Open-access Terror en Costa Rica. El Diario Extra y el uso del discurso del miedo, entre 1979 y 1985

Terror in Costa Rica. Diario Extra and the Discourse of Fear, Between 1979 and 1985

Terror na Costa Rica. O Diario Extra e o uso do discurso do medo entre 1979 e 1985

Resumen

Este artículo analiza los discursos políticos y del miedo, dominantes en el periódico costarricense Diario Extra, entre 1979 y 1985, los cuales corresponden a narrativas amarillistas, que culparon al expresidente Rodrigo Carazo Odio (1926-2009) de la crisis que el país experimentó. El objetivo central es reconstruir las estrategias que el rotativo empleó para conformar una realidad alternativa, en la que, paralelo a la supuesta corrupción política, ocurrían milagros, apariciones de ovnis, entre otros. El resultado de esta estrategia fue la entronización de un discurso sensacionalista para distraer a la sociedad civil, mientras se despreciaba la importancia del creciente malestar popular y las protestas masivas de esos años. Este trabajo se elaboró a partir de referentes teóricos en torno al sensacionalismo y sus conexiones con el control social. Las principales fuentes correspondieron a notas del citado periódico y se utilizó el análisis de textos, buscando las principales narrativas, el contexto y las discursividades enmarañadas que la Extra publicaba.

Palabras clave Crisis; prensa escrita; sensacionalismo; discurso del miedo; Diario Extra

Abstract

This article analyzes the political and fear speeches, dominant in the Costa Rican newspaper Diario Extra, between 1979 and 1985, which correspond to tabloid narratives, which blamed former president Carazo Odio for the crisis that the country experienced. The main objective is to reconstruct the strategies that the newspaper used to create an alternative reality, in which, parallel to the supposed political corruption, miracles occurred, UFO appearances, among others. The result of this strategy was the enthronement of a sensational discourse to distract civil society, while the importance of the growing popular unrest and mass protests of those years was disregarded. This work was elaborated from theoretical referents around the sensationalism and its connections with the social control. The main sources corresponded to notes from the aforementioned newspaper and text analysis was used, looking for the main narratives, the context and the tangled discursivities that the Extra published.

Keywords Crisis; newspapers; sensationalism; discourse of fear; Diario Extra

Resumo

Este artigo analisa os discursos políticos e do medo, dominantes no jornal costarriquenho Diario Extra, entre 1979 e 1985, que correspondem a narrativas fanáticas que responsabilizavam o ex-presidente Carazo Odio pela crise que o país vivia. O objetivo principal é reconstruir as estratégias que o jornal utilizou para criar uma realidade alternativa, na qual, paralelamente à suposta corrupção política, ocorreram milagres, aparições de OVNIs, entre outros. O resultado dessa estratégia foi a entronização de um discurso sensacionalista para distrair a sociedade civil, ao mesmo tempo que se desconsiderava a importância do crescente descontentamento popular e dos protestos em massa daqueles anos. Este trabalho foi desenvolvido a partir de referenciais teóricos sobre o sensacionalismo e suas conexões com o controle social. As fontes principais corresponderam a notícias breves do jornal citado e foi utilizada a análise de textos, buscando as principais narrativas, o contexto e as discursividades emaranhadas que o Extra publicava.

Palavras-chave Crise; imprensa escrita; sensacionalismo; discurso do medo; Diario Extra

Introducción y elementos teóricos, ¿qué es el sensacionalismo periodístico?

El objetivo de este artículo es analizar las fuertes interrelaciones que se dieron entre la promoción del miedo en periódicos como el Diario Extra y la consolidación de políticas neoliberales en la Costa Rica de principios de la década de 1980. Mientras se pretendía inculcar la sensación de terror a la población, también se le sedujo con notas frívolas. Sin embargo, el mismo periódico no podía negar las fuertes tensiones socioeconómicas que sacudían al país. Por eso, los argumentos centrales del presente estudio señalan que se trataba de un proyecto para aterrorizar a la sociedad civil, con la finalidad de abrir los portillos, mermar resistencias y en medio de la crisis económica, facilitar la entronización del modelo neoliberal (entendido este como ente desregulador de mercados y privatizador de empresas públicas). A esto se suma, que se trató de una violenta arremetida contra la cultura y el sistema educativo público (que se presupone no adoctrinante), favoreciendo o colocando la plataforma para el predominio de una opinión pública frívola que gira alrededor de prejuicios e inclusive fantasías (y narrativas sensacionalistas); un peligro que en la actualidad se puede percibir con facilidad, pues la democracia costarricense es propensa a las amenazas populistas, de nuevo, promovidas en discursos construidos por el citado diario y otros medios afines1.

En cuanto a los conceptos de sensacionalismo, crónica roja, tabloides, son palabras diferentes, pero afines, referidas a un género –sí, cual literatura– del ejercicio de la comunicación periodística. Parratt ni siquiera lo toma en cuenta como género periodístico2. Para este autor se deduce que el sensacionalismo no es informativo (por ende no es legítimo) y hoy se homologaría con las noticias falsas o fake news.

No obstante, en este estudio se considera que el sensacionalismo sí forma parte del mundo periodístico, pero una peligrosa distorsión surgida en el último tercio del siglo XIX en Estados Unidos y con presencia en muchos otros países, se caracteriza por su objetivo de generar impacto en el público lector y aumentar las ventas. En el caso costarricense, la investigadora Patricia Vega (2015) ha afirmado que el sensacionalismo se comenzó a ensayar desde principios del siglo XX, pero que su despegue decisivo se dio hasta la aparición del Diario Extra, en 1978, y cuya competencia no vendría sino hasta 2006, con el periódico La Teja editado por el Grupo Nación3.

El periodismo sensacionalista básicamente persigue construir una narrativa melodramática que cautive al lector. En la actualidad, lo hace con la ayuda de fotografías morbosas y grandes titulares en tipografía destacada y coloreada. Se apela a una respuesta emocional, maximizando el suspenso y lo espeluznante. Es por ello que el tema tradicional versaba en los sucesos o crímenes terroríficos, aunque en la práctica, se explotan temas triviales que atrapen miradas y, lo más importante, termina por convertirse en una mera forma de entretenimiento, de ahí su éxito. Ya que, sin importar las clases sociales que lo consumen o los niveles de educación, en lo frívolo del sensacionalismo radica su principal atractivo (Brunetti, 2011, pp. 3-8).

Dada esta notoria trivialidad, los citados medios terminan por estigmatizar a sus protagonistas, debido a que, en lugar de simplemente promover el ocio, el sensacionalismo es un medio de control social que retoma el voyerismo para regular, sobre todo a los grupos subalternos. Por eso, no es extraño que sus “protagonistas” correspondan a los marginados sociales, inmigrantes, desvalidos, pobres y personas vulnerables por su condición social, sexual o cultural (Labio, 2006, pp. 35-42). Debe enfatizarse, que lo doloroso, lo espeluznante es sumamente atractivo, no solo por fetiche, sino porque las muestras públicas de sangre constituyen una forma de regulación de larga data. Las crueles ejecuciones públicas por mandato monárquico de la Europa Moderna (Foucault, 2015) o los crímenes cometidos en años recientes en México, cuyas víctimas son tiradas en las calles para sean vistas por todos y luego narradas de manera oral a otras personas (Reygadas, 2008, p. 17). Por ello, en este sistema los medios retoman y propagan con sumo detalle estos sucesos [sangrientos], reforzando el miedo y la impotencia entre la sociedad civil.

Siguiendo el tema del control social, la autora Paulina Brunetti retoma a Pierre Bourdieu y destaca que el sensacionalismo periodístico y la televisión ejercen una fuerte violencia simbólica, y con ello se refuerza el orden mismo de nuestras sociedades. ¿Cuál es el objetivo que se persigue? Es importante anotar que este tipo de periodismo es en esencia conservador y busca fortalecer discursos tales como la aplicación de mano dura contra los criminales o, en su defecto, hacia los marginados (Brunetti, 2011, pp. 8-9). Asimismo, múltiples autores coinciden en que el amarillismo/sensacionalismo4 evade la causalidad, la explicación y la perspectiva histórica, se concentra en narrar, ofrecer verdades y a la vez, omite información clave, exagera o del todo, cambia lo sucedido (Macassi, 2002; Labio, 2006; Reygadas, 2008). Con ello y como veremos más adelante, se diluye el objetivo de informar y en su lugar se construyen versiones estereotipadas y hasta alternativas de la realidad, con serios perjuicios para la democratización y la formación de una opinión pública sólida o informada.

Líneas atrás se citó que el enfoque sensacionalista también entretiene y es trivial, esto es clave para entender su éxito, ya que no solo presenta notas morbosas, sino meramente absurdas: explota la acción, lo lúdico, utiliza lo sexual (sobre todo, el cuerpo de la mujer), acusa al Estado de provocar la “crisis” y, por último, sus protagonistas son la “gente común”. Mientras los diarios “serios” se enfocan en políticos, empresarios y estrellas de la farándula, el tipo tabloide retoma al ciudadano común y lo eleva a la palestra, aunque termine por caricaturizarlo (Macassi, 2002, pp. 3-5). Al final de cuentas, este periodismo tergiversado ofrece cortinas de humo para distraer a la sociedad y ocultar las crisis, los desmanes gubernamentales, los excesos empresariales, etcétera. Es sin duda, un mecanismo central de control:

[…] la prensa amarilla es la solución perversa que da el mercado y la política a la exclusión de los sectores populares, es la forma a través de la cual adquieren protagonismo y son actores de la épica social, que provienen de los géneros de acción, en desmedro de los géneros melodramáticos históricamente anclados en nuestra cultura (Macassi, 2002, p. 4).

También, se debe señalar que la herramienta o apelación al miedo no es nada nueva. Desde tiempos antiguos se utilizaba, asociada a la ira de los dioses (en creencias poli y monoteístas), a figuras monstruosas que inducían el miedo y que resultaban una seria advertencia para evitar que la juventud se descarriara (o “pecara”). Al mismo tiempo, ejercían influencia en la promoción de pánicos sociales, asociados al envenenamiento de las aguas, pestes y, desde finales del siglo XVIII, se asocia con el profundo temor de corte conservador a las revoluciones sociales (Caro, 1996, pp. 15-34). Aunado a esto, en el doble contexto del auge del libre mercado (y las llamadas políticas neoliberales), y sumado al impacto [mediático] de los ataques terroristas en Nueva York, el 11 de setiembre del 2001, los medios se han enfrascado en una competencia por asustar y propulsar amenazas de todo tipo, desde el ya citado terrorismo, hasta invasiones, los peligros del choque de civilizaciones (fobia al islam), “enemigos” (como si fueran villanos de historietas), envenenamientos masivos, plagas, desastres naturales y un largo etcétera. Paralelo a esto, crecen las campañas de los medios, en donde, aparte de las caricaturizaciones ya descritas, se apela sin tapujos a utilizar campañas de pavor, calumnias, difamaciones y el terror indiscriminado (Reygadas, 2008, p. 19; Bartra, 2003, pp. 99-100).

Por último, para elaborar este artículo se partió del método histórico, es decir, reconstruir el impacto de la crisis de 1980, pero a través de un medio amarillista. Para ello se utilizaron notas del Diario Extra, recopiladas entre 1979 y 1985; las cuales fueron reunidas aleatoriamente. Dada la reducida extensión del citado periódico, se analizaron aquellas que pertenecían a la sección de política y algunas columnas de opinión, escasas en esos años. Para profundizar en la metodología, se puede señalar que fue seleccionado un mes por cada año, esto brindó poco más de 100 notas, además, pronto se dio la saturación de información, pues los temas y sobre todo, los tópicos, se repetían con suma rapidez5. Una vez reunida la información, fue sometida al análisis de textos más próximo a la historiografía (y no a los campos de la lingüística o la semiótica), utilizando parte de los procedimientos señalados por Siegfried Jäger (2003), los cuales consisten en localizar los hilos discursivos, los textos clave, el enmarañamiento de los discursos, los principales acontecimientos del discurso, los planos o contexto de este mismo, así como las posturas ideológicas. A esto se suma la caracterización general del medio (en este caso, la Extra) y el análisis de las estrategias argumentativas presentes en las notas. Los resultados se exponen a continuación y se ordenaron de la siguiente manera: el contexto de la crisis de 1980, el surgimiento de la Extra, los ataques contra Rodrigo Carazo Odio, las referencias al malestar socioeconómico y el apartado de conclusiones.

La crisis latinoamericana de 1980

El término “crisis” puede ser relativo o al menos debatido, pero para los medios, era una realidad indudable. Atrás quedaban los sueños desarrollistas o por lo menos, reformistas, que habían cobrado fuerza desde mediados del siglo XX. En su lugar, una epidemia de dictaduras y regímenes autoritarios pululaban en América Central y el Cono Sur. Su advenimiento no era fruto de la mera casualidad. Por un lado, se podían atribuir a las ambiciones e intereses de Estados Unidos, así como el marco de fondo de la Guerra Fría y su lucha anticomunista. Por otro, era una muestra del agotamiento –real o forzado– del modelo de Estado interventor y de la sustitución de importaciones; ambos, programas con éxito variable en toda la región.

Al cabo de la década de 1960, Estados Unidos comenzó a sufrir una severa recesión económica, acompañada de inflación y estancamiento productivo. La crisis sobrevino a principios de los años 70 (1973) y se conoció como “crisis del petróleo”. Por mucho, era fruto de la sobreproducción industrial, la competencia con los países europeos occidentales, la recuperación de Japón y pronto se vendría a sumar, la elevación en los importes de los hidrocarburos, a consecuencia de las tensiones geopolíticas en Medio Oriente (Hobsbawm, 1995). La era de los créditos laxos estadounidenses había llegado a su fin, por lo que cobrar los intereses de la deuda, promover sus franquicias y transnacionales, se convirtieron en una prioridad, por no decir, una máxima de los diferentes gobiernos de turno. Con ello, se inauguraba la era de las “reformas” neoliberales, comenzando en Chile, aquel fatídico 11 de setiembre de 1973, con el general Augusto Pinochet a la cabeza; fiel acólito de Milton Friedman, gurú neoliberal-monetarista por excelencia.

Algunos autores han insistido en que las medidas neoliberales –privatizar sectores clave como salud, educación, energía o liberalizar la fuerza de trabajo y los flujos de capital– no pueden ser aceptadas de forma voluntaria ni democrática, puesto que atentan contra el bienestar ciudadano básico (Hinkelammert, 2015; Chomsky, 2000). Es por ello, que, por lo general e inicialmente, se implantaron a través de sangrientas dictaduras (los casos de Chile, Argentina, Brasil), o por vía de la manipulación y el agotamiento, tras las guerras civiles o el declive de partidos políticos tradicionales (el PRI en México o el Liberal y el Conservador en Colombia). Su aplicación, en los decenios de 1980 y 1990, pretendieron disminuir la pobreza (sobre todo en el campo de la retórica), pero con un resultado a mediano plazo de cientos de millones de marginados y el crecimiento constante de la brecha económica (la desigualdad) en toda la región; los beneficios reales del neoliberalismo, han sido, de la forma más simple, parcos.

En el caso costarricense específico, sus “años dorados”, como los denominara el historiador Pérez Brignoli (1997), llegaron a un abrupto final en el gobierno de Rodrigo Carazo Odio (1978-1982), cuando la devaluación del colón con respecto al dólar se disparó, el elevado precio de los hidrocarburos maximizó la crisis, desencadenando la presión de los organismos financieros internacionales, con el Fondo Monetario Internacional a la cabeza y pocos años después, se introdujeron los Programas de Ajuste Estructural (tres programas, en 1985, 1989 y 1995)6. El desarrollo de Costa Rica sorprendía en los rubros de salud y educación, pero su aparato económico se podía calificar como débil. Algunos autores señalan que el motivo era la proclividad al déficit fiscal y el crecimiento del sector estatal desmedido (León, 2014, pp. 286-291). Otros lo achacaban a los resultados de una economía en exceso dependiente de las agroexportaciones, con una industria ligera que no alcanzaba cotas de competitividad para asentarse en el mercado internacional. Gran parte de su crecimiento en los rubros anteriores, se debió al endeudamiento externo, el cual también fue dilapidado en cuestionables proyectos, con la Corporación Costarricense de Desarrollo (CODESA)7 a la cabeza.

Cuando el desplome económico se recrudeció en 1980, costándole credibilidad al gobierno y a la figura del presidente Carazo, discursos como los del Diario Extra se tornaron inductores del miedo, aludiendo a la debacle inminente y obviando, por no decir, ocultando, gran parte de las causas y repercusiones inmediatas que estaba teniendo la crisis. Mientras la Extra se esmeraba en destacar la “locura” de la administración carazista, las tensiones sociales habían explotado. A lo largo de la década y abarcando los subsecuentes gobiernos de Monge Álvarez (1982-1986) y Arias Sánchez (1986-1990), huelgas, tomas de edificios públicos, bloqueos en las vías de comunicación, protestas y, sobre todo, descontento ciudadano y un directo malestar contra la “reforma” neoliberal, atizaron al país. De estos eventos han dado buena muestra Alvarenga Venutolo (2005), Edelman (2005) y Mora Solano (2016), en donde se entremezclaron el descontento de la sociedad civil con la conformación de una clase política desorientada, el desplome de los partidos tradicionales, la toma del Estado por minorías empresariales y no menos importante, inició un proceso (y manifestaciones sociales) que sigue vigente hasta la actualidad.

Diario Extra, “sin pelos en la pluma”

Al igual que el subtítulo, la Extra pronto sería reconocida por sus titulares y notas altisonantes, muchas de ellas carentes de veracidad o simplemente sensacionalistas. Su publicación comenzó en noviembre de 1978, formalizándose en el siguiente año como un diario popular que no superaba las 12 páginas. El medio se dividía en erráticas secciones que correspondían a política, deportes y farándula, más adelante, se comenzaron a sumar reportes de zonas alejadas del área metropolitana; paralelamente, columnas dedicadas a temas del corazón, cotilleos y lo sobrenatural también fueron publicados. A esto se agrega que las notas, aparte de mayoritariamente anónimas, eran breves, con unas pocas columnas de texto e incluso, se apilaba hasta una docena en una misma plana y, además, no se publicaba los días domingo. A diferencia del medio actual, en sus inicios los titulares eran en negrita y carentes del morbo espeluznante que la ha caracterizado (estos cambios tuvieron lugar paulatinamente, a finales de la década de 1990). No obstante, su osadía fue temprana, en sus primeras semanas (por ejemplo, enero de 1979), aparecían fotografías de mujeres desnudas, tanto en la portada, como en las primeras páginas, eran fotos en blanco y negro, reproducciones de publicaciones extranjeras que pronto fueron removidas; sin duda, la censura no se hizo esperar8.

Diario Extra fue fundado como una subsidiaria de La Prensa Libre, el periódico más longevo de Costa Rica, el cual surgió en 1889, aunque en ciertos años no se publicó, debido a distintos eventos políticos que afligieron al país; muestra de ello es que en 1919 fue calcinada la imprenta que lo editaba, en medio de las protestas contra la dictadura de los Tinoco (Gutiérrez, 1989, p. 80). Originalmente, La Prensa Libre fue propiedad de la familia Borrasé, aunque fuera fundada por el expresidente Rafael Iglesias y dirigida por el español, Juan Fernández Ferraz. Retomando a la Extra, su objetivo era brindar un espacio para las noticias adicionales o “extras” que no tenían cabida en La Prensa Libre, aunque pronto cobró más fuerza y fue adquirida por el columnista William Gómez (1950-2012), quien iniciara como administrativo de la empresa y luego terminó por controlar todo el grupo mediático; hasta la actualidad, su familia continúa siendo la propietaria del periódico y el canal de televisión derivado.

Si bien, se ha considerado que la Extra es un medio extremadamente exitoso, debido a su frivolidad y sensacionalismo, a finales de la década de 1990, informes emitidos por su mayor competidor y líder en el campo de la prensa escrita, el Grupo Nación, afirmaban que su cuota del mercado local era de tan solo un 18 %, frente a un 72-74 % de La Nación y Al Día (Camacho, 1998)9. Años más tarde, ya entrado el segundo decenio del siglo XXI, la posición de Diario Extra se había fortalecido, cubriendo un 31.4 % del consumo de periódicos (Robles y Koen, 2012, p. 154). Este no es el espacio para detallar todos los pormenores históricos del citado medio, solo nos concentraremos en su discurso del miedo a principios de la década de 1980.

Un país alterno, entre la tragedia y la desolación

En las siguientes páginas, se pretende reconstruir el discurso dominante en materia política del Diario Extra, retomando notas aleatorias de los años 1979 y hasta 1985; partiendo de los primeros meses del gobierno de Carazo Odio y concluyendo con la administración de Monge Álvarez. Ordenar la información obtenida resultó tedioso y complicado, a la corrupción política rampante que se cita con suma frecuencia, se yuxtaponen apariciones marianas, avistamientos de naves alienígenas, pollos mutantes, amenazas comunistas, deporte, erotismo y en los márgenes de las páginas, unas pequeñas menciones acerca de protestas y descontento ciudadano.

Las fuentes hemerográficas son una oportunidad valiosa, así como abundante para el estudio historiográfico; sobre todo, de temas contemporáneos. No obstante, las advertencias con respecto a la prensa sensacionalista no pueden ser obviadas, como páginas atrás se mencionó. Con el Diario Extra, se debe tener presente que no se trata de una mera reconstrucción de procesos históricos o de un análisis de discursos. Este medio puede resultar abiertamente falaz y termina por fabricar una versión alternativa, paranoica y aterrorizada de la Costa Rica de esos años; una construcción mítica, pero cuyo discurso del miedo y la xenofobia, bien pudo ser absorbido o reiterado por una parte significativa de la población, hasta la actualidad10. Las alocuciones que resurgen durante las campañas electorales de las primeras décadas del siglo XXI (Rovira, 2007), con el tópico frecuente de corrupción desmedida o rescate de viejos valores, pareciera un eco de las “propuestas” de Extra.

Es claro que este periódico glorificaba lo mundano, a la vez que trivializaba al campo político; pero ¿con qué propósito? En 1978, como ya se ha citado, ascendió a la Presidencia de la República, Rodrigo Carazo Odio, representando a la coalición derechista Unidad. Carazo había sido un miembro destacado del Partido Liberación Nacional (PLN), sus desavenencias con la agrupación, lo llevaron a coaligarse con sus rivales ideológicos y gracias a ello, obtuvo el triunfo electoral. Cuando la crisis económica se tornó inmanejable, el Diario Extra comenzó a intensificar sus ataques. En sus primeros años, el diario fue conducido por Guillermo Villegas Hoffmeister (1932-2010), escritor y acérrimo defensor del PLN. La línea de la Extra fue evidente, para muestra en enero de 1979 se afirmaba que el gobierno de Carazo presentó un

[…] desacierto absoluto en el manejo de la cosa pública, con el evidente fin de crear la confusión necesaria para que los grupos de privilegio económico logren a la vez el privilegio político a costa de la miseria del pueblo, al que cada vez más se le encarecen los artículos de consumo básico, mientras se le endulza el paladar con el cuento de televisores baratos, con llantas baratas, con toca discos baratos.

Resulta ya imposible vivir en Costa Rica, la plata vale menos y la esperanza no existe.

[El gobierno de Carazo] Ha sabido militarizar el país en tal forma que ni siquiera en momentos de crisis bélica habíamos visto los desplantes de fuerza que ahora se ven (PLN debe enfrentarse decididamente al Gbno., 13 de enero de 1979, p. 2)11.

La “objetividad” de la Extra era más que discutible y empecinada con mostrar al gobierno como un cataclismo. En lo que podríamos denominar como su primera fase, entre 1978 y 1982, el medio cumplía la función de dilapidar y proponer un discurso fanático contra Carazo; al cual, sin duda, le sobraban detractores y evidentes errores, pero el citado rotativo, era un tajante defensor liberacionista. La misma nota antes citada, agregaba que el partido debía unirse, evitar el canibalismo y recuperar su “pasado glorioso”, agregando que “[t]enemos una bandera limpia y heroica que agitará la rosa de los vientos”.

En estos días, el rotativo afirmaba que sus colaboradores correspondían a estudiantes colegiales y universitarios, aunque no hay prueba de ello, la afinidad liberacionista, en cambio, es más que evidente. Solo en el mes de enero de 1979 y con pocas semanas de circular, los temas publicados se pueden sintetizar de la siguiente forma:

  • Tiroteo en la frontera con Nicaragua, una pequeña escaramuza entre la Guardia Nacional y unos imprecisos guerrilleros (Tiroteo en frontera, la cerraron otra vez, 11 de enero de 1979, p. 5).

  • Amenaza de explosivo colocado en vieja casona frente al Museo Nacional: “alguien había colocado estratégicamente una poderosa bomba que estallaría en contados minutos” (Falsa alarma por bomba en asignaciones, 11 de enero de 1979, p. 12).

  • Fuertes chismes alrededor de la figura de Rafael Ángel Calderón Fournier “Junior”, quien supuestamente se retiraba del gobierno para fortalecer su futura candidatura presidencial.

  • Amenazaba el alza de la gasolina, sumada a una eventual huelga en el transporte público; se presagiaba violencia. Liberación Nacional advertía del peligroso aumento de estos combustibles.

  • Crisis en el Banco Central, básicamente por la intromisión [imprecisa] de Carazo.

  • Anónimas amas de casa, denunciaban la especulación y carestía de alimentos por culpa de comerciantes inescrupulosos, aunque el verdadero responsable era Carazo (Ocultación masiva de alimentos, 13 de enero de 1979, p. 2).

  • Baja en los precios de los electrodomésticos, impulsada por el gobierno, lo cual afectaría a los comerciantes pequeños y medianos. Se aproximaba una gran ola de desempleo, si se daban los temidos cierres.

  • Se cuestionaban los préstamos de 100 millones de dólares que contraería Carazo, Liberación estaba en desacuerdo y buscaría dar la batalla en favor del pueblo.

  • Una niña de apellido Guido fue atacada por la Guardia Nacional en Peñas Blancas. Sumado al temor de una invasión, se pedía la protección del gobierno o que este armara a los pobladores (Aviones de Somoza ametrallan Sta. Cecilia, 24 enero de 1979, p. 12).

  • El gobierno pretendía nacionalizar los hoteles, aunque era una mera mención, carente de mayor explicación (Gobierno pretende nacionalizar los hoteles, 31 de enero de 1979, p. 12).

La intención de generar impacto y crear conmoción en el público lector, fue el propósito expreso del medio. El enfoque era básicamente maniqueo, Carazo era un personaje casi maligno o por lo menos, corrompido; una caricatura política12. Por otra parte, en un tono cercano a la propaganda directa, el PLN traería de vuelta la esperanza, mientras que la debacle del Mercado Común Centroamericano, las tensiones geopolíticas en la región, la deuda externa, entre otros temas, eran del todo evadidos por la Extra. Ya para 1981, se había agregado la sección denominada “La oreja política. Por el tapado”, al igual que el resto de la publicación, se caracterizaba por su anonimato y su lenguaje altisonante, así como ataques beligerantes, no era una mera columna de opinión, sino un vehículo para lanzar diatribas. Ejemplo de ello, sus arremetidas frontales contra el mandatario:

El mandatario es afecto a amenazar y es posible que estas líneas sirvan para que el hígado se le hinche. Pero que vamos a hacer, quizás lo que hagamos sea prestarle un servicio higiénico permitiéndole que un berrinche contra nosotros bote la bilis que con tanta frecuencia lo ahoga.

Pero como el mandatario no ve, no oye, no siente, como el mandatario vive en otro mundo, todo va mal. Y la gente repite “Basta ya de Carazo”.

La administración de Carazo es paradigma de desastre […] la más tenebrosa época de nuestra historia (La oreja política. Por el tapado, 7 de marzo de 1981, p. 2).

Los ataques no cejaron en contra de Carazo, casi a diario se publicaban múltiples referencias a su “odiado” gobierno y se insistía en que Costa Rica se precipitaba al abismo y –como discurso romántico– que había abandonado un pasado glorioso y de altos valores, cualesquiera que estos fueran. Esta embestida se tornaba personal, ya que no se solían mencionar a otros políticos ni miembros del gabinete; se insinuaba que el presidente reinaba en solitario, un último ejemplo, también extraído de la “Oreja política”, resulta uno de los más llamativos por la insinuación de dictadura y autoritarismo que se dibuja implícitamente:

El presidente Carazo, es dado a la amenaza, al desplante, a sentirse mesiánico, trata de descubrir el agua dulce o el agua tibia y con ello lo que ha logrado es que el pueblo le vuelva la espalda, que le haga chistes crueles y groseros al extremo, que le dediquen toda suerte de maldiciones. Esa es, tristemente, la situación que vivimos. Y el Presidente, en su soledad, porque vive rodeado de quienes lo adulan, o de quienes por respeto al cargo que desempeña, no se da cuenta de lo que de él piensa y dice el pueblo, el pueblo que por una pésima administración, está hambreándose ya (La oreja política. Por el tapado, 16 de marzo de 1981, p. 2).

A esto se debe agregar y no puede ser fruto de la casualidad, el notorio aumento en la publicación de sucesos, solo en la página 11, del 10 de marzo de 1981, se pudieron consignar los siguientes titulares: “Asesinaron guarda”, “Dos ancianos asesinados”, “Lo mataron en una pelea que tuvo con el concuño”, “Cómo asaltaron al taxista en Cartago”, “Murió al caer de un carretón”, “Identificado el antisocial muerto en refriega”. ¿Es que acaso se estaba insinuando una cierta causalidad? ¿Los desmanes presidenciales estaban causando mayor violencia? No necesariamente, pero todos estos apuntes y titulares servían para fortalecer el argumento central que perseguía Diario Extra de que Costa Rica se encontraba bajo asedio y que el miedo, se estaba convirtiendo en parte fundamental de su cotidianeidad.

De todas formas, varios cambios estaban prontos a suscitarse, por un lado, al gobierno de la Unidad le restaban pocos meses y dadas las claras afinidades liberacionistas, no era conveniente dilapidar a las subsecuentes administraciones de dicho partido. Por otro, el 17 de marzo de 1981 pudo marcar un viraje importante en el enfoque a seguir en los siguientes años. Desde hacía meses las tensiones entre los sandinistas, la contra revolución y las autoridades estadounidenses, iban en aumento. El “enemigo real” tomaba el rostro del comunismo o marxismo-leninismo. En Costa Rica, paradójicamente si se quiere, los partidos de izquierda estaban a punto de colapsar y fraccionarse, debido a rencillas internas. Pero aquel 17 de marzo, un grupo de jóvenes atacó la embajada hondureña y también, a soldados estadounidenses, fue la pequeña organización conocida como “La Familia”. Ahora, la Extra tenía un rostro terrorista para emplear. Los “patriotas” no tardaron en expresarse en el medio, confundieron sindicalismo con terrorismo e insistieron en que este no era nuevo en el país:

El señor Roberto Salazar Madriz, secretario general del Grupo Patriótico Universitario Fortín, manifestó ayer que su agrupación democrática condena enérgicamente la actitud de los marxistas leninistas en el día de ayer, cuando bombardearon la Embajada de Honduras y volaron un auto de la Embajada americana con el lamentable saldo de heridos, un trabajador costarricense y dos funcionarios de dicha misión diplomática.

No nos debe extrañar esta actuación de los marxistas pues durante el año 76, extremistas comunistas que fueron perfectamente identificados, capturados y condenados por los tribunales de justicia quemaron varios buses, bombardearon el Ministerio de Transportes y el sindicato de transportistas, y un conocido dirigente marxista de Alajuela, fue capturado con 16 bombas incendiarias en la Coopevictoria (Fortín condena el terrorismo de ayer, 18 de marzo de 1981, p. 2).

En los siguientes días, las imprecisiones afloraron, se comenzó a suponer, o así lo publicaba Extra, que los agresores eran de origen extranjero y a ello también se sumó a las acusaciones de que Carazo y su gobierno trasegaban armas; o que en general, el país participaba activamente en la violencia que imperaba en el istmo. Dado que el caso de “La Familia” fue relativamente breve –arrestados en junio de 1981– y una excepción en el contexto costarricense, la opción preferida fue atizar con el simple “miedo comunista”. Para fortalecer los ánimos y la trivialidad, el periódico comenzó a insistir en temas como pozos petroleros instantáneos en San Carlos, ovnis y entregas diarias sobre espiritismo; los entremeses ofrecidos en medio del rampante terrorismo.

A partir de 1982, se iniciaba una nueva fase para el medio de comunicación, la llegada de Monge Álvarez a la presidencia dejaba en entredicho los objetivos iniciales, si Carazo no estaba en el poder, ¿quién era el culpable del sufrimiento costarricense? Para estos años, la prioridad se concentró en la adulación o más precisamente, la autorreferencialidad, la Extra se promocionaba como “El periódico serio pero no aburrido”, “El gran diario de Costa Rica”, “Sin pelos en la pluma”, “periodismo sin compromisos”, esto implicaba que el medio buscaba convertirse en un actor social con poder, confiable y que de él emanaran los discursos de verdad que la ciudadanía podía reproducir (Vergara, 2006, pp. 128-129). Segundo, los ataques políticos disminuyeron, de vez en cuando se reiteraban los desmanes del anterior presidente, pero se insistía en tener paciencia hacia la figura de Monge, dispuesta a lograr la conciliación nacional con ¡mando absoluto y mano dura! La “verdadera” fuente de peligro o miedo recaía, de nuevo, en la amenaza fantasma comunista.

Aunque ese era el discurso frontal, una peculiar contradicción afloró en las planas de Extra, en esta segunda fase (1982-1986), aparecía con suma frecuencia un subtexto que aludía a las fuertes tensiones socioeconómicas, las mismas que con precisión explicasen Alvarenga Venutolo o Mora Solano, entre otras autoras. Sin embargo, eran notas marginales, citadas con excesiva brevedad, conformadas por un pequeño párrafo y el titular: menciones de una huelga de médicos, protestas en zonas rurales o el aumento exponencial en los costos de los servicios públicos, pero se dedicaban secciones enteras a los turnos y certámenes de belleza cantonales. Igualmente, el Diablo se aparecía en Honduras, mientras Venecia de San Carlos estaba lista para las fiestas patronales en mayo de 1983. Pero las apariencias y titulares en rojo eran insuficientes para encubrir el halo de miedo que pareciera elevarse en la Costa Rica de ese contexto, para muestra, a pesar del lenguaje coloquial, la siguiente nota ejemplifica el impacto de la crisis real que asolaba:

Se le pone a uno la carne de gallina viendo como muchos negocios de San José están colocando cortinas metálicas en las puertas y ventanas de sus locales. Es por protección contra los ladrones o que temen el querenquenquen, como llaman los nicas a las batallas y los combates.

En cambio las rejas que están colocando cada día más para proteger viviendas muy humildes, se colocan por alardear de riqueza. No comprenden sus arrogantes propietarios que los verdaderos ricos tienen su dinero y sus alhajas en los bancos (Triquitraques (de don Ninfo), 10 de mayo de 1983, p. 3).

Es curioso, se ha estudiado poco el encarcelamiento voluntario que ha experimentado la sociedad costarricense, ¿fueron esos meses el momento inaugural de nuestra arquitectura de verjas y alambre de púas? En todo caso, es una interrogante para una futura investigación y lo que resultó claro fue que el problema del hampa cobró presencia en el periódico, aunque de nuevo, omitiendo explicaciones o correlaciones con la desigualdad o la pobreza que afligían al país13. En su lugar, aparte de la férrea insistencia en la inseguridad o las amenazas de invasión y guerra en Nicaragua, afloraban columnas que hacían el llamado a tomar las armas y sugerían un restablecimiento del ejército, muestra de ello:

[…] que el Gobierno de Estados Unidos, nos envíe llegado el momento, sólo aviación, para poder contar con “techo”, y que a cambio de tropas, le suministre a nuestro gobierno constitucional, “lo indispensable”, y nosotros los costarricenses nos encargaremos de detener y expulsar al invasor.

El TICO, es un magnífico soldado, los he visto operando cuando hemos recibido adiestramiento en el exterior…

En el mundo conflictivo, solo había comunistas y no-comunistas, como Costa Rica era católica, “el número de no-comunistas era aplastante” (Sánchez Monestel, 17 de mayo de 1983, p. 3).

Las líneas anteriores correspondían a invectivas excepcionales, ya que no eran más que evocaciones que rayaban en lo fanático y cuyo objetivo era capturar la atención del consumidor. Pero el tema de la violencia seguía cosechando titulares, ya que también se afirmaba que ante la necesidad de resguardar la frontera norte contra la amenaza sandinista-comunista (utilizados como sinónimos), se estaba empleando a la policía o guardia civil, desguarneciendo a las ciudades y dejándolas en manos del hampa (García, 21 de mayo de 1983, p. 3) y se insistía, de manera implícita, en restablecer formalmente el ejército. Un notorio episodio tuvo lugar el 30 de mayo de 1984, el atentado contra Edén Pastora en La Penca provocó la muerte de tres periodistas y cuatro guerrilleros, la Extra no tardó en contestar en su fuerte lenguaje:

¡Malditos! Por utilizar a nuestros periodistas… ¡Maldito sea Edén Pastora! Porque están obligando a Monge a mantener una indefensa posición de neutralidad… ¡Malditos sean los nueve dictadores comandantes y demás hierbas de Nicaragua! Porque a veces piensan más en su partido y doctrina de serviles y no como costarricenses… ¡Malditos los diputados que con tal de llevar aguas a sus molinos están facilitando estos hechos, sean de izquierda o de derecha!

A quienes contribuyen desde cualquier posición y quehacer a estos hechos que enlutan hoy la prensa costarricense… ¡Malditos hasta que los gusanos se coman sus carnes! Hugo Araya C. (¡Asesinos!, 1 de junio de 1984, p. 1).

Tras el suceso, en los siguientes días se esgrimieron sendas críticas contra Pastora, el Organismo de Investigación Judicial se cuestionó el lugar de la entrevista, etcétera y también se publicaron hipótesis en torno a las fuerzas oscuras que promovieron la masacre. Para explicar este último punto, es necesario señalar que la página dos del periódico –el cual seguía caracterizándose por su brevedad– se había convertido en una mera sección de quejas de todo tipo, lo cual también abrió paso a que distintas personas se manifestaran y lejos de promover una opinión pública, las teorías de conspiración imperaron, destacando la presencia de “entidades malignas” afiliadas al régimen nicaragüense:

Desde hace días se viene dando cuenta por medio de la prensa nacional de hechos de algunos malos costarricenses que están sumamente interesados en que nuestra querida Costa Rica caiga en el colapso democrático y todo lo bueno que aquí tenemos como es ese mismo sistema, la paz y la libertad, se derrumben para siempre, ¿por qué? ¿Qué intereses intestinos lleva a esos malos costarricenses a promover a nivel internacional un desprestigio falso de lo que realmente es y ha sido Costa Rica siempre? ¿Por qué esos malos costarricenses se empeñan en favorecer más a los sandinocomunistas volcándose abiertamente en contra de su prestigio y la economía de Costa Rica? (Obregón, 7 de junio de 1984, p. 2).

Colapso democrático, malos costarricenses, prestigio, derrumbe para siempre… Ya no se trataba de presentar noticias con algunas hipérboles de por medio o de titulares sensacionalistas que dispararan las ventas, sino de crear una tribuna sin control alguno, en el que se pudieran lanzar ofensas, comentarios excéntricos o del todo desquiciados, ¿eran firmadas por ciudadanos o eran escritores fantasmas que le servían a la empresa periodística? La respuesta no puede ser tajante, aunque otro aspecto que pronto se unió a intensificar la hoguera mediática y que intuye la dirección que estaba siguiendo el rotativo, fue la aparición de su directivo, William Gómez, con su propia columna de opinión –una de las primeras que aparecía con autor explícito–, titulada “Prisma”, en la cual contó con plena libertad para expresarse, dando rienda suelta a teorías de conspiración, fantasías, estereotipos, entre otros. Los temas divagaban sin cesar, el 4 de junio de 1984, afirmaba que existían fuertes lazos entre la ETA del País Vasco, el M-19 colombiano, los tupamaros y por supuesto, los sandinistas; días más tarde afirmó, enfáticamente, que el atentado de La Penca era una conspiración de Managua, pero el efecto de este suceso perdía fuerza y en su lugar, los lectores merecían otras informaciones y nada mejor que referirse a las apariciones marianas que por esos días sacudieron al sur de la ciudad de San José, protagonizadas por las mujeres ciegas que recuperaron la vista:

Hace aproximadamente mes y medio que en nuestro país se vienen sucediendo una serie de testimonios sobre apariciones de carácter religioso. Curiosamente sólo Diario Extra se ha ocupado día a día de este fenómeno sobrenatural que ha mantenido en una constante vigilia a pueblos enteros. […] estos fenómenos que en el fondo contienen mensajes de gran fuerza moral, tendientes a lograr una mejor conducta de todos […] (Gómez, 16 de junio de 1984, p. 2)14.

Los comentarios de Gómez eran de un tono claramente subjetivo, lejos del profesionalismo periodístico, más bien correspondían a una variante de apuntes en torno a sus estereotipos, mitificaciones, simplificaciones, prejuicios y cabe preguntarse hasta qué punto influyó realmente entre la ciudadanía, qué tanto aportó a la formación de idearios políticos o en su defecto, a la trivialización de los mismos. En otras ocasiones, comentaba sin mayores sustentos, las posibilidades del gobierno de Ronald Reagan de invadir Nicaragua e inclusive, a Costa Rica (Gómez, 1 de julio de 1985, p. 2). Días más tarde, alertaba –de nuevo la xenofobia– del gran peligro que representaban los espías sandinistas que habían ingresado en instituciones públicas costarricenses, con el objetivo de desestabilizar al Estado, colaborar con narcotraficantes y ejecutar acciones terroristas, nótese la maravillosa combinación de tendencias disímiles que realizaba el autor. Aunque la columna pretendía ser un espacio democrático y de libertad de prensa, las posturas conservadoras y neoliberales asomaban con claridad y frecuencia:

[…] en la actualidad, el Estado costarricense es un gigante administrativo que usa sus facultades represivas (recaudación de impuestos, etc.) para poder abastecerse a sí mismo y en la mayoría del tiempo a medias. […]

El Estado costarricense es paternalista y debe crecer continuamente, porque cada vez que existe una pérdida de los agricultores, corremos al gobierno de turno a pedirle que nos ayude. Los ganaderos tienen problemas en su actividad y de inmediato vuelven los ojos al Estado. Vino un huracán y destechó cien casas y de inmediato a pedirle al Estado, en lugar de ver como las arreglamos solos, o como le ponemos un seguro de cosechas a nuestra milpa […] (Gómez, 2 de julio de 1985, p. 2).

Estado represivo y paternalista, pero que en caso de emergencia, era obligación de cada ciudadano procurarse un resguardo y resolver sus problemas en solitario. Curiosamente, por esos mismos días afloró el escándalo de los fondos de emergencia, en el cual se acusó a la Presidencia de utilizar dineros para desastres en la renovación del domicilio de Monge Álvarez, el caso fue llevado a juicio y los allegados del presidente fueron declarados culpables. La Extra no prestó mayor atención a estos desmanes, al contrario, aportó a la defensa del vicepresidente Armando Arauz, a quien se le calificó como sincero y con palabras llenas de franqueza (Armando Arauz: mi único delito es haberme rodeado de 2 sinvergüenzas, 23 de julio de 1985, p. 2). En su lugar, William Gómez se complacía en reiterar los ataques contra los sandinistas y sus ambiciones de exportar su ideología a Honduras y Costa Rica o calificar la iniciativa de paz del Grupo de Contadora, como meros “alcahuetes”. Además, las contradicciones en su discurso eran evidentes, si días antes censuraba al intervencionismo gubernamental, ahora urgía el resguardo de las zonas bananeras, como sostén de la economía nacional:

Profundo desaliento causó en todo el país la noticia de un nuevo huracán que destruyó cerca de 150 mil matas de banano, la semana anterior, que sumadas a las barridas en el mes de mayo, elevan el total a aproximadamente 750 mil. Todos somos conscientes de lo que representa para el país este tipo de pérdidas en un producto de exportación, y justamente cuando necesitamos las divisas, como oxígeno un moribundo. El desaliento se acrecienta, porque todos sabemos muy bien que las ayudas provenientes de los entes oficiales no llegan lo rápidamente que se necesitan para reactivar cualquier actividad (Gómez, 10 de julio de 1985, p. 2).

Esta era la postura de la cabeza del medio, que prosiguió insistiendo en la amenaza de una invasión sandinista y en ataques armados en Guanacaste (Nueva violación nica a nuestro territorio, 20 de julio de 1985, p. 3). Si bien Costa Rica fue sacudida por los conflictos en el istmo, con movimiento de tropas en su frontera norte, bases estadounidenses cortejando esa misma región, la aparición del grupo “La Familia”, el atentado de La Penca y las fuertes tensiones ideológicas; de ninguna manera se puede catalogar como de catástrofe o cuadro de guerra a la situación interna. El discurso promovido por la Extra se basaba en la inmediatez y en una paranoia irracional que no atendía causas ni explicaciones, inclusive, era claro que, a los pocos días, las noticias perdían su impacto y eran desechadas, por ello, lo más perenne eran las secciones de farándula, deportes y por supuesto, brujería, ovnis y afines.

Un trasfondo de tensiones sociales

Importancia se le debe conferir al aumento de las protestas que se comenzaban a desbordar, aunque las notas del Diario Extra sobre ellas se asemejaran a telegramas. Ya desde mayo de 1983 fuertes manifestaciones populares llevaron a que el gobierno central frenara las subidas tarifarias, sumando a las fuertes críticas contra el uso de los medidores por parte de los funcionarios de la Compañía Nacional de Fuerza y Luz (CNFL) y se acusaba al Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) de subsidiar con sus excedentes, la energía eléctrica de otros países centroamericanos (Obregón, 16 de mayo de 1983, p. 3). Este era el aspecto incómodo con el que debía lidiar la Extra, la realidad misma de un país presionado por organismos internacionales, en un contexto de violencia continental y con la fuerte presión de iniciar un nuevo modelo económico, afín al libre comercio. En los meses consultados, solo se encontró una nota que trataba de explicar lo que estaba ocurriendo, al menos en materia energética, aunque era un campo pagado por el ICE, destacando la construcción de grandes plantas hidroeléctricas como Corobicí, Arenal, Cachí y textualmente señalaba:

El servicio que disfrutamos se los debemos a las obras necesarias construidas por el ICE en los últimos 30 años. Para lograr lo anterior fue necesario conseguir empréstitos en el exterior que ahora tenemos todos la obligación de pagar. Cuando incurrimos en estas deudas el tipo de cambio no llegaba a ¢9,00 por dólar, ahora es de ¢40,50, casi cinco veces más. Los aumentos tarifarios recientes son para normalizar el pago de dichas deudas, que si no se pagan incumplirían los recientes convenios con los bancos acreedores y organismos internacionales, y provocarían nefastas consecuencias para la economía costarricense (ICE, 30 de mayo de 1985, p. 3).

Se trataba de un Estado interventor que había crecido en los 30 años anteriores, gracias a los empréstitos con bajos intereses en la edad dorada del capitalismo occidental. Ahora que el panorama se oscurecía, era tiempo de pagar y con creces. Igualmente, apenas se mencionaba el polémico caso de las donaciones multimillonarias que el gobierno de Monge recibió por parte de Estados Unidos, vía la United States Agency for International Development USAID. Solo para junio de 1984, se contabilizaban 400 millones de dólares, los cuales equivalían a cerca de 16 000 millones de colones (Estados Unidos nos ha dado 16.000 millones de colones en dos años, 20 de junio de 1984, p. 3).

¿Cuál era el propósito de esos dineros? ¿Resguardar la democracia, contrastar el éxito costarricense con la hecatombe sandinista? Pero estos cuantiosos donativos [dineros condicionados a la apertura y privatizaciones], no podían ocultar el sinfín de conflictos que se estaban generando en Costa Rica, los cuales no parecían tener una solución rápida ni justa. Solo en los meses consultados y a pesar de la marginalidad con que estas notas fueron tratadas, la lista de protestas resulta extensa, por no decir, agobiante y se puede cotejar en el siguiente Cuadro 1:

Cuadro 1.
Lista de protestas sociales ubicadas en el diario extra, 1983-1985

El cuadro muestra que eran distintas comunidades y actores sociales, así como una amplia gama de insatisfacciones, tensiones, desalojos y sin obviar el resto de problemas que no fueron registrados; Costa Rica enfrentaba serios retos que el medio de comunicación no se molestaba en revisar a profundidad. En su lugar, señalaba nuevos miedos que estaban a punto de invadir al costarricense promedio, ya que al finalizar el mes de julio de 1985, advertía de los muertos que estaba desencadenando la epidemia del VIH y se sorprendía de que fueran provocados por transfusiones de sangre y no por la creencia generalizada en esos años, de que era un castigo a los homosexuales (Nueve son los muertos por el SIDA aquí, 31 de julio de 1985, p. 3). En los siguientes meses imperaron las notas tradicionales en torno a los sandinistas, las guerras extranjeras (Las Malvinas, Irak-Irán) y demás frivolidades que lo caracterizaron y para el siguiente decenio de 1990 se enfrascarían en temas de superchería, sobre todo, brujería, dando paso a las portadas morbosas protagonizadas por titulares en rojo y sangre. La siguiente fase de este medio se dejaba avizorar en una supuesta carta que una fiel lectora les había enviado, en donde les urgía que abarcaran los temas que eventualmente han caracterizado a la Extra, no se puede más que poner en duda la autoría de este escrito, el cual rezumba conservadurismo, machismo y, de nuevo, auto-publicidad:

Les doy las gracias por ese periódico tan del pueblo y del país. A Diario Extra le tengo mucho cariño, porque gracias al Profesor Corazón que me ayudó mucho. Yo desearía pedirles que escriban artículos de belleza; cuidar el rostro, costura, confección de enaguas, blusas, vestidos y pantalones y algo sobre tejido.

También podrían escribir algo sobre cosmetología, pedicure y manicure y cómo cuidar el cabello, etc.

[…] Extra no ataca a los cristianos evangélicos como sí ocurre en otros periódicos: por eso, el Dios Jehová de los Ejércitos le da todos los días la bendición a Diario Extra (Gesto que mucho agradecemos y trataremos de complacer, 30 de julio de 1985, p. 2).

Eran las palabras de Ana Leidy Arias Trejos de Hatillo 3 y que pronto serían cumplidas. Diario Extra era un periódico del pueblo imaginado por sus propietarios y bendecido por dios, ahora sumando un discurso claramente patriarcal y con un conservadurismo recargado. Aunque se declaraba como el mejor de Costa Rica.

¿Cómo se materializaron los discursos del Diario Extra?

En las páginas anteriores se presentaron fragmentos y un intento de ordenamiento de los discursos –a veces contradictorios– que se enmarañaron en las páginas de la Extra, por supuesto, dejando de lado sus referencias a otros temas, como deportes o el mundo del espectáculo. Aunque se podría tener una visión preliminar de estas discursividades, es válido interrogarse hasta qué punto estas favorecieron el ejercicio del poder de los grupos que representaban. Antes de ello, es necesario precisar que el medio se enfrascó en reiterar significantes vacíos, palabras como crisis, corrupción, malestar o peligro, plagaron el periódico; pero que respondían a una estrategia de largo plazo. Por ejemplo, los significados implícitos calaron, en 1982 retornó al Poder Ejecutivo, el Partido Liberación Nacional, y repetiría el triunfo en 1986; la organización fue exculpada de la crisis económica, aun cuando en la década de 1970 fueron los gestores de CODESA y otros desmanes que pusieron el aparato productivo en vilo. La crisis se homologó, casi exclusivamente, con Carazo, una tergiversación histórica que mantiene una notoria y preocupante fortaleza hasta la actualidad.

Por otra parte, la paranoia bien pudo carcomerse a la población civil y distraerla de otros asuntos más urgentes, el miedo a un nuevo Carazo (¡y sus aliados comunistas!) pudo influir en que temas como la discusión de los programas de ajuste estructural contaran con poco debate15, por no decir, alta exclusión del grueso de la ciudadanía, como lo argumentó en su momento, Ciska Raventós (1995, p. 374). A su vez, la Extra no informaba con suma precisión de estas polémicas concertaciones, enfocada más en lucha contra el enemigo sandinista-marxista y por supuesto, el citado expresidente. Por su parte, la solidaridad con el pueblo nicaragüense en su lucha contra la dictadura de la familia Somoza, pronto –con suma rapidez– fue reemplazada por una fanática campaña mediática [intencional] y con fuertes tintes xenofóbicos; 40 años después es más que evidente que este legado se ha maximizado y el desprecio contra el resto del istmo ha venido en un alarmante aumento.

En cuanto al tema mismo del miedo, en todas las expresiones que la Extra utilizó: político, sobrenatural, la guerra, invasiones, terroristas, etcétera; estos tuvieron múltiples resultados concretos. Páginas atrás señalábamos como fue aumentando el uso de las cortinas metálicas y los alambres de púas, las viviendas prisión que asoman con facilidad en el paisaje costarricense. A esto se suma, que, en las frecuentes encuestas de opinión, se suele citar la inseguridad y la criminalidad (más el narcotráfico), como los problemas más apremiantes de la sociedad, dejando de lado que se convierten en meros tópicos o significantes vacíos, puesto que carecen de contexto, causalidad y no se ofrecen referencias al aumento de la pobreza y la desigualdad; el crimen es causado por meros demiurgos malignos como la Extra ha profesado por décadas.

Por último, y apelando a la auto-etnografía, el autor de estas páginas creció escuchando los relatos del peor presidente de Costa Rica, para mi sorpresa, esos discursos calzaron plenamente con lo encontrado en la Extra; lo que escuché en la década de 1990 fue escrito en los albores del citado medio. Asimismo, cuarenta años después de iniciada la publicación de Diario Extra, sus discursividades parecen haberse materializado, no solo en su vigencia –a pesar de la decadencia de la prensa escrita, provocada, en cierta medida, por la competencia con las plataformas digitales– la cual comparte con La Teja; sino en la pornificación de las portadas, el fanatismo religioso que ha crecido vertiginosamente, los reclamos de autoritarismo político y en general, una alarmante trivialización de la política o del desempeño mismo de la ciudadanía. El modelo de la Extra es el estándar actual del periódico en Costa Rica y se ha confundido con la prensa seria, como advirtió Steimberg (2000).

Conclusiones

Una pregunta adicional que fue tomando forma durante el proceso de investigación que dio lugar al presente artículo, se concentró en la preocupación acerca de: ¿cómo historizar este periodo de la historia a partir de un medio de comunicación deliberadamente falaz? Actualmente, en la historiografía costarricense, ha cobrado fuerza el uso de la fuente hemerográfica, ya que su abundancia, constancia y relativo fácil acceso, influyen en que se convierta en una herramienta óptima para el análisis histórico. No obstante, se suelen emplear medios de comunicación que gozan de cierto prestigio, inclusive, confianza, a pesar de sus posicionamientos ideológicos (conservadores, comunistas, etcétera). Con el Diario Extra se presenta una situación muy diferente, aparte de sus expresiones ideológicas, su contenido raya con el ocio burdo y en los peores casos, con las teorías de conspiración o las explícitas notas que se acercan más al campo de la mera ficción o el fanatismo.

Esta especie de advertencia, sin embargo, podría encubrir otro problema mayor y que suele ser obviado en la investigación social. En la práctica, esta acusación de falsedad que se le podía adjudicar a la Extra, también es propio de otras fuentes que, a priori, se suelen considerar como auténticas o transmisoras de la “verdad”. Esto lleva a interrogar con cuidado el papel de la historiografía, sobre todo en los tiempos actuales, cuando se están desbordando las noticias falsas (o fake news): ¿qué se está escribiendo, Historia, procesos reales o, por el contrario, se procede a reconstruir discursos? Por mucho, la interrogante anterior se refiere al tema de la representación misma; con la Extra y muchas otras fuentes, se puede analizar la creación de discursos políticos, culturales, económicos o yuxtapuestos, así como la fabricación intencionada de miedos, enemigos públicos, entre otros. Pero, tomando en cuenta que son representaciones y visiones diversas [antagónicas] del mundo, no son necesariamente precisas o falsas, sino, muchas veces ajenas a las formas tradicionales en que se expone la Historia; especialmente la cientificista heredera de los Annales franceses.

Entonces, la Extra construyó una serie de discursos –en plural, ya que a veces se asocian unos con otros o posturas que incluso pueden ser contradictorias– que representaron a grupos sociales que nos atrevemos a ubicar en las cúpulas políticas liberacionistas, por lo menos en los primeros años y aquellos colectivos (neoconservadores) que recurrieron a la utilización del miedo y distorsiones de la realidad, para distraer a la sociedad civil, así como amedrentarla. Esto tuvo el objetivo de crear cortinas de humo (una de las funciones básicas del sensacionalismo) y evitar que se comprendiera de lleno las difíciles circunstancias que atravesaba la Costa Rica de principios de la década de 1980. Periodo en que se combinaba la crisis de los hidrocarburos, las presiones por la deuda externa, las guerras en Centroamérica, el impacto renovado de la Guerra Fría y las carestías de productos básicos al interior del país. En su lugar, se difundió y asentó el mito de que Rodrigo Carazo fue el “peor gobernante” costarricense de todos los tiempos y el culpable absoluto, estereotipos vigentes hasta la actualidad.

Los medios informativos que expresaran opiniones públicas centradas, coherentes e inclusive, argumentos explicativos, comenzaron a sufrir un retroceso que no se ha detenido. En su lugar, se fortaleció un oligopolio mediático y desde 1980 pulularon las noticias sensacionalistas que llamaron al pánico colectivo y que trivializaron la política o las crisis económicas, así como glorificaron lo mundano, no solo los deportes o la farándula, sino las teorías conspirativas e incluso, los meros disparates. Por último, cabe preguntarse el impacto que medios como Diario Extra pueden tener en el desarrollo intelectual y educativo de la población, considerando su alta difusión, ¿qué tanto ha influido? Se podría sugerir, como argumento de cierre, que el medio aquí estudiado allanó el camino –junto con el posterior periódico La Teja– para la popularización de la prensa escrita como medio de escape de los problemas cotidianos, la difusión de mitos contemporáneos (“todos los políticos son corruptos-incompetentes”) y más importante, un mecanismo de control social neoconservador que anula los esfuerzos de la educación básica, promulgando una lectura de “textos” falsos, que encubren mensajes de odio y que carecen de contexto, causalidad o explicación básica, ¿un oscurantismo de la opinión pública?

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  • 1
    Por eso nos referimos a la construcción de “narrativas fanáticas” con una alta carga subjetiva y de odio que expresaba el diario, paralelo a la conformación de una “realidad alternativa”, ya que las notas estaban creando otro mundo que no coincidía con la Costa Rica de principios de la década de 1980.
  • 2
    Parratt al sintetizar la tipología periodística del peruano Gargurevich, omitía el sensacionalismo y solo se consideraba: la nota informativa, la crónica (de interés humano e histórico), el testimonio, el reportaje, la entrevista, los géneros gráficos (como la caricatura), el editorial, la columna, la reseña y el folletín (2008, p. 52).
  • 3
    Aparte del trabajo de Vega, no se conocen estudios acerca del sensacionalismo en Costa Rica y, en general, el Diario Extra ha sido un medio escasamente investigado en el campo historiográfico. Por otra parte, la crisis de 1980 fue abordada, entre otros, por Rivera Urrutia (1982), Rovira Mas (1987) y Vargas Solís (2003), enfatizando en los problemas estructurales que la economía costarricense acumulaba, así como la intervención del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, para encarrilar el aparato productivo hacia el libre comercio. Asimismo, los trabajos recientes de Díaz Arias (2019) y Astorga Sánchez (2019) también concentraron su atención en los primeros años de la década de 1980, el primero se centra en el estudio del uso del término neoliberal en las campañas electorales (enfatizando en las notas publicadas por el diario La Nación) y el segundo, en el concepto de paz en la prensa (a partir de los periódicos La Nación, Semanario Universidad y el Eco Católico).
  • 4
    En la literatura especializada no se establecen diferencias teóricas de peso entre amarillismo y sensacionalismo. Aunque Steimberg (2000) señala que la prensa amarilla en el contexto de los Estados Unidos de finales del siglo XIX, era cómica, trivial y sobre todo, opuesta a la prensa política y seria. Mientras que el problema contemporáneo se encuentra en la dificultad para diferenciar entre prensa seria y amarilla.
  • 5
    El presente artículo cita textualmente más de una veintena de artículos del Diario Extra, la gran mayoría sin autor. Asimismo se emplearon más de 15 notas en la elaboración del Cuadro No 1 y como ejemplo del contenido habitual en materia de sucesos, se citaron los titulares de una página entera (la 11, del 10 de marzo de 1981). Este trabajo corresponde a un producto del proyecto de investigación: "Ascenso de las tesis neoliberales en Costa Rica y promoción del libre mercado a través de centros ideológicos, como estrategia de acumulación irrestricta por parte de las élites económicas, 1980-2000" (proyecto B8124) del Centro de Investigación en Identidad y Cultura Latinoamericana de la Universidad de Costa Rica. A lo largo de dicho estudio, se revisaron ejemplares de la Extra entre los años 1979 y 2000, por ello y en orden aleatorio, se revisó un mes completo para cada año, totalizando cerca de 600 ejemplares de los tomos disponibles en la Biblioteca Nacional. No obstante, y como más adelante se detalla, el medio era de una extensión reducida y con limitada atención a los asuntos nacionales, tanto en materia política, como económica; por ende, era necesario discriminar y de momento, la atención se centró en el periodo comprendido entre 1979 y 1985. Entonces, del total de ejemplares, la muestra se redujo a 150 y de ella fueron extraídos aproximadamente unas 103 notas que fueron sintetizadas en un fichero de Word. Dada la repetición de temas, la brevedad o inclusive, la irreverencia, para el texto final –y tras el análisis de discurso–, solo se citaron las notas que aparecen en las referencias. Además, cabe destacar que la prioridad era comprender cómo la Extra informaba acerca del gobierno de Carazo y de las vicisitudes de esos años, los mecanismos para distorsionar la realidad (por ejemplo, los insultos y acusaciones de autoritarismo del gobierno) o el asustar con invasiones u otros peligros. Dado que el estudio no es semiótico, el conteo de palabras y otras técnicas similares no fueron empleadas.
  • 6
    Se puede especificar que la población de Costa Rica, para el año 1980, superaba los 2 300 000 habitantes y era mayoritariamente rural, para 1982 la inflación se situaba en un 80 % y la deuda externa representaba el 100 % del PIB. Era un país dependiente de las agroexportaciones, con una industria ligera (de ensamblaje) y escaso desarrollo en el sector terciario, al menos en esos años. Asimismo, en 1980 un 20 % de las familias se podía calificar como pobres, aunque para 1982, tras la explosión de la crisis, la cifra se elevó a un 48.1 %, aunque en los siguientes años se logró estabilizar, nuevamente, por debajo del 20 % (Lizano, 1999, pp. 24, 135-136). Otros aspectos que caben mencionar: en Costa Rica se había abolido el ejército desde 1948 y contaba con un sistema democrático que alternaba entre partidos con tendencias socialdemócratas (PLN) y distintas formaciones conservadoras de derecha. Carazo había sido un miembro insigne del PLN, pero alcanzó la presidencia por medio de sus opositores.
  • 7
    Fue iniciativa de los gobiernos liberacionistas, entre 1970 y 1978, también conocido como Estado empresario y que pretendió gestar empresas y luego transferirlas al sector privado. El problema es que se invirtieron millones de dólares, obtenidos por medio de empréstitos y luego, por vías poco democráticas, fueron privatizadas a finales de la década de 1980. Para más detalles se puede consultar la obra de Vega (1982).
  • 8
    Dado que no se cuenta con autorización expresa del citado medio y para evitar infringir derechos de autoría, no se puede anexar imágenes. Aunque una búsqueda en navegadores como Google imágenes, ofrecería oportunas ilustraciones.
  • 9
    Como estos datos bien muestran, en Costa Rica se ha consolidado un oligopolio en medios de prensa que consiste en el predominio del Grupo Nación y en menor grado, el Grupo Extra. A lo largo del siglo XX existieron otros periódicos influyentes como La Tribuna, El Diario de Costa Rica y La República, aunque los dos primeros desaparecieron y el tercero se mantiene, pero con una presencia marginal. Por su parte, La Nación fue fundada en 1946 y pocos años después fue adquirida por la familia Jiménez, una de las principales facciones de la élite local. Asociada a ella se encuentra la cervecera Florida Ice and Farm Company (FIFCO) y sendas inversiones en café, azúcar, turismo y actividades inmobiliarias. La Nación ha sido un diario conservador y con numerosas conexiones con el poder político costarricense (para más detalles se pueden consultar los textos de Vega, 1982 y Robles y Voorend, 2012).
  • 10
    Incluyendo el incremento de la intolerancia política para las elecciones presidenciales de 2014, el resurgimiento del miedo al comunismo, la captura de los principales medios en manos de las élites empresariales; así como el predominio de atributos afectivos de parte del electorado hacia los candidatos (Fuchs, 2020). Por último, Fuchs también señala que el tópico que más suelen mencionar los medios –La Nación y Teletica– es la corrupción como el principal mal que aflige a la sociedad costarricense.
  • 11
    La nota no se equivocaba del todo, el presidente de la Unidad era Manuel Jiménez de la Guardia, uno de los hombres más ricos del país. A su vez, gran parte de la élite económica colaboraba en el gabinete y diputaciones del oficialismo.
  • 12
    A esto se suma que la democracia costarricense superaba en defectos a las peores dictaduras, puesto que Carazo en persona acaparaba alimentos, contraía empréstitos, se entrometía en las instituciones, etcétera. Ahora, este mismo enfoque lo compartía el diario rival, La Nación, el cual también culpabilizaba acríticamente al mandatario. Un rastreo sencillo de portadas, denota que la política se individualiza, no existe gobierno u otros actores (extranjeros, empresarios, medios, entre otros), solo Carazo parecía ser el responsable. Al respecto, cabe señalar que esta visión todavía sigue vigente en la actualidad. Para más detalles se puede revisar una nota reciente del citado rotativo: Jiménez (9 de setiembre de 2018).
  • 13
    Otra nota de este tipo aportó en la estigmatización de los barrios del sur, calificándolos de sitios en extremo peligrosos y francamente, criminales: “En lugar de aminorar cada día que pasa es mayor la preocupación de vecinos de los Hatillos por la ola de robos, violaciones y asaltos en este populoso distrito, manifestó en una sesión del Club de Leones hatillense el presidente del comité de vigilancia de este sector sur de la capital. Manifestando a la vez que ya los delincuentes no respetan niños, ancianos ni adultos en general para cometer sus fechorías. Digno de destacar es la encomiable labor que el comité mencionado realiza aun a costa de sus propias vidas y de sus familiares vigilando día y noche…” (Blanco, 4 de junio de 1984, p. 5).
  • 14
    En otra ocasión discutiendo los viajes del presidente Monge y su política exterior, William Gómez realizó comentarios que resultan machistas, máximo cuando se toma en consideración que las siguientes líneas tenían escasa conexión con el tema central de la columna: “Un ejemplo de lo anterior lo tenemos en la vida cotidiana, así un ama de casa cuyo marido sea un tipo común que mantiene su hogar con su salario y que su esposa no afrenta problema alguno, pasa a ser una más de las señoras del barrio. Pero si existe una esposa cuyo marido sea escandaloso y la maltrate físicamente, de inmediato es foco de atención general, de comentarios y aviesos ojos de sus vecinas en busca de un nuevo “morete” en su humanidad” (Gómez, 14 de junio de 1984, p. 2).
  • 15
    Al momento de escribir estas líneas, no se hallaron referencias significativas a los PAEs; por lo menos, no en la muestra analizada.

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    Jun 2021

Histórico

  • Recibido
    06 Ago 2020
  • Acepto
    15 Feb 2021
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None CIICLA, detrás de la Facultad de Letras, Universidad de Costa Rica, San Pedro de Montes de Oca, San José, Costa Rica, América Central, San José, Costa Rica, San José, Costa Rica, CR, 11501-2060, 2511-7253 , 2511-1958 - E-mail: intercambio.ciicla@ucr.ac.cr
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