitarme dos imágenes (2B y 5A) en custodia suya. Además de algunas imágenes tomadas de Internet, otras fueron proporcionadas por Carlos Ossenbach (7 y 8), Mauricio Ortiz Ortiz y Rubén Darío Arenas (10 y 11), Antonio Vargas Campos (1,3 y 4A, del archivo del Museo Histórico Cultural Juan Santamaría) y Manuel Chacón Hidalgo (5B y6C, de la Colección del Banco Central de Costa Rica). A los miembros del grupo cívico La Tertulia del 56 y en particular a Raúl Arias Sánchez, por las esclarecedoras discusiones que dieron pie a este artículo. A Emilio Obando Cairol y Rosa Elena León Sorio (Biblioteca Nacional) por el aporte de valiosa información. A Theresa White, por revisar el resumen en inglés
Bibliografía
- Argüello, M. (2007). Obras literarias e históricas Biblioteca Fundamental de las Letras Costarricenses. San José, Costa Rica: Editorial Costa Rica.
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Fechas de Publicación
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Publicación en esta colección
Jul-Dec 2018
Histórico
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Recibido
13 Abr 2018 -
Acepto
05 Ago 2018