Inexcusablemente nos encontramos ante un mundo colonizado por las economías globales e intereses del mercado. Esto nos lleva a pensar en la necesidad urgente de retomar el papel histórico y social de la educación, volviendo nuestra mirada al pasado, valorando el presente y avizorando el futuro. Incuestionablemente, hoy necesitamos inteligencia cognitiva y epistemológica, y ante todo, de inteligencia del espíritu, voluntad para luchar de manera inclaudicable, para cumplir con el ideal y principio de la esencia educativa: la justicia social entendida como derrotero que nos inspira desde una mirada profunda y generosa, lo que implica estimar la variabilidad y diversidad de un mundo cuyo entramado de relaciones y vinculaciones lo hacen sumamente complejo de comprender y abordar. Para lo cual se requiere solo de una mirada profunda y críticamente rigurosa, sino de un fundamento ontológico y axiológico, que nos impulse a gestar transformaciones desde una ética de la alteridad, impulsando que nuestras reflexiones y ante todo actuaciones permitan el entendimiento necesario para confrontar, con valentía e inteligencia genuina: esa que nace del conocimiento, del saber y del ser, a partir del hacer y del convivir. Una visión que compromete y que advierte que ningún proceso educativo es neutral y, por tanto, pasa por el tamiz de las interpretaciones y subjetividades que se construyen en los entornos educativos; y que la lógica del mercado enmascara los múltiples entornos y realidades en los que se encuentra péndulando la vida. De ahí se desprende que es nuestra responsabilidad ciudadana de una aldea planetaria con capacidad y conciencia, unir conocimientos, saberes y afectos, para redescubrir esa conciencia universal que hace posible educar en la justicia social, por ella y para esta. Ello incluye el poder dialogar desde la escritura a partir de la legitimidad que brinda nos solo un título universitario, sino desde el conocimiento compartido, desde la experiencia dentro y fuera de las aulas, desde la vida misma; la cual, al fin y al cabo, es el componente esencial de la educación.
Educación; justicia social; complejidad; ética