Resumen
El objetivo de esta investigación fue analizar la percepción de la autoimagen física y social de dos grupos de noveno año, uno de un colegio público y otro de un colegio privado, ambos de la provincia de San José. Para esto, se utilizó el paradigma positivista, con una metodología de carácter cuantitativo con un alcance descriptivo. Dado que este estudio buscó medir la autoimagen física y social, se diseñó un cuestionario para la recolección de los datos y se aplicó a la población estudiantil en estudio durante una sesión de orientación colectiva. En cuanto a los resultados, se analizaron de manera descriptiva con frecuencias y porcentajes. Las variables del estudio corresponden a la autoimagen física y social de la persona adolescente. En cuanto a los principales resultados referidos a la autoimagen física, un hallazgo importante es que un alto porcentaje del estudiantado de ambas instituciones educativas manifestó estar conforme con su físico. No obstante, en relación con la autoimagen social, se halló que un porcentaje significativo del estudiantado señaló la burla de los pares como un factor desfavorable, generando consecuencias en la autoimagen social, provocadas por los comentarios negativos e insultos que se pueden relacionar con conflictos, problemas en las relaciones interpersonales y tipos de acoso escolar.
Palabras clave Autoimagen física; Autoimagen social; Adolescencia; Grupo de pares; Educación; Orientación educativa
Abstract
The objective of this research consisted of analyzing the perception of the physical and social self-image of two groups of ninth graders, one from a public school and the second from a private one, both from the province of San José. For this purpose, the author employed a positivist paradigm with a quantitative methodology and a descriptive scope. Since this study sought to measure physical and social self-image, the researcher designed a questionnaire for data collection and applied it to the student population during a group orientation session. Regarding the results, the author analyzed them descriptively considering frequencies and percentages. The study variables correspond to the physical and social self-image of the adolescent. Moreover, a relevant finding, in terms the main results referred to physical self-image, is that a high percentage of the students of both educational institutions stated that they were satisfied with their physical appearance. However, in relation to social self-image, a significant percentage of the population pointed out peer teasing as an unfavorable factor, generating consequences in social self-image, caused by negative comments and insults, which can be related to conflicts, problems in interpersonal relationships, and types of bullying.
Keywords Physical self-image; Social self-image; Adolescence; Peer group; Education; Educational orientation
Introducción
Actualmente, el mundo de las personas adolescentes no escapa de la ráfaga publicitaria relacionada con el ideal de belleza física e imagen social, mostrado sobre todo a través los medios de comunicación. Infaliblemente, la huella comercial promueve entre las personas un modo de vida que intenta emular este prototipo a costa de su felicidad y relaciones interpersonales aceptables. Esa competitividad y el deseo por ser parte de esta vida artificial son visibles en todas las esferas de la sociedad, especialmente, entre las personas adolescentes (Papalia et al., 2004).
Cabe destacar que parte de esta estrategia económica, política, psicológica, social y cultural es suscitar el consumo para estar a la altura de lo que la etapa adolescente demanda. Pero no solamente es un consumismo de productos, sino que sujeta estilos de vida tendientes a incrementar la belleza física como, por ejemplo, se aprecia en las revistas, las películas, la asistencia periódica a gimnasios, en los centros de estética, entre otros, con la intención de levantar la autoestima de la persona.
Como plantea Krauskopf (2018), la autoestima en la adolescencia influye en las relaciones interpersonales, la salud mental, la satisfacción personal, la aceptación, entre otros aspectos. Ahora bien, dentro del contexto de las instituciones educativas, esta autora señala que las relaciones que se crean entre las personas compañeras de la clase y adultas intervienen en la autovaloración. Por lo tanto, la falta de apoyo de pares provoca aislamiento y descalificación para la persona adolescente, consiguiendo, de esta manera, deteriorar el sentido de su valor personal. Contrariamente, se ha demostrado que una óptima autoestima puede ser favorable para las relaciones sociales. De este modo, una autoestima positiva facilita a las personas jóvenes tener un buen ajuste psicológico, lo que a su vez favorece su adaptación social (Reina et al., 2010).
Desde la posición de estas autoras, se pueden prevenir determinadas conductas de riesgo psicosocial, si se fortalece la autoestima, pues esta tiene un efecto positivo en la satisfacción de necesidades vitales, por lo que es importante trabajarla debido a que potencia las habilidades para las relaciones interpersonales. Con base en lo anterior, es posible determinar la relevancia de trabajar desde la prevención y evitar aquellas adversidades o condiciones que afecten el desarrollo integral de las personas adolescentes.
Específicamente, en este estudio interesa explorar la autoimagen como un componente de la autoestima y, en particular, la física y la social en personas adolescentes, porque estas constituyen un punto clave para lograr un óptimo desarrollo, siendo trascendental entender la atribución de este dispositivo en los nexos sociales que establecen entre sí las personas y con la propia valía.
Como afirma De Mézerville (2004), la autoestima “es la percepción valorativa y confiada de sí misma, que motiva a la persona a manejarse con propiedad, manifestarse con autonomía y proyectarse satisfactoriamente en la vida” (p.19). Al mismo tiempo, si esta visión propia es baja, repercutirá en el amor propio y en la forma de relacionarse con otras personas. Por otra parte, se dice que:
El yo real (autoimagen) incluye la influencia de nuestra imagen corporal intrínsecamente. Cómo nos vemos nosotros mismos, siendo esto, muy importante para una salud psicológica. En otras palabras, podríamos percibirnos como una persona hermosa o fea, buena o mala. La autoimagen tiene directamente un efecto sobre cómo una persona se siente, piensa y actúa en el mundo (Rogers 1954, traducción personal, citado por Ismail y Tekk, 2015, p. 30).
De acuerdo con este autor, el yo real o autoimagen está basado en la experiencia y la relación de la persona con su ambiente, es la percepción de lo que se es realmente, la imagen que se tiene con virtudes, limitaciones, entre otros. Cuanto más cercana es la autoimagen del yo ideal, más consistentes y congruentes son las personas en la manera de percibirse a sí mismas, lo que fortalece su autoestima.
En este sentido, se reconoce que la adolescencia es un período importante en la vida de las personas, en la que se experimentan una serie de cambios en las diferentes áreas de desarrollo humano. Entre estos se presentan algunos como los corporales e intelectuales, la búsqueda de la autonomía, la identificación con su grupo de pares, la construcción de la identidad y el planteamiento del proyecto de vida y la superación de las exigencias que la sociedad le demande.
Desde el punto de vista de Krauskopf (2018), las personas adolescentes toman una nueva dirección en su desarrollo, alcanzan su madurez sexual y, apoyándose en sus recursos personales, asumen funciones que les permiten plantearse su proyecto de vida. En este sentido, es que la autoestima en la etapa adolescente va a influir sobre aspectos importantes de la vida, tales como la salud mental, la satisfacción personal, la aceptación, entre otros.
De Mézerville (2004) explica que la autoimagen como un componente de la estima personal es de suma relevancia, debido a que se transforma en un aspecto significativo en la percepción del yo y en la relación con las demás personas con las cuales se comparte. En relación con lo anterior, cabe agregar que:
La autoimagen consiste en la capacidad de verse a sí mismo, no mejor ni peor, sino como la persona realmente es. En otras palabras, la autoimagen se entiende como poder verse con claridad, como con un espejo cuando refleja una imagen con nitidez (De Mézerville, 2004, p. 40).
Por esas razones, para el autor, si no se tiene fortalecida esta capacidad de estima tanto propia como hacia las demás personas, puede ofrecerse y recurrir a la ayuda profesional, con el objetivo de suscitar nuevas actitudes y conductas de confianza y autoafirmación. Como lo hacen notar Llamazares y Urbano (2020), “durante la adolescencia, los problemas de autoestima suelen ser frecuentes, ya que es una etapa caracterizada por cambios físicos que pueden hacer variar el autoconcepto y chocar con la imagen que tienen los demás de nosotros mismos” (p.102). De este modo, queda demostrado que la autoimagen constituye un componente esencial de la autoestima y esta se convierte en un aspecto clave en la vida de la persona adolescente, pues afecta el bienestar psicológico y social.
Por otra parte, en lo que respecta a los antecedentes contextuales encontrados en la literatura científica relacionada con el tema, se hallan investigaciones previas tales como la de Campos y Trautner (2004), en la que se confirma “que las mujeres y adolescentes costarricenses en general valoran más las cualidades sociales, que los varones y adolescentes alemanes en general” (p. 472). También, Fernández y Azofeifa (2007) realizan un estudio relacionado con la autoimagen corporal. En los resultados se mostró que:
El grupo de personas adolescentes satisfechas con su imagen corporal reportaron un puntaje promedio mayor en apariencia física pero menor en el autoconcepto físico general, en comparación con las insatisfechas. Se encontró relación significativamente negativa entre índice de masa corporal y la apariencia física (…) se concluye que la muestra en estudio basa la satisfacción de su imagen corporal en relación con indicadores corporales como el peso, de manera que a menor peso más satisfechas están con su apariencia física e imagen corporal (p. 9).
En relación con lo anterior, se considera que estos hallazgos son significativos, debido a que pueden ser discutidos con los resultados y conclusiones que arroja el presente estudio. Por otra parte, cabe aclarar que no fue un objetivo de esta investigación realizar un análisis desde la perspectiva de género.
Por lo tanto, se considera que esta investigación resulta relevante de acuerdo con los propósitos de esta y en la medida en que los resultados obtenidos lanzan nuevos conocimientos, permitiendo contextualizar la situación de dos grupos de personas adolescentes de nuestro país, en relación con la autoimagen física y social de dos micro culturas en particular, lo que posibilita conocer el fenómeno, tal como se da en su tejido y cuyos resultados no pretenden ser generalizados.
Todo lo anterior se plantea con el objetivo de dar respuesta a la siguiente interrogante: ¿cuál es la percepción que tienen acerca de su autoimagen física y social dos grupos de personas adolescentes, de ambos sexos, de noveno año, uno de un centro educativo privado y el otro de uno público, de la provincia de San José, Costa Rica?
2.1. Referente teórico
La etapa de la adolescencia
En la adolescencia, hay que considerar que los cambios biológicos, cognitivos, psicológicos y sociales, así como el papel que desempeñan el grupo de pares, son determinantes en el desarrollo, en la construcción de la identidad. Estos robustecen y complementan la autoimagen, lo cual en muchos casos coincide con la educación formal secundaria. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (2003), la adolescencia es la etapa que transcurre entre los 10 y 19 años. Normalmente, esta es dividida en dos fases: adolescencia temprana de 12 a 14 años y adolescencia tardía de 15 a 19 años.
En esta etapa, según Krauskopf (2018), el proyecto de vida muchas veces inicia con el paso de la escuela al colegio, se viven nuevas experiencias que se toman como ritos importantes para alcanzar la adultez. Esta fase puede iniciar desde los 11 años hasta los 21 años aproximadamente y, desde luego, la adolescencia puede ser una etapa de oportunidades y de riesgos. Por otra parte, cabe aclarar que:
La adolescencia no es meramente un proceso biológico, sino psicológico y social, que asume características diferentes en las múltiples y variadas estructuras sociales y culturales en las que crecen y se desarrollan los jóvenes. Por esta razón, múltiples autores en el campo de las ciencias sociales hablan de la existencia de diferentes adolescencias y juventudes, que coexisten en nuestra sociedad contemporánea, aun dentro de un mismo país (Solum, 2001, p. 410).
Desde esta perspectiva, es fundamental considerar el contexto sociocultural en que está inmersa la persona adolescente. Por otra parte, como menciona Santrock (2004), los cambios biológicos inician en la pubertad: los hormonales, la maduración sexual y el desarrollo cognitivo con la capacidad de pensamiento abstracto, idealista y lógico. Específicamente, en el área socioemocional, se presenta un mayor deseo de independencia, aumento de los conflictos con los progenitores y una mayor motivación para relacionarse con su grupo de pares. En relación con lo anterior, es importante señalar que:
La pauta evolutiva que se dibuja hace evidente, no obstante, el carácter aislado de los estudios, que conforme el adolescente aumenta en edad, los lazos amistosos con los que en un tiempo sólo eran compañeros, se transforman y se llegan a establecer vínculos más estrechos y fuertes. Pasan de tener simples relaciones de juego hasta lograr amistades más profundas (Ibarra y Jacobo, 2017, p. 14).
Las transformaciones también están relacionadas con procesos psicológicos centrales en el desarrollo de la persona adolescente. Según Garaigordobil (2000), esto supone las siguientes particularidades: la afirmación de identidad, la propensión de unirse a un grupo de pares, la necesidad de intelectualizar, la desubicación temporal, la evolución sexual, la actitud social reivindicatoria que se presenta por medio de tendencias antisociales, la separación progresiva de la familia y las fluctuaciones constantes del humor y de ánimo.
Asimismo, estos rasgos psicológicos se suman al inventario de aspectos que las personas investigadoras del desarrollo humano han denominado tareas vitales y crisis. Actualmente, se sabe que la adolescencia no necesariamente es un período problemático, pero mucho de esto va a depender de los recursos personales, emocionales y redes de apoyo con las que se cuenta, tales como la ayuda familiar, el sostén de las amistades, de instituciones sociales como la iglesia, el centro educativo, entre otros agentes de socialización.
2.3. La autoimagen en las personas adolescentes
A lo largo de la vida, las personas son influenciadas por los procesos de socialización y la etapa adolescente no escapa a este proceso. En esta fase en particular, tal y como se señaló, la persona define su identidad y la autoestima se construye como parte de esta. A juicio de Monroy et al. (2020), “un dispositivo que cobra igual importancia es el de la autoimagen, como parte esencial de la autoestima y el autoconcepto, en la formación de la personalidad del adolescente” (p. 4). A continuación, se amplía el concepto de autoimagen física y social.
2.3.1 Autoimagen física o corporal
Generalmente, en la adolescencia, la autoimagen física sigue el tipo de belleza impuesto por la sociedad actual (un aspecto muy delgado en las mujeres y musculosos para los hombres), como parte de la moda, para ser personas atractivas y lograr una mayor aceptación social. Al respecto, Gómez et al. (2017) señalan que es frecuente que un número importante de personas jóvenes no estén conformes con su imagen corporal, particularmente las mujeres. Esta situación podría, incluso, llevarlas a padecer trastornos alimenticios. De acuerdo con esta idea:
La construcción de la imagen corporal en la adolescencia debe abordarse, también, como un fenómeno sociocultural donde se presenta una situación anómala (una belleza que requiere ser adquirida y es limitada) y debe ser analizada considerando diversos enfoques sin dejar de lado las dimensiones económicas y los valores sociales (Salazar, 2008, p.79).
Esta visión intrínseca de la autoimagen física beneficia o no una óptima autoestima, así como el efecto de bienestar o malestar al relacionarse con otras personas. Se entiende por autoimagen corporal, según lo expuesto por García (2004), como la representación mental realizada del tamaño, figura y de la forma de nuestro cuerpo (en general y de sus partes), es decir, cómo es percibido por la persona y cómo piensa que las demás la ven. De este modo, el punto de vista que se tenga acerca de la imagen corporal involucra el agrado, la aceptación, el disgusto o desaprobación de esta y las conductas manifiestas en relación con nuestro cuerpo.
De manera importante, “la imagen corporal es el esquema interno que se maneja del propio cuerpo. Esta imagen no es puramente cognoscitiva, o sea, basada en el conocimiento objetivo de nuestra apariencia y funcionamiento físico, sino que está impregnada de valoraciones subjetivas” (Krauskopf, 2014, p. 14). Por esto, la imagen corporal se convierte en una preocupación más para la persona adolescente, además de “tener que” ser atractiva físicamente, se preocupa también de cómo la perciben las demás personas, si es aceptada o rechazada y si es popular o no en su grupo de pares. De este modo :
La autoimagen que cada persona construye tanto de su físico como de los aspectos que se han interiorizado respecto a sí misma, a partir de las propias vivencias y de las apreciaciones de otros, se convierte en un factor relevante y fundamental para las interacciones y el aprendizaje (Buitrago y Sáenz, 2021).
En otras palabras, la autoimagen está constituida por las creencias descriptivas y evaluativas acerca de la propia apariencia y viene a jugar un papel fundamental. La inquietud por el aspecto físico va acompañada de los cambios físicos, psicológicos y emocionales que, de no ser aceptados, puede provocar una serie de complejos en la persona adolescente. Por otra parte, se dice que, “las personas jóvenes que pasan por cambios físicos rápidos se sienten muy cómodos, con sus pares que experimentan cambios similares” (Papalia et al., 2004, p. 493).
De igual forma, la autoimagen física en la persona adolescente va a generar una serie de pensamientos y sentimientos hacia sí misma, adquiriendo una relevancia en la identidad personal y en la autovaloración como componentes de la autoestima. Esta conforma parte de la personalidad.
Como lo hace notar Krauskopf (2014), “en la adolescencia, la imagen propia es una parte sumamente importante” (p. 14). Esto hace que sea tan significativa en esta etapa la percepción física y, para esta autora, cuando no es percibida positivamente por el grupo de pares puede volverse una experiencia dolorosa para la persona adolescente.
2.3.2. La autoimagen social
La autoimagen social está relacionada con “el sentimiento de ser aceptado o rechazado por el grupo de pares y el sentido de pertenencia. También se relaciona con el hecho de ser capaz de enfrentar con éxito diferentes situaciones sociales” (Milicic, 2015, p. 2). Para esta autora, esto tiene que ver con que la persona se sienta querida por parte de sus pares y seres adultos con los cuales se relaciona.
Además, la autora agrega que la autoimagen social está vinculada con lo habilidosa que se considere la persona para hacer frente a las diferentes demandas sociales del medio, como el hecho de poder relacionarse con los pares de la clase. Por ejemplo, tener decisión, ser capaz de vincularse con personas del sexo contrario y de resolver problemas de manera creativa.
En esta etapa adolescente, es muy valioso lo que piensa el grupo de pares y personas amigas acerca de él o ella. Es relevante participar en clubes, deportes y otras actividades. Por lo tanto, “la creciente participación del joven con sus pares es una fuente importante de apoyo emocional durante la compleja transición de la adolescencia, pero también una fuerte presión para el comportamiento que los padres rechazan” (Papalia et al., 2004, p. 492).
Se les atribuye un rol importante a las personas adultas, compañeras y amigas, en la construcción de la identidad en la adolescencia. Esto, debido a que, así como pueden cooperar con el fortalecimiento de los sentimientos de seguridad y valía, también pueden favorecer la inseguridad y desvalorización de la persona adolescente, convirtiéndola en vulnerable frente a diferentes conductas y situaciones de riesgo. De este modo en la adolescencia:
Algunas de las necesidades sociales que se producen a la hora de relacionarse con otras personas (cercanas o íntimas) son la seguridad emocional, el apoyo social y la intimidad corporal. Estas necesidades no solo son cubiertas por las familias, sino que en ellas también participa la escuela o el grupo de iguales, y así se podrá lograr un desarrollo evolutivo integral equilibrado y adecuado. Por lo tanto, la influencia que ejercen los padres sobre los hijos es de vital importancia para su desarrollo como personas que forman parte de una sociedad (Llamazares y Urbano, 2020, p. 100).
Conforme con lo propuesto por estas autoras, se puede decir que la enseñanza secundaria le permite a la persona adolescente mejorar sus habilidades sociales, en la medida que le brinda la oportunidad de relacionarse con otras personas adolescentes y adultas, aparte de su contexto familiar. Al mismo tiempo, al ser el ambiente escolar constante y mantenido en el tiempo, contribuye con la autoestima y las relaciones sociales de la persona adolescente.
El desarrollo social tiene relación con las experiencias que la persona adolescente experimenta en su vida. Así, por ejemplo, un ambiente carente de integración puede afectar su desarrollo y limitar sus oportunidades. Santrock (2004) sostiene que lo más importante es cómo los perciban su grupo de pares, pues el ser excluidas o rechazadas es sinónimo de estrés, frustración y tristeza, lo que en ocasiones es canalizado por medio de conductas autodestructivas. Una de las tareas más importantes del grupo de pares es ser una fuente de información acerca del mundo externo al grupo familiar.
Según este autor, para que se dé en las personas adolescentes un desarrollo social óptimo en su contexto escolar y social, es necesario que tengan relaciones asertivas con sus pares que son quienes generalmente les proporcionarán sentimientos de inclusión y pertenencia. Si no sucede así, es muy probable que se aleje de sus pares, debido a su carencia en las relaciones sociales. Esto se podría relacionar con situaciones de desajuste o crisis emocional, transgresión, drogodependencia, entre otras.
De acuerdo con Santrock (2004), si la persona adolescente logra establecer óptimas relaciones interpersonales en el grupo social, la autoestima se ve fortalecida, generando que se adquiera autoconfianza para enfrentar las situaciones que se le presentan y, a su vez, promueve el deseo de entrenar las habilidades para la vida. Este recurso emocional favorece y contrarresta las consecuencias negativas en situaciones de abuso o acoso y el daño que este genera en las relaciones sociales.
Por tanto, la persona que tiene una óptima autoimagen es consciente, incluso, de sus errores, por cuanto la autoestima no se vincula con la perfección, sino con poseer una visión realista de sí mismos en relación con otras personas y con el ambiente. Como expresa De Mézerville (2004), la autoimagen consiste en la “capacidad de verse, así como la persona que realmente es, con sus virtudes y defectos” (p. 29).
De todo lo anteriormente expuesto, se puede rescatar que la autoimagen social, como un componente de la autoestima, se puede constituir en una fuente de fortaleza individual y que, en su ausencia, se podrían propiciar o agravar posibles experiencias en el desarrollo de la persona adolescente, debido a que tiene una relación transcendental con la autovaloración y por supuesto en las relaciones interpersonales.
3. Marco metodológico
En este apartado, se da a conocer el proceso metodológico que se llevó a cabo en el desarrollo de este estudio, el paradigma y el enfoque de investigación, así como, el procedimiento seguido de acuerdo con una secuencia de momentos o etapas detallando sus dispositivos.
3.1. Paradigma
El paradigma es positivista, cuyo interés es “el de explicar, controlar y predecir, la naturaleza de la realidad es la duda, singular, tangible, fragmentada y convergente. La relación sujeto-objeto en la producción del conocimiento es independiente, neutral y libre de valores” (Barrantes, 2005, p. 60). Para este autor, el propósito es buscar generalizaciones libres de contexto, leyes y explicaciones deductiva y cuantitativamente centradas en semejanzas. Por lo tanto, predominan las técnicas cuantitativas, así como la importancia y énfasis en el análisis de los resultados.
3.2. Enfoque de investigación
Se empleó el enfoque cuantitativo, el cual pretende “establecer relaciones y explicar causas de los cambios en los hechos sociales medidos” (James y MacMillan, 2005, p. 19). Lo que interesó en este estudio fue medir la autoimagen física y la social de las personas adolescentes, referida a su grupo de pares. Se analizó la percepción que tenían dos grupos, de ambos sexos, que se encontraban cursando el noveno año de un centro educativo de secundaria, uno público y otro privado de la provincia de San José.
En este enfoque, se usa la recolección de datos para probar hipótesis con base en la medición numérica y el análisis estadístico, para establecer patrones de comportamiento y probar teorías. Siguiendo a Hernández et al. (2010), se puede decir que es secuencial y probatorio, debido a que cada etapa precede a la siguiente y no elude pasos, el orden es riguroso y, desde luego, se puede redefinir alguna fase. Por lo tanto:
Parte de una idea que va acotándose y, una vez delimitada se derivan objetivos y preguntas de investigación, se revisa la literatura y se construye un marco o perspectiva teórica. De las preguntas se establecen hipótesis (si son necesarias) y se determinan variables, se desarrolla un plan para probarlas, se miden las variables en un determinado contexto, se analizan las mediciones obtenidas (con frecuencia utilizando métodos estadísticos) y se establece una serie de conclusiones (Hernández et al., 2010, p. 4).
La investigación acerca de un fenómeno social como la autoimagen física y social adquiere especificidades en cada institución educativa, conociendo estas características es posible proponer estrategias para fortalecer la autoestima del estudiantado en caso de que se así se requiera.
Para el caso particular, se analizan las variables de la autoimagen física y social, con los respectivos indicadores. Según Hernández et al. (2010), los estudios de tipo descriptivo buscan especificar las propiedades, las características y los perfiles de personas, grupos, comunidades, objetos o cualquier otro fenómeno de estudio que se someta a un análisis. El fundamento de los estudios descriptivos se debe entender de la siguiente forma:
Los estudios descriptivos son útiles para mostrar con precisión los ángulos o dimensiones de un fenómeno, suceso, comunidad, contextos o situación. En esta clase de estudios la persona que investiga debe ser capaz de definir, o al menos visualizar, qué se medirá y sobre quién o quiénes se recolectarán lo datos (Hernández et al., 2010, p. 80).
Esta investigación se clasifica como no experimental puesto que tiene como rasgo particular el permitir conocer el fenómeno, tal como se da en su contexto. Por lo tanto, es un estudio en el que no se varían deliberadamente las variables independientes para ver su consecuencia en otras.
3.3. Tipo de estudio
El estudio es descriptivo, puesto que permitió conocer el fenómeno y sus manifestaciones. Se refiere simplemente a “un fenómeno existente utilizando números para caracterizar individuos o un grupo” (James y MacMillan, 2005, p. 43). De acuerdo con Hernández et al. (2010), estos estudios son útiles para mostrar con precisión los ángulos o dimensiones de un fenómeno, suceso, comunidad, contextos o situación. En esta clase de estudios la persona que investigada debe ser capaz de definir, o al menos visualizar, qué se medirá y sobre quién o quiénes se recolectarán lo datos.
3.4. Etapas y procedimiento de la investigación
Este estudio se organizó en cuatro etapas a saber: conocimiento global del tema a estudiar, preparación de la persona investigadora, el trabajo de campo y, por último, se realizó el análisis de los resultados.
3.4.1 Conocimiento global del tema a estudiar
La primera etapa se refiere a la identificación de los sujetos de la investigación, los cuales fueron el estudiantado (personas adolescentes). Se realizó el contacto con la persona profesional en Orientación de un centro educativo de secundaria privado y uno público. Se solicitó el permiso a la Dirección de la institución y se les informó acerca de los objetivos de la presente investigación. Se solicitó el permiso para que la investigadora pudiera visitar al grupo de estudiantes y aplicar el instrumento para, posteriormente, analizar los datos obtenidos.
3.4.2. Preparación de la investigadora
La segunda etapa fue la preparación de la investigadora, es decir, con el estudio, la capacitación y sensibilización con respecto al marco teórico y al proceso del estudio. Sobre la fundamentación acerca de la temática se incluye la adolescencia como una etapa del desarrollo humano, además, la autoestima y sus componentes, en particular, la autoimagen física y social de las personas adolescentes, entre otros. Para esto, se realizó la revisión bibliográfica en bases de datos, libros, internet, revistas digitales y otras fuentes de información.
3.4.3. Trabajo de campo
La tercera etapa fue la de trabajo de campo, con la recolección de la información mediante la técnica del cuestionario aplicado a las personas adolescentes participantes del estudio. Cabe destacar que entre los aspectos éticos se procedió a utilizar un consentimiento informado enviado a las personas responsables de familia y se les aseguró que la información brindada por la hija o el hijo es absolutamente confidencial. De esta manera, se reitera que la participación de las personas participantes fue completamente voluntaria y anónima.
3.4.3.1. Población y muestra
La población participante de este estudio son dos grupos de personas adolescentes, de ambos sexos, de aproximadamente entre los 15 y 17 años y que cursaron el noveno año de secundaria. En total fueron 42 estudiantes, 20 del centro educativo privado y 22 del público. Hernández et al. (2010) mencionan que “en un proceso cuantitativo, la muestra, que es un subgrupo de la población de interés sobre el cual se recolectarán datos y que tiene que definirse o delimitarse de antemano”. Siguiendo a las mismas personas autoras, la técnica elegida para el muestreo cuantitativo es por conveniencia, es decir, no probabilística y no aleatoria. Dentro de los no probabilísticos se incluyen: muestras por conveniencia, por juicios y por cuotas; las primeras se seleccionan de acuerdo con la utilidad de la persona investigadora.
El muestreo por conveniencia es la técnica que se emplea de manera más común, porque es extremadamente rápida, sencilla, económica y, además, las personas participantes suelen estar accesibles para ser parte de la muestra. Esto por cuanto, se utilizó de acuerdo con la facilidad de acceso, la disponibilidad de las personas de formar parte de la muestra y por ser en un intervalo de tiempo dado en particular.
Por otra parte, cabe agregar que las variables e indicadores de este estudio, están directamente relacionados con los objetivos que se desprenden de esta investigación. Las variables corresponden a la autoimagen física y la social.
3.4.3.2 Técnica cuestionario
La técnica emplea fue el cuestionario. Este “está íntimamente ligado al enfoque cuantitativo” (Barrantes, 2005, p. 215). Es indicado para recoger información en grupos numerosos, con un corto mínimo de tiempo y esfuerzo. En cuanto a la construcción del instrumento para esta investigación, se diseñó un cuestionario para la recolección de datos de acuerdo con las variables e indicadores planteados, los cuales se mencionan a continuación.
3.4.3.3 Instrumento utilizado
El instrumento correspondiente mide la variable autoimagen física y social. La primera se elaboró a partir de la definición operacional y sus indicadores. Se midió de acuerdo con la representación mental de la estatura, figura, la forma del cuerpo, entre otras. Es decir, cómo se ve la persona y cómo cree que los demás la ven. La percepción de la imagen corporal implicó cómo se siente respecto a su propio cuerpo (agrado, desgrado, preocupación, entre otros) y cómo actúa con respecto a este (autocuidado).
El cuestionario consta de 20 ítems, donde los número 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8 y 9 son los indicadores de la autoimagen física: el agrado o desgrado por su aspecto físico (partes del cuerpo que no le gustan), representación de su físico (estatura, figura y forma del cuerpo, otros), cuidado de su cuerpo e imagen física (véase en la Tabla 1 respuestas en relación con la variable autoimagen física).
En cuanto a la variable de autoimagen social, el instrumento se confeccionó a partir de la definición operacional y sus indicadores. Fue entendida con respecto a lo que la persona adolescente piensa de sí misma y siente que las demás personas compañeras de clase perciben de ella (percepción de sentirse aceptado o rechazado por sus pares), sentimiento de pertenencia al grupo, la relación interpersonal con las personas compañeras de la clase y el trabajo grupal (agrado o desgrado para trabajar en grupo).
Esto se midió de acuerdo con la representación que tiene la persona adolescente acerca de la forma en que se relaciona con las personas compañeras de clase, sus relaciones interpersonales en el grupo, la habilidad que tiene para solucionar problemas sociales y de la aceptación de los demás. Los ítems relacionados con esta variable son el 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19 y 20 (véase en la Tabla 2 respuestas en relación con la variable autoimagen social).
Se utilizó una escala de Likert para dar respuesta al instrumento: nunca, casi nunca, a veces, casi siempre y, siempre.
En relación con la confiabilidad del instrumento, se concentró, según Hernández et al. (2010), en el “grado en el que un instrumento produce resultados consistentes y coherentes” (p. 277). Además, en la orientación de su elaboración, siendo primordial la correspondencia con el diseño de la investigación, así como con el problema de este estudio.
En cuanto a la validez, el cuestionario empleado midió las percepciones de la población estudiantil de noveno año respecto a la autoimagen corporal y social. Esto abarca el control interno acerca de los procedimientos de la aplicación del instrumento de medición y la recolección de datos (Hernández et al., 2010).
Se procedió de la siguiente manera: el cuestionario de investigación se construyó a partir de la perspectiva teórica relacionada con la autoestima y, específicamente, el componente de la autoimagen, en particular la física y la social. Para la validación del cuestionario se realizó se seleccionaron las personas expertas, quienes juzgaron la validez de las preguntas en cuanto a la coherencia con el referente teórico, redacción y el diseño del cuestionario.
En este sentido, las personas expertas recibieron la información acerca del tema, los objetivos, la operacionalización de las variables y, con las observaciones aportada por ellas, se incorporaron las recomendaciones al cuestionario, en aspectos vinculados con la redacción, lenguaje, instrucciones. Es decir, el instrumento fue sometido a la evaluación de estas personas expertas, quienes examinaron aspectos de redacción, contenido, organización y metodología. El acuerdo entre las personas evaluadoras fue de un 90%.
En cuanto a la confiabilidad del instrumento se contó con la asesoría de una profesional en estadística y se obtuvo un índice de confiabilidad de 0.954, lo que evidencia que es altamente aceptable. Esta correlación y coherencia en el instrumento se determinó con el Coeficiente alfa de Cronbach (α), que oscila entre 0 y 1, donde cero representa una confiabilidad nula y uno es el máximo en confiabilidad.
También, se realizó la prueba piloto y, con los resultados de esta, se procedió a preparar la versión final del cuestionario, lo que permitió cerrar esta etapa para iniciar la aplicación con la muestra seleccionada.
4. Resultados y discusión
La cuarta etapa se dio una vez recopilada la información. En el procedimiento para el análisis de los datos, se codificaron las respuestas del cuestionario en una matriz diseñada con las herramientas de software Microsoft Office Excel, lo cual facilita el análisis de la información de acuerdo con las variables del estudio por cada institución educativa.
Es importante retomar que los resultados obtenidos se tabularon por cada institución educativa y no se hace distinción por el sexo en la población participante. Esto debido a que no es un objetivo de esta investigación realizar un análisis desde la perspectiva de género. Por lo tanto, se hace la discusión de manera descriptiva con frecuencias y porcentajes en relación con cada opción según el instrumento aplicado.
Una vez procesados los datos, se elaboraron los cuadros y gráficos para resaltar los resultados. A su vez, se dio más importancia a los hallazgos más destacados, con el fin de encontrar una contestación al problema de esta investigación. La discusión de los resultados se estableció para localizar los datos significativos y poder relacionarlos con la fundamentación teórica y el análisis realizado por la persona investigadora. Además, se elaboraron las conclusiones. La validez de los resultados obtenidos apuntó básicamente al valor de los hallazgos del estudio y las conclusiones a las que se llegó.
4.1 Discusión
A continuación, con base en el trabajo de campo, se presenta la descripción e interpretación de los principales hallazgos de esta investigación, en relación con la autoimagen física y social de dos grupos de personas adolescentes, de ambos sexos, que cursaron el noveno año de un centro de enseñanza secundaria, uno privado y otro público de la provincia de San José, Costa Rica. Los resultados obtenidos se presentan de forma agrupada.
La Figura 1 muestra que entre los principales hallazgos se encontró que un 45% de las personas adolescentes de ambas instituciones expresó encontrarse siempre conforme con el aspecto físico de su cuerpo, un 40% del estudiantado del centro educativo privado dijo que casi siempre y un 27% del colegio público. En total, esto equivale a un 85% del colegio privado y un 75% del público. Por lo tanto, un resultado importante acerca de la percepción que las personas adolescentes de este estudio es que manifiestan tener agrado por su cuerpo, siendo para la mayoría de ellas satisfactorio. De esta manera:
Tener una imagen corporal positiva significa sentirse bastante satisfecho del propio aspecto físico, valorando el propio cuerpo por sus capacidades y aceptando sus imperfecciones. (Gimenez et al., 2013, p. 87)
Si bien es cierto que es importante sentir agrado por el aspecto físico, se deduce también la necesidad de trabajar con las personas adolescentes acerca de que este no necesariamente les va a proveer de la felicidad.
En la Figura 2, se aprecia otro hallazgo que reafirma la aceptación, agrado o comodidad por el aspecto físico de las personas adolescentes de ambos grupos. El 87% dijo no sentirse menos atractivas que las demás de la clase. De acuerdo con esta idea, la visión intrínseca de la autoimagen física beneficia o no una óptima autoestima, así como el efecto de bienestar o malestar al relacionarse con las demás personas. Según García (2004), esta imagen corporal, es la representación mental realizada del tamaño, figura y de la forma de nuestro cuerpo (en general y de sus partes), es decir, cómo se ve y cree que las demás personas las y los ven.
Un hallazgo más, que se relaciona con la Figura 3, es que un 75% del estudiantado del colegio privado y un 55% del colegio público señalaron nunca avergonzarse de su cuerpo. Un 9% del estudiantado del colegio público y un 5% del privado, manifestaron casi nunca sentirse avergonzados de sus cuerpos. No obstante, llama la atención que un 27% del estudiantado del colegio público opinó que a veces se avergüenzan de sus cuerpos.
Desde luego, esta percepción interna de la autoimagen física beneficia o desfavorece una óptima autoestima y la sensación de bienestar o incomodidad en las relaciones con otras personas adolescentes (Papalia et al., 2004). Por otra parte, es importante destacar que, para Santrock (2004), la autoimagen corporal es comúnmente un indicador importante de valía para la persona adolescente, por su preocupación constante acerca de su aspecto físico. No obstante, resalta que no es el más importante en sí mismo.
La Figura 4 se relaciona con la autoimagen social. Así, el 27% y el 30% del estudiantado señaló que nunca llevan a cabo esta conducta (burlarse de mí). Junto con la respuesta casi nunca se tiene que, entre ambas instituciones, el porcentaje oscila entre 50% y el 55%. Llama la atención que el 32% del estudiantado del colegio público manifestó que a veces se burlan de ellos y un 25% del estudiantado del privado indican lo mismo; mientras que un 20% de adolescentes del colegio privado y un 18% del público dicen que casi siempre o siempre se burlan de ellos y ellas. Por tanto, se debe tener presente lo que afirma Santrock (2004): “para demasiados adolescentes, lo más importante en su vida es cómo los perciben sus compañeros. Algunos harían cualquier cosa por formar parte del grupo. Para ellos, ser excluido es sinónimo de estrés, frustración y tristeza” (p. 152). Las consecuencias negativas que se pueden presentar en las personas adolescentes, con la situación planteada por el estudiantado en relación con la burla por parte de sus pares. es el deterioro de la autoestima, lo que provoca inseguridad, falta de atención a las tareas escolares y, finalmente, pueden llegar hasta manifestar trastornos de conducta.
En la Figura 5, se muestra que un 53% del estudiantado del colegio privado y un 41% del público manifestaron que a veces tienen conflictos con personas compañeras de la clase. Un 26% del estudiantado de la institución pública dijo que siempre posee problemas con sus pares del aula y un 10% del colegio privado expresó que casi siempre o siempre.
En la Figura 6, llama la atención que el 50% del estudiantado del colegio público manifiesta que a veces les agrada trabajar en grupo y un 42% del estudiantado del colegio privado señala esta misma tendencia. Para ambas instituciones, el 50% del estudiantado dice que nunca les gusta trabajar en grupo con sus pares. Cabe decir que “la creciente participación del joven con sus pares es una fuente importante de apoyo emocional durante la compleja transición de adolescencia, pero también una fuerte presión para el comportamiento que los pares rechazan” (Papalia et al., 2004, p. 492). Este resultado conduce al hecho de poder cuestionar su competencia o habilidades sociales que poseen. Esto debido al puntaje medio obtenido como resultado de lo que manifestaron las personas adolescentes, en cuanto al desagrado de trabajar grupalmente con sus pares.
Conclusiones
El objetivo de esta investigación fue analizar la percepción de la autoimagen física y social de dos grupos de noveno año, uno de un colegio público y otro de un colegio privado, ambos de la provincia de San José. Una vez analizados los datos se llega a las siguientes conclusiones. En cuanto al primer objetivo, sobre identificar cómo perciben la autoimagen corpórea, se encontró que la mayor parte del estudiantado de ambas instituciones educativas opinaron sentirse satisfechos con su cuerpo. Esto teniendo en cuenta que:
La imagen corporal consiste en las opiniones, creencias y sentimientos de una persona acerca de su propio cuerpo y de su aspecto físico. Está íntimamente relacionada con la autoestima, que es la capacidad de tener confianza y respeto por sí mismo (Gimenez et al., 2013, p. 86).
Otro hallazgo que reafirma la aceptación y agrado por su aspecto físico es el alto porcentaje del estudiantado que señaló sentirse como personas atractivas, motivo que favorece una óptima autoimagen corporal. En relación con esto, se puede decir que los resultados obtenidos a nivel general y en este contexto en particular, en lo referido a la autoimagen corporal, difieren de lo expresado por Gómez et al. (2017), quienes señalan que es frecuente que un número importante de personas jóvenes no estén conformes con su imagen corporal.
Esto, en contraposición al bajo porcentaje de estudiantes que indicaron sentirse siempre avergonzados de su cuerpo. Es importante reconocer que el aspecto físico es usualmente un indicador significativo para la valía de la persona adolescente. No obstante, cabe mencionar que este no es el más importante en sí mismo. De esta manera, “en la adolescencia se tiene la convicción de que el aspecto físico es un factor trascendental para ser feliz, para pertenecer a un grupo o simplemente para ser aceptado en la sociedad” (Calvache, 2018, p. 11).
Sumado al resultado anterior, es necesario prestar atención y ofrecer ayuda a las personas adolescentes que expresaron sentirse avergonzadas de su cuerpo, pues se sabe que la apariencia física es una preocupación constante en la adolescencia y un componente de su autoestima; si este aspecto no es percibido positivamente por sí mismo y el grupo de pares puede volverse una experiencia dolorosa para la persona adolescente.
Por otra parte, estos hallazgos en relación con la autoimagen física son semejantes a los resultados que mostraron en la investigación Fernández y Azofeifa (2007), debido a que el grupo de personas adolescentes costarricenses expresaron estar satisfechas con su imagen corporal y reportaron un puntaje promedio mayor en la apariencia física.
Con respecto al segundo objetivo sobre cómo perciben su autoimagen social, se encontró que, ante la consulta “mis compañeros de clase se burlan de mí”, más de la mitad del estudiantado encuestado señaló ser víctimas de esta situación. Esto influye negativamente en la autoimagen social, la cual, como lo plantea Milicic (2015), está asociada con “el sentimiento de ser aceptado o rechazado por el grupo de pares y el sentido de pertenencia. También se relaciona con el hecho de ser capaz de enfrentar con éxito diferentes situaciones sociales” (p. 2). De esta manera, se les atribuye un rol importante a las personas compañeras y amigas, en la construcción de la identidad y es así como pueden cooperar con el fortalecimiento de los sentimientos de seguridad y valía o, también, pueden favorecer la inseguridad y desvalorización de la persona adolescente, convirtiéndola en vulnerable frente a diferentes conductas y situaciones de riesgo.
Por lo tanto, es preciso prestar cuidado a este escenario, debido a que un porcentaje significativo de las personas adolescentes podría estar sufriendo por los comentarios negativos e insultos de las personas compañeras de la clase. Además, se puede relacionar con conflictos, problemas en las relaciones interpersonales y tipos de acoso escolar. Se evidencia que aproximadamente la mitad del estudiantado de ambas instituciones expresaron tener conflictos con las personas compañeras de la clase. Se sabe que la falta de habilidades para resolver conflictos está vinculada con la autoimagen social y las conductas poco prosociales. En relación con lo anterior, Cohen et al. (2011) afirman que las habilidades sociales son esenciales en el momento de establecer relaciones sociales satisfactorias con otras personas y, durante la adolescencia, este aspecto es un principio de bienestar personal. Además:
Como contrapartida, la falta de competencia interpersonal se asocia con baja aceptación, rechazo o aislamiento de los pares, con problemáticas escolares y personales, tales como la baja autoestima, la indefensión, la inadaptación en la adolescencia, la delincuencia juvenil o las adicciones (Cohen et al., 2011, p. 169).
Surge aquí la necesidad de trabajar el desarrollo de las habilidades para la vida en la etapa de la adolescencia, incluyendo la niñez. En este caso en particular, es necesario fortalecer las habilidades para la resolución de conflictos con el objetivo de que la persona adolescente pueda hacer frente a las diferentes demandas sociales del medio.
Otro hallazgo, relacionado con la autoimagen social para ambas instituciones, es que la mitad de las personas adolescentes mencionan que nunca les gusta trabajar en grupo con sus compañeros de clase. Una evidencia más que conduce al hecho de poder cuestionar sus habilidades sociales, pues muestran el desagrado de trabajar grupalmente con sus pares. Esta situación requiere atención, debido a que el trabajo en grupo puede ser aprovechado como un espacio social, con lo que se favorece el desarrollo de las habilidades sociales y el logro de nuevos aprendizajes significativos. De este modo, es importante señalar, el papel de la persona docente:
Si bien es cierto que la escuela posibilita el reconocimiento y valoración de sí mismo, este proceso requiere estructurarse y trabajarse desde los diferentes saberes e interacciones. Por esta razón, la persona docente tiene una responsabilidad esencial que implica, además de su desempeño profesional y su adecuada formación, el desarrollo de una serie de habilidades socioemocionales que le permitan disfrutar del placer de la enseñanza y apoyar la configuración individual de cada estudiante (Buitrago y Sáenz, 2021, p. 4).
Es por ello por lo que, para las autoras, la persona edifica la autoimagen física y los otros aspectos relacionados con esta, los cuales están intrínsecamente instalados en la percepción que tiene de sí mismos. Esto se hace con base en las experiencias personales y de acuerdo con las evaluaciones de las otras personas. Por lo tanto, esto se convierte en un elemento esencial para el aprendizaje y las relaciones interpersonales.
Por otra parte, a pesar de que este estudio no se realizó considerando la perspectiva de género, cabe rescatar de los antecedentes contextuales. En este sentido, se pueden mencionar los resultados mostrados en la investigación de Campos y Trautner (2004), en Costa Rica y Alemania, donde se confirma que las mujeres costarricenses valoran más las cualidades sociales que los varones y adolescentes alemanes en general, las habilidades sociales juegan un papel determinante en la etapa adolescente. Por lo tanto, no cabe la menor duda de que, tal y como lo afirman Llamazares y Urbano (2020), “la adolescencia es una etapa de constante cambio en el que el papel de la autoestima y el desarrollo de habilidades sociales son clave para garantizar el bienestar presente y futuro” (p. 99).
Por último, si bien es cierto que los hallazgos obtenidos en este estudio son de importancia científica y social, se debe considerar que se trata de resultados de dos grupos específicos en un contexto en particular. Por otra parte, como una futura línea de investigación, se podría considerar ampliar el estudio en otras instituciones para obtener información de otros contextos o regiones geográficas con distintas características demográficas en el país, lo cual facilitaría posibles generalizaciones y, además, sería enriquecedor incluir la perceptiva de género.
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Fechas de Publicación
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Fecha del número
Jul-Dec 2023
Histórico
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Recibido
25 Feb 2023 -
Acepto
20 Mar 2023