En 1699 el papa Inocencio I concedió a la corona española un subsidio eclesiástico por un millón de ducados de plata, el cual debía recaudarse del 10% de todas las rentas eclesiásticas de las diócesis de América. En primera instancia, las órdenes llegaron al arzobispado de México y de ahí se reenviaron a las diócesis sufragáneas, estableciéndose entonces una correspondencia entre el arzobispo y los obispos. En este trabajo se presenta una carta de 1706, de fray Diego Morcillo, recién nombrado obispo de Nicaragua, acompañada de una relación del monto del subsidio eclesiástico que se había regulado en el mismo obispado, de 1704. La carta del obispo Morcillo va dirigida al arzobispo de México, dándole cuenta del estado que guardaba la recaudación en Nicaragua y Costa Rica, además de algunos otros problemas de gobierno del prelado. La relación de las rentas fue elaborada por el colector general del obispado, Pablo de la Madriz Paniagu a, cura más antiguo del Sagrario de la catedral de León y comisario de la Santa Cruzada.
Subsidio eclesiástico; diócesis de Nicaragua y Costa Rica; obispo Morcillo; rentas eclesiásticas