Open-access Aspectos ortográficos, fonéticos y gramaticales en manuscritos del prócer independentista chileno José Miguel Carrera

Orthographic, phonetic and grammatical aspects in José Miguel Carrera’s manuscripts, a chilean Pro-Independence forefather

Resumen

En este artículo se analizan los aspectos ortográficos, fonéticos y gramaticales más significativos de dos manuscritos de J. M. Carrera, ilustre prócer de la independencia chilena. Sus escritos –su extenso Diario Militar (1810-1814) y la Libreta que dejó antes de morir fusilado– nos permiten adentrarnos en un momento convulso ideológicamente en el que no solo está cambiando la historia, sino también la lengua. Además de aspectos lingüísticos que podemos explicar por una mera cuestión diacrónica, estos manuscritos arrojan rasgos innovadores que muestran cómo la lengua está adquiriendo rasgos propios al otro lado del Atlántico.

Palabras clave español americano; independencia chilena; ortografía; fonética; gramática

Abstract

This paper analyzes the most significant orthographic, phonetic and grammatical aspects of two manuscripts written by J. M. Carrera, who was an illustrious forefather of Chilean Independence. Through his scripts –his large Diario Militar (1810-1814) and his Libreta (that he left before dying executed)– we can discover not only a tumultuous period, but also an evolving language. These texts show linguistic aspects due to diachrony and innovative linguistic features, which are characteristic of South American Spanish.

Keywords American Spanish; Chilean Independence; orthography; phonetics; grammar

1. Nota introductoria

Inexcusable es hablar de José Miguel Carrera Verdugo (1785-1821) cuando se trata el tema de la Independencia de Chile. La figura controvertida de este político y militar chileno que, además de luchar con la espada, combatió con su ardorosa pluma, no solo es de gran valor para el historiador, sino también para el lingüista que quiere ahondar en cómo era la lengua culta de la época. Sin duda, cabe pensar en un primer momento que los datos extraídos no serán nada significativos en cuanto que poco pueden ofrecer del reflejo de la lengua oral del pueblo llano, puesto que los usos lingüísticos de este noble están constreñidos por su formación. 1 Pero nada más lejos de la realidad, porque sus manuscritos, además de darnos pistas importantes para conocer los modelos lingüísticos de la época, sirven como punto de comparación importante a la hora de estudiar otro tipo de documentos como cartas personales, por ejemplo, así como también documentación impresa (periódicos, discursos, manifiestos y proclamas, etc.).

Para la elaboración de este artículo, hemos tenido en cuenta solamente documentación manuscrita: el “Diario Militar del General Don J. M. Carrera (1810-1814)”, como así aparece titulado en la portada de su obra (y que a partir de ahora denominaremos Diario) y las notas manuscritas que llevaba consigo Carrera cuando fue fusilado en Mendoza en 1821 (a las que de aquí en adelante llamaremos Notas y que en la bibliografía se recoge como Libreta de José Miguel Carrera). 2 Se ha optado por obviar otros documentos impresos porque ya han sido sometidos al filtro de la letra de molde en la que aparecen. 3 Interesante será comparar la medida en que surgen unos rasgos y otros en los dos tipos de fuentes para ver el influjo normalizador de la imprenta, si bien esto lo dejaremos para otra ocasión.

El Diario de José Miguel Carrera, una de las fuentes documentales más importantes para estudiar el período de “la Patria Vieja” (1810-1814), 4 está redactado con una cuidada caligrafía y gran pulcritud y son escasas las erratas que en él aparecen. Al respecto, su bibliógrafo Vicuña-Mackenna (1857, p. 196) afirmaba:

Unía también a su fogoso entusiasmo, una cualidad rara en los escritores de su temple, la de la paciencia y la minuciosidad para consultar sus datos y arreglar la forma general de sus escritos. Resalta este carácter en las páginas de su Diario, que es, sin disputa, la pieza histórica más curiosa que se conserva en nuestro país por la escrupulosa prolijidad de su redacción y la comprobación de todos sus detalles; a lo que se agrega el esmero y limpieza con que escribía, casi día por día, estos apuntes. El mismo cuidado y la misma puntualidad observamos en la numerosísima correspondencia pública y particular que mantenía Carrera, donde su bella y limpia manera de escribir se ostenta sin borrones, sin palabras rayadas y con una esmerada puntuación ... y hasta los apuntes de cartera que llevaba, tienen este mismo distintivo de orden y exactitud.

Barros-Arana (1884-1902, p. 636) también atribuye la limpieza de sus textos a una escritura posterior a los hechos que se narran; Carrera habría hecho anteriormente apuntes de los acontecimientos principales y sería ya en Buenos Aires, en los primeros meses de 1815, cuando empezara a redactar su diario, que terminaría en septiembre de ese mismo año. Esta escritura posterior, minuciosa y fría explicaría la corrección lingüística que domina en la obra y que, solo en ocasiones, deja aflorar en sus líneas algún rasgo de carácter popular. Más espontánea se muestra, sin embargo, la redacción de sus Notas, en las que se puede apreciar una letra menos cuidada, algo lógico si se tienen en cuenta los sucesos que estaba viviendo; es así que el 4 de septiembre de 1821, a las 9 de la mañana, y a solo dos horas de ser fusilado, escribe a su esposa Mercedes transmitiéndole su pesar por dejarla sola con cinco hijos en un país extraño, pero aún con la esperanza de ser indultado 5 (p. 17 N.).

2. Ortografía

2.1 Representación gráfica de la /h/ americana

El análisis ortográfico de los manuscritos de Carrera pone de manifiesto su refinada formación, así como su conciencia lingüística que sale a la luz en sus escasos borrones, de gran valor para el lingüista. No resulta baladí, de este modo, la escritura de dijo con j, letra de la que elimina el trazo que sale de la caja de escritura para convertirla en una x (p. 66). Lo cierto es que la representación gráfica de la /h/ americana (diferente de la /x/ norteña peninsular) distaba mucho de estar bien asimilada en los escritos de la época, por lo que no debe extrañarnos la existencia en Carrera de formas como sugetos (p. 69), dirijida (p. 70), protejer (p. 75), dixe (pp. 28, 38, 80), muger (p. 80), rejimientos (p. 84), exemplo (p. 103), e incluso de vacilaciones como gefes (p. 97) y jefes (p. 97) o forrages (p. 121) y forrajes (p. 101), este caso último más extraño si se tiene en cuenta la abundancia en la época –por influencia galicista– de formas en -age tales como bagages (p. 85) y espionage (p. 149). 6

2.2 Vacilaciones con las grafías c/z y b/v

De forma arbitraria se siguen colocando las grafías c-z en esta época, como muestran las formas siguientes, encontradas en el Diario de Carrera: entonzes (pp. 40, 54), milizia (p. 40), hizieron, hiziese (pp. 51, 66), vezinos (pp. 73, 96), zelo (p. 273) y zeloso (pp. 100, 157, 166), aunque aparece también recelos (p. 165). Tampoco había en la época ningún tipo de sistematización a la hora de colocar b y v, lo que se observa, por ejemplo, en la doble escritura de formas como benser/vensedor (p. 12 N.), vocas calles (pp. 80, 135) y boca-calles (p. 292), e incluso con el antropónimo Bera/Vera en la misma página (p. 27). No obstante, puede decirse que, en este punto, el político chileno –exceptuando algún caso como los mencionados antes– parece ajustarse bastante a la etimología, de tal modo que son escasas las formas del verbo haber con v (havía (p. 13 N.) y aver (p. 224)), así como de imperfectos con v (hallava (p. 37 N.) y llegaua (p. 274)). De hecho, una lectura rápida de unos cuantos folios pone de manifiesto la casi sistematicidad por parte de Carrera de la escritura del verbo haber con h y con b, de lo que son prueba estos ejemplos: habían (pp. 27, 28, 30, 31), había (p. 34, 2 veces; p. 35, 2 veces; p. 36, 2 veces). También es mucho más frecuente la aparición de b en los imperfectos: trabajaba (p. 28), ocupaban (p. 34), acompañaba (p. 34), llegaba (p. 35), encerraba (p. 35), fraguaba (p. 35).

2.3 Arcaísmos gráficos

Además de las vacilaciones gráficas vistas anteriormente, se puede apreciar en los textos de Carrera un cierto arcaísmo gráfico, tal y como se manifiesta en el mantenimiento de grafías cultistas como la q latinizante en voces como quartel (p. 40), quando (p. 41), qualidad (p. 45), eloquente (p. 51), quatro, quarto (p. 53), iniquo (p. 84), aquartelar (p. 97), evaquasen (p. 220), si bien se encuentra también, de forma aislada, alguna forma con la grafía moderna como cuádruple (p. 248).

Tradicional es también la aparición de la grafía y, ya sea al principio de palabra: en formas como ynglés (p. 44), yntendente (pp. 45, 72, 89), ynfantería (pp. 45, 88, 2 veces); en antropónimos: Yzaguirre (p. 41), Ygnacio (pp. 45, 88, 89), Yraguirre (p. 74); en el interior: caso de systema (pp. 27, 41, 52, 79), por ejemplo; o, incluso, en diptongos decrecientes: reyno (pp. 69, 213, 220). Menos frecuente es el uso de la i latina en lugar de la y griega, lo que se observa en la forma rei (p. 3) –aunque en la misma página aparece también la canónica rey (p. 3)– y, en varias ocasiones, en la conjunción copulativa: “Dispuse que el oficial García fuese a hacer fuego a la casa con dos carronadas i así lo executó” (p. 103), “i que será aquel” (p. 11 N.), “distancia de 80 leguas i será posible creer” (p. 195). Asimismo, llama la atención la duplicación de conjunciones en el siguiente ejemplo: “i y si la insurrección de la frontera” (p. 173). Por otra parte, Carrera apenas utiliza la variante e de la conjunción copulativa cuando la palabra que le sigue comienza también por i: “y hizo” (pp. 46, 115), “y indolencia” (p. 105), “y hizieron” (p. 108), “y intimé” (p. 108), “y intimando” (p. 126) “y ynfantería” (p. 126), “y inacción” (p. 73), etc., siendo la colocación léxica “mujer é hijos” (p. 56) uno de los pocos casos en los que se observa la norma actual. De la conjunción disyuntiva o, u, sin embargo, se observa ya la práctica actual en “un escudo u otra distinción” (p. 51).

También de carácter arcaizante es la escritura de doble r detrás de n en palabras como honrrada (p. 10 N.), honrrados (pp. 87, 156) y honrroso (p. 226), Enrrique (p. 29), Henrrique (2 veces, pp. 43, 55, 186) y Henrríquez (pp. 64, 68, 211, 228), aunque también se constata la forma honro (p. 244), Henríquez (pp. 219, 250) y Enrique (p. 244), en menos ocasiones. La doble r aparece también al inicio de palabra, como en el caso de rrecojían (p. 132), rrecompusieron (p. 145) y rrato (p. 225), o al interior en formas como birrey (p. 67) o prerrogativas (p. 187).

Cultista es, asimismo, el mantenimiento de la -h- etimológica en muchas formas de traher (trahía (pp. 64, 76 135), trahían (p. 154) trahen (p. 64)), y en el verbo compuesto de esta base: extraherían (p. 85). Igualmente puede encontrarse, si bien de forma aislada, la h expletiva en palabras que, por ultracorrección gráfica, aparecen escritas con dicha letra a pesar de no poseerla en su étimo, como sucede con el adverbio hallí (p. 136) y con los verbos exhaltaba (p. 89), hazirlas (p. 144, ‘asirlas’), hera (imperfecto de ser, p. 183), y sobre todo con formas del verbo ir: hiría (p. 36), hirían (p. 168), hiba (p. 39), hiban (p. 43). En cierta ocasión, Carrera escribe hiban y después tacha la h (p. 167), de igual forma que hace con haberiguar (p. 116), casos que son una buena muestra de la conciencia lingüística de Carrera, que permanece siempre alerta. 7

2.4 Otras cuestiones gráficas

Otras veces se observa la eliminación de la h canónica, tal y como se ve en el participio echo (pp. 40, 73, 80, 85, 107, 2 veces) o en “evillas de oro” (p. 41), uyendo (p. 5 N.) y ábito (p. 11 N.). La palabra húsares ya aparece sistemáticamente escrita con h (p. 24 N.; pp. 84, 106), mientras que, en el periódico la Aurora de Chile, 8 a veces se encuentra con h y otras, sin ella (Almau-Almau, 2010, p. 27). Exhortar aún aparece sin h, “S. Y. había exortado a los pueblos del tránsito” (p. 84), aunque ya en Autoridades viene corregida con ella. Particular es el caso de las formas foja y fierro. De la primera, que aparece al principio del Diario (“foja de servicios de D. José Miguel de Carrera”, p. 1), señala el DCECH cómo “la antigua foja corre todavía en el habla curialesca, sobre todo en América” (s.v. hoja); de fierro, que sale en más ocasiones (“vajo un setro de fierro” (p. 6 N.), “una reja de fierro” (p. 44), “una pieza de fierro” (p. 130)), indica cómo se prefirió en los ss. XVI-XIX en varias regiones de la periferia española y cómo en diversos países de América sigue utilizándose “probablemente por influjo leonés y andaluz” (s.v. hierro). 9 De hecho, aún en la actualidad ambas formas, foja y fierro, vienen recogidas en el DLE.

Un caso llamativo es el del topónimo chileno Maipú que, además de aparecer escrito como en la actualidad, puede encontrarse también como Maipou (pp. 125, 130), Maypou (líneas después, p. 130). El término procede del mapudungun maypun ‘lugar arado’ y dio nombre a los Cerrillos del Maipo y al río que pasa por sus proximidades. Con ese topónimo se conoce también la célebre y decisiva batalla que tuvo lugar entre patriotas (defensores de la independencia) y realistas (protectores de la corona española) en abril de 1818.

3. Fonética

3.1 Vocalismo

3.1.1 Alteraciones en el vocalismo

Son escasas las erratas en la obra de Carrera, lo que puede explicarse por la formación en letras que el autor tenía y, sobre todo, por su carácter reflexivo. No obstante, en ocasiones se observan ciertas vacilaciones en el timbre vocálico provocadas quizás por la inestabilidad de las vocales átonas: binía (p. 34 N.), dibía (p. 43 N.), dibilidad (p. 53 N.), seguieron (p. 125), interraron (p. 125), disparecieron (p. 128), 10 pabillón (p. 131), dicidan y dicisión (pp. 154, 224), risultó (p. 183), dispertaron (p. 197). 11 A un fenómeno de aféresis puede deberse la aparición de la forma horcado: “horcado en Talca” (p. 173), “horcados en Concepción” (p. 173), “con probabilidad de ser horcado” (p. 224), 12 no obstante, es más frecuente la aparición de haorcado (pp. 180, 202, 204, 212, 218) con un simple trueque gráfico. Más concreto es el caso de Stanislao (pp. 90, 91, 239), escrito con una s líquida.

3.1.2 Antihiatismo

De filiación hispánica es el fenómeno del antihiatismo que aparece tempranamente en los textos americanos y que llegará a introducirse con el tiempo en el habla culta. En los manuscritos carrerinos, la tendencia antihiática se observa en el apellido Elorreaga, que escribe así en muchas ocasiones (pp. 90, 91, etc.), pero que aparece en cierto momento como Elorriaga (p. 141). 13 La tendencia antihiática también se da con la sinéresis ee > e en formas como remplazado y remplasarme (pp. 45, 67) 14 y en provedor (p. 127) –aunque también se registra proveedor (p. 274)– y del hiato oo > o en coperado y coperó (pp. 50, 222) frente a las formas cooperó y cooperase (pp. 247, 264), también presentes en el Diario. Carrera intenta hacer frente a ese antihiatismo y cae en la ultracorrección al escribir demaseado, forma que aparece varias veces en sus Notas: “como se hase sospechoso el demaseado silencio” (p. 9 N.) y “era demaseado débil” (p. 22 N.).

3.2 Consonantismo

3.2.1 Grupos consonánticos

La aparición en los escritos del político chileno de secuencias consonánticas simplificadas por pérdida del elemento implosivo, tal y como se observa en efeto, efetos (pp. 159, 182), aceder, acedió, satisfación (pp. 41, 99, 233), no es más que una consecuencia lógica de la no pronunciación de estos grupos en la lengua oral de la época. 15 En otras ocasiones, la conciencia lingüística del escritor le hace mantener el grupo consonántico que la voz tenía en latín, como se ve en demonstraciones (p. 110) y en occación (p. 102), aunque otras veces, por el contrario, le traiciona y le hace escribir formas como colucna (p. 47 N.), adsolución (‘absolución’ p.13 N.) y susbcripción (p. 38). Pero, sin duda alguna, es el grupo /ks/ el que más tiende a aparecer reducido por pérdida del elemento implosivo, de tal forma que no es extraño ver en los escritos de Carrera formas como estraordinario (p. 72), espedición (p. 72), espresiones (p. 73), esponer y espusiese (pp. 79, 80), reflesiones (p. 211), ausiliadora y ausiliado (pp. 199, 2 veces; 257), aunque también es frecuente encontrar la representación gráfica de este grupo a través de las dos letras c+s, ecsaminada (p. 248), ecsaltaba (p. 269), reflecsiones (pp. 250, 292) y reflecsionar (p. 257), ecsacto (p. 275) y ecsigió (p. 297), rasgo que puede encontrarse a cada paso en el periódico El Mercurio de Valparaíso (nacido en 1827). Además, puede rastrearse algún caso de ultracorrección gráfica: contextó, contextación, contextar (pp. 49, 62, 117). Solamente se ha encontrado un ejemplo en el que, por hipercorrección gráfica, se añade una c a la x canónica: aprocximó (p. 47 N.).

3.2.2 Tratamiento de la /-s/ implosiva

La aspiración de /-s/ implosiva a final de sílaba o palabra, fenómeno que Frago-Gracia atestigua ya en época temprana (2010a, p. 159 y ss.), y que actualmente está muy extendido en el español de América, es un rasgo difícil de apreciar en los escritos de los siglos XVIII y XIX, sobre todo en los pertenecientes a autores bien formados, debido a su prurito culto. A este grupo de autores pertenece Carrera y, sin embargo, en sus escritos se pueden rastrear algunos casos de pérdida de la implosiva, sobre todo al final de palabra, como se puede apreciar en sus Notas: “hisimos replegarse la fuerza que nos incomodábamos e hisimo como dos leguas de camino ... hisimo una retira” (p. 38 N.) o, ya en el Diario, en la forma digusto (p. 160) y en las siguientes concordancias: “fue ignorancia del Gobierno poner en manos tan poco segura la principal fuerza” (p. 36), “lo cuidados” (p. 74), “unas lanchas cañonera” (p. 76), “se los llevababan (sic) amarrado para Chillán” (p. 121), “la espesas y altas humaderas” (p. 126) y “lo impidieron unos voluntario” (p. 198).

3.2.3 Neutralización de /-r/, /-l/

Más limitado al ámbito meridional y, por extensión, a los territorios americanos, es el fenómeno de la neutralización de /-r/, /-l/, del que Frago-Gracia (2010a, p. 155) señala cómo “estaba bien implantado en el español de Chile de la segunda mitad del siglo XVIII, y no sólo en estratos populares de bajo nivel cultural”; en los escritos carrerinos puede observarse en las formas verbales carculan y carculamos (p. 51 N.) y en la voz recurrente peltrechos (pp. 81, 86, 93, 102, 103, 104, 106, 107). 16 Otro ejemplo de confusión en posición implosiva es el de la forma advitrio (pp. 57, 64, 123, 131, 235), que alterna con la correcta arbitrio (pp. 239, 251, 269). Distinto es el caso de humaderas ‘humaredas’ (p. 126), en el que la trasposición de fonemas parece deberse ya no a causas articulatorias, sino más bien a una analogía de índole morfológica, motivada por la existencia del sufijo –era. Oroz (1966, p. 160) dice que es muy frecuente en todo Chile la aparición de formas como arbolera, polvadera o humadera. 17

3.2.4 Pérdida de la /-d-/ intervocálica

El debilitamiento y la desaparición de la -d- intervocálica en la pronunciación se trata de un fenómeno, si no exclusivo, de fuerte impacto histórico en las hablas meridionales del español europeo, no ya solo en los participios finalizados en -ado (más extendido en toda la Península), sino en muchos más contextos. En el español americano debía de ser un fenómeno frecuente ya en la época independentista, 18 aunque en los autores cultos apenas hay rastro. En los escritos de Carrera podemos encontrar numerosas veces la forma vao ‘vado’ (p. 149, 3 veces; pp. 157, 223, 272, 278, 288, 4 veces; p. 289) y vaos “con el objeto de situarse entre los vaos de Tovadilla y Duao del río Maule” (p. 249), –hasta en cierta ocasión pone “cabo del Nuble”, tacha cabo y escribe encima vao (p. 223)–. 19 La gran cantidad de ocasiones en las que aparece esta única palabra sin la -d- intervocálica, así como el hecho de que nunca se escribe correctamente hace pensar en que el autor nunca hubiese leído esta palabra, sino que la hubiera aprendido de forma oral.

3.2.5 Yeísmo y seseo

Son escasos los lleísmos gráficos registrados en los escritos carrerinos consultados, a saber, el de la forma ballonetas (“y calaban ballonetas asestándolas contra la puerta” (p. 213)), y el de llervas (“avanzó hasta llervas buenas” (p. 92)); 20 ambos son buenos indicios para sostener la pronunciación yeísta de Carrera, así como lo que se observa en cierta ocasión, cuando escribe sulla, lo tacha posteriormente y añade encima suya (p. 143).

Sin embargo, son muy numerosos los deslices seseo-ceceosos que surcan los escritos del insigne prócer, a pesar del extremo cuidado que ponía en su escritura, como puede comprobarse cuando, por ejemplo, escribe diciplina y luego le añade una s (p. 80), o cuando en juzgué (“tomé las medidas de precausión que juzgué”, p. 75) se puede apreciar la escritura originaria de una s y una posterior z, lo que hace también con la última letra en el apellido Gonsalez (p. 83).

A pesar de su cuidado, como decimos, aparecen en su Diario formas como decición (p. 30), seción (pp. 57, 67), avansaría (p. 75), defenza (pp. 78, 89), fucileros, fuciles (pp. 80, 84, 86, 2 veces, 87), forsoso (p. 89), quizo (pp. 28, 30, 56, 89), electrisarlo (p. 89), hasiendas (p. 85), organisación (pp. 85, 90), cituadas (p. 91), falcificada y falcísima (pp. 104, 210), obuces (p. 155), ancia (p. 209), “el estado de descontento en que ce hallaba la tropa” (p. 235), y frecuentes faltas también con nombres propios: Gusmán (p. 44), Ycidro (p. 62), “Bartolo Araos” (p. 86), “el teniente Sorrilla” (aunque en el siguiente renglón escribe Zorrilla, p. 87), Sirilo (p. 165), “José Sapatero” (p. 190), “Esteban Mansano” (casi siempre con s (pp. 80, 85), aunque también con z (p. 87)) y apellidos que pueden aparecer escritos de una u otra forma: Gonsáles (p. 89), Gonsález (2 veces, pp. 83, 91) y Gonzáles (p. 91). 21

Por otra parte, el seseo es causante también de la reducción del grupo gráfico -xc- que puede ser reproducido de diversos modos. Se aprecia el mantenimiento de la x en palabras como exepción (pp. 31, 32), 22 exitaba ‘excitaba’ (p. 49) y exitar (p. 159), exelente (p. 79), exesos y execivos (pp. 140, 172), aunque pueden apreciarse otros tratamientos: espatriados (p. 27), esperimentasen (p. 27), escelencia (p. 288), ecepción (pp. 101, 110), y la doble forma ecsesos (p. 173) y escesos (p. 290). Otro grupo grafémico que puede aparecer simplificado por efecto del seseo es -sc- seguido de e, i, como se observa en disiplina (p. 53 N.); un caso curioso es el que se observa con la forma trascendiencia (p. 54), que al principio había escrito como trasccendiencia.

4. Gramática

4.1 El artículo

4.1.1 Usos arcaicos del artículo

Arcaico es el uso del artículo determinado la con nombres que comienzan por á- tónica, como se observa en “la acta” (pp. 9, 74), “la agua” (pp. 109, 123) o “la ala” (pp. 255; p. 22 N.), así como la utilización de la forma femenina del artículo indeterminado sin apocopar ante sustantivos femeninos que comienzan por á- tónica en el caso “una alma” (p. 126). De carácter tradicional es, asimismo, el mantenimiento de las preposiciones a y de junto al artículo el sin contraer, como se puede ver en el ejemplo aislado “se descubría a el enemigo” (p. 30 N.).

Por otra parte, la aparición del artículo definido delante de continentes, países y ciudades fue una práctica que estuvo muy extendida en el siglo XVIII y parte del XIX en España (véase, por ejemplo, Autoridades) y no es de extrañar que aún sea utilizado por Carrera al escribir “disponer mi viaje a la Concepción” (p. 71), si bien ya no es algo sistemático, como se puede ver en el siguiente ejemplo, donde delante del primer país prefiere su omisión: “España está libre de franceses como también la Holanda” (p. 220). Además, también aparece algún caso de artículo antepuesto a un apellido de mujer, rasgo lingüístico que perdura hoy en el español chileno: “Pasamos la noche en casa de la Ormeño” (p. 132), “vi quemar las casas de la Ormeño” (p. 132). 23

También es patente la eliminación del artículo en contextos en los que actualmente se tiene fijado su uso, como ocurre en “procuramos por todos medios” (p. 94) y “evitar por todos medios la efusión” (p. 247), así como en contextos más específicos: “se descubrió nueva conspiración contra nuestra persona” (p. 69), “se hizo segundo reconocimiento sobre Chillán por el brigadier D. Juan José Carrera” (p. 120), “hasta la noche, en la que sentimos grande conmoción en la guarnición” (p. 214), “espera escrito favorable” (p. 276).

4.1.2 Usos del artículo lo

Sobre el artículo cabría destacar también la preferencia por la utilización del neutro lo en lugar del masculino el en “lo futuro” (“y no creamos en lo futuro”, p. 44), un uso que, junto a otros del tipo de “lo interior” que aparecen en la Aurora de Chile (“vivifican lo interior del país” (p. 49), “el observador ... penetra en lo interior de las ruinas amontonadas” (p. 93)), ponen de manifiesto –como señala Kany (1969, p. 48)– la existencia en territorio americano de “la misma indecisión que (hay) en España entre el (que da a la palabra valor de nombre) y lo (que da a la palabra valor de adjetivo”. Sin embargo, parece que “el uso del artículo definido masculino en vez de lo es general en Chile con pasado, presente, porvenir, futuro” (Oroz, 1966, p. 371).

4.1.3 Aparición del relativo sin artículo antepuesto

Un tema complejo de analizar es la aparición o ausencia del artículo antepuesto al relativo en las oraciones relativas oblicuas en los documentos de esta época. 24 Los escritos de Carrera encontramos numerosos ejemplos con artículo y sin él. Valgan solo algunas muestras: “y se permitió que los porteros pusiesen bandera de recluta con la que pasaron la cordillera mil hombres” (p. 29), “y es el único dinero con que cuenta” (p. 88), “la necesidad de que mandase al quartel general el batallón de Pardos y el de voluntarios, sin los que me vería en la precisión de abandonar a Talca” (p. 90), “Reciví oficios del Gobierno en que me avisaba la pérdida de la Perla y el Potrillo” (p. 97), “un oficio para el coronel Poinsett en que le reconvenía Sánchez” (p. 123), “para que ... llegue a libertar la capital de la opresión a que la han reducido algunos infames insurgentes” (p. 96), “han adquirido comodidades a que no estaban acostumbrado” (p. 112), “San Martín buscó enemigos a que entregarnos para oprimir al extremo” (p. 301), etc. Ejemplos como estos nos permiten vislumbrar algún patrón de preferencia de un uso u otro, como, por ejemplo, que la falta de artículo es más frecuente después de las preposiciones a, de y en, aunque no es algo sistemático y, de hecho, nos encontramos con un caso significativo en el Diario de Carrera, cuando escribe “fue grande el entusiasmo de la tropa a que exortó con el mayor patriotismo”, y después añade el artículo la entre la preposición y la conjunción (p. 84). Lo cierto es que la tendencia a colocar un artículo con el relativo ha progresado más en España que en América, quizás por su mayor apego a la tradición.

4.2 Cuantificadores

Es frecuente la aparición del cuantificador porción de: “se adelanta una porción de los concurrentes” (p. 166), “tenía yo 400 caballos y porción de mulas pertenecientes al exército” (p. 180), “porción de borrachos, de locos y de Larraines, dieron nuevo aspecto a las cosas” (p. 208), “presenciaron nuestra fuga porción de patriotas” (p. 223). Morínigo (1966) lo marca como americanismo con el significado de ‘multitud, gran número, cantidad grande’ y una acepción similar le da Hildebrandt (1961, p. 477), quien encuentra bastantes registros en Bolívar. 25

De carácter tradicional es la construcción partitiva “y las más de las virtudes que adornaban aquel grande hombre” (p. 45), así como la estructura las más veces: “y las más veces satisfecho por mi el daño” (p. 173). 26

4.3 El adjetivo

Tal y como indicaba Bello (1847/1981, p. 213), todavía se mantiene la conservación de la forma grande delante del sustantivo cuando este comienza por vocal: “la grande obra” (p. 47), “el grande estruendo” (p. 126), “con grande aparato” (p. 155), “un grande obsequio” (p. 192). Tampoco estaba fijada totalmente la apócope de cualquiera; 27 Carrera opta en ciertos casos por no apocopar, como muestran ejemplos del tipo: “había de avisarle con tiempo qualesquiera cosa que se intentase” (p. 50), “qualquiera punto” (p. 71), “de qualquiera forma” (p. 5 N.), “cualesquiera movimientos” (p. 127), “qualesquiera otro enviado” (p. 131), “bastaba cualesquiera fuerza” (p. 137). Aunque también se registran otros ejemplos con apócope: “y separado de otros qualesquier asunto” (p. 104) y “ofreciéndome el pasaporte para cualesquier individuo que no fuese de los que componían el Gobierno” (p. 299).

Obsérvese cómo algunos de los ejemplos anteriores del adjetivo indefinido, así como el del pronombre que aparece en “autorisado para asesinar a qualesquiera que tenga el Gobierno” (p. 188), están en plural, lo que quizás debería ser explicado por la tendencia a utilizar cualesquiera también con valor de singular en Chile, “no sólo en la lengua vulgar, sino también en niveles sociales superiores”, un uso que fue muy común en la lengua antigua (Oroz, 1966, p. 381) y, en general, en toda Hispanoamérica, como explica Kany (1969). 28

Por otra parte, llama la atención la aparición del plural del indefinido ninguno/a, tanto antepuesto, como pospuesto: “no tenía armas ningunas” (p. 137), “ningunos auxilios recibíamos de Talca” (p. 121). Este uso del plural, propio del español medieval y clásico, es ya más infrecuente en épocas posteriores, al menos en España (NGLE, 2009, § 19.4e). 29

En cuanto a la gradación del adjetivo, hay que destacar la peculiar colocación del artículo, que en los siguientes casos no precede al sustantivo sino al adverbio más: “en circunstancias las más críticas” (p. 154), “insultar a mi mujer con espresiones las más infames” (p. 175), “por caminos los más ocultos” (p. 224), “lágrimas y semblantes los más tristes se veían en todos ellos” (p. 290), “nos intimó la orden de un modo el más útil” (p. 302), e incluso al comparativo menor: “y no hay duda la menor que aquel hipocritonaso promovía todas aquellas discusiones” (p. 177). 30

Dignos de mención son aquellos casos en los que se puede apreciar la adverbialización del adjetivo, un fenómeno que tuvo mayor arraigo en América que en España, donde se está intensificando en la actualidad. Algunos ejemplos hallados en los escritos del prócer son: breve en “este era godo y renunció muy breve” (p. 61), “contesté ofreciendo concluir muy breve” (p. 114) y “fue socorrida muy breve por el grueso de su fuerza” (p. 142); otros adjetivos como en “habían andado muy ligero” (p. 133), “él huye todo entero para escapar de la tiranía” (p. 6 N.), “porque se creó más fácil la empresa” (p. 43 N.), y bueno por bien en “se le contestó por O’Higgins que todo estaba bueno y que podía marcharse” (p. 243).

4.4 La expresión de la posesión

Al analizar cómo se marca la posesión en los manuscritos carrerinos, cabe destacar el siguiente ejemplo extraído de sus Notas, interesante no solo por la anteposición del posesivo en una expresión vocativa, sino también por la emotividad de sus palabras a pocas horas de ser ajusticiado: “ten resignación para escuchar que moriré hoy a las onse, sí, mi querida, moriré con el solo pesar de dejarte abandonada” (p. 17 N.). En el siglo XVI la posposición era más común en España, como explicó Valdés en su Diálogo de la lengua (c. 1535/2003, p. 153): “la lengua castellana siempre quiere el pronombre delante del nombre, si no es quando el nombre está en vocativo, que entonces el pronombre sigue al nombre”.

En el Diario de Carrera también se puede encontrar algún caso de posposición del posesivo al núcleo nominal del sintagma: “en favor nuestro” (p. 244), o de la locución adverbial en el caso “llenaron los papeles públicos para prevenir a los pueblos en contra nuestra” (p. 154). 31 En los siguientes ejemplos, Carrera utiliza dos determinativos, pero opta por colocar el posesivo después del sustantivo: “Los prisioneros nuestros que tenía Sánchez en Chillán” (p. 158), “para batir las fuerzas nuestras que los guardaban” (p. 278).

Puede resaltarse también la aparición de algún caso en el que la posesión se marca a través de un sintagma preposicional, como se ve en “se instaló la primera junta de Chile compuesta de 7 vocales, el presidente de ella era el mismo Conde” (p. 29), “al tomar la guardia del quartel no hubo otra desgracia que la muerte del sargento de ella” (p. 39), “se han formado compañías de infantería de milicias con el ubre de la Concordia, xefe de ellos es Pareja” (p. 88) y “no puede explicarse la desorganización en que se hallan todos los ramos de él” (p. 266). Todos los ejemplos recogidos de esta estructura tienen marcada la posesión de forma analítica cuando se trata de una tercera persona, lo que ya indicó Frago-Gracia al analizar la lengua de un periódico de estas épocas (2010a, p. 243). Esto no significa que la posesión no se marque con el posesivo en algunas ocasiones. Valga un ejemplo de muestra: “Entró a las 11 del día el batallón de granaderos ... a las órdenes de su sargento mayor D. Carlos Spano” (p. 89).

4.5 Los pronombres

4.5.1 Formas de tratamiento

En cuanto a las formas de tratamiento, poco hay de significativo en los textos carrerinos, probablemente porque se trata de una narración redactada después de sucedidos los acontecimientos, de ahí que predomine el estilo indirecto y los usos delocutivos. No obstante, en los pocos pasajes en los que hay estilo directo aparecen utilizadas –ya sea por Carrera o por aquel del que se reproduce su voz– fórmulas como Usted, Vuestra Merced, Vuestra Señoría y Su Excelencia, siempre en tercera persona. 32 También aparece el tratamiento de vos, que utiliza el rey Fernando VII con Carrera: “atendiendo a los servicios y méritos de vos, Don José Miguel de Carrera, ... he venido en conferiros ... se os ponga en posesión ... que os reconozcan y respeten ” (p. 2). Y revelador es también el hecho de que Carrera utilice vosotros en sus Notas, “raras veses veréis que el aleboso en estando seguro permanese de nadie amado” (p. 11 N.), lo que quizás se puede explicar por tratarse de una especie de arenga con forma de poema. 33

4.5.2 Pronombres personales átonos

En cuestión de pronombres de objeto, son pocos los casos en los que se podría hablar de incorrección, pues la Academia tardaría en fijar unos criterios estables, como observaba Bello, quien sentenció: “la indecisión en el uso de las formas complementarias es un defecto grave de nuestra lengua” (1847/1981, p. 446). Estas vacilaciones se observan, por ejemplo, en el laísmo “descubrimos la fuerza enemiga ... y la allamos forma en batalla” (p. 51 N.), en el leísmo “alcanzó a tomar 2000 bacas que llevaba el enemigo y se les devolvieron a sus dueños” (p. 97) y en los siguientes loísmos: “mandé que pasase fuera de tiro por la derecha del enemigo y lo amenazase por su retaguardia para impedirlo la retirada y consternarlo más” (p. 100) y “Como Sánchez no contestase la última intimación que hice a Pareja ... no quise intimarlo a él y sí al cabildo, anunciándolo que destruiría la ciudad si se mantenía en ella” (p. 123).

Un leísmo gramaticalizado es el que sigue: “le fue imposible a los jefes contener la tropa” (p. 286), en el que se puede observar un le singular referido a plural. Kany (1969, p. 139) indicaba al respecto: “el empleo del le redundante y anticipador de un complemento indirecto plural, aunque frecuente en el español castizo, tanto antiguo como moderno, parece ser mucho más común en toda América”. 34

También se observa en ocasiones la enclisis pronominal cuando el verbo va tras pausa fuerte: “Díjele a Plae que más valía morir que sufrir aquellos insultos”, “Repúsele: jamás he sido delincuente” (p. 200), “Díjele que me parecía orden” (p. 201), “Díxele a Carballo que su general estaba loco” (p. 130), “Díjele que aquel trato no nos era estraño” (p. 301) y “Díxome que él mandaría mientras” (p. 168).

Por otra parte, es desviada etimológicamente la secuencia de pronombres que hallamos en el ejemplo siguiente: “El mismo gobierno es testigo de que en mis oficios se los decía con esta misma claridad” (p. 170). En él, Carrera está marcando el plural del complemento indirecto en el complemento directo, una confusión motivada quizás porque se es el único pronombre átono de tercera persona que no es transparente para el número del referente. Este fenómeno pronominal, que ya condenaba Bello, 35 ha tenido y sigue teniendo gran arraigo en América. 36

4.5.3 Pronombres relativos

A través del análisis de numerosos expurgos de las formas del relativo quien y quienes para la expresión del plural, Frago-Gracia (2007, p. 149) explica cómo a América llega “un español con variación morfológica en el relativo” y señala que “en los años inmediatamente anteriores y siguientes a la Independencia ya era quienes la forma de plural más extendida en América”. Y esto se puede apreciar ya en los escritos de Carrera, donde se observa la utilización de la forma quien para el singular y de quienes para el plural: “por D. Matías Alarcón y su sobrino, quienes quitaron los tabacos” (p. 87), “los pocos soldados a quienes no se les quemaron los cartuchos ” (p. 126), “los nuestros, a quienes se había acabado las municiones” (p. 153), “no ha habido revolución de Larraines en que no hayan tenido parte los cuyanos, a quienes siempre han lisongeado tanto, cuanto los aborrecen” (p. 208). 37

4.6 El verbo

4.6.1 Pluralización de impersonales

En los escritos carrerinos son abundantes los casos de pluralización del verbo impersonal haber: “ya no hubieron más motivos” (p. 116), “diariamente habían escaramuzas de nuestras guerrillas” (p. 121), “hubieron muertos y heridos” (pp. 128-129), “los prisioneros que hallí habían” (p. 136), “hubieron robos” (p. 173), “habrían 50 fucileros” (p. 180), “no havían 80 sables ni 30 terserolas” (p. 35 N.), “hubieron dos muertos y tres heridos” (p. 40 N), etc. y, sin embargo, también puede encontrarse el mantenimiento del verbo haber sin pluralizar en “hubo juntas de corporaciones” (p. 68), “hubo baile y cena en casa del General” (p. 142). Al hablar de los impersonales haber y hacer, Frago-Gracia (2007, p. 181) indica que “la pluralización de estos dos verbos cuando funcionan como impersonales para expresar la existencia o temporalidad, constituye un rasgo de modernidad lingüística”. En la actualidad, puede observarse la extensión de este uso, no ya solo en América, 38 sino también en territorio peninsular. 39 En los escritos del prócer chileno también se halla la forma antigua ha, del impersonal hacer: “no a mucho tiempo que se presentó una guerrilla enemiga” (p. 132), “no a mucho tiempo me llamaron diciendo que el pueblo” (p. 165) y “a estos hombres que debieron haber estado olvidados tiempo ha” (p. 243). 40

4.6.2 Pronominalización verbal

El proceso de pronominalización verbal fue más intenso en el español de América que en el de España, y en los textos de Carrera se hallan algunos ejemplos como avanzarse, “se abanzó el General con una pequeña escolta” (p. 37 N.), “se abansaba el coronel” (p. 45 N.), “se nos abanzó por nuestras abanzadas” (p. 47 N.), “algunos de los que se avanzaban hasta los fosos” (p. 128); huirse, que se prefirió en el español clásico, “la noche del 26 de agosto se huyó el sargento mayor que se le impuso en su casa” (p. 266); 41 desertarse, “se desertaron una porción de ellos” (p. 103), “y se desertaron” (p. 127), “se desertó del exército embarcándose en Talcahuano” (p. 159), “y se desertó casi toda” (p. 215), y entrarse, “y hizo que los diputados se entrasen en la sala” (p. 32). 42

4.6.3 La transitividad

Otro rasgo gramatical digno de mención es la aparición de verbos transitivos cuyo complemento directo de persona no lleva marca preposicional, lo que, como señala Frago-Gracia (2010a, p. 259), es un fenómeno mucho más observable en los textos americanos que en los españoles de la época. Se registran en Carrera, de este modo, ejemplos como “dejando en abandono sus familias” (p. 27), “su exemplo desanimó la tropa” (p. 84), “para destinar los enfermos” (p. 102), “sentensié a muerte uno de los soldados” (p. 113), “apresar los enemigos” (p. 118), “y les mató un oficial” (p. 138), “para que detubiese los que allí habían” (p. 144), “al otro día mandó llamar los habilitados de los cuerpos” (p. 168), etc., aunque no por ello dejan de aparecer, si bien en menor medida, casos con preposición como en “y atacó a la guerrilla” (p. 128).

Cuando el complemento directo es un topónimo, en Carrera se evidencia cierta preferencia por el uso de la preposición a: “que tomaría a Valparaíso” (p. 46), “tomar a Valdivia” (p. 65), “el enemigo había tomado a Talcahuano” (p. 74), “tomase sin resistencia a Linares” (p. 90), “no tomé a Chillán” (p. 87), “que desamparase a Quirihué” (p. 141), “más deseo tenía de abandonar a Chile” (p. 170), “para ocupar a Rancagua luego que estuviese reorganizada” (p. 264). Frago-Gracia (2007, pp. 184-185) indica que en estos casos “la marca a fue opcional” en castellano “y de general empleo en algunos textos, así el Lucanor y el Quijote”, y cómo en el Correo del Orinoco es frecuentísima su aparición. 43

4.6.4 Usos verbales tradicionales y usos vulgares

Resulta lógico encontrar usos verbales frecuentes en la época tales como: morir con el sentido de matar conjugado en tiempos compuestos, “habiéndole muerto el caballo fue prisionero” (p. 2), “las guerrillas enemigas me habían muerto dos centinelas” (p. 91), o también en los ejemplos “fue muerto por uno de sus soldados” (p. 101) y “fueron muertos y prisioneros” (p. 198); la utilización del verbo pasear como transitivo en “paseando yo las calles en mi traje” (p. 191) y “se fue a pasear libremente el pueblo” (p. 245),44 así como la utilización del verbo ser con el significado de ‘estar’, “si vienen municiones y carga la tercera división, todo es hecho” (p. 282) y viceversa: “aquí debe haber mucha escrupulosidad y atenerse en un todo a mi diario, porque está muy verídico” (p. 282).

Además, hay que señalar la aparición de las formas incorrectas emprendó, ‘emprendió’, “quando la línea emprendó la carga” (p. 48 N.), reducí, ‘reduje’, “ocasionaba grandes gastos por eso la reducí a solo 2400 hombres” (p. 96) y hayga ‘haya’, “Ninguna acción ha havido en esta guerra funesta que hayga horrorisado más a un buen americano” (p. 32 N.). 45

4.6.5 Sobre los tiempos verbales y las formas no personales

A pesar de que en la actualidad el pretérito perfecto compuesto tiene un uso muy restringido en el español de América, en documentación de la época de la Independencia aparece con gran abundancia, y esto es lo que se observa en los manuscritos de Carrera. También hay que tener en cuenta que la mayoría de sus textos están redactados a posteriori, lo que quizás influyó también en la elección de uno u otro tiempo para delimitar mejor el marco temporal.

Por otra parte, en los manuscritos carrerinos son frecuentes los ejemplos en los que aparece como seguido del imperfecto de subjuntivo: “Como Makenna lo acompañase procuró este antiguo enemigo seducirlo con la más refinada intriga” (p. 90), “avansaba el enemigo sobre Linares y como tuviésemos ya la fuerza de granaderos quizo hacer resistencia a la vanguardia enemiga” (p. 90), “como conociese alguna intriga en el Parlamento, así Varela lo mandó preso a la capital” (p. 93), “Como supiese que el enemigo no tenía caballería, mandó que saliese la vanguardia” (p. 99), “Como Sánchez no contestase la última intimación que hice a Pareja ... no quise intimarlo a él y sí al cabildo” (p. 123) “y a su buelta, como no encontrase la división, tomó el partido” (p. 139), etc. Como se puede observar al leer estos ejemplos, en algunos casos, el imperfecto de subjuntivo tiene valor de imperfecto de indicativo y, en otros, de pluscuamperfecto. 46

Continuando con la cuestión verbal, y, en particular, con las formas no personales del verbo, habría que destacar la aparición de la construcción absoluta de tipo “tomada que fue la artillería” (p. 40), de ser con el participio de llegar en “era llegado el tiempo de tomar medidas enérgicas para evitarla” (p. 27), 47 y del participio fuerte inclusos/as, forma antigua del actual incluidos/as: 48 “con 200 soldados del mismo cuerpo inclusos algunos milicianos” (p. 77), “en la que estaba inclusa la auxiliar de milicias” (p. 155).

4.7 El adverbio

En este apartado, cabe destacar la aparición de ya + pronombre personal antepuesto al verbo, “ya yo estaba separado del Gobierno” (p. 66), una estructura que, como señala Frago-Gracia (2010a, pp. 110-111), era normal en el español clásico, “y a América llega también sin connotación vulgar”. Además, en Carrera aparece luego con el sentido de ‘inmediatamente’, y con el superlativo en los ejemplos: “Concepción sería muy luego ocupada por mi” (p. 106) y “llegué muy luego a la división” (p. 152), y la locución luego que en “luego que obserbó el enemigo que se desprendía esta fuerza ... formó su línea” (p. 30 N.), “luego que amaneció mandé a avisar a mis dos compañeros” (p. 55), “luego que se me dio aviso de lo ocurrido ... hize avanzar” (p. 99), “luego que me mudé ropa, monté otro caballo” (p. 151), “mandé luego que supe este robo una guerrilla” (p. 133).

También se puede encontrar la utilización de demasiado con el sentido de ‘mucho, muy’ en: “como se hase sospechoso el demaseado silencio en un país enemigo” (p. 9 N.), “era demaseado débil” (p. 22 N.), “estaba demasiado cierto de sus intenciones” (p. 56), “creían demasiado seguro el proyecto de subyugarnos” (p. 88), “los distintos movimientos del enemigo hacían trabajar demasiado nuestra caballería” (p. 93), “estaba yo demasiado satisfecho del poder de mi exército” (p. 123); 49 y de bastante con el significado de ‘muy’ en: “con el que había entablado una amistad bastante intimada” (p. 36), “se engrandecían por un trabajo bastante peligroso” (p. 38). Así mismo, llama la atención el uso de lindamente con el significado de ‘mucho’ que puede leerse en el siguiente ejemplo: “la única obra militar que existía en tiempo de Lastra era la de 500 vestuarios ... en los que, a medias con Yrisarri, robaron lindamente” (p. 243), así como el de empeñosamente en “El teniente Molina trabajaba empeñosamente en este destino” (p. 121). 50

Por otra parte, aparece registrado en nuestros escritos lo de con el significado de ‘casa de’: “La vanguardia pasó el Ytata y durmió en lo de Dª Mercedes Mardoner” (p. 105), “durmió en lo de Lavandens” (p. 105), “durmió en lo de Ormeño” (p. 106), “Vial quedó con orden de alcanzar al día siguiente a lo de D. Damiano Bega ... llegué con toda la división a lo de Bega” (p. 117), etc. Explica Kany (1969, pp. 163-164) que este uso era más frecuente en Chile en el pasado, quizás porque ya en la Gramática de Bello de mediados del siglo XIX fue censurado y paulatinamente se fue prefiriendo donde, si bien en la actualidad todavía puede encontrarse este uso para hacer alusión a grandes propiedades rurales. 51

4.8 Las preposiciones

Sobre los usos preposicionales hay que señalar la utilización de la forma frecuente en la época bajo de en lugar de bajo: “fueron a la capital bajo de su palabra” (p. 112), y la expresión fija a nombre de, “repetí las mismas palabras a nombre del congreso” (p. 41), “la constitución se presentó al Gobierno a nombre del pueblo por una comisión” (p. 68). Arcaica es la locución preposicional entro de, “y que entro de dos horas seríamos pasados al cuchillo” (p. 38 N.), que registra Frago-Gracia también en manuscritos de principios del XIX (2010b, p. 121). 52

Significativo es también el uso de a con valor locativo ‘en’ “la dibición chilena quedó acampada a las inmediaciones de Arico” (p. 21 N.). De Bruyne (1999, p. 669) señala la preferencia del español americano por la preposición a –en lugar de en, usada más en el español europeo–, con verbos que denotan penetración (entrar, ingresar, meter(se), penetrar, etc.), lo que se observa en los ejemplo de Carrera: “nuestros soldados se metieron al pueblo” (p. 128), “no podía entrar a ella (la fortaleza)” (p. 178), aunque quizás habría que hablar de dicha preferencia con verbos de movimiento en general, para dar cabida a los siguientes casos: “la reserva ... abandonó los cañones y se refugió a la batería” (p. 126), “se refugió al quartel de su hermano” (p. 175). 53 Asimismo, se puede ver la utilización de en o a en lugar de por en locuciones adverbiales como “en la noche fui citado al Congreso” (p. 56), “en la mañana di las mismas órdenes” (p. 81), “en la tarde se acercó el enemigo” (p. 93), “en la media noche” (p. 123). 54

Se encuentra también el uso de en en lugar de a en casos como “en principios de enero” (p. 59) y “en principios de abril” (p. 105), y la utilización de la preposición a con sentido final ‘para’: “hizo un fuego muy mal dirigido pero bastante a contener algún enemigo” (p. 198). 55 Aunque, sin duda, uno de los casos más relevantes que pueden señalarse en este apartado es el de “en casa de” que se puede leer en el Diario: “como mi hermano visitase diariamente en casa de Rosales, lo hacía yo también” (p. 49) y “fui en casa de Makenna a las 11 de la noche” (p. 50). Esta locución, además de ser frecuente en el español de América, también puede registrarse en Sevilla (Frago-Gracia, 1999, pp. 77-78).

Por último, pueden señalarse ciertas estructuras que, de aparecer en el presente, serían caracterizadas como queístas: “Le persuaden que el plan envolvía una completa revolución” (p. 27), “a pesar que en la mañana” (p. 35), “no hay duda que” (p. 46, 2 veces) 56 y “nada se adelantó a pesar que el congreso” (p. 51), “a pesar que los caballos” (p. 86), etc. Gómez-Torrego (1999, p. 2141) indica que, así como con el fenómeno del dequeísmo no está clara su datación, con el queísmo conjuntivo parece haber acuerdo en “que se trata de un fenómeno relativamente normal en el español antiguo incluida la lengua escrita”.

5. A modo de conclusión

Los manuscritos de José Miguel Carrera que se han analizado en este trabajo (tanto su extenso Diario militar, como las Notas que dejó al morir), aportan datos que son de gran relevancia para conocer los usos lingüísticos de la clase aristocrática de Santiago de Chile a finales del siglo XVIII y principios del XIX. La importancia de este prócer independentista hacía necesario el estudio de esta obra que, por su magnitud, puede resultar abrumadora en muchos casos, lo que nos ha obligado a sintetizar y a recoger en este artículo solo algunos rasgos lingüísticos relativos a los niveles ortográfico, fonético y gramatical.

El Diario militar y las Notas de Carrera –si bien estas en menor medida–, muestran el carácter minucioso y ordenado de un hombre que, por el contrario, se mostraba impulsivo y ardiente en la batalla. Amante de dejar constancia por escrito de datos, fechas y comportamientos, quién sabe si para dar fiabilidad a los acontecimientos históricos o, como le han reprochado en ciertas ocasiones, 57 simplemente para justificar sus acciones y su conducta ante aquellos que lo tachaban de traidor a la patria, lo cierto es que Carrera empuña la pluma con una conciencia lingüística muy marcada. Son pocas las correcciones o borrones que se han encontrado, para desgracia del lingüista, que disfrutaría entresacando más rasgos propios de la espontaneidad que da la redacción continuada de los acontecimientos bélicos; sin embargo, Carrera optó por meditar, por elegir las palabras, al menos en su Diario.

La obra manuscrita de José Miguel Carrera es un claro reflejo de los usos lingüísticos de la clase culta. El análisis ortográfico de sus manuscritos revela un cierto tradicionalismo. De este modo, el militar chileno hace uso de grafías cultistas como la q latinizante en quartel (p. 40) o evaquasen, la y en yntendente (p. 45), systema (p. 27) o reyno (p. 69), o de la h etimológica en trahía (pp. 64, 77). En el plano fonético destaca la aparición de alguna vacilación en el timbre vocálico en formas como binía (p. 34 N.), de la simplificación del hiato en remplazado (p. 45) o coperado (p. 50), de la frecuente reducción del grupo consonántico /ks/ en formas como estraordinario y de la existencia de alguna ultracorrección como contextó (p. 49). Interesante es la aspiración de /-s/ implosiva al final de palabra o sílaba en la forma hisimo (p. 38 N.), o la neutralización de /-r/ y /-l/ en carculan y en la tan recurrente peltrecho (p. 86). Reveladora es, sin duda, la sistemática aparición de la forma vao ‘vado’ (p. 149) a lo largo de toda la obra, pues muestra en la escritura la pérdida de la -d- intervocálica en la pronunciación. Por otra parte, son numerosos los deslices seseo-ceceosos que surcan las páginas de Carrera, organisación (p. 85), hasienda (p. 85), etc., frente a los escasos y significativos ejemplos de lleísmo gráfico encontrados: ballonetas (p. 213) y llervas (p. 92).

Los resultados extraídos del análisis gramatical de los manuscritos carrerinos nos muestran usos que pueden explicarse por diacronía, y es el caso, por poner solo un ejemplo, de la utilización del artículo determinado la con nombres que comienzan por á- tónica, como se observa en “la acta” (p. 9). Además de ellos, encontramos otros que caracterizamos de innovadores y que se desmarcan de los usos peninsulares de la época. Entre ellos, podemos citar la adverbialización del adjetivo en “fue socorrida muy breve” (p. 142), la utilización de los verbos pronominales avanzarse (p. 37 N.) y desertarse (p. 103), o la pluralización del impersonal haber en “ya no hubieron más motivos” (p. 116).

En definitiva, el análisis de la obra de Carrera nos permite ver dos fuerzas antagónicas: por una parte, algunos usos lingüísticos que están aún constreñidos por el tradicionalismo y por la formación escolar y, por otro lado, ciertos rasgos más innovadores que son la muestra de que la lengua está adquiriendo identidad propia al otro lado del Atlántico.

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  • 1
    Son varios los autores que tratan la instrucción de Carrera. Benavente (1854, p. 27) explica que se formó en el colegio de San Carlos, el mejor del país, pero no terminó sus estudios por hastío y dejó el colegio con el permiso de su padre. Barros-Arana (1884-1902, p. 636) afirmó sobre él: “aunque falto de estudios y de preparación literaria, había adquirido el hábito de escribir con cierta fácil soltura”.
  • 2
    La mayoría de los ejemplos que se aportan en este trabajo pertenecen al Diario, de modo que, para clarificar la lectura y diferenciar las dos fuentes, solo se marcarán con una N. los casos extraídos de las Notas. Para citar esta última fuente, se ha utilizado una numeración correlativa siguiendo la disposición que aparece en el documento PDF que hemos utilizado, ya que en el manuscrito se observan dos paginaciones distintas (probablemente de diferente época) que no coinciden.
  • 3
    Para más información sobre su obra impresa, véase, por ejemplo, el Ensayo de una bibliografía de las obras de D. José Miguel Carrera del historiador chileno J. T. Medina-Zavala (1892).
  • 4
    En 1810, con el establecimiento de la primera Junta Nacional en la que se declara abiertamente la soberanía de Fernando VII, comienza lo que se denominó “Patria Vieja”. A pesar de esta lealtad a la figura del rey, había ya dos posturas claramente diferenciadas: la de los reformistas, que querían acabar con la opresión colonial y las restricciones económicas y establecer una autonomía dentro del sistema español, para lo que pedían un congreso y una constitución, y la de los revolucionarios, que, fingiendo lealtad al rey, pretendían acabar completamente con el dominio colonial y aspiraban a la independencia total. El Período de la Patria Vieja terminó con la batalla de Rancagua en octubre de 1814, cuando los revolucionarios fueron derrotados por los realistas (defensores de la monarquía española), que restauraron el orden anterior a 1810 e impusieron una política de represión que aumentaría las ansias de independencia de los patriotas. España, acabada la guerra peninsular y restablecido en el trono Fernando VII, recrudeció sus guerras en América.
  • 5
    Los herederos de la señora Varas de Benavente, viuda de José Mª de Benavente, compañero de prisión de Carrera, envían a Vicuña Mackenna la cartera que el prócer independentista llevaba consigo el fatídico día en que es fusilado y que dicha señora guardó como una reliquia durante más de cincuenta años. Como se dice en esta nota, “la cartera se halla admirablemente conservada. Es de fábrica inglesa o norteamericana y forma un pequeño libro en 12º, de tafilete rojo con recortes dorados” (Notas, p. 1, página impresa).
  • 7
    Curioso es, también, el caso de guathemalteco (p. 246) con h expletiva.
  • 8
    La Aurora de Chile fue el primer periódico publicado en este país y su aparición (en febrero de 1812) marca un hito importante en su historia, pues, hasta ese momento, Chile carecía de imprenta propia. El fraile Camilo Henríquez, nombrado redactor por el gobierno de José Miguel Carrera, fue el encargado principal de esta publicación de carácter independentista.
  • 9
    Sobre la historia del fierro y las ferrerías y su extensión en América por el comercio, véase Frago-Gracia (1999, p. 305 y nota 8).
  • 10
    Desparecer viene aún registrado en el DLE.
  • 11
    Un caso distinto representan aquellas palabras que aparecen con su forma antigua: sostituto, sostituyó, sostituyendo (pp. 57, 58, 223), además de otras que aún en la actualidad pueden encontrarse en el diccionario académico: rigoroso, rigorosamente (pp. 238, 287). Eligir también es forma antigua (ya desde 1803 se considera “anticuada”), aunque aparece frecuentemente en los escritos de Carrera: eligirsi, eligir (p. 230), elijir (p. 30), elijido (p. 67), elijí (p. 113) e, incluso, con el cambio vocálico a principio de palabra, iligir (p. 159).
  • 12
    En el DLE solo hay una entrada horcar en 1927 (‘Dígase ahorcar’) con la delimitación de Chile y Méjico. Morínigo (1966) también registra horcar y la sitúa en México.
  • 13
    También podría ser a la inversa, es decir, que el apellido fuese Elorriaga y que Carrera cayera en la ultracorrección. De hecho, Elorriaga es un pueblo de Álava, y, precisamente, de esa provincia era originario el señor al que hace referencia Carrera.
  • 14
    Solo a partir de 1956 se registra remplazar en el NTLLE.
  • 15
    La estimación social de la reducción consonántica en la pronunciación ha ido cambiando a lo largo del tiempo. Hasta el siglo XVIII fue una costumbre muy extendida sin ningún tipo de connotación negativa, como indica Autoridades (LXVII, LXVIII). A la luz de documentación chilena de distinta época, Matus et al. (1992, p. 552) reflejan perfectamente la evolución de este fenómeno.
  • 16
    Pertrecho aparece desde 1737 a 1803 en el NTLLE. Sobre esta forma ver Frago-Gracia (2010a, pp. 157-158).
  • 17
    El DCECH registra humareda como derivado de humo y apunta: “vulgarmente humadera en la Argentina” (s.v. humo). En el CORDE hay ocho registros de humadera y todos menos uno aparecen en territorios ultramarinos (s.v. humadera). Medina-Zavala (1928) introduce la entrada humadera y dice: “América. Vulgarismo por humareda” .
  • 18
    Frago-Gracia (2010a, p. 153) señala al respecto: “el muestreo presentado es indicativo de la gran extensión americana que dicho tratamiento de la /-d-/ intervocálica tenía en la época de referencia, y su presencia en el español ultramarino es antigua”.
  • 19
    Cuervo (1867-1872/1955, p. 719) incluye el ejemplo vao en la siguiente explicación:
    más común que la vocalización es el desvanecimiento de las consonantes sonoras: aflojado completamente el contacto, quedan los órganos en posición indiferente y sin producirse otro sonido, la voz se funde con la vocal inmediata. El caso más común entre nosotros, como en todos los dominios del castellano, es el desvanecimiento de la d .... En medio de palabra entre dos vocales decimos criao, calzao, disputao, vao (del río, como vaho de la olla), y así todas las vocales en -ado.
  • 20
    Este topónimo suele aparecer siempre escrito con y: “Yerbas Buenas” (p. 92, dos veces; p. 95).
  • 21
    En las Notas de Carrera pueden señalarse los siguientes ejemplos ceceo-seseosos: adbercidad (p. 10 N.), resibe (p. 11 N.), provisión en alternancia con probición (p. 15 N.), magnifisencia (p. 15 N.), comición (p. 21 N., 2 veces), resibido (p. 23 N.), serca de (p. 24 N.), pricioneros (p. 24 N.), ocaciones, suseso (p. 27 N.), divición de lanseros” (p. 30 N.), “hiso fucilar” (p. 32 N.) espesícimo (p. 39 N.) y, en una nota que le deja a su mujer despidiéndose de ella: “moriré hoy a las onse” (p. 17 N.), “sinco tiernos hijos en un país estraño” (p. 17 N.).
  • 22
    En cierta ocasión, escribe exepción y añade la “c” arriba (p. 118).
  • 23
    Indica Kany en los años sesenta que esta era una práctica habitual incluso en el habla culta (1969, p. 41 y ss.). Actualmente, la NGLE señala que aún se utiliza en el lenguaje periodístico sobre todo con artistas femeninas, mientras que con otras profesiones ya tiene un cierto tinte irónico (2009, §12.7o). Para profundizar más en el uso del artículo determinado antepuesto a antropónimos, véase García-Godoy y Calderón-Campos (2012).
  • 24
    Este tema merecería un artículo aparte. Autores como Brucart (1999) y Girón-Alconchel (2004) se han ocupado de explicar este aspecto gramatical, aunque queda mucho por estudiar para precisar la variación diatópica e idiolectal del fenómeno. Bello, por ejemplo, ya se encargó de analizar este relativo compuesto en 1847.
  • 25
    Bolívar habla de “porciones de comunicaciones, papeles, noticias, impresos, particulares (‘detalles’), y también de porciones de sujetos, amigos, oficiales, jefes y señoras” (Hildebrandt, 1961, p. 477).
  • 26
    El CORDE registra abundantes ejemplos de estos tipos de construcciones. En el CREA, sin embargo, son escasos los registros de los más de ellos y las más de ellas, así como el de las más veces, frente a lo que ocurre con las más de las veces, la mayoría de ellos/as y la mayoría de las veces, que cuentan con gran cantidad de resultados.
  • 27
    Cualquier no puede decirse sino precediendo a sustantivo expreso y formando frase con él ... si precede al sustantivo y forma frase con él, se apocopa o no, indistintamente; cualquier o cualquiera hombre, cualesquier o cualesquiera cosas” (Bello, 1847/1981, p. 491).
  • 28
    “En Hispanoamérica es general la confusión, y no ya solo en el habla popular, sino también en la de ciertas personas cultas. La forma cualesquiera con un nombre en singular –intento de reponer una -s allí donde se supone que pertenece al habla normal– puede convertirse en ultracorrección propia de regiones en que la -s final desaparece en la pronunciación. Román (I. p. 467) dice refiriéndose al uso chileno: «no olviden algunas personas, señoras sobre todo, que por lo demás no carecen de educación, que el plural de esta palabra es cualesquier o cualesquiera; pues ellas creen hacerlo mejor diciendo muy repulidas y con pésima concordancia: cualesquier día, cualesquiera cosita. Sin duda les parece que el singular cualesquier, -ra, sólo es para los zafios que acostumbran no pronunciar la s»” (Kany, 1960, p. 182).
  • 29
    Además, la NGLE (2009, §19.4e) indica que la forma ningunos/ningunas utilizadas con el significado de algunos/algunas es extraña en los textos actuales, pero que “Aun así quedan restos ocasionales de este empleo –que se sienten hoy como arcaicos– en algunos países americanos, especialmente en México, en Centroamérica y en algunos del área caribeña”.
  • 30
    Una búsqueda minuciosa en el CORDE también nos muestra que esta estructura se da con cierta frecuencia en el continente americano en la época estudiada: “despropósitos los más groseros que pueden saltar a la cabeza” (1780, Méjico), “sustentarse de raíces y alimentos los más insípidos de sus países” (1781, Perú); menos usual pareció ser esta estructura en España; un ejemplo español, también del CORDE, es el que sigue: “así éste como todos los demás golpes los más sensibles, los llevaba con tiña resignación” (1790).
  • 31
    Oroz señala la tendencia a utilizar este tipo de construcción sobre todo “con los adverbios delante, detrás, encima, debajo no sólo en la lengua popular sino también a veces en el habla culta” (1966, p. 373). Por su parte, Frago-Gracia (2010a, pp. 241-242), a propósito de este tipo de construcción en el español europeo, indica que “se ha señalado en varias hablas regionales españolas, en algunas con registros rústicos que parecen asegurarle un arraigo tradicional; pero su tendencia a la generalización diatópica y sociocultural es reciente a este lado del Atlántico, salvo en Andalucía y en Canarias”.
  • 32
    Una muestra de ello: “dixo aquel día a tan respetable reunión: «¿Y Vmds. saben si podrán salir de aquí?»” (p. 28), “separándolo a un lado, le dixe: «Vmd. me ha comprometido, tema V. los resultados»” (p. 38), “Me preguntó (Makenna) si era capaz de creerlo asesino y le respondí: «Séalo Vmd. o no lo sea, yo soy el mismo, y mi alma no puede inclinarse a odiar a Vmd. Ojalá pueda V. vindicarse de los cargos que se le harán. No tema V. el resultado de su causa sea qual fuere su delito. Desde este momento, aunque no se ha tomado ninguna declaración estará V. en comunicación con su mujer, avíseme V. cuando necesite, que le serviré con el interés de tan buen amigo como fui y soy»” (p. 56), “le dije: «no disto de querer los hijos de Vmd. Es aparente su destierro, juro a Vmd. que no pasará de Valparaíso y que volverán a su casa cuando yo vuelva de Concepción»” (p. 71), “En el momento de recivir V.S. esta orden se pondrá V.S. en marcha con la división de su mando ..., lo verificará V.S. aunque sea con un solo hombre” (p. 115), “Le pronostiqué a S.E”, “despreció Sánchez a S.E.”, “S.E. conocía la falcedad de la acusación” (p. 156), etc.
  • 33
    Frago-Gracia (2007, pp. 177-178) explica la aparición de vosotros en la época por el carácter formal de ciertos textos, pero también “porque pesaba mucho todavía la tradición literaria y el estilo oratorio”, y más adelante apunta: “pero es bastante seguro que en el primer tercio del siglo XIX todavía no fuera exclusivamente literario el uso de vosotros (y de vuestro)”. Un texto que muestra muy bien el uso de las formas de tratamiento en ese período en Chile es el Nuevo Método de Educación para el uso de las Escuelas del Campo, de 1832 (Almau-Almau, 2015).
  • 34
    Uno de los ejemplos que Kany recoge de Chile es: “a la última hora le quitan a los enfermos las camas” (1969, p. 140).
  • 35
    “Un uso extraño y bárbaro se ha introducido en algunas partes de América, relativamente al se oblicuo. Cuando este dativo es singular, decimos como debe decirse, se le, se la, se lo. Pero cuando es plural, se pone en plural el acusativo que sigue, aunque designe un solo objeto: “aguardaban ellos el libro, y un mensajero se los trajo”. Es preciso evitar cuidadosamente esta práctica” (Bello, 1847/1981, p. 445).
  • 36
    Company-Company (2006, p. 551) señala al respecto: “la documentación de este cambio es bastante tardía. Los primeros datos seguros para el español de México, hasta donde tenemos noticia, proceden de finales del siglo XVIII e incluso del siglo XIX” y añade: “puede decirse que la estructura innovadora en determinados contextos es ya la normal en la totalidad del ámbito hispanoamericano. Por lo tanto, no obstante su tardía documentación, ha experimentado una rápida expansión y generalización”.
  • 37
    Sobre los pronombres indefinidos cabría destacar quizás la elección de uno en lugar de alguno en la expresión: “y uno que otro sospechoso” (p. 239) y de ninguno en “No hay uno que haya visto sus obras sin risa” (p. 159).
  • 38
    Oroz (1966, p. 381) observó lo siguiente:
    La concordancia del impersonal (haber) con el sujeto aparente es lo común entre individuos de escasa cultura, pero en muchas regiones del país se observa también en personas ilustradas. Así este fenómeno se da en Punta Arenas y en Chiloé, como en el Centro meridional (Curicó), en grupos de todas condiciones.
    Y, más adelante, señaló: “el verbo hacer impersonal suele convertirse en personal en el habla popular y no raras veces en la culta” (1966, p. 382). Más recientemente se han llevado a cabo numerosos trabajos sobre la pluralización de haber como un rasgo común en la norma culta hispanoamericana. Véase, por ejemplo, De Mello (1991).
  • 39
    Al respecto, véase el artículo de Paredes-García (2016).
  • 40
    Salvá (1847/1988, p. 313), al hablar de las estructuras impersonales, incluye “hace o ha seis años”.
  • 41
    No obstante, se trata en este caso de un ejemplo aislado, pues se prefiere casi siempre la forma no pronominal: “llegó Don Luis de Carrera con una compañía ... a cuya vista huyeron por los tejados” (p. 31), “y huía del humo” (p. 31), “nos avanzamos a ellos y huyeron” (p. 54), “el enemigo huyó a Chillán” (p. 103).
  • 42
    Señala Kany (1969, p. 237) después de hablar de la pronominalización:
    En el español de América se halla también ocasionalmente la tendencia opuesta, es decir, la supresión del pronombre reflexivo con verbos que generalmente lo requieren en el habla consagrada normal, como en el caso de ... casar (en España, más frecuentemente casarse), etc. Igualmente en la España dialectal: voy por me voy; marchó por se marchó.
    Con respecto a este último verbo que cita Kany, se puede observar el siguiente ejemplo en Carrera: “En aquella sesión se consiguió la deposición de sus tres perversos agentes; pero no la vuelta de los otros porque habían marchado ya” (p. 27).
  • 43
    Por su parte, Cuervo (1844-1911/1987-1994, s.v. a) todavía critica a aquellos que optaban por omitir la preposición en estos casos: “escritores de menor nota suelen hoy en España omitir la preposición antes de nombres de ciudad y dicen dejé Valencia, lo cual es por cierto un galicismo o acaso algo peor de gusto intolerable”.
  • 44
    Salvá (1847/1988, p. 213) dijo: “verbo neutro o intransitivo es el que no admite objeto externo sobre que recaiga su acción, como andar, nacer, pasear, salir”. No obstante, se puede encontrar en el CORDE algún registro de este uso verbal en obras del XVII, XVIII y XIX, aunque apenas aparece algún registro aislado en el CREA.
  • 45
    Señala Frago-Gracia (2010a, p. 251): “el subjuntivo haiga se documenta el año 1763 en la Habana (Cartografía IX, 45) y está reiteradamente atestiguado en citas bolivianas de nivel muy popular a finales del siglo XVIII”. Oroz lo recoge en los años sesenta como forma vulgar de uso extendido en los estratos bajos, aunque poco después añade: “la forma haiga se observa incluso a veces en grupos cultos” y localiza este hecho en la región de Iquique (1966, p. 316).
  • 46
    Alarcos (1999, p. 453) explica sobre las formas en -ra: “en estilos arcaizantes, aparecen formas subjuntivas en -ra (pero precisamente con el sentido antiguo de indicativo, equivalente a había+ participio): como ocurrieran informalidades graves ..., tuve ciertos dimes y diretes con un administradorcillo”.
  • 47
    Frago-Gracia (2007, p. 181), que se percata de la abundancia de registros de ser con el participio de llegar en ejemplos del Correo del Orinoco, indica que estas construcciones “son asimilables a las atributivas, pero indudablemente entroncan con el antiguo empleo de ser como auxiliar de verbos de movimiento, y en este corpus se trata de expresiones casi fijas, pues en los demás casos llegar forma sus tiempos compuestos con haber”.
  • 48
    En Autoridades se recogen las dos formas. Sobre incluso indica: “segundo participio passivo del verbo incluir. Lo mismo que incluido” (NTLLE). En el CORDE la forma inclusos se registra en los siglos XVII, XVIII y XIX, mientras que incluidos ya aparece en el XIX y XX, básicamente. Por su parte, el CREA registra casi de forma exclusiva incluidos, de ahí que pueda afirmarse que es la forma actual.
  • 49
    La utilización de demasiado con la significación de ‘mucho, muy’ por la chilena Peña y Lillo ya fue destacada por Frago-Gracia (2008, p. 60).
  • 50
    En el CORDE hay 64 apariciones pertenecientes a documentos americanos. De ellas, 47 registros son de la Historia General de Chile de Barros-Arana (1884-1902).
  • 52
    El adverbio entro ya era considerado “antiguo” en 1791 (NTLLE) y definido como ‘lo mismo que hasta’.
  • 53
    Explica Oroz (1966, p. 399) que en Chiloé se prefiere en con verbos de movimiento: “subieron en un bote”; “mañana iré en Castro”. Afirma que desde esta isla se difundió al Continente, en concreto a Valdivia, mientras que en el Norte se mantiene a. Más adelante, hace la siguiente generalización: “con los verbos de movimiento es evidente la preferencia por a en el habla chilena de todos los grupos sociales: ‘entró al teatro’ (no se dirá: entró en el teatro)” (1966, p. 400).
  • 54
    Frago-Gracia (2010a, p. 266) señala que el uso de en ‘a’ fue normal en el castellano medieval y que todavía pervivía en la lengua escrita de los siglos XVI-XVII, sobre todo en los textos de un nivel más bajo.
  • 55
    En la Aurora de Chile (1812-1813) hay bastantes ejemplos: “y que estos sean un número suficiente a cubrir todos los puntos” (p. 75), “las riquezas de dos mundos no eran ya bastantes a sostener el luxo” (p, 79), “la política debía sugerirnos ideas adequadas a captar la voluntad de unos hombres” (p. 96), etc. Kany (1960, p. 440) habla de la conjunción a que, de la que dice haberse empleado “en la lengua antigua para expresar finalidad, más a menudo expresada por medio de para que ‘con el fin de que’, pero, al parecer, sólo detrás de verbos de movimiento”.
  • 56
    Cuervo (1844-1911/1987-1994, s.v. dudar) registra ejemplos del verbo dudar + que sobre todo en contextos negativos y añade algo que puede ser clave para comprender este tiempo de estructura: “hállase también ... empleada la negación con el verbo subordinado, a la manera de la construcción latina non dubito quin”.

Fechas de Publicación

  • Fecha del número
    Jul-Dec 2023

Histórico

  • Recibido
    09 Set 2022
  • Acepto
    12 Dic 2022
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None Oficina 144, Facultad de Letras, Universidad de Costa Rica, Ciudad Universitaria Rodrigo Facio, San José, San José, Costa Rica, CR, 2060, 8920 0464, 8375 1347 - E-mail: filyling@ucr.ac.cr
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