Open-access El mito de Heracles en la encrucijada y su pervivencia en Nueva España: de Jenofonte a Cigorondo

The myth of heracles at the crossroads and its survival in New Spain: From Jenophon to Cigorondo

Resumen:

En este artículo se desea demostrar que, a causa de su gran valor pedagógico, el mito de la encrucijada entre la Virtud y el Vicio gozó de buena aceptación durante siglos y se convirtió en un tópico de la tradición clásica. Si bien hay varios estudios al respecto, la originalidad de la presente investigación radica en enfocarse en la transmisión textual de este relato y en plantear que la Tragedia Ocio, escenificada en Puebla de los Ángeles hace 435 años, contiene varias alusiones a dicho mito. Con el fin de lograr el objetivo, se reproduce la narración de Pródico de Ceos preservada por Jenofonte; después, se menciona a los principales autores que contribuyeron a transmitir el mito, entre ellos: Cicerón, Silio Itálico, Basilio, Petrarca y algunos jesuitas españoles; para finalmente centrarse en el análisis de la Tragedia Ocio, escrita por el jesuita novohispano Juan Cigorondo. Las principales fuentes son los literatos nombrados. Se concluye que el relato de la encrucijada de Heracles entre la Virtud y el Vicio fue utilizado por autores interesados en la educación de los adolescentes y en el fomento de la vida virtuosa. Esto explica que haya varias alusiones en toda la obra de Cigorondo, pues emplea el mito para inculcar en sus alumnos y en la sociedad los valores que se estaban perdiendo. Esta investigación fue realizada con el apoyo del Proyecto PAPIIT IN402819 ''Los procesos de lectura y de escritura en la Grecia antigua: aportes para la educación en México''

Palabras-clave: Jenofonte; Pródico de Ceos; Hércules; mitología; tradición clásica; Nueva España

Abstract:

This article aims to demonstrate that, due to its great pedagogical value, the myth of the crossroads between Virtue and Vice was well accepted for centuries, and became a topic in the classical tradition. Although there are several studies on this matter, the originality of this research consists of focusing on the textual transmission of this story and suggests that Tragedia Ocio, staged in Puebla de los Ángeles 435 years ago, comprises several allusions to such myth. Aiming to achieve the objective, the narration of Prodicus of Ceos preserved by Xenophon is reproduced; then, the main authors who contributed transmitting the myth are mentioned, among them are Cicero, Silius Italicus, Basil, Petrarch, and some Spanish Jesuits, to finally focus on the analysis of the Tragedia Ocio, written by the Novo-Hispanic Jesuit Juan Cigorondo. The main sources are the literati named throughout these pages. It is concluded that the story of Heracles' crossroads between Virtue and Vice was used by authors interested in the education of adolescents and the promotion of virtuous living. This explains why there are several allusions throughout Cigorondo's work since he uses the myth to instill in his students and in society the values that were already being lost. This research was carried out with the support of Project PAPIIT IN402819 ''Los procesos de lectura y de escritura en la Grecia antigua: aportes para la educación en México''.

Keywords: Xenophon; Prodicus of Ceos; Hercules; mythology; classical tradition; New Spain

Introducción

En este artículo se desea demostrar que, a causa de su gran valor pedagógico, el mito de Heracles en la encrucijada -creado por Pródico de Ceos y preservado por escrito gracias a Jenofontegozó de buena aceptación durante siglos y se convirtió en un tópico de la tradición clásica. Hay numerosos estudios al respecto: unos abordan la influencia de este relato en la pintura, en los tapices, en la escultura, en el cine, etcétera. A lo largo de esta investigación, se pretende averiguar cómo llegó dicho motivo a la Nueva España y probar que está muy presente en toda la Tragedia Ocio, escenificada en 1586, en Puebla de los Ángeles. Con el fin de lograr esto, este trabajo se divide en cuatro partes. Primero, se habla del creador del mito; luego, se ocupa de Jenofonte; después, se menciona a varios autores que insertaron en sus obras el motivo de la elección de Heracles, como Cicerón, Silio Itálico, Basilio, Petrarca y algunos jesuitas; por último, se centra en la Tragedia Ocio, redactada y llevada a la escena por el jesuita novohispano Juan Cigorondo. Las fuentes principales son los autores nombrados. La mayoría de las veces se proporciona el pasaje en griego o en latín, salvo cuando la cita es muy extensa.

Pródico, autor de este mito

El sofista Pródico nació cerca del 470 a. C., en Ceos, una pequeña isla de las Cícladas. Le interesaba el uso correcto del lenguaje (Platón, Eutidemo, 277e, 1983, pp. 216-217), era maestro de oratoria y experto en sinonimia. Debido a su capacidad discursiva, fue nombrado embajador de Ceos en Atenas. En Protágoras, 315c-d (1985, p. 515), Platón indica que tuvo contacto directo con Sócrates, pues coincidieron en casa de Hipónico. En Crátilo, 384b (1983, pp. 364-365), sostiene que su maestro pagó una dracma por escuchar una lección del famoso sofista, pero no pudo completar los cincuenta que costaba un curso especializado en sinónimos.

Pródico compuso un tratado titulado Sobre la corrección de las palabras. También escribió Las Horas (Ὧραι) o Las Estaciones, allí contaba el mito de Heracles en la encrucijada entre la Virtud y el Vicio2. Recurrió al máximo héroe de la Hélade para abordar una situación crucial en la vida de todo ser humano: verse obligado a elegir qué clase de vida desea, asumiendo las consecuencias de su decisión. Este relato se convirtió de inmediato en un paradigma educativo utilizado por los autores clásicos, quienes lo empleaban para instar a que los niños y jóvenes siguieran el camino de su héroe predilecto.

Cuando el sofista redactó este mito, había pocos datos sobre la infancia y el tipo de educación recibida por el hijo de Zeus y de la princesa Alcmena. Apollodorus, II, 4, 9 (1921, p. 65), menciona que en un arranque de ira el muchachito mató a Lino, su maestro de música e hijo de Orfeo. Lo golpeó salvajemente con su cítara porque Lino se atrevió a maltratarlo. En términos generales, se coincide con Emma Stafford (2005, p. 89, y 2017, p. 144) en que Pródico innovó totalmente al ofrecer la interpretación alegórica de la vida y del temperamento del joven semidiós, gracias a la personificación de la Virtud y del Vicio; para lograrlo, aprovechó los principales vicios de Heracles, quien se distinguía por su gula, desenfreno sexual, ebriedad, ira y el asesinato de sus propios hijos3, asimismo, rescató las virtudes del héroe que llevó a buen término los doce trabajos, se inmoló en la pira y fue divinizado. Es decir, Pródico retomó las características más significativas del personaje cómico y trágico. Antes de proseguir, se aclara que no se conserva ninguna obra entera de dicho sofista, nada más algunos fragmentos.

Jenofonte y el mito de la encrucijada

Durante la época clásica, hubo varias propuestas educativas cuyo objetivo era atraer a los hijos de las familias acaudaladas. Entre estas, destacaron las de los sofistas, quienes cobraban por sus lecciones, y la de Sócrates, filósofo ágrafo que no exigía una retribución económica por sus enseñanzas. Este pensador fomentó en varios de sus discípulos el anhelo de educar a los demás y encaminarlos hacia la virtud. Al igual que Platón e Isócrates, Jenofonte conoció a Sócrates y compuso diversos escritos a través de los cuales se propuso educar a sus lectores y darles consejos prácticos avalados por su experiencia personal. Este autor ateniense, nacido hacia el 430 a. C. y fallecido hacia el 354 a. C., se percató del gran valor didáctico y moral que tenía el mito de la encrucijada y decidió incluirlo en su propia obra. Con el paso de los siglos, gran parte de los textos del sofista se perdió; en la actualidad, Jenofonte aporta el primer testimonio literario de la elección del joven Anfitriónida y proporciona la versión más completa en Memorabilia, II, I, 21-34 (1993, pp. 66-70). Para que el mensaje didáctico y moral del relato tuviera mayor impacto, Jenofonte escoge a Sócrates como portavoz. De esta manera, su maestro narra lo que oyó contar a Pródico en una de tantas lecturas públicas. Debido a que este pasaje es fundamental para el desarrollo del presente artículo, a continuación, se resume el mito.

Cuando Heracles dejaba la niñez y entraba a la adolescencia, se fue a un sitio tranquilo y se sentó para decidir por cuál de los dos caminos se iría: por el de la virtud (ἀρετή) o por el del vicio (κακία). Entonces, se le aparecieron dos mujeres altas: una hermosa, noble, cuyo cuerpo estaba adornado con la pureza, tenía la mirada recatada, su imagen era sobria, y estaba vestida de blanco; la otra era robusta y suave, maquillada para verse más blanca y sonrosada, aparentaba ser más esbelta, tenía mirada coqueta y llevaba un vestido que dejaba entrever sus encantos.

Mientras la primera caminaba, la segunda corrió hacia Heracles y al notarlo indeciso le prometió que, si la elegía, lo conduciría por el camino más fácil y dulce, probaría todos los placeres y viviría sin conocer las dificultades. En lugar de combatir o trabajar, el joven solo pensaría en qué comida o bebida agradable se le antojaba, qué le gustaría ver, oír, oler o tocar, con qué muchachitos le encantaría estar, cómo dormiría más cómodo y cómo conseguiría todo sin esfuerzo. Esta mujer le aseguró que nunca tendría que atormentar su cuerpo o su espíritu, porque él se aprovecharía del trabajo de los demás. Tras escucharla, el muchacho le preguntó su nombre, ella contestó que sus amigos la llamaban Felicidad, pero sus enemigos le decían Maldad (Κακία).

Luego se acercó la otra mujer y dijo a Heracles que ella conocía a sus padres y sabía cuál era el temperamento del muchacho. Argumentó que si la escogía, él realizaría nobles y hermosas hazañas. Lejos de engañarlo, le explicó claramente que sin esfuerzo ni solicitud las divinidades no otorgan nada a los hombres. En Memorabilia, II, 1, 28, la alegoría de la Virtud puso énfasis en esto: si quieres que los dioses te sean propicios, tienes que honrarles, si quieres que tus amigos te estimen, tienes que hacerles favores, y si quieres que alguna ciudad te honre, tienes que servir a la ciudad; si pretendes que toda Grecia te admire por tu valor, has de intentar hacerle a Grecia algún bien; si quieres que la tierra te dé frutos abundantes, tienes que cuidarla; si aspiras a prosperar con la guerra y quieres ser capaz de ayudar a tus amigos y someter a tus enemigos, debes aprender las artes marciales de quienes las conocen y ejercitarte en la manera de utilizarlas. Si quieres adquirir fuerza física, tendrás que acostumbrar a tu cuerpo a someterse a la inteligencia y entrenarlo a fuerza de trabajos y sudores.4 (Jenofonte, 1993, p. 68).

En esta cita es evidente que la vida heroica exige mucho esfuerzo, educación, entrenamiento constante y autodominio, pues el individuo debe poner sus cualidades y virtudes al servicio de su sociedad. Por su parte, la Maldad interrumpió para burlarse del camino difícil y largo que ofrecía la Virtud, además, repitió al hijo de Alcmena que, si optaba por ella, lo llevaría a la felicidad por un camino fácil y corto. Entonces, la Virtud atacó a su rival con los argumentos más contundentes y la calló: ¡Miserable!, ¿qué bien posees tú? ¿O qué sabes tú de placer si no estás dispuesta a hacer nada para alcanzarlo? Tú que ni siquiera esperas el deseo de placer, sino que antes de desearlo te sacias de todo, comiendo antes de tener hambre, bebiendo antes de tener sed, contratando cocineros para comer a gusto, buscando vinos carísimos para beber con agrado. Porque deseas el sueño no por lo que trabajas, sino por no tener nada que hacer. Y en cuanto a los placeres amorosos, los fuerzas antes de necesitarlos, recurriendo a toda clase de artificios y utilizando a los hombres como mujeres. Así es como educas a tus propios amigos, vejándolos por la noche y haciéndolos acostarse las mejores horas del día. A pesar de ser inmortal, has sido rechazada por los dioses, y los hombres de bien te desprecian. (…) ¿Quién podría creerte cuando hablas?, ¿quién que fuera sensato se atrevería a ser de tu cofradía? Ésta es la de personas que, mientras son jóvenes, son físicamente débiles y, de viejos, se hacen torpes de espíritu, mantenidos durante su juventud relucientes y sin esfuerzo, pero que atraviesan la vejez marchitos y fatigosos, después de pasar a la carrera durante su juventud los placeres, reservando para la vejez las lacras.5 (Jenofonte, 1993, pp. 69-70).

A todas luces, el estilo de vida que representa la Maldad coincide con el tipo de vida que censuraba Sócrates: una existencia proclive a los placeres superficiales, al ocio, a la gula, a la ebriedad, al desenfreno sexual, a los lujos y a la comodidad, etc.

La Virtud cierra su discurso señalando que ella convive con las deidades y con los hombres buenos, por lo tanto, cualquier acción hermosa (divina o humana) se realiza gracias a ella. Los dioses y los hombres de bien la veneran, cuida la casa, ayuda en época de paz, es aliada en tiempo de guerra y es la mejor intermediaria en la amistad. Sus amigos soportan con buen ánimo el hambre y la sed, por eso, disfrutan la comida y la bebida sencillas. Su sueño resulta más grato que el de los ociosos. Quienes la siguen son amigos de los dioses, sus amigos los aprecian y su patria los honra. Cuando mueren, no permanecen olvidados sin gloria, pues siempre son recordados y celebrados con himnos. De esta forma, la Virtud exhorta a Heracles para que a través del esfuerzo constante obtenga la felicidad más perfecta. La elección del joven se sobreentiende, porque en la época clásica era muy famoso por sus grandes hazañas y su apoteosis. Sócrates informa a su interlocutor Aristipo que el sofista de Ceos usó palabras más bellas en su mito.

A su modo, el propio Jenofonte trató de seguir el ejemplo del Anfitriónida cuando dirigió a los Diez Mil de regreso a la Hélade. Su versión literaria del mito creado por Pródico es muy pormenorizada y tuvo varias relecturas a lo largo del tiempo. Hubo autores que se centraron en la minuciosa descripción de las alegorías femeninas de la Virtud y del Vicio. La apariencia física de ambas, la ropa y el arreglo personal de cada una, su comportamiento y argumentación tan antitéticos hicieron que desde entonces se consideraran modelo de la mujer virtuosa en contraste con la seductora, entregada a los placeres. Por su parte, otros escritores privilegiaron el aspecto pedagógico y moral de dicho relato, en ocasiones conservaron a Heracles como protagonista y a veces lo sustituyeron por un personaje más adecuado al momento histórico en el que redactan su obra. En el siguiente apartado se proporcionan algunos ejemplos concretos.

Principales transmisores de este mito

Para esta sección se toma en cuenta a los principales autores literarios que mencionan explícitamente el relato de Heracles en la encrucijada. En De Officiis, I, 32, 118, 1-16, obra filosófica dedicada a su hijo Marco, cuando Cicerón (106-43 a. C.) habla del momento clave en que el ser humano debe decidir qué clase de persona quiere ser y a qué desea dedicarse, ofrece una versión muy abreviada del mito. Viene al caso la traducción de Ignacio J. García Pinilla: En esta línea relata Pródico, según se lee en Jenofonte, que Hércules, en cuanto llegó a la adolescencia momento dado por la naturaleza para escoger qué estilo de vida va a emprender cada uno, se marchó a un lugar apartado y, como sentado allí le parecía ver dos caminos uno, el del placer, otro, el de la virtud, estuvo indeciso durante mucho tiempo sobre cuál sería mejor emprender. Esto quizá pudo suceder en el caso de Hércules, ''fruto de la semilla de Júpiter''6 (Cicerón, 2014, pp. 67-68).

Antes de aludir al mito de Pródico, Cicerón comenta que en ocasiones los jóvenes observan el tipo de vida que llevan sus padres o sus mayores para elegir cuál quieren tener. Para ejemplificar lo anterior, el Arpinate se refiere a Escipión el Africano, miembro de una familia ilustre que voluntariamente optó por una vida dedicada a la gloria militar y a la elocuencia. El orador y filósofo agrega que a veces los hijos de personas sin abolengo escogen una vida heroica y virtuosa, con esto demuestra que la virtud se encuentra al alcance de quien en verdad esté dispuesto a esforzarse para vencer sus propios vicios. El Arpinate utiliza el vocablo Voluptas en lugar de κακία. Se aparta del texto original porque omite la aparición de las dos mujeres, alegorías del Vicio y la Virtud, para enfatizar que el muchacho toma la decisión final por sí mismo, luego de analizar con mucho cuidado sus opciones7. De este modo, el Anfitriónida se convierte en el verdadero protagonista del relato. Gracias a la versión del orador romano, Voluptas y Virtus fueron consideradas inseparables compañeras del semidiós. La obra De Officiis es calificada como el testamento filosófico de Cicerón, pues fue la última que redactó e influyó decisivamente en autores posteriores. El célebre maestro Quintiliano (35-100 d. C.), en Institutiones Oratoriae, IX, 2, 36 (Quintilian, 1922, p. 394), afirma que Pródico también empleó como figuras retóricas a Virtus y Voluptas, nombra a Jenofonte y remite al pasaje de Memorabilia8. La obra pedagógica de Quintiliano tenía como finalidad formar hombres buenos y excelentes oradores, por eso tuvo gran aceptación y fue retomada por estudiosos de diferentes épocas, entre ellos, los jesuitas. Mención especial merece el político y poeta Silio Itálico (26-101 d. C.), quien en Punica, XV, 18-128 (2005, pp. 527-532), reelabora minuciosamente el relato de la encrucijada entre la Virtud y el Vicio. El texto sobresale por su lenguaje épico, la belleza de sus expresiones y el mensaje tan contundente se aproximan mucho al relato que escuchó Sócrates, pues el sofista Pródico era experto en el manejo de las palabras. Dado que esta versión se asemeja más a la de Jenofonte, es oportuno sintetizarla.

En la obra de Silio Itálico, el personaje central no es Heracles, sino el joven Publio Cornelio Escipión Africano. Él no sabía si debía pedir que el Senado lo nombrara general para encabezar la guerra en el Ebro, y vengar la muerte de su tío y de su padre, los cuales sucumbieron luchando en Hispania contra los cartagineses. Como el joven dudaba, se marchó a la parte trasera de su casa para sentarse bajo la sombra de un laurel. De pronto, llegaron volando dos figuras más altas que un mortal, una por la derecha y otra por la izquierda: en un lado, se hallaba la Virtud (Virtus); en otro, el Placer (Voluptas), enemigo de la primera. Una emanaba de su cabeza aromas aquemenios, su cabellera perfumada de ambrosía flotaba suelta y su reluciente vestido de púrpura tiria tenía esparcido rubio oro. Sus ojos eran lascivos y echaban llamas. La otra figura poseía una apariencia muy distinta: su frente era velluda; su cabello estaba desarreglado; su mirada era penetrante; su rostro y su porte, más varoniles, manifestaban un grato pudor; gracias a su estatura, sus hombros brillaban con el hilo de su túnica blanca como la nieve.

El Placer tomó la delantera y, tras recordarle al muchacho los combates donde murieron sus familiares, se empecinó en descalificar a su adversaria para después ofrecer al joven una existencia placentera. Voluptas pronunció estas palabras, según la traducción de Joaquín Villalba Álvarez: ¿Qué locura es ésta de malgastar en la guerra la flor de tu vida? ¿Es que has olvidado Cannas o el lago meonio más funesto que la laguna Estigia, o el Po? deja de enfrentarte al peligro y exponer tu cabeza a la tormenta de resonantes armas. la implacable Virtud arrojó a tu padre y a tu tío a las estigias aguas del Érebo. En cambio, si me sigues, hijo, el tiempo de vida que se te ha concedido no discurrirá por una penosa senda. No conocerás el frío del Ártico ni el calor abrasador de Cáncer. Desaparecerán la terrible sed, el polvo tragado bajo el casco y la desazón que causa el miedo; transcurrirán radiantes tus días y serenas las horas y podrás aguardar la vejez en medio de una vida sin sobresaltos. Yo soy el que unió a Venus con Anquises junto a las orillas del Símois, de donde salió el fundador de vuestra raza. Yo soy el que, con frecuencia, ha transformado al padre de los dioses ya en ave, ya en toro de amenazadores cuernos. Préstame atención: el tiempo vuela para los mortales y nadie puede nacer dos veces. El momento se escapa, el torrente del Tártaro todo lo arranca y no permite que nadie se lleve hasta las sombras aquello que le agradaba. ¿Quién, en su último instante, no lamenta, tarde ya, haber desperdiciado mis horas?9 (Silio Itálico, 2005, pp. 528-529).

La manera tan categórica en que la Virtud increpa a su opositora y la refuta evoca el testimonio de Jenofonte: ¿Hacia qué emboscadas atraes a este joven en la flor de su edad? ¿A qué vida de tinieblas arrastras a quien los dioses han otorgado el privilegio de la razón y la semilla celestial de la suprema inteligencia? ¿Es que debo recordar al Anfitriónida, vencedor de todos los monstruos? La raza humana fue engendrada para alcanzar la gloria. Ciertamente ni la cólera de los dioses, ni las armas ni los enemigos causan tanto daño como tú solo, Placer, cuando te insinúas en el espíritu. La Embriaguez es tu repugnante compañera, junto a ti revolotean siempre el Lujo y la Infamia de negras alas10 (Silio Itálico, 2005, pp. 529-531).

Luego de poner en evidencia a su antagonista, la Virtud mencionó que sus compañeros son el Honor, el Renombre, la Gloria de alegre rostro, la Dignidad, la Victoria de níveas alas y el Triunfo coronado por el laurel. Virtus aclaró que habita en un hogar casto, sus penates se localizan en una colina empinada, pero un camino escarpado conduce hasta allí a través de una pendiente rocosa. Sin ocultar la realidad, esta mujer advirtió al joven Escipión que, quien la sigue, debe pasar una serie de pruebas y esforzarse. Únicamente así, el muchacho superará a la raza humana. La Virtud especificó que su adepto tiene que dormir en un camastro duro, a veces debe acostarse a la intemperie, así como soportar el frío y el hambre. También debe ser justo porque las divinidades son testigos de lo que hace. Dicha alegoría afirmó que, cuando la patria o el Estado se encuentren en peligro, el muchacho será el primero en empuñar las armas contra los enemigos y nada doblegará su mente. En vez de prometerle ropa con púrpura tiria y oloroso amomo, regalos indecorosos para un guerrero, la Virtud le garantizó la victoria sobre sus rivales, para que ponga el laurel en las rodillas de Júpiter

, tras destruir a los cartagineses. El protagonista guardó silencio, pero su rostro manifestó que estaba de acuerdo con esta proposición. El indignado Placer lanzó varias amenazas y se marchó. Gracias a este encuentro, el joven Escipión supo lo que debía hacer y eligió la vida virtuosa.

A partir de lo anterior, es evidente que Silio Itálico se apega al relato jenofóntico, pero lo adapta al mundo romano y lo inserta en el contexto de la Segunda Guerra Púnica: especifica que su protagonista está dubitativo, sentado en un lugar apartado. La descripción de las alegorías femeninas también resulta muy atractiva y detallada, a grandes rasgos coincide con lo transmitido por Jenofonte: se refiere a su aspecto físico, a su vestimenta y al comportamiento de cada una. A diferencia del joven Heracles, Escipión no pronuncia palabra alguna, pero está muy atento a lo que le dicen. Ambas mujeres utilizan sus mejores argumentos para convencer al muchacho y cada una ofrece lo que un adolescente romano de esa época desearía. Entre otros sucesos, el Placer rememora la famosa batalla de Cannas, en la cual murió Paulo Emilio y venció Aníbal. También afirma que incluso Júpiter ha cedido ante él. Como último recurso, la zalamera mujer utiliza un tono sentencioso y exclama ''fugit hora'', sin embargo, el protagonista no cae en su trampa. Entonces, interviene la Virtud y, luego de amonestar a su adversaria, alude explícitamente al Anfitriónida, es decir, a Heracles destructor de todos los monstruos. La argumentación de esta alegoría concuerda en términos generales con el pasaje de Jenofonte, mas Silio Itálico ubica su episodio en Roma, ya que la Virtud nombra a los penates y promete ayudar al joven a derrotar a los cartagineses. A todas luces, el impacto moral de esta versión es muy fuerte porque el personaje histórico elegido, Escipión Africano, sobresalió por su extraordinario desempeño como general y cónsul. Fue uno de los más grandes héroes romanos, equiparable al Heracles de Pródico.

Según este orden de ideas, el relato de Silio Itálico se halla en la misma línea pedagógica que el mito original, pues encamina al adolescente hacia la vida heroica y virtuosa. A través de su poema épico, el autor manifiesta que la decadencia de Roma se debe en gran medida a que la sociedad ha sucumbido ante los placeres, los vicios y el lujo. Su magistral relectura no pasó inadvertida, baste señalar que Rafael Sanzio se inspiró en dicho pasaje para pintar El sueño del caballero, cuyo personaje principal se encuentra acostado y en sueños se le aparecen las alegorías femeninas de la Virtud y del Vicio.

El mito de Heracles en la encrucijada también tuvo buena recepción en la literatura griega cristiana. Clemente de Alejandría (ca. 150-215/217 d. C.), en el Paedagogus, II, 110, 1, emplea el texto de Pródico para manifestar su descontento porque la mujer casada prefiera las joyas y no a su esposo, la compara con la hetera Erífila. El autor declara lo siguiente en la versión de Joan Sariol Díaz: Yo acepto la actitud del sabio de Ceos, cuando traza el esbozo de las figuras, parecidas y paralelas, de la Virtud (ἀρετῆς) y del Vicio (κακίας). A una la interpreta en actitud modesta, con un vestido blanco o impoluto, la virtud con el pudor como único adorno así debe ser la fe, virtuosa con su pudor; a la otra, el vicio, por el contrario, la presenta envuelta con ropaje sobrecargado, reluciente de un color que no le es propio. Sus movimientos y ademanes se ocupan de la seducción, y posa cual pintura ante las mujeres lujuriosas11 (Clemente de Alejandría, 1998, p. 243).

Clemente prescinde de Heracles y únicamente conserva las alegorías de la Virtud y del Vicio, porque la apariencia y la conducta de cada una le sirven para ejemplificar cómo debe arreglarse, vestirse y comportarse la mujer que ha contraído matrimonio. De acuerdo con esto, la actitud recatada, la ropa austera y el arreglo natural son característicos de la esposa casta y virtuosa; mientras el comportamiento indecoroso, el artilugio del maquillaje y el arreglo excesivo corresponden a la cortesana. Este padre de la iglesia era ateniense, además estaba muy familiarizado con la filosofía y la literatura griega de la época clásica. Escribió su texto y adaptó los mitos paganos en miras de preparar a los cristianos para llevar una vida moderada, ordenada y sencilla.

Filóstrato (160/170-247 d. C.) perteneció a la Segunda Sofística y, en Vitae Sophistarum, I, 482-483 (1838, pp. 5-6), informa que Pródico de Ceos compuso una agradable fábula donde la Virtud y el Vicio se le aparecieron al joven Heracles en forma de mujeres: una portaba ropas engañosas de colores llamativos, la otra vestía normal. La primera prometía al muchacho ociosidad (ἀργία) y molicie, la segunda miseria y penurias. Este autor asegura que el sofista cobraba por leer su mito y con este hechizaba a las ciudades que visitaba, lo compara con el efecto provocado al escuchar a los grandes músicos Orfeo y Tamiris. Agrega que Pródico era célebre en Tebas y principalmente en Lacedemonia, pues enseñaba cosas útiles a los jóvenes12. En su obra, Filóstrato menciona a los sofistas más célebres, aquellos que vale la pena recordar por la calidad literaria y su trascendencia pedagógica.

Una obra fundamental para la transmisión de este mito es la epístola De legendis gentilium libris, V, 5, 13-16. En esta, Basilio de Cesarea (330-379 d. C.), quien estudió a los autores clásicos, trata de guiar por el camino del bien tanto a su sobrino como a los demás jóvenes y, para que aprendan a ser virtuosos, junto con personajes cristianos incluye modelos paganos. En este contexto, introduce el mito de Heracles en la encrucijada. El obispo capadocio afirma lo siguiente: Y también, por cierto, el sofista de Ceos en algún lugar de sus obras razonó de manera muy parecida sobre la virtud y el vicio; y, ciertamente, a este también hay que prestarle atención, pues no es un autor que deba desecharse.

Esto más o menos es lo que cuenta: que a Heracles, cuando era muy joven, con casi la misma edad que vosotros tenéis ahora, y estaba decidiendo qué camino tomar, si el que lleva por el esfuerzo a la virtud o el otro más fácil, se le acercaron dos mujeres, que eran Virtud y Maldad.

Y de inmediato, aun estando calladas, manifestaban por su figura lo diferente que eran. La una, en efecto, a base de cosmética estaba acicalada para aparentar belleza, se derretía de lúbrica molicie y llevaba colgando todo un enjambre de placeres: y el caso es que lo iba exhibiendo y, prometiéndole aún más cosas, intentaba arrastrar a Heracles hacia sí.

Pero la otra estaba hecha un esqueleto y sucia y con la mirada seria y le decía cosas muy distintas: no le prometía, no, nada de desenfreno ni de placer, sino sudor, fatigas y peligros sin cuento por tierra y mar: el premio de todo esto era hacerse dios, según el relato de aquél. Y precisamente a esta última acabó por seguir Heracles13 (Basilio de Cesarea, 2011, pp. 28-29).

Basilio no se refiere al aislamiento del personaje principal. Pese a que elimina el debate acalorado entre ambas contrincantes, las descripciones físicas de las dos mujeres (Ἀρετή y Κακία) rescatan la esencia pedagógica y moral del escrito jenofóntico. Gracias a que el objetivo primordial del obispo era formar buenos cristianos, su obra gozó de mucha aceptación a lo largo de los siglos y contribuyó a preservar la sabiduría de los autores antiguos, incluido Pródico. Al respecto, Leonardo Bruni d'Arezzo (1370-1444) vertió dicha epístola al latín en 1402 y dedicó su trabajo a su querido maestro Coluccio Salutati. Hacia 1445, el humanista y jurista español, allegado del Marqués de Santillana, Pero Díaz de Toledo (1410-1466), la tradujo al castellano y empleó la palabra Malicia para trasladar κακία14. Más tarde, Hernán Núñez el Pinciano (1478-1553), profesor de griego en Salamanca, editó el texto griego con su versión al latín, esto sucedió en Alcalá hacia 1519.

El poeta y padre del Humanismo renacentista Francesco Petrarca (1304-1374) abordó el motivo de la encrucijada en su tratado De vita solitaria, I, iv, 2 (1992, p. 56), obra donde elogia a la soledad, porque gracias a ella el hombre logra perfeccionarse moral e intelectualmente con mayor facilidad. Argumenta que, al dejar la adolescencia, el ser humano debe elegir con sumo cuidado el tipo de vida que adoptará, entonces remite a la elección de Hércules según la escribió el famoso Jenofonte, alumno de Sócrates, y aclara el humanista que sigue el testimonio de Cicerón. A propósito de esto, Mommsen (1953, p. 182) asevera que Petrarca no sabía griego y en ese tiempo no había traducción al latín de Memorabilia. Después, en II, xiii, 415, Petrarca alude de nuevo al episodio de la encrucijada y subraya que como el muchacho se alejó para analizar tranquilo su elección, optó sabiamente por Virtus y rechazó a Voluptas. Agrega que el infatigable hijo de Zeus no se apartó del sendero virtuoso, por ello conquistó el pináculo de la gloria humana y se convirtió en un dios. En resumen, la soledad le ayudó a tomar la mejor decisión. A partir de ese momento, el mito de Pródico cobró auge en Italia.

El escrito más relevante del humanista italiano Coluccio Salutati (1331-1406) es una obra alegórica y moral centrada en la vida de Heracles, a quien describe como el hombre perfecto. Adjudica 31 trabajos al héroe griego y, antes de desarrollar lo relativo a las proezas del Anfitriónida, sintetiza el motivo de la encrucijada en De laboribus Herculis, III, vii, 1-4 (ed. en 1951, p. 65): reconoce la autoría de Pródico, la transmisión textual a cargo de Jenofonte y Cicerón, pero manifiesta con franqueza que san Basilio tiene mayor autoridad al respecto. Esta obra de Coluccio Salutati se convirtió en un manual mitológico muy utilizado, porque era un trabajo erudito y contenía testimonios de varios autores antiguos recién descubiertos.

En Florencia, hacia 1442, el cardenal Besarión (1403-1472), sabio bizantino nacido en Trebisonda, tradujo al latín las Memorabilia de Jenofonte y dedicó su obra al cardenal Giuliano Cesarini, aunque el texto tuvo cierta difusión, se siguió prefiriendo la misiva de Basilio de Cesarea. Como humanista, este erudito promovió que en Italia se estudiara la lengua y la literatura griega. Besarión fue miembro de la Orden de San Basilio en Constantinopla, dicho santo fue autor de la famosa epístola De legendis gentilium libris, que incluía el mito de Pródico.

Posteriormente, el español Juan de Lucena (1430-1506), allegado del Marqués de Santillana, insertó el relato de Heracles en la encrucijada en De vita beata (p. 124), tema popular entre los humanistas del siglo XV, para quienes el héroe griego es el exemplum virtutis. El texto de Lucena dice así: Encontrado con dos deas Hércules, la una llamada Vicio, cortesana garrida, muy oliente y delicada: le fizo grandes blandicias; la otra, Virtud, deforme, silvestre, manicallosa y faldicinta, se le mostró muy áspera. A ésta siguió, pero por su premio, que era ser al fin deificado mira cuánto los graios celebran su nombre (Cappelli, 2000, p. 511)16.

Dicho tratado de Lucena es el más conocido y en este se discute qué clase de vida conduce a la felicidad: ¿la vida activa o la contemplativa?

En Historiae deorum gentilium, X, p. 45317, el mitógrafo italiano Lilius Gregorius Gyraldus (14791552) afirma que en De Officiis, Marco Tulio Cicerón llamó Prodicio al Anfitriónida y explica que el sofista antiguo Pródico de Ceos fue el primero en incorporar en sus escritos a Voluptas o, como otros prefieren llamarlo, a Vicio y la Virtud. En este texto, ambas se le aparecieron al adolescente Hércules, quien se encontraba solo, cada una quería que él eligiera el tipo de vida que representaban. Tras aludir a la vestimenta de ambas, señala que el joven prefirió a la Virtud. Finalmente, informa que dicho relato fue transmitido por varios autores, nombra a Jenofonte, llamado la abeja ática, y a Filóstrato de Lemnos. Gyraldus fue un humanista y estudioso de la mitología antigua, área en la cual sobresalió durante mucho tiempo, por eso sus escritos se convirtieron en obras de consulta.

A fines del s. XVI se vivía la ruptura entre católicos y protestantes. Esta fue una de las grandes preocupaciones de la Compañía de Jesús, como testimonia el padre Pedro de Ribadeneyra en Historias de la Contrarreforma (Menéndez Peláez, 2006, p. 119). El ambiente caótico propició que el teatro jesuítico recurriera a Hércules para fomentar los valores cristianos católicos, a fin de conseguir la salvación espiritual de sus educandos. En consecuencia, el máximo héroe griego se volvió más famoso, así el mito acerca de su elección entre la virtud y el vicio se utilizó como parábola escolar.

En España, el padre jesuita Pedro Pablo Acevedo (1522-1573) escribió Bellum uirtutum et uitiorum, su obra más alegórica redactada en prosa latina. En esta, los siete pecados capitales pelean contra las siete virtudes cardinales; se escenificó en Córdoba, en 1558 (Domingo Malvadi, 2001, p. 82). La trama gira en torno a la elección entre la virtud y el vicio.

Luego el padre Hernando de Ávila, en la Tragedia de san Hermenegildo, escenificada en el colegio jesuita de Sevilla en 1580, se refirió a la polémica entre el arrianismo y el cristianismo (Egido, 2007, p. 45). Allí se habla de Hércules y de sus trabajos, el héroe vence a la Ignorancia y rescata a la Ciencia.

El mito de hércules en la encrucijada y la tragedia intitulada ocio

A todas luces, Hércules estaba de moda en Europa, pero ¿qué pasó en la Nueva España? En estas latitudes, los jesuitas también usaron el teatro como un instrumento pedagógico importante. Combinaron la tradición clásica profana con el cristianismo y emplearon con frecuencia las alegorías; por ejemplo, la del Honor, el Ocio y el Estudio. Hércules formó parte de su repertorio mitológico; su inserción en los discursos religiosos hizo posible que los predicadores novohispanos echaran mano de varias licencias poéticas habituales en la época, de este modo, aprovecharon las ventajas de la alegoría como contexto erudito para difundir su mensaje (Pérez Martínez, 2015, p. 147). En palabras de Germán Viveros Maldonado (2011, pp. 163-164): ''la simbología creada por los clásicos se prestaba para su reelaboración cristiana, como sucedió en el teatro virreinal hispanoamericano. Esto se debió a su significación colectiva o universal''. Fue así como el célebre Heracles se convirtió en el exemplum idóneo que contribuyó a la educación de los alumnos de los jesuitas y a que los transformaran en buenos cristianos de conducta intachable.'

Para esta última parte, se toma como fuente principal a Julio Alonso Asenjo, especialista en la obra de Cigorondo.18 Dicho estudioso informa que la Tragedia Ocio fue representada en Puebla de los Ángeles el 29 de septiembre de 1586, es decir, hace 435 años. Entre otros datos biográficos, señala que Juan Cigorondo nació en Cádiz en 1560, junto con su padre llegó a la Nueva España a la edad de 8 años, se unió a los jesuitas, dio clases de gramática en Puebla, fue rector del Colegio de San Ildefonso en México y del Colegio de Puebla. Compuso diez piezas dramáticas de teatro escolar y la tragedia aquí mencionada es una de las primeras. Se piensa que falleció después de 1609 (Alonso Asenjo, 2006, pp. li-lix). Una copia de su obra manuscrita llegó a España gracias a fray Francisco de Ajofrín (p. xlvi).

Ahora bien, ¿en qué se relaciona el mito creado por el sofista Pródico de Ceos con el texto novohispano? En que, para los niños y jóvenes de la Nueva España, Hércules continúa siendo el modelo a seguir: su educación y su firme decisión de evitar los vicios resultó compatible con la misión pedagógica de los jesuitas. Por lo que toca a la transmisión textual, se ignora si Juan Cigorondo leyó en griego el pasaje de Jenofonte alusivo a la elección entre la Virtud y el Vicio, pero es evidente que hay influencias indirectas, pues la Ratio studiorum aprobada en 1599 estipulaba que, entre otros autores griegos, se leyera a Jenofonte y a san Basilio (Palomera, 1999, p. 128).

Cuando Julio Alonso Asenjo publicó la edición y traducción de la Tragedia Ocio, observó que en ella aparece el tópico de Hércules en la encrucijada, algo frecuente en las obras dedicadas a los jóvenes. El personaje central es un muchacho que duda en irse con Palas o con Júpiter, una simboliza las letras y el otro las armas (2006, p. cxxxvii).

Tras la aseveración anterior y un análisis cuidadoso de la obra completa, se puede afirmar que Cigorondo en realidad plantea dos encrucijadas. La primera se asemeja al relato jenofóntico, pero hay una reelaboración, pues, en lugar de Heracles, entra en escena el protagonista llamado simplemente Iuvenis (Joven), quien manifiesta los pensamientos y emociones que lo invaden: Opuestos y graves pensamientos me agitan / y durante todo el día le doy vueltas a la cabeza dudoso, mientras densa tiniebla envuelve mi atormentado espíritu. / De aquí Palas me llama al estudio: de allá, Júpiter, / para servir de paje en la corte. / Saber promete aquélla; éste, el poder; ofrece aquélla el honor; éste, riquezas (vv. 321-330).

En esta adaptación del mito, las deidades no hablan, quien argumenta a favor y en contra es el joven alumno de los jesuitas. En primera instancia, el muchacho afirma que seguirá a Palas, mas de inmediato recapacita y enumera los contratiempos que esta elección implica: Pero, ¡ay, qué luces tan amenazadoras / muestra a los jóvenes esta inexorable diosa! / Tiemblo de horror cuando no presento ningún dístico / de los que el maestro manda; / y, si no te sabes la lección de memoria, / o, si dudas o lo expones en pocas palabras, / ahí lo tienes que amenaza duro con duros azotes; / no tiene en cuenta el linaje, ni menos la edad; / ay todavía muchos más inconvenientes: / apenas la aurora guía al día con sus corceles alazanes, debo yo ya despertar mis miembros / y, vestido, darme al estudio, / mientras que a otros, agraciados con el sueño, / libres de cuidados, ese hermoso tiempo / los tiene adormecidos hasta el tardío almuerzo. / ¿Qué tiene aquella Palas de bueno? No me gusta nada. Renuncio ya a las letras inútiles, basta con el propio natural / medianamente educado, sin filosofías (vv. 331-354).

En este pasaje, Cigorondo se refiere a la educación sistemática y rigurosa impartida por los jesuitas, quienes corregían a sus estudiantes con firmeza. También, se deduce que la vida consagrada a las letras es muy demandante y no deja espacio para la holgazanería. Tras descartar a Palas, al adolescente le resta ver si le conviene optar por el padre de los dioses olímpicos, entonces comenta: Ahora ya puedo seguir a Júpiter donde me llama: / he decidido partirme para México, / ciudad magnífica y sede señorial, / la cual, sin rey, es una ilustre capital, donde es virrey un noble príncipe. / A éste quiero servir; de éste ser criado, / que es más honroso, especialmente para un joven noble (vv. 356-362).

Primeramente, le llama la atención la vida palaciega por el atuendo dorado que portan los muchachos, le atrae la variedad de platillos suculentos que comen en la corte y le agrada que cubran los lechos con blandas colchas (vv. 364-377). Sin embargo, de nuevo, lo desaniman los inconvenientes, pues cuando reconsidera esta opción se da cuenta de que por atender a sus patrones no dispondrá de tiempo libre, estará expuesto a las insidias, deberá trabajar mucho y apenas podrá comer algo. Pronto cambia de idea y exclama: ¡Cuánto disfruto en el descanso de mi casa: / todo el oro del mundo no basta para comprar la libertad! / Afuera pensamientos angustiosos: / haced sitio al ocio y al placer. / Toda esta floresta exhala ocio; / Éste es el Elíseo. Buscaos ya a otra persona para la guerra: / quiero vivir ociosamente en el ocio (vv. 380-394).

Como se puede observar, en esta primera relectura del mito de Heracles, en lugar del cruce de caminos, el espacio físico es una floresta que influye en el protagonista para que elija la vida ociosa y placentera, porque todo emana ocio (vv. 402-413). Además, la Virtud y el Vicio (Ἀρετή y Κακία) han sido reemplazadas por Palas y Júpiter, quienes nunca hacen acto de presencia y no logran persuadir al joven para irse con alguno de ellos.

Luego de profundizar en esta obra, es evidente que la segunda y verdadera encrucijada del muchacho no consiste en escoger entre la diosa Palas o su padre Júpiter, sino elegir entre las alegorías del Estudio y del Ocio (Studium y Otium), por eso dichos conceptos abstractos aparecen personificados e intervienen a lo largo de toda la tragedia. Ellos funcionan igual que los personajes femeninos de la Virtud y el Vicio de Jenofonte al tratar de convencer al joven para que se una a sus filas. A continuación, se seleccionan únicamente los episodios más relevantes que evocan el mito de Pródico.

En esta obra, la apariencia física, la vestimenta y la conducta de las alegorías también resultan cruciales. El coro describe al Ocio como un monstruo envejecido y embaucador: padre de todos los viçios / que se engendran en el alma; benerable en el aspecto, / urdidor de grandes tramas, / que de sólo darse a engaños / le han nasçido aquellas canas. / De encendido carmesí / trae una ropa galana. / Mas ¡ay dolor! que aquel lustre / es el oro que os engaña (vv. 105-116).

Para ocultar su deplorable aspecto físico, el Ocio se cubre con ropa muy lujosa y estrafalaria, en esto coincide con los artilugios de la mujer llamada Vicio. En la versión de Jenofonte, la Virtud dice a Heracles que, cuando llegan a viejos, los seguidores del Vicio lucen marchitos y fatigados. Otium señala que su padre es el Descuido y su madre es la Pereza (vv. 149-151). Afirma que los ociosos ansían cometer engaños y enredos, juegan durante toda la noche y duermen toda la mañana, no les importa oír misa, su prioridad es arreglarse el cabello y otras actividades vanas (vv. 241-256). Lo anterior se acerca mucho a lo ofrecido por el Vicio jenofóntico al dubitativo Heracles. La reminiscencia es mayor cuando el Ocio especifica que sus principales víctimas son los muchachos de 10 a 20 años (vv. 245-260), esto concuerda con la edad del joven Anfitriónida, quien se encuentra entre los límites de la infancia y la adolescencia. El malvado personaje de Cigorondo manifiesta lo siguiente: ''El niño es bara delgada / de pocos días naçida, / que donde fuere torçida / allí se queda ynclinada'' (vv. 269-272). Más adelante, explica que para inocular ocio en los seres buenos usa unos polvos elaborados por Circe (vv. 301-304). Estudio se refiere a su enemigo como un viejo maligno, Proteo que cambia de aspecto y con su falsa apariencia atrapa a los hombres fingiendo bondad (vv. 679-684).

Al igual que en el relato preservado por Jenofonte, el artero Ocio busca desacreditar por todos los medios a su opositor. Después de abrazar a su nuevo seguidor, el Ocio asevera que el estudio es pesado e inoportuno, trae consigo ''un madrugar sin saçón; / un cansançio de memoria; / un andar siempre a la noria / de un Birgilio y Çiçerón'' (vv. 460-469). Agrega que el trabajo encarcela al ser humano en el ataúd, por eso, se debe disfrutar la juventud (vv. 506-508). Antes de despedirse, da a su pupilo un licor de sabrosa ociosidad y con eso lo envenena (vv. 546-553). El muchacho deja de ir a la escuela y aborrece los libros porque son un retrato del Infierno (vv. 760-762). Incluso quema sus libros porque ''es gente muda y le perdían el seso'' (vv. 800-801).

Posteriormente, llega otra alegoría y menciona que se llama Estudio, portero del Olimpo, fue quien abrió a ''Prometeo las puertas del cielo para que, con su antorcha encendida, creara la vida en la tierra'' (vv. 598-604). Añade: la juventud no me estima, / que no sabe que todo lo deseable que el cielo pueda mandar / a la tierra, por muy importante que sea, de mí depende. / ¿Quién ennobleció a Grecia con las primeras letras? / ¿Quién elevó al sumo grado de dignidad

/ a Atenas, un tiempo mi afortunada residencia? / ¿Quién volvió admirable por todo el orbe a Hesperia, / si no es el prolongado esfuerzo del tenaz Estudio? / Si Roma toca el cielo en su vértice más alto, / a mí solo se me debe la gloria por ello (vv. 614-624).

Del mismo modo que la Virtud jenofóntica, Estudio señala no requerir nadie que lo ayude para hacer felices a los seres humanos. Subraya que sin pedir ningún pago reparte todo lo bueno a quienes lo siguen (vv. 631-639). Admite que nada más Palas se apiada de él (v. 658).

Versos después el muchacho aparece enfermo y muy decaído. Su padre busca a Estudio para que lo cure, quien receta al adolescente jarabe de ejercicio y ungüento de honra (v. 1083). Estudio asegura que el remedio más efectivo para la recuperación pronta del muchacho consiste en quitar la ropa al Ocio, a fin de que el joven lo vea sin disfraz (vv. 1593-1604). Mientras tanto, el Ocio no suelta a su víctima y le promete los dones de Júpiter: alegría, placeres, diversión, risas, banquetes, bebidas, sueño y ociosidad, los señala como los auténticos bienes (vv. 1625-1628). Esto coincide con lo que el Vicio ofrece al jovencito Heracles según el testimonio de Jenofonte.

Pese a su delicada salud, el protagonista de Cigorondo confirma querer estar con Ocio y, enojado, pregunta: ¿Por qué la dura Minerva quita el tiempo a los muchachos? / ¿Por qué tengo que aguantar las indiscutibles órdenes de los maestros? / No me agradan las Musas, ni Apolo, / ni tomar agua de la fuente de Aganipe. / Nada tengo que ver con el Estudio. ¡Afuera, afuera, trabajos! / Desprecio las tareas del Estudio, me repugnan también sus premios. / No quiero las riquezas que acarrea la laboriosa Minerva; / por riquezas quiero ocio: así seré rico (vv. 1663-1672).

Hasta aquí todo parece indicar que el nefasto Ocio ha ganado, pero así como en Jenofonte y Silio Itálico, la Virtud contraataca a su rival con mucho ímpetu, acá Estudio enfrenta al Ocio y le dice: ¡Bestia cruel y monstruosa, / peste imparable y enemigo número uno de los jóvenes! / ¿Por qué no habitas las ondas de la Estigia y los antros de la escuálida Muerte, / sufriendo, atado, merecidos suplicios? / ¡No apartes de los estudios a mis muchachos! (vv. 1693-1697).

Luego de atrapar al Ocio, lo despojan de su brillante atuendo y muestran su deformidad física, reflejo de su maldad. Estudio afirma categóricamente que, si bien el aspecto de Ocio es repugnante, sus costumbres son peores, por su culpa se ha quedado solo el sagrado estudio y los hombres no cumplen con sus obligaciones. Termina su intervención invocando a Hércules (vv. 1727-1737). El hecho de que Cigorondo nombre al Anfitriónida casi al final de la trama y solamente lo haga una vez resulta muy significativo, porque se trata de una alusión directa al mito de Heracles en la encrucijada. Al darse cuenta de su grave error, el joven recapacita, pide perdón a Estudio y decide irse con él (vv. 1738-1748).

Por último, participa la alegoría de Honor, en cuya casa vive el personaje llamado Trabajo dichoso, único amigo del Estudio y acérrimo rival de Ocio (vv. 692-693). Se describe a sí mismo como nacido de la parte superior del alma, engendrado de un noble pensamiento, su base es la virtud sincera. Representa la palma y el trofeo del vencedor, por él los hombres prefieren una muerte honrosa a una vida ruin y hace que suban al cielo en carros tirados por leones (vv. 1974-1985). Sin duda, en esta parte el autor jesuita compara a Honor con Minerva, quien nació de la cabeza de Júpiter y fue protectora de Heracles. Al mismo tiempo, se refiere a la apoteosis del máximo héroe griego, quien tras arrojarse a la hoguera fue divinizado y ascendió al Olimpo en un carro.

Volviendo a la tragedia de Juan Cigorondo, Honor juzga a Ocio y lo destierra de Puebla por corromper a la juventud. El muchacho, recuperado de su enfermedad, se entrega plenamente al Honor, quien delega su tutela al Estudio, porque es el mejor guardián de la juventud (vv. 2493-2505).

Conclusiones

Con base en todo lo expuesto, es claro que desde antaño el mito de Heracles en la encrucijada entre la Virtud y el Vicio gozó de buena aceptación a causa de su gran valor pedagógico y moral, incluso se convirtió en un tópico. Después de este recorrido literario que inició con Pródico de Ceos y acabó con Juan Cigorondo, es posible afirmar que dicho motivo clásico fue utilizado por autores interesados en la educación de los adolescentes y en el fomento de la vida virtuosa. Baste recordar que el Sócrates jenofóntico reproduce el relato para educar al joven Aristipo, Cicerón dedica su obra a su hijo Marco, san Basilio redacta su bella epístola para su sobrino y los muchachos de su época, y varios jesuitas del siglo XVI, en especial el novohispano Cigorondo, lo adaptan para inculcar en sus alumnos y en la sociedad los valores que ya se estaban perdiendo.

Acerca de la Tragedia Ocio, a través de las representaciones teatrales, los participantes y los asistentes recibían una sólida doctrina evangelizadora. Cuando el espectáculo terminaba, ''se llevaban consigo un cúmulo de valiosos conceptos y normas morales que les serían de gran utilidad para la vida'' (Palomera, 1999, p. 132). De esta forma, Cigorondo reelabora el mito y conserva su esencia tanto pedagógica como moral, apta para los fines de la Compañía de Jesús.

El hecho de que el jovencito Heracles voluntariamente eligiera la Virtud y rechazara al Vicio constituye la hazaña más importante realizada por él, de ahí que el relato creado por Pródico pasara a la posteridad como ejemplo de virtud. Más que vencer a los monstruos que atemorizaban a la Hélade, el Anfitriónida logró dominar sus propios vicios. En síntesis, este Heracles adolescente, que se debate entre la vida fácil o la vida heroica, es un modelo de cómo con base en el esfuerzo constante, la educación y la virtud, el ser humano puede superar sus defectos para realmente trascender

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  • 1
    Carolina Olivares Chávez es doctora en Letras (Clásicas) por la Universidad Nacional Autónoma de México. Obtuvo las medallas Gabino Barreda y Alfonso Caso por sus estudios de licenciatura (1998) y doctorado (2011), respectivamente. Está adscrita al Centro de Estudios Clásicos del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM. Es estudiosa de la fauna en Aristóteles. Su proyecto de investigación actual se titula Jenofonte y su doctrina de paideia. Es miembro del Proyecto PAPIIT IN402819 ''Los procesos de lectura y de escritura en la Grecia antigua: aportes para la educación en México''. Pertenece a la Asociación Mexicana de Estudios Clásicos y es miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Contacto: iiflcaro20@gmail.com
  • 2
    Platón (Banquete, 177b, trad. en 1986, p. 197) señala que este sofista compuso un elogio de Heracles.
  • 3
    Hera lo enloqueció y por eso el héroe mató a sus hijos (Apolodoro, Biblioteca, II, 4, 12, 1921, p. 67).
  • 4
    Mem., II, 1, 28, ed. en 1921: ''τῶν γὰρ ὄντων ἀγαθῶν καὶ καλῶν οὐδὲν ἄνευ πόνου καὶ ἐπιμελείας θεοὶ διδόασιν ἀνθρώποις, ἀλλ᾽ εἴτε τοὺς θεοὺς ἵλεως εἶναί σοι βούλει, θεραπευτέον τοὺς θεούς, εἴτε ὑπὸ φίλων ἐθέλεις ἀγαπᾶσθαι, τοὺς φίλους εὐεργετητέον, εἴτε ὑπό τινος πόλεως ἐπιθυμεῖς τιμᾶσθαι, τὴν πόλιν ὠφελητέον, εἴτε ὑπὸ τῆς Ἑλλάδος πάσης ἀξιοῖς ἐπ᾽ ἀρετῇ θαυμάζεσθαι, τὴν Ἑλλάδα πειρατέον εὖ ποιεῖν, εἴτε γῆν βούλει σοι καρποὺς ἀφθόνους φέρειν, τὴν γῆν θεραπευτέον, (…) εἴτε διὰ πολέμου ὁρμᾷς αὔξεσθαι καὶ βούλει δύνασθαι τούς τε φίλους ἐλευθεροῦν καὶ τοὺς ἐχθροὺς χειροῦσθαι, τὰς πολεμικὰς τέχνας αὐτάς τε παρὰ τῶν ἐπισταμένων μαθητέον καὶ ὅπως αὐταῖς δεῖ χρῆσθαι ἀσκητέον: εἰ δὲ καὶ τῷ σώματι βούλει δυνατὸς εἶναι, τῇ γνώμῃ ὑπηρετεῖν ἐθιστέον τὸ σῶμα καὶ γυμναστέον σὺν πόνοις καὶ ἱδρῶτι''.
  • 5
    Mem., II, 1, 30-31, ed. en 1921: ''ὦ τλῆμον, τί δὲ σὺ ἀγαθὸν ἔχεις; ἢ τί ἡδὺ οἶσθα μηδὲν τούτων ἕνεκα πράττειν ἐθέλουσα; ἥτις οὐδὲ τὴν τῶν ἡδέων ἐπιθυμίαν ἀναμένεις, ἀλλὰ πρὶν ἐπιθυμῆσαι πάντων ἐμπίμπλασαι, πρὶν μὲν πεινῆν ἐσθίουσα, πρὶν δὲ διψῆν πίνουσα, ἵνα μὲν ἡδέως φάγῃς, ὀψοποιοὺς μηχανωμένη, ἵνα δὲ ἡδέως πίῃς, οἴνους τε πολυτελεῖς παρασκευάζῃ (…), ἵνα δὲ καθυπνώσῃς ἡδέως, οὐ μόνον τὰς στρωμνὰς μαλακάς, ἀλλὰ καὶ τὰς κλίνας καὶ τὰ ὑπόβαθρα ταῖς κλίναις παρασκευάζῃ: οὐ γὰρ διὰ τὸ πονεῖν, ἀλλὰ διὰ τὸ μηδὲν ἔχειν ὅ τι ποιῇς ὕπνου ἐπιθυμεῖς: τὰ δ᾽ ἀφροδίσια πρὸ τοῦ δεῖσθαι ἀναγκάζεις, πάντα μηχανωμένη καὶ γυναιξὶ τοῖς ἀνδράσι χρωμένη: οὕτω γὰρ παιδεύεις τοὺς σεαυτῆς φίλους, τῆς μὲν νυκτὸς ὑβρίζουσα, τῆς δ᾽ ἡμέρας τὸ χρησιμώτατον κατακοιμίζουσα. ἀθάνατος δὲ οὖσα ἐκ θεῶν μὲν ἀπέρριψαι, ὑπὸ δὲ ἀνθρώπων ἀγαθῶν ἀτιμάζῃ: (…) τίς δ᾽ ἄν σοι λεγούσῃ τι πιστεύσειε; (…) τίς ἂν εὖ φρονῶν τοῦ σοῦ θιάσου τολμήσειεν εἶναι; οἳ νέοι μὲν ὄντες τοῖς σώμασιν ἀδύνατοί εἰσι, πρεσβύτεροι δὲ γενόμενοι ταῖς ψυχαῖς ἀνόητοι, ἀπόνως μὲν λιπαροὶ διὰ νεότητος τρεφόμενοι, ἐπιπόνως δὲ αὐχμηροὶ διὰ γήρως περῶντες, (…) τὰ μὲν ἡδέα ἐν τῇ νεότητι διαδραμόντες, τὰ δὲ χαλεπὰ εἰς τὸ γῆρας ἀποθέμενοι''.
  • 6
    Off., I, xxxii, 30-36, ed. en 2009: ''Nam quod Herculem Prodicus dicit, ut est apud Xenophontem, cum primum pubesceret, quod tempus a natura ad deligendum, quam quisque viam vivendi sit ingressurus, datum est, exisse in solitudinem atque ibi sedentem diu secum multumque dubitasse, cum duas cerneret vias, unam Voluptatis, alteram Virtutis, utram ingredi melius esset, hoc Herculi, Iovis satu edito, potuit fortasse contingere''. Las cursivas son propias.
  • 7
    Rocchette (1998, pp. 109-110) argumenta que Cicerón es fiel al modelo estoico, por eso no emplea los términos vitium, malitia, vitiositas, y respeta la oposición canónica uirtus/uoluptas, heredada del estoicismo.
  • 8
    Inst., IX, 2, 36, ed. en 1922: ''sed formas quoque fingimus saepe, ut Famam Vergilius, ut Voluptatem ac Virtutem (quemadmodum a Xenophonte traditur) Prodicus, ut Mortem ac Vitam, quas contendentes in satura tradit Ennius''.
  • 9
    Pun., XV, 33-67, ed. en 1905: ''Quis furor hic non digne puer consumere bello florem aeui? Cannaene tibi grauiorque palude Maeonius Stygia lacus excessere Padusque? (...) certare periclis desine et armisonae caput obiectare procellae. (…) Virtus saeua (…) hace patrem patruumque tuos, (…) Stygias Erebi detrusit ad undas (…). at si me comitere, puer, non limite duro iam tibi decurrat concessi temporis aetas. (…) non glaciem Arctoam, non experi<e>re furentis ardorem Cancri (…). aberunt sitis aspera et haustus sub galea puluis †partique minore† labores. sed current albusque dies horaeque serenae, et molli dabitur uictu sperare senectam. (…) illa ego sum, Anchisae Venerem Simoentos ad undas quae iunxi, generis uobis unde editus auctor. illa ego sum, uerti superum quae saepe parentem nunc auis in formam, nunc torui in cornua tauri. huc aduerte aures. Currit mortalibus aeuum, nec nasci bis posse datur: fugit hora, rapitque Tartareus torrens ac secum ferre sub umbras, si qua animo placuere, negat. quis luce suprema dimisisse meas sero non ingemit horas?''
  • 10
    Pun., XV, 69-97, ed. en 1905: '' 'Quasnam iuuenem florentibus' inquit, 'pellicis in fraudes annis uitaeque tenebras, cui ratio et magnae caelestia semina mentis munere sunt concessa deum? (…) referam quid cuncta domantem Amphitryoniaden? (…) ad laudes genitum (…) felix ad laudes hominum genus. (…) quippe nec ira deum tantum nec tela nec hostes, quantum sola noces animis inlapsa, Voluptas. Ebrietas tibi f<o>eda comes, tibi Luxus et atris circa te semper uolitans Infamia pennis''.
  • 11
    Paed., II, 110, 1, ed. en 1972: ''Ταύτῃ καὶ τὸν Κεῖον ἀποδέχομαι σοφιστὴν τὰς ἐοικυίας καὶ καταλλήλους ἀρετῆς καὶ κακίας εἰκόνας ὑπογράφοντα· τὴν μὲν αὐταῖν ἀφελῶς ἱσταμένην ἐποίησε καὶ λευχείμονα καὶ καθάριον, τὴν ἀρετήν, αἰδοῖ μόνῃ κεκοσμημένην τοιαύτην εἶναι χρὴ τὴν πίστιν, ἐνάρετον μετ' αἰδοῦς-, θατέραν δὲ τοὐναντίον εἰσάγει, τὴν κακίαν, περιττῇ μὲν ἐσθῆτι ἠμφιεσμένην, ἀλλοτρίῳ δὲ χρώματι γεγανωμένην· καὶ ἡ κίνησις αὐτῆς καὶ ἡ σχέσις πρὸς τὸ ἐπιτερπὲς ἐπιτηδευομένη ταῖς μαχλώσαις ἔκκειται σκιαγραφία γυναιξίν''.
  • 12
    VS, I, 482, ed. en 1838: ''προδίκῳ τῷ Κείῳ συνεγέγραπτό τις οὐκ ἀηδὴς λόγος: ἡ ἀρετὴ καὶ ἡ κακία φοιτῶσαι παρὰ τὸν Ἡρακλέα ἐν εἴδει γυναικῶν, (…) ἡ δὲ ὡς ἔτυχεν, καὶ προτείνουσαι τῷ Ἡρακλεῖ νέῳ ἔτι ἡ μὲν ἀργίαν καὶ τρυφήν, ἡ δὲ αὐχμὸν καὶ πόνους: καὶ τοῦ ἐπὶ πᾶσι διὰ πλειόνων συντεθέντος, τοῦ λόγου ἔμμισθον ἐπίδειξιν ἐποιεῖτο Πρόδικος περιφοιτῶν τὰ ἄστη καὶ θέλγων αὐτὰ τὸν Ὀρφέως τε καὶ Θαμύρου τρόπον, ἐφ᾽ οἷς μεγάλων μὲν ἠξιοῦτο παρὰ Θηβαίοις, πλειόνων δὲ παρὰ Λακεδαιμονίοις, ὡς ἐς τὸ συμφέρον τῶν νέων ἀναδιδάσκων ταῦτα''.
  • 13
    V, 55-77, ed. en 1935: ''Καὶ μὴν καὶ ὁ Κεῖός που σοφιστὴς τῶν ἑαυτοῦ συγγραμμάτων ἀδελφὰ τούτοις εἰς ἀρετὴν καὶ κακίαν ἐφιλοσόφησεν· ᾧ δὴ καὶ αὐτῷ τὴν διάνοιαν προσεκτέον· οὐ γὰρ ἀπόβλητοςἀνήρ. Ἔχει δὲ οὕτω πωςλόγος αὐτῷ, ὅσα ἐγὼ τοῦ ἀνδρὸς τῆς διανοίας μέμνημαι, ἐπεὶ τά γε ῥήματα οὐκ ἐπίσταμαι, πλήν γε δὴ ὅτι ἁπλῶς οὕτως εἴρηκεν ἄνευ μέτρου· ὅτι νέῳ ὄντι τῷ Ἡρακλεῖ κομιδῇ, καὶ σχεδὸν ταύτην ἄγοντι τὴν ἡλικίαν, ἣν καὶ ὑμεῖς νῦν, βουλευομένῳ π οτέραν τράπηται τῶν ὁδῶν, τὴν διὰ τῶν πόνων ἄγουσαν πρὸς ἀρετήν, ἢ τὴν ῥᾴστην, προσελθεῖν δύο γυναῖκας, ταύτας δὲ εἶναι Ἀρετὴν καὶ Κακίαν. Εὐθὺς μὲν οὖν καὶ σιωπώσας ἐμφαίνειν ἀπὸ τοῦ σχήματος τὸ διάφορον. Εἶναι γὰρ τὴν μὲν ὑπὸ κομμωτικῆς διεσκευας— μένην εἰς κάλλος, καὶ ὑπὸ τρυφῆς διαρρεῖν, καὶ πάντα ἑσμὸν ἡδονῆς ἐξηρτημένην ἄγειν· ταῦτά τε οὖν δεικνύναι, καὶ ἔτι πλείω τούτων ὑπισχνουμένην, ἕλκειν ἐπιχειρεῖν τὸν Ἡρακλέα πρὸς ἑαυτήν· τὴν δ' ἑτέραν κατεσκληκέναι, καὶ αὐχμεῖν, καὶ σύντονον βλέπειν, καὶ λέγειν τοιαῦτα ἕτερα· ὑπισχνεῖσθαι γὰρ οὐδὲν ἀνειμένον, οὐδὲ ἡδύ, ἀλλ' ἱδρῶτας μυρίους καὶ πόνους καὶ κινδύνους, διὰ πάσης ἠπείρου τε καὶ θαλάσσης, ἆθλον δὲ τούτων εἶναι θεὸν γενέσθαι, ὡς ὁ ἐκείνου λόγος· ᾗπερ δὴ καὶ τελευτῶντα τὸν Ἡρακλέα συνέπεσθαι''.
  • 14
    Capelli (2000, p. 510) reproduce la versión de Díaz de Toledo: ''Este (Pródico sophista) dixo ansí ...: Hércules, quando era mançebo quasi desta vuestra hedat, mucho e lunga mente aver pensado entresý quál vía tomaría, por quanto veýa dos caminos, uno ala delectación e otro ala virtud; e dubdando assí, que llegaran a él dos matronas, las quales eran la Virtud e la Malicia. E como quier que ellas callavan, luego como las vido le fue conosçida la differençia dellas. Ca paresçióle la una dellas con gran cura ornada, abundante en deleytes e que de todos los viçios traýa gran conpaña en pos de sý, e mostrándole todas aquellas cosas e offreciéndole otras muchas más, tentava de levar consigo a Hércules. La otra enpero áspera e dura e oteando con gran rigor dixo tales cosas, que ella non offresçía deleyte ninguno nin folgura, mas trabajos, sudores, e peligros infinitos quele cunplía passar en mar e en tierra; pero quel galardón de aquello sería (según aquel dezía) que sería fecho dios. E finalmente dize que esta siguió Hércules''.
  • 15
    Mommsen (1953, p. 182, n. 2) ofrece el latín de I, 4, 2: ''Optimum quidem esset, nisi consilii inopia iugis adolescentiae comes obstaret, ut ab ineunte aetate circa unum aliquod vitae genus apprehendendum unusquisque nostrum accuratissime cogitaret nec ab illo calle, quem semel elegisset, nisi magnis ex causis aut gravi necessitate diverteret. Quod initio pubertatis fecisse Herculem auctor Xenophon ille Socraticus testis est et Cicero''. Mommsen (1953, p. 183, n 1) también da el latín del segundo pasaje: ''Ipse Hercules in solitudine sanum illud consilium vitae coepit, cuius libro priore mentionem feci, quando velut in bivio diu multumque haesitans ad postremum spreta voluptatis via semitam virtutis arripuit, quam indefesse gradiens non ad humanae modo gloriae verticem, sed ad opinionem divinitatis evectus est, quamlibet alte lateque ramos porrigat viri fama, si radicem quaeras, ad solitudinem erit animo recurrendum''.
  • 16
    Cappelli (2000, p. 512) sugiere que tal vez Lucena leyó la reciente traducción latina de Memorabilia, porque estuvo en la curia romana; sin embargo, le agrada más la interpretación de san Basilio.
  • 17
    Ed. en 1548: ''Prodicius Hercules in Officiis cognominatus a M. Tullio, ea scilicet ratione, quod Prodicus Ceus sophista antiquus, primus induxit suis scriptis, Voluptatem, uel (ut aliis placet) Vitium, et Virtutem, in solitudine Herculi adhuc puero apparuisse, ut utram uellet sibi comitem uitae assumeret. haec turpi et deformi erat habitu, sed genuino ac natiuo decore pulchra: illa ornatissimis uestibus ac calceis induta. nihilominus ille Herculem dixit Voluptati Virtutem anteposuisse. Hinc ergo Prodicius Hercules: tametsi et post idem plures scripsere, inter quos Xenophon, apis illa Attica, et Lemnius Philostratus''.
  • 18
    Conviene precisar que varios autores han trabajado la obra de Cigorondo, entre ellos se encuentra Octavio Rivera Krakowska (2014), pero quien ha traducido y estudiado a profundidad la Tragedia Ocio es Julio Alonso Asenjo, a quien remiten la mayoría de los investigadores posteriores.

Fechas de Publicación

  • Fecha del número
    Jan-Jun 2022

Histórico

  • Recibido
    22 Set 2021
  • Acepto
    02 Mayo 2022
location_on
None Escuela de Ciencias del Lenguaje, Instituto Tecnológico de Costa Rica, Cartago, Caratgo, CR, 159-7050, 2250-9102, 2550-9024 - E-mail: morivera@itcr.ac.cr
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