Resumen
El objetivo del artículo de revisión bibliográfica consiste en mostrar el estado actual en el que se encuentra la educación de nivel superior en Guerrero y Oaxaca, con el fin de evidenciar el acceso limitado para la población indígena joven y su relación con la situación de pobreza. La temática que se aborda es de trascendencia, ya que ambas entidades presentan un promedio de escolaridad por debajo del promedio nacional, el índice de desarrollo humano (IDH) en Guerrero es de 0.679 y Oaxaca 0.681, de los más bajos en todo el país. A través del uso de algunas herramientas de estadística descriptiva e información de los últimos ciclos escolares (2013-2014 y 2014-2015), se encuentra que la mitad de la población joven en cada una de estas entidades vive en zonas rurales, una cuarta parte son hablantes de lengua indígena y solo poco más de diez por ciento de jóvenes indígenas mayores de 18 años pertenece a la matrícula total de educación en el nivel superior.
Palabras clave: Educación superior; jóvenes indígenas; Oaxaca; Guerrero; pobreza
Abstract
This literature review article aims to present the current state of the higher education in Guerrero and Oaxaca, Mexico, so that to show the limited access for the young indigenous population and its relationship to poverty. The issue being addressed is of significance since both Mexican states have an average of schooling below the national average: the human development index in Guerrero is 0.679, and in Oaxaca it is 0.681, two of the lowest indexes in the country. By implementing some tools of descriptive statistics and information about the latest school cycles (2013-2014 and 2014-2015), we found that half of youth population in these two states lives in rural areas, one-fourth are speakers of an indigenous language, and only slightly more than ten per cent of indigenous young people over 18 years old belong to the total enrollment of higher education.
Keywords: Higher education, indigenous youth; Oaxaca; Guerrero; poverty
Introducción
En México es difícil obtener información y datos del número de estudiantes indígenas que asisten al sistema educativo, especialmente en el nivel superior. Ello no se ha considerado pertinente ni deseable, porque reconocer y mostrar tal información implicaría evidenciar, por un lado, la discriminación en el ingreso a la formación académica de la juventud indígena y, por otro, la falta de interés del Estado en atender dicha problemática. La información que existe respecto a la población indígena con educación superior es escasa y obsoleta; los últimos datos que se pueden encontrar corresponden a la Encuesta Nacional de Empleo en Zonas Indígenas (ENEZI, 1997) llevada a cabo hace casi dos décadas (Pedrero, 2002).
Organismos internacionales muestran cada vez más su preocupación por atender la problemática del acceso a la educación de la población joven. El Banco Mundial (s. f., párr. 1) por ejemplo, señala que “la educación es un [poderoso] factor que impulsa el desarrollo [y es] uno de los instrumentos más eficaces para reducir la pobreza y mejorar la salud, la igualdad de género, la paz y la estabilidad” particularmente en sociedades económicamente vulnerables, como son los Estados en análisis, Guerrero y Oaxaca.
En estas entidades las personas tienen el nivel más bajo de escolaridad y se encuentran en condición de pobreza a nivel nacional, con los más bajos niveles de desarrollo en todo el país, pues el índice de desarrollo humano en Guerrero es de 0.679 y Oaxaca 0.681, tal vez por ello el tema del acceso a la educación superior se ha vuelto más bien parte de la política social concentrada a reducir la pobreza y marginación, y no en atender el problema real de la educación. En ambos Estados, una cuarta parte de la población es joven y la mayoría vive en zonas rurales y son hablantes de lengua indígena.
En este contexto, a partir del año 2001 se plantearon en el Plan Nacional de Desarrollo 2001-2006 (Cámara de Diputados. H. Congreso de la Unión, 2001), en su apartado “Educación para todos” tres propuestas cuyo objetivo es influir en el acceso y permanencia de la población indígena en la educación superior: la primera planteaba la necesidad de aumentar el número de becas a estudiantes indígenas, la segunda llevar educación superior a las zonas con una considerable población originaria y la tercera, combinar un programa de apoyo económico con una transformación de las instituciones convencionales. Entre las respuestas que se crearon está el aumento de apoyos económicos del Programa Nacional de Becas de Educación Superior (PRONABES), la creación de universidades interculturales, la apertura de algunos programas dirigidos por la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) entre otros.
Desde entonces, en México se han generado distintas investigaciones que abordan la discusión entre educación superior y la presencia de indígenas en estas instituciones. La mayoría de ellas están concentradas en analizar los modelos de las universidades interculturales creadas en el país. Celote, González y Monroy (2004), Hernández (2007), Sandoval-Forero y Guerra-García (2007), Guitart y Rivas (2008), González (2010) y Celote (2010) son algunos de las autorías que resaltan la importancia de estas instituciones ante las necesidades y demandas de los pueblos y comunidades indígenas en sus procesos de transformación.
En este contexto, conocer la condición educativa se vuelve fundamental sobre todo cuando se tiene conocimiento de que el intento de jóvenes por estudiar una carrera universitaria está directamente relacionado con su condición económica y la marginación en que se encuentran, por ello, el objetivo de este artículo de revisión bibliográfica es exponer brevemente la situación de la educación de nivel superior en Guerrero y Oaxaca, lo anterior a partir de la revisión de las bases de datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y la Secretaría de Educación Pública (SEP), principalmente, sobre variables como población, y con algunas herramientas de estadística descriptiva.
Marco teórico
De acuerdo con Reguillo (2010), en su capítulo La condición juvenil en el México contemporáneo. Biografías, incertidumbres y lugares, millones de personas jóvenes están siendo condenadas a la pobreza y a la falta de oportunidades, especialmente aquellas que tienen que ver con el acceso a la educación y al empleo. En el caso particular de México, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) reveló, a través del último “Censo de Población y Vivienda 2010” (INEGI, 2010a), la distribución de las actividades de jóvenes, entre 15 y 29 años de edad y se obtiene que un porcentaje considerable no se encuentra laborando o estudiando, lo que confirma, entre muchas otras cosas, la falta de oportunidades a las que se está enfrentando este segmento de la población.
Entre las principales dificultades a las que se enfrentan la juventud, están las que señala Valenzuela (2009), tales como, la desigualdad, la pérdida de confianza en las instituciones, la pobreza, la ausencia de opciones ocupacionales, la deserción escolar y la atenuación de la educación como recurso de movilidad social. En este sentido, Reguillo (2000) señala que:
La incapacidad del sistema educativo del Estado para ofrecer y garantizar educación para todos, el crecimiento del desempleo y de la sobrevivencia a través de la economía informal, indican que el marco que sirvió como delimitación para el mundo juvenil, a través de la pertenencia a las instituciones educativas y a la incorporación tardía a la población económicamente activa, está en crisis. (p. 27)
Ante una economía estancada y un Estado debilitado, además de los procesos y transformaciones globales que amenazan las prácticas locales y las formas de organización, son los grupos de jóvenes los que están luchando con los problemas derivados del proceso de globalización y la cada vez más creciente brecha de desigualdad económica y social.
Diversas personas autoras mencionadas en el trabajo coordinado por Pieek (2001) documentan las situaciones que enfrentan millones de jóvenes que habitan las zonas marginadas en América Latina, una región que se encuentra en un fracaso sociopolítico sin propuestas y proyectos para la juventud, especialmente aquellas que pertenece a los sectores económicamente más vulnerables. La falta de oportunidades escolares y laborales forma parte de las dificultades que debe enfrentar. Al respecto Reguillo (2010) expresa:
En términos sociológicos, podría decirse que el drama de la crisis estructural y sus impactos en las dinámicas cotidianas y en las biografías de los sujetos juveniles, pasa centralmente por una “descapitalización” que afecta a un gran número de jóvenes; por la imposibilidad de acceder o mantener “activos” que se traduzcan en insumos para mejorar o mantener sus condiciones de vida. (p. 396)
En el tema de jóvenes indígenas, Urteaga (2010, 2011), UNICEF y CIESAS (2011), Pérez (2008) y Czarny (2010) han realizado estudios desde la perspectiva antropológica donde describen la cosmovisión o forma de ver la vida (incluyendo su formación educativa); otras investigaciones abordan el tema desde el enfoque social, donde documentan la situación escolar de jóvenes indígenas, y se refieren a aspectos como la exclusión, discriminación, pobreza y deserción escolar, principalmente Didou y Remedi (2006, 2009, 2011), Bermúdez (2010), Badillo, Casillas y Ortiz (2008).
En este sentido, Saraví (2010) expresa que, en “el transcurso de las últimas … décadas, … la presencia de una juventud indígena parece indudable, y muestra de ello es el incipiente, pero creciente número de investigadores y estudios que vuelven su mirada hacia los jóvenes indígenas indígenas” (p. 7). Se ha puesto la mirada hacia este sector y se han creado programas enfocados a este y aunque ya existían otras investigaciones en torno a educación primaria (principalmente), ahora se centran en educación superior. En el caso de México, las investigaciones en torno a esta temática han estado orientadas a contextos urbanos, y no en espacios o entidades donde este sector de la población representa la gran mayoría y con falta de oportunidades, es decir, las zonas rurales.
La definición de “joven indígena” es compleja y difícil -incluso considerando los conceptos por separado-, debido a la percepción negativa que se ha construido respecto a este sector de la población (indígenas es igual a grupo pobre, ignorante, incivilizado, flojo, entre otras). Urteaga (2011) documenta las dificultades que existen para que un adolescente o una adolescente se autodenomine indígena; del mismo modo, Oehmichen (2015) señala los prejuicios existentes sobre esta población. Diversas personas autoras como Pérez (2008), Saraví (2010), Urteaga (2010) señalan una serie de componentes en común, relacionados con los cambios culturales que está viviendo la juventud indígena en la actualidad, tales como: la escolarización, la migración, medios de comunicación, programas instituciones, nacionales e internacionales, que están influyendo en su forma de ver la vida.
Al respecto, Ventura (2012) expresa:
Las formas de vida de los estudiantes indígenas difieren por los distintos procesos de escolarización, migración, la relación con sus comunidades, sus áreas laborales, sus lugares de origen, sus posiciones económicas, los lugares donde viven, etcétera. Entre estas divergencias hay un aspecto que enmarca una diferenciación importante, y es el hecho de vivir con mayor apego a las formas tradicionales o no. Es decir, incorporar otras maneras de vivir como jóvenes indígenas, lo cual a su vez repercute en la forma como se relacionan con espacios institucionales y con los miembros de sus pueblos y comunidades. (p. 50)
Didou y Remedi (2011) concluyen que la educación superior de base étnica es una política emergente, por lo que son más los cuestionamientos que las certidumbres que se le dirigen. En ese sentido, se observa que las dificultades en el sistema de educación superior ya no solo están ancladas al acceso sino también a la permanencia, debido a factores socioeconómicos, culturales y pedagógicos. Una de las principales problemáticas tiene que ver con el aspecto económico que en varias ocasiones tienen los grupos de jóvenes indígenas en su escolarización universitaria, ya que deben recurrir a becas o emigrar a otros territorios. Las dificultades de jóvenes indígenas siguen siendo un tema pendiente, porque poco se ha hecho por procurar los medios que permitan su acceso y eviten su deserción, pero sobre todo hacen falta propuestas sobre la relación de las universidades con los pueblos y comunidades indígenas. En este sentido, Bello (2009) señala que “el acceso indígena a la educación superior deber ser considerado como parte del desarrollo de la ciudadanía” (p. 465).
La relación entre pobreza y educación es un tema sobre el cual ya se ha investigado. Para Bazdresch (2004), la pobreza es un fenómeno que ocurre porque las personas no poseen habilidades cognitivas básicas para tener éxito en el mundo, por ello, de acuerdo con este autor, es importante educarlas, darles acceso a la escuela o brindarles compensaciones educacionales, de esta manera, se reducirán las probabilidades de recaer en la pobreza.
Becker (1964 y 1983, citado por Vieira, 2007, p. 19) opina que:
La inversión educativa confiere al individuo una menor probabilidad de desempleo y despido ([si además de] … la actividad profesional, [que desempeña], ha recibido también formación profesional específica, a lo largo del tiempo), y una mayor movilidad profesional, o sea, que en el caso de estar desempleado o de querer cambiar de empleo, le es más fácil obtener colocación a un individuo más cualificado que a un individuo que sólo realizó el nivel de formación básico.
Schultz (citado por Vieira, 2007) observa la educación como una inversión, fuente generadora de capital humano, ya que, señala, la educación se integra a la persona, brindándole valor para la economía y para el individuo mediante una corriente de ingresos en el futuro.
Sen (1998) establece que con la educación se amplían las capacidades humanas, ya que los individuos pueden elegir la forma de vida que llevarán, asumiendo que se extienden sus posibilidades de elección. De ahí que la educación constituye una herramienta importante para reducir la pobreza, pues el capital humano va acompañado de un aumento en las capacidades y habilidades de las personas. En este sentido, de acuerdo con Sen, la educación es un insumo para reducir la pobreza.
Aguado, Girón y Salazar (2007) llevaron a cabo una investigación, en la que muestran un análisis de relación entre las variables de cobertura en educación y la incidencia en la pobreza desde una serie de herramientas econométricas. Basándose en los resultados de los modelos desarrollados concluyen:
Existe un proceso en doble vía entre los niveles de pobreza y de educación; es decir, aquellas personas pobres alcanzan bajos grados de educación, posiblemente por su naturaleza de pobres (medidos por líneas de pobreza), y aquellas personas con bajos niveles de educación son pobres. (p. 55)
La teoría descrita indica que existe una estrecha relación entre la educación y la pobreza, por lo tanto, es fundamental llevar a cabo investigaciones sobre estos temas, especialmente aquellos relacionados con la educación superior, así como también se requiere aterricen en contextos de la juventud indígena.
Condiciones demográficas e indígenas
De acuerdo con el último “Censo de Población y Vivienda 2010” (INEGI, 2010a), en México habitan 112, 336, 538 personas (ubicándose entre los once países más poblados del mundo), distribuidas el 78% en zonas urbanas y el resto (22%) en zonas rurales; de acuerdo con el sitio electrónico de INEGI se considera rural cuando tiene menos de 2,500 habitantes y urbana donde viven más de 2500 personas. Del total de la población contabilizada, 29,706, 560 son jóvenes (26.45%) de 15 a 29 años de edad (véase Figura 1).
La Figura 1 muestra que en México poco más de una cuarta parte de la población es joven, lo que quiere decir que el país cuenta con una importante fuerza social, económica, política y cultural. Por ello, este grupo de población de 15 a 29 años de edad requiere de una mayor atención de parte del Estado en distintos temas, pero particularmente y el que nos interesa para el desarrollo del presente texto, el que tiene que ver con el acceso a la educación superior.
En Oaxaca habitan 3, 801, 962 personas, de las cuales el 52.68% vive en zonas rurales distribuidas en un total de 570 municipios. En Guerrero hay 3,388, 768 dispersas el 41.81% en zonas rurales y 58.1% en zonas urbanas, en 81 cabeceras municipales (Figura 2). Observamos en primer momento que esta característica es común en ambas entidades, ya que el tamaño de la población es similar. Tenemos también que cerca de la mitad de habitantes vive en comunidades rurales y marginadas o ambas, característica relacionada con los resultados del CONEVAL (2015) respecto a los datos de pobreza en estas entidades, anteriormente mencionados.
Considerando la estratificación de la población por edades en cada una de las entidades de interés, encontramos que el 26% de la población tiene un rango de edad de 15 a 29 años, es decir, poco más de la cuarta parte de habitantes son jóvenes [Las cifras en valores absolutos, corresponden a Oaxaca un total de 989, 365 personas y en Guerrero 900, 690 personas.] (ver Figura 3).
En un nivel más desagregado -según INEGI, 2010a- se obtiene que en Oaxaca un total de 501,067 jóvenes vive en comunidades rurales (es decir, 50.6% del total de personas jóvenes oaxaqueñas), mientras que 368, 765 jóvenes habitan en zonas rurales de Guerrero (41% del total de jóvenes guerrerenses). [A nivel nacional corresponde a 22.9% de jóvenes que vive en zonas rurales. La tasa de crecimiento de la población de 15 a 29 años a nivel nacional es de 0.9%. La tasa de crecimiento promedio anual es de 1.0% en ambas entidades durante el período 2000-2010, ubicándose en 9° y 10° lugar a nivel nacional (INEGI, 2010a)]. Ahora, siguiendo el criterio de las personas que son hablantes de alguna lengua indígena y los datos de INEGI (2010a), determinamos la cantidad de personas indígenas.
En Oaxaca son 1,203, 150 personas mayores de tres años hablantes de lengua indígena. Dentro del rango de edad de 15 a 29 años se encuentra que 299, 787 (30.3%) habla una lengua indígena (ver Tabla 1) lo que representa el 59.82% del total de jóvenes que vive en localidades rurales.
En el Estado de Guerrero son 481,093 personas hablantes de lengua indígena, cifra menor a la de Oaxaca, sin embargo, son más personas las que no hablan español -monolingües- (31.4%). Del total de jóvenes guerrerenses en edad de 15 a 29 años, 132, 111 hablan una lengua indígena (14.7%); de este total, 35.8% habita en zonas rurales (ver Tabla 2).
Con los datos anteriores se obtiene evidencia de que, a quienes llamamos -en este trabajo- jóvenes indígenas -de Guerreo y Oaxaca- representan un fuerte sector de la población, ya que, aproximadamente el 30% vive en zonas rurales, es pobre y habla una lengua indígena. Constituyen una ventaja en cuanto a la fuerza social y económica-productiva, sin embargo, esa fuerza social vive en exclusión y particularmente en condición de marginación y desigualdad. En este sentido, cabe la siguiente pregunta, ¿cuál es el contexto actual para que una persona joven indígena pueda acceder a cursar una carrera profesional? ¿Existe tal oportunidad? En el siguiente apartado intentamos dar respuesta a esa pregunta.
Características de la educación superior
Las diversas investigaciones del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE, 2014) han documentado la desigualdad existente en materia educativa, en ellas, al igual que en este trabajo, se afirma que los principales obstáculos al acceso están directamente relacionados con la pobreza, marginación y diferencias culturales.
La propia Secretaría de Educación Pública (SEP), INEGI y organismos internacionales como la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) han corroborado que estudiantes de zonas rurales y especialmente indígenas tienen los niveles más bajos de participación en la educación superior; en general, estudiantes que viven en una comunidad rural y marginada presentan mayores limitaciones en cuanto al conocimiento.
En el nivel básico -según información de INEGI (2009)- la niñez indígena que aprende a leer y escribir más tarde, aun durante su estancia, manifiestan un rezago en la alfabetización consecuente. En el nivel medio superior encontramos que los estados de Oaxaca y Guerrero tienen una alta tasa de abandono escolar en el nivel medio superior (14.3 y 15.3% respectivamente), superior al promedio nacional, ¿cuáles son las causas?
Después de llevar a cabo una revisión al trabajo “Perfil sociodemográfico de jóvenes” (INEGI, 2014), encontramos que ni la fecundidad, ni la situación conyugal son la razón principal por la que las personas jóvenes abandonan el bachillerato. La causa fundamental, de acuerdo con los datos consultados, tiene que ver con la migración internacional -que a su vez está directamente relacionado con el tema de la pobreza- compuesta en su mayoría de población de 15 a 19 años de edad.
La distribución de los emigrantes internacionales residentes fuera de México de 15 a 19 años de edad muestra que de siete entidades federativas (de origen) salió prácticamente más de la mitad de jóvenes (54.3%): Guanajuato (10.7%), Puebla (8.6%), Michoacán (8.1%), Oaxaca (7.8%), Jalisco (7.5%) y Veracruz (6.4%), Guerrero (5.2%) (INEGI, 2014); su primer destino es los Estados Unidos de América, ya que se reporta que 94.2% llego a dicho país (INEGI, 2010a). En lo que se refiere a su escolaridad, las personas de 15 a 19 años declararon haber alcanzado un promedio un poco mayor a 9 años, apenas tercer grado de secundaria (INEGI, 2014).
En la educación superior a nivel nacional, el sistema educativo reporta una matrícula total (escolarizada) para el ciclo escolar 2013-2014 de 3.4 millones de alumnado inscrito en alguna institución de educación superior1 (SEP, 2015a). En el Estado de Guerrero, la estructura del sistema educativo está compuesta por 81.25% de la matrícula en nivel básico, 11.57% en el nivel medio superior y solo el 5.5% corresponde a la educación superior2 (SEP, 2015a). En el caso de la entidad Oaxaqueña, la composición del esquema educativo es semejante a la de Guerrero, apenas el 5.4% de estudiantes son de educación superior (ver Figura 4)3.
Del total de jóvenes que son parte de la matrícula en educación superior en Oaxaca y Guerrero, solo el 87.8 y 89% se encuentra estudiando una carrera universitaria (ver Figura 5).
La Figura 6 muestra el porcentaje de alumnado atendido en un nivel licenciatura con respecto a la población que representa la edad para cursar dicho grado (19 a 23 años de edad). Se observa que los Estados de Oaxaca y Guerrero presentan una distancia amplia respecto al nivel nacional, en este sentido la oferta educativa es insuficiente o bien no se han hechos los esfuerzos necesarios para brindar este servicio educativo a nivel superior a jóvenes de ambas entidades.
En lo que se refiere a la oferta educativa y la distribución de las instituciones de educación superior en el Estado de Oaxaca, a través del Tabla 3 observamos que el número de escuelas privadas ha crecido significativamente, concentrándose en las regiones más grandes del Estado (en términos de población). Lo anterior implica un mayor reto para la juventud indígena, ya que el hecho de que haya un crecimiento de instituciones particulares significa, de alguna manera, que la demanda de estudiantes ha crecido considerablemente, por tanto hay una mayor competencia al momento de ingresar a la universidad pública.
La mayor parte de las instituciones de educación superior tanto públicas como privadas, se concentran en la región de los Valles Centrales (incluida la ciudad capital), seguido de la región del Istmo, Mixteca y Costa (ver Tabla 4).
Según los datos de la SEP (ver Tabla 5), el número de instituciones y escuelas de nivel superior con sostenimiento particular está distribuido en 16 municipios de la entidad Oaxaqueña, con una matrícula total de 13,111, cuyo porcentaje de egresados es 16.4% y 66.3% de titulados (SEP, 2015a).
De acuerdo con información del Sistema Interactivo de Consulta Estadística Educativa, las universidades con sostenimiento federal tienen un total de 17,960 estudiantes que se distribuyen en solo 9 de 570 municipios con que cuenta el Estado. El porcentaje de egresados es 14.4% (SEP, 2015a).
Un total de 9,536 son estudiantes que forman parte de las universidades con sostenimiento estatal, ubicados en 18 municipios. El porcentaje de sujetos egresados de este tipo de universidades es 9.3%, de los cuales el 51% se ha titulado (SEP, 2015a). Existe solo una universidad con sostenimiento autónomo ubicada en la ciudad capital, cuya matrícula es de 15,785, hasta el ciclo escolar 2013-2014 la cantidad de sujetos egresados era de 2,270 estudiantes y 1,604 titulados.
En cuanto a la educación superior en zonas rurales y de acuerdo con información del “Censo de población y vivienda 2010” (INEGI, 2010c), tenemos que son apenas 35,752 estudiantes mayores de 18 años quienes forman parte de la matrícula total de nivel superior. Entre las licenciaturas más estudiadas por este segmento de la población se encuentran: Educación, Administración y Derecho (ver Tabla 6).
En el estado de Guerrero, las escuelas e institutos particulares de educación superior hasta el ciclo escolar 2013-2014 muestran una matrícula total de 5,808 estudiantes, concentrándose la mayor parte de los estudiantes en Acapulco, Chilpancingo e Iguala; 1,310 han egresado y 873 personas se han titulado (ver Tabla 7).
El estudiantado guerrerense que acude a escuelas e institutos con sostenimiento autónomo suman un total de 26,479 personas, distribuidas en su mayoría en los municipios de Acapulco y Chilpancingo. Hasta el ciclo escolar se reportan a 3,249 personas egresadas, de las cuales 2,508 tituladas en este tipo de universidades.
El estudiantado perteneciente a universidades con sostenimiento federal son un total de 11,780 personas, con 1,769 egresadas y 1,369 tituladas, según los datos del ciclo escolar 2013-2014. En lo que se refiere a las universidades con sostenimiento estatal, estas cuentan con 6,785 estudiantes en 20 institutos y escuelas. Hasta el ciclo escolar 2013-2014 se tienen 949 egresados y 749 titulados.
En el caso especial de los estudiantes indígenas, o al menos estudiantes en zonas rurales en el Estado de Guerrero, se encuentra que hay un total de 27, 399 mayores de 18 años, del cual el 34.8% estudia para ser docente (educación), mientras que el 24.5% de ellos opta por cursar una licenciatura en administración o derecho (Ver Tabla 8).
Considerando la información anterior obtenida de INEGI (2010b) y la SEP (2015a), tenemos que las matrículas totales en educación superior en Oaxaca y Guerrero son similares (262, 481 y 256,797 estudiantes, respectivamente). En Oaxaca hay un mayor número de escuelas de educación superior particulares que publicas, aproximadamente 40 escuelas particulares contra poco más de 36 públicas, distribuidas en menos de 20 municipios de un total de 570. En Guerrero, el número total de escuelas de educación superior es mayor a cien, 52 son particulares y 50 públicas, según los datos registrados en la SEP. En el caso de las universidades públicas vemos que están distribuidas en diez municipios del Estado, mientras que las universidades privadas se extienden a 13 de un total de 81 municipios (en ambos casos se excluye a estudiantes de Normal Superior privada y pública).
En ambos casos, encontramos que la oferta educativa es insuficiente para atender las necesidades de jóvenes en edad de cursar una licenciatura sobre todo en universidades públicas, teniendo en cuenta que gran parte de jóvenes vive en zonas rurales con bajos ingresos y en condiciones de pobreza. Vemos al mismo tiempo que se crean cada vez más universidades privadas, lo que provoca, de alguna manera, una mayor brecha entre la educación pública y privada y se extiende al mismo tiempo la desigualdad de oportunidades para jóvenes de zonas rurales y zonas urbanas.
Los grupos de jóvenes que viven en zonas rurales tienen dificultades para incorporarse en el sistema educativo a un nivel de educación superior, aun cuando la educación pública y los gobiernos se han propuesto llegar a todos los sectores de población, la tasa de ingreso y permanencia de estudiantes de grupos económica y culturalmente marginados sigue siendo baja, concluir una licenciatura se constituye en un gran reto, una hazaña.
Tal vez por eso, de acuerdo con los datos, el 26 % de estudiantes mayores de 18 años que vive en zonas rurales de Oaxaca estudia la Licenciatura en Educación (en escuelas normales), en Guerrero más del 30% de los jóvenes indígenas presentan esta característica.
Conclusiones
Las zonas de alta marginalidad continúan siendo predominantemente indígenas carentes de una vida digna, ya que sus condiciones de salud, educación, ingresos y empleo, entre otros aspectos, siguen siendo, a todas luces, insuficientes (PNUD, 2015). En este sentido, los indicadores de desarrollo señalan que los pueblos indígenas de las entidades estudiadas en este artículo bibliográfico, se encuentran en rezago y ocupan los últimos lugares respecto a otros sectores de la población, como sea que estos se clasifiquen. De acuerdo con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, el índice de desarrollo humano en Guerrero es de 0.679 y Oaxaca 0.681, son los más bajos niveles de desarrollo (PNUD, 2015).
Oaxaca y Guerrero son dos Estados con graves problemas socioeconómicos, frecuentemente se escucha hablar de ellos acerca de conflictos e inconformidades que tienen que ver con el tema educativo. En cuanto a los resultados de diversas pruebas como el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos -PISA- (INEE, s. f.) y Evaluación Nacional de Logro Académico en Centros Escolares -ENLACE- (SEP, s.f.b), han sido reprobados (especialmente en el nivel educativo básico). En materia de educación superior también hay cuestiones que habría que atender. A partir de este trabajo encontramos información importante en un nivel desagregado, específicamente con lo que tiene que ver con jóvenes indígenas que viven en zonas rurales y en algunos casos son hablantes de lengua indígena, apenas 35,752 son estudiantes indígenas mayores de 18 años contabilizados por el INEGI (2010c) los que son parte de la matrícula total de educación superior a nivel estatal, representando el 14% respecto al total.
El total de estudiantes indígenas mayores de 18 años que vive en zonas rurales de Guerrero es de 27, 399 personas, es decir, el 10.4% de la matrícula total contabilizada en educación de nivel superior a nivel Estado. De este total, cerca de diez mil estudian para ser docentes de nivel básico, mientras que el resto está distribuido en distintas carreras profesionales, derecho y administración, fundamentalmente.
De acuerdo con la “Dirección General de Educación Indígena” de la Secretaría de Educación Pública (SEP, s.f.a) se ha hecho muy poco para cubrir las necesidades de este sector de la población. La Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES, 2006) ha realizado algunos intentos para abordar el problema de cobertura a estudiantes indígenas a través de la implementación de distintos programas en coordinación con empresas y organismos internacionales.
Los datos de cobertura nos indican que en definitiva la oferta educativa, tan solo a nivel de licenciatura -especialmente la pública- es insuficiente para el total de jóvenes en edad de estudiar una carrera profesional en estas entidades. Lo anterior tiene que ver con el tema de la pobreza, la juventud tiene como prioridad resolver el problema de encontrar la forma de satisfacer sus necesidades básicas, por ello es que se van a los Estados Unidos o a otras entidades, estudiar una carrera profesional no es una opción y menos donde no hay espacios ni oportunidades para hacerlo. Esta condición socioeconómica (pobreza) tiene que ver con que, cada vez más, jóvenes indígenas deciden estudiar en escuelas normales, de tal forma que ha llevado a generar una dinámica de conflicto y debate a nivel estatal y nacional -no cuestionable en este texto- pero que se debe tener en cuenta.
Crear más universidades privadas ante condiciones adversas de quienes demandan, amplía la brecha y la discriminación en la educación superior, sobre todo en Estados como los mencionados aquí; con ingresos bajos y porcentaje alto de jóvenes indígenas que viven en zonas rurales. Con este trabajo se hace un llamado a la urgente necesidad de terminar con esa brecha de desigualdad y generar más espacios educativos y más oportunidades -para cursar una carrera profesional- a jóvenes de Oaxaca y Guerrero (entidades multiculturales), para empezar a diseñar estrategias y políticas adecuadas a las necesidades de sus comunidades, diseñar e implementar programas educativos basadas en sus cosmovisiones y principios sociales, desde las cuales regulan el tiempo, espacio y prácticas cotidianas.
La concepción tradicional de educación superior es inadecuada tanto para satisfacer las necesidades de la sociedad como para lograr el desarrollo humano, el cual debería ser su principal objetivo. El estudiantado indígena percibe la escuela como un ente no pertinente, que no le proporciona saberes socialmente útiles para comprender, actuar y cambiar la realidad, por ello en muchos casos, carece de interés real en educación, porque se sienten fuera de contexto.
Es importante y necesario construir un esquema local-regional que acepte las diferencias culturales, con carácter humanista. Que busque integrar los modelos multiculturales, valorar la diversidad y promover la igualdad; cuyo método de enseñanza- aprendizaje sea colaborativo y fortalezca el desarrollo de la autoestima y la comunicación, permitiendo a los grupos de estudiantes indígenas explorar sus propios valores, perspectivas y alcances. Por el contrario, en un contexto en el que la educación superior se privatiza cada vez más, estos grupos de jóvenes indígenas asumen discriminación y exclusión social.
¿Cuáles serían los beneficios de este nuevo esquema educativo especializado? Se crea un ambiente de mayor confianza e interacción entre estudiantes, una completa formación integral de acuerdo con las necesidades del espacio. Se amplían las oportunidades para acceder al nivel de educación superior. Así, pues, es fundamental tener una visión de largo plazo donde se vea a la educación como una inversión y no como un gasto.
Referencias
-
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1
En educación superior se considera estudiantes de técnico superior universitario (147,644), licenciatura (3,042, 546) y posgrado (229,201), (SEP, 2015a).
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2
En Guerrero, el Censo de Población reporta un total de 262,481 estudiantes en educación superior. Sin educación superior 1,733,534 personas de 18 años y más (INEGI, 2010a).
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3
Para Oaxaca hay un registro de 256,797 estudiantes en el nivel superior. Población de 18 años y más sin educación superior un total de 2, 067,911 (INEGI, 2010b).
Fechas de Publicación
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Publicación en esta colección
May-Aug 2017
Histórico
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Recibido
19 Ene 2015 -
Revisado
03 Abr 2017 -
Acepto
18 Abr 2017