Open-access Arte, prensa y poder: historia de los masones y sus prácticas discursivas en el Aguascalientes del siglo XIX

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Tesis de doctorado en estudios culturales defendida en la Universidad Autónoma de Aguascalientes en México, el 28 de octubre de 2019. https://doi.org/10.15517/rehmlac.v12i1-2.40580

¿Cuáles fueron los motivos que le llevaron a enfocar su investigación en la masonería?

Primero mi tesis de maestría en Arte, donde estudié a Jesús F. Contreras, un escultor del periodo conocido en México como Porfiriato, de quien suponía había pertenecido a la masonería. Empecé a notar entonces una relación entre la estatuaria nacionalista de finales del siglo XIX y principios del XX con personajes iniciados en logia, por lo que se fue cultivando en mí la hipótesis sobre la construcción intencional de una identidad mexicana liberal incentivada desde los masones de la élite gobernante.

Por otro lado, darme cuenta de que nadie había emprendido la escritura formal de la historia de la orden en mi estado, Aguascalientes, que curiosamente estaba a mi ver, pletórica de personajes que pertenecieron a los ritos de York, Nacional Mexicano y Escocés Antiguo y Aceptado, lo que, a mi juicio, ofrecía una interpretación incompleta de los acontecimientos políticos, sociales y culturales.

Además, un incentivo adicional fue mi participación como miembro de distintas obediencias masónicas y la necesidad de comprender con mayor profundidad esta forma de sociabilidad, ya que, desde mi perspectiva, poco se profundiza desde dentro de la fraternidad en el conocimiento histórico de la francmasonería y frecuentemente se propalan narrativas que se acercan más al mito que a los hechos comprobados. En ese sentido, me propuse anteponer la metodología académica sobre la visión institucional apologética.

¿Cuáles fueron las fuentes utilizadas?

Documentación masónica como cuadros de logia, anuarios y fotografías; relatos de personas integrantes de la masonería, así como libros de historiadores decimonónicos; archivos históricos gubernamentales mexicanos así como universitarios nacionales y extranjeros; hemerografía (periódicos y revistas) e impresos de época (folletos y hojas volantes); historiografía contemporánea y artículos académicos; por último, obras artísticas y monumentos.

¿Cuáles fueron las principales dificultades con las que se ha encontrado? ¿Cómo las ha superado?

La muy escasa existencia de documentación masónica local del siglo XIX y la dispersión de los documentos localizados. En archivos regionales de logias, la renuencia a la apertura para la consulta y la falta de catalogación de los documentos. En reservorios internacionales, dificultades burocráticas para el acceso a expedientes restringidos.

Mi pertenencia a la masonería facilitó el acceso a ciertas fuentes y la revisión de algunos materiales, además, mediante el trabajo colaborativo con otros investigadores, obtuve documentos complementarios para la investigación y también recibí reprografías de repositorios distantes.

Otro aspecto que considero una aportación metodológica que debe perfeccionarse es el uso de herramientas interpretativas provenientes de otras disciplinas para la construcción de Historia ―así, con mayúscula―, como el análisis literario para escritos y estético para artes plásticas. Dado que las prácticas litúrgicas masónicas van de la mano de la cultura escrita, veo necesario profundizar en ensayar estudios hermenéuticos del discurso, pues es factible encontrar indicios de mensajes basados en la filosofía masónica en el lenguaje “profano”. En ese sentido propuse, por ejemplo, la comparación de textos escritos por masones y aparecidos en medios públicos, con fragmentos de manuales de diversos ritos; es decir, una “traducción” o reinterpretación de las enseñanzas simbólicas.

¿Cuáles fueron las principales problemáticas históricas que su trabajo ha resuelto?

En primer lugar, mi tesis presenta una historia que no se había escrito, la de la masonería en Aguascalientes, México, con la que abono a la comprensión de pasajes a los que les faltaba una “capa” descriptiva. La develación que hace mi tesis de redes masónicas familiares intergeneracionales permite entender la cohesión de las élites regionales, su permanencia en el poder y el uso de los vínculos con los liderazgos nacionales políticos y de logias.

De manera específica, presenta un enfoque hasta ahora prácticamente invisibilizado en las investigaciones de historia de la masonería: el papel de las mujeres “profanas” en los entramados masónicos. Si bien es un pequeño atisbo, se muestra que los matrimonios fueron elementos para la cohesión de grupos políticos y culturales, pues al ahondar en los estudios genealógicos, sale a la luz una endogamia que no es evidente al concentrarse en la narrativa masculina. Este aspecto es un llamado de atención para no descuidar la cuestión de género en futuros trabajos.

Para ser más específico en lo anterior, y particularmente en el caso de Aguascalientes, es notoria la influencia de Valentín Gómez Farías, líder moral del Rito Nacional Mexicano y de la generación de la “Reforma” laica en la República mexicana, pues estaba emparentado políticamente con cabezas políticas regionales, quienes se prodigaron atenciones y favores durante decenios. También observé, por ejemplo, que un liberal local, José Bolado, casó a tres de sus hijas con hombres que ostentarían como titulares o suplentes la gubernatura del estado, masones comprobados por lo menos dos, que a su vez estaban ligados por sangre o uniones civiles con otros integrantes de logias.

El trabajo refuerza planteamientos previos acerca del uso del arte como instrumento de legitimación del poder, pero también de la construcción de un imaginario nacional y de una historia oficial que convirtió en “malos” a los actores del bando “conservador”. Evidentemente, este proceso estuvo impulsado en gran medida por masones en el gobierno, como el caso del presidente Porfirio Díaz, en cuyo extenso mandato hubo un auge por los monumentos que conmemoraban a los héroes liberales, como el caso de Benito Juárez en todo el país o José María Chávez en Aguascalientes, donde el gobernador, Alejandro Vázquez del Mercado, fue también el gran maestro adscrito a la Gran Dieta Masónica de los Estados Unidos Mexicanos.

Al igual que otras investigaciones, la tesis resalta que las logias eran punto de encuentro de grupos políticos, gremiales y culturales, que extendían su influencia mediante agrupaciones civiles, filantrópicas, artísticas y científicas, así como instituciones educativas.

Asimismo, mi trabajo se alinea con estudios previos que apuntan a la extensiva utilización de la prensa como medio de transmisión ideológica de las agendas de masones con presencia en el espacio público, pues casi la totalidad de los personajes mencionados fue propietario de una imprenta, editor de algún periódico o colaborador.

En lo que parece una tendencia creciente entre los académicos que estudian la fraternidad de la escuadra y el compás, la tesis enseña que se puede hacer historia desde lo local o regional, en contraposición a una constante ―por lo menos en México― de pensar en que los hechos del pasado se pueden explicar perfectamente desde el centro o la capital, haciendo de lado biografías, cronologías y hechos específicos de la periferia.

¿Por favor, podría resumir la esencia de su tesis en dos líneas?

Para ejercer el poder en el siglo XIX, políticos mexicanos construyeron redes familiares y masónicas, utilizando la prensa y el arte para imponer nuevos paradigmas basados en las viejas estructuras.

¿Cuáles fueron las lecciones, a todos los niveles, personal y profesional, que usted ha adquirido de su experiencia investigativa?

Que es positivo hacer caso a la intuición y, a veces, desatender voces que lo califican a uno de testarudo. La insistencia y la persistencia generan frutos, a veces insospechados. Planteamientos débiles o aventurados pueden devenir en descubrimientos históricos o bien, sirven para reorientar la investigación.

No menospreciar fuentes ni archivos. A veces, hasta modestas bibliotecas locales pueden ofrecer una riqueza de datos. Lo que crees que solamente está disponible en París, Londres o Washington, puede estar a escasos metros de tu aula habitual. Igualmente, siempre que sea posible, es indispensable revisar manualmente documentación e impresos históricos. Los catálogos sintetizan la experiencia de un archivista, pero no integran lo que un investigador especializado puede observar. No en pocas veces, anotaciones marginales, ex libris, caligrafía y otros aspectos materiales, pueden aportar información valiosa.

Siempre que sea posible, resulta ilustrador platicar con otros colegas, aunque sean de distinta rama, puesto que los indicios de nuestro tema “saltan” de los sitios menos imaginados, además de que la historia es un trabajo colaborativo. De igual forma, una buena práctica es compartir los hallazgos que pueden ser útiles a otros investigadores, que suelen retribuir con sus propios esfuerzos en tu beneficio. También, difundir avances con público general entrena capacidades de divulgación, pero también abre posibilidades de recibir “pistas” y planteamientos que la rigidez académica pudiera descartar a priori.

Si bien existen estilos de trabajo, donde puede alternar la creatividad, la exploración metodológica y formas de pensamiento analógico, concluyo que es necesario entrenar las capacidades de planeación, organización, sistematización (incluyendo herramientas de indización), además de capacitación en plataformas informáticas coadyuvantes a la investigación, pues ante la profusión de actividades, lecturas, archivos, referencias y datos aislados, hay límites a la capacidad cerebral, por más confianza que se tenga en la memoria e inteligencia personal. Aunque siempre quedarán cuestiones fuera de la tesis, es crucial que esto sea por discriminación consciente y no por accidentes nemotécnicos. Preferible ser un fanático del orden y la disciplina a un genio distraído e improductivo.

Recomiendo “descansar” trabajando en temas relacionados con la tesis, como la participación en congresos, seminarios, simposios y coloquios. El intercambio con pares y autores consolidados fortalece la formación profesional, además de que los viajes, sin duda, ilustran.

Un doctorado requiere tiempo completo, sin actividades laborales o que requieran dedicación especial. En mi caso, como activista LGBT, atender problemáticas y demandas sociales consumió tiempo y capacidades personales que aumentaron el desgaste personal y con certeza, disminuyeron las posibilidades de un mejor trabajo de investigación. No me arrepiento de combinar actividades, pero me queda claro que esto conlleva afectaciones. Deseo enfatizar que un posgrado requiere salud física y mental, además de la búsqueda de un equilibro en lo personal y en lo familiar. El énfasis monotemático puede significar el descuido de otras áreas de la vida, por lo que es indispensable el diálogo continuo con las personas que nos importan. Algo similar leí en esta misma revista antes de iniciar mi proceso de indagación, pero no le presté demasiada atención, hasta ahora que veo consecuencias en la vida privada de un número significativo de colegas.

¿Ahora, cuáles son sus proyectos profesionales?

Sin duda alguna, pretendo insertarme en el ámbito académico universitario. Tengo experiencia docente, pero quedé prendado de la investigación histórica. Lo apremiante será convertir la tesis en uno o dos libros y proseguir con las líneas de trabajo emprendidas.

De ser posible, me embarcaré en cruzar con otras áreas de mi interés, como la diversidad sexual y los estudios de género, además del estudio del arte. Es mi propósito emprender trabajos colaborativos con especialistas de otras áreas del conocimiento, con el fin de enriquecer los estudios históricos.

También me interesa incursionar en la investigación histórica de las prácticas esotéricas y religiosas, pues me parece que al igual que con la masonería, se pueden ampliar los matices de comprensión de hechos y personajes.

¿Quisiera destacar algún aspecto que no se ha contemplado y que usted consideraría digno de reseñar?

Mi tesis se basó inicialmente en una metodología positivista documental, por lo que podría considerarse mayormente dentro de las tradiciones historiográficas consolidadas, aunque para el caso mexicano, la temática masónica siga siendo innovadora. Empero, la investigación avanzó de manera interdisciplinaria, a fin de lograr una mejor comprensión o si se prefiere, interpretación de la realidad pretérita, por ejemplo, con mi interés hacia el fenómeno artístico, por lo que para mí fue crucial hacer una revisión de la cultura material y entender los objetos como documento y discurso. Es necesario mencionar que mi doctorado fue en Estudios Socioculturales, fundamentado en la corriente de los Cultural Studies surgida en Inglaterra, que además de alentar la colaboración de profesionales de distintas disciplinas académicas, le da valor teórico a la subjetividad, lo que en el estudio del arte es crucial.

No puedo omitir que me aventuré a propuestas poco recurridas, motivado sin duda en mi formación inicial como comunicólogo, al experimentar un análisis semiótico con los paradigmas masónico, religioso y republicano. En este ejercicio, observé un claro paralelismo estructural y jerárquico en cada habitus mencionado, planteados desde el postulado teórico de Pierre Bourdieu y esquematizado según el modelo actancial de Algirdas Julius Greimas.

Por supuesto, considero inacabada la propuesta, pero opino que es necesario generar alternativas para enriquecer la comprensión histórica, especialmente en los casos donde son escasos los documentos comprobatorios para completar la narración, o donde intencionalmente se omitieron o encriptaron los vestigios de un mensaje. Aclaro que no pretendo erigirme en un “profesor Langdon”, pues no se trata de caer en literatura á-la-Dan-Brown, como diría el masonólogo Guillermo de los Reyes,1 pero sí reconocer que, si al seno de las logias se privilegia el uso del simbolismo como medio pedagógico y de comunicación, lo menos que puede hacer una investigación en este campo es darles su peso respectivo a esas formas veladas (o “entrenadas”) de comunicación. Evidentemente, modelos de análisis que pretendan —como yo lo intenté— validar la pertenencia de un personaje a la masonería o afirmar que un mensaje público (o “profano”) contenía alusiones masónicas, requerirán una saturación por ahora indeterminada de indicios para darle certeza. Es, sin duda, como lo diría una de mis tutoras, Yolanda Padilla, la paradoja del “ornitorrinco”, pues yo quería afirmar que, si un sujeto graznaba y tenía patas palmípedas, entonces era un pato, cuando podría tratarse de un mamífero que ponía huevos, si se me permite la metáfora, trasladada a personas que parecen iniciadas (¿masones o profanos con mandil?).

Otro riesgo de los planteamientos interpretativos es no estar adecuadamente formado en cultura general, o, mejor dicho, especializada, pues sería apropiado conocer de arte con cierta profundidad; filología, etimologías e idiomas; fundamentos de religiones judeocristianas, clásicas y antiguas; entre otros temas, pues de lo contrario se podría omitir que, entre diversas tradiciones, incluyendo la masonería, hay préstamos, palimpsestos y usos compartidos de elementos simbólicos y discursivos.

Cierro la cuestión con una acotación que me parece importante, pertenecer a alguna logia u obediencia no es una limitante para desarrollar un trabajo académico serio de indagación histórica sobre las masonerías, siempre y cuando exista una estricta vigilancia epistemológica y rigor metodológico. De hecho, opino que, como en mi caso, tener una formación en ceremonias y simbolismo de ritos como el Escocés Antiguo y Aceptado, puede ser una ventaja en la lectura de las fuentes, aunque siempre será recomendable recurrir a la revisión atenta de los colegas “no iniciados”, pues aunque la principal labor investigativa es personal, la historia siempre estará sujeta al debate de los pares, así como los “trazados de arquitectura” o “planchas” a la retroalimentación o “desbaste” en los templos consagrados a la gloria del Gran Arquitecto del Universo.

Esta entrevista se efectuó de forma telemática el 30 de enero de 2020.

Autores de la entrevista: Ricardo Martínez Esquivel e Yván Pozuelo Andrés, director y editor de REHMLAC+.

  • 1
    Guillermo de los Reyes Heredia, “Los estudios masónicos estadounidenses y su impacto en la masonería latinoamericana. Una aproximación historiográfica”, REHMLAC+ 4, no. 1 (mayo-noviembre 2012): 142-157, https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/rehmlac/article/view/12146/11421/

Fechas de Publicación

  • Fecha del número
    Jul-Dec 2020

Histórico

  • Recibido
    30 Ene 2020
  • Acepto
    03 Feb 2020
location_on
None Ciudad Universitaria Rodrigo Facio, Universidad de Costa Rica, San josé, San Pedro, Montes de Oca , San José, San Pedro, Montes de Oca , CR, 2300 , 2511-5397 - E-mail: rehmlac@ucr.ac.cr
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