El siguiente ensayo presenta las reflexiones de la autora, acerca de los impactos familiares positivos y negativos en los procesos de inclusión laboral, de la persona adulta con discapacidad, la significancia y desafíos que debe asumir el personal docente a cargo de los servicios de educación especial y los retos de los entes de educación superior en la formación de formadores, sobre la responsabilidad de establecer la mayor cantidad de mecanismos posibles, para asumir conjuntamente con el grupo familiar los procesos, espacios, formación y la posible toma de decisiones de la persona con discapacidad en relación con su futuro laboral y las habilidades necesarias y requeridas para que asuma un estilo y calidad de vida lo más autónomo e independiente. El ensayo se enmarca en el modelo social dentro de un paradigma inclusionista enmarcado en un enfoque de derechos humanos. En concordancia con Vargas (2012) plantea el modelo social, donde destacan las barreras culturales y el entorno, con una visión holística, que aunque no niega la intervención individual enfatiza en la inclusión en un mundo que ha sido diseñado por personas “sin discapacidad” y para estas. Al pasarse del modelo médico al social, se traslada la responsabilidad a los ámbitos sociales y políticos y, desde esa perspectiva, es la familia, entonces, un pilar indiscutiblemente relevante para ser considerado en los diferentes ámbitos de formación, capacitación e información en pro de la persona adulta con discapacidad, que requiere y merece la oportunidad del trabajo como paso y puente en el logro de una vida autónoma e independiente.
Persona con discapacidad; equidad; derechos humanos; trabajo; familia; barreras; inclusión