Resúmenes
<span name="style_bold">Justificación y objetivo:</span> la mortalidad infantil siempre ha constituido un magnífico indicador sanitario por su facilidad de cálculo y de interpretación. Además, refleja bastante bien las condiciones de vida y de avance sanitario de un país. El objetivo principal de este trabajo fue evaluar la evolución de las tasas de mortalidad infantil durante noventa años (1920-2009). <span name="style_bold">Metodología:</span> estudio epidemiológico descriptivo, basado en una serie cronológica que cubre noventa años. Para construir las tasas, se obtuvieron las defunciones y nacimientos vivos anuales del INEC, las cuales además fueron promediadas por quinquenios. La mortalidad infantil fue desagregada en mortalidad neonatal y postneonatal. También se dispuso de la mortalidad general del país, para así obtener el aporte porcentual de la mortalidad infantil al total de muertes. <span name="style_bold">Resultados:</span> la tasa de mortalidad infantil fue de 248,3 por mil nacidos vivos en 1920, y pasó a 8,8 en 2009, para un descenso del 96,4%. La tasa de mortalidad neonatal en 1920 fue de 67,6 por mil nacidos vivos, para descender en 2009 a 6,44, con un descenso del 90,5%. La mortalidad postneonatal pasa de una tasa de 180,7 en 1920, a 2,4 en 2009, para un descenso del 98,6%. En cuanto a la razón mortalidad postneonatal/neonatal hasta 1974, siempre fue favorable a la primera, pero a partir de ese año sucedió lo inverso, tanto que ya para el quinquenio 2005-09, prácticamente resultó ser el triple. En Costa Rica, hasta el quinquenio 1965-69, la mortalidad infantil siempre representó más del 30% de la total, alcanzando en algunos años porcentajes mayores al 40. A partir de 1970 se inicia el descenso porcentual de este aporte hasta llegar a ser apenas el 3,9% durante el quinquenio 2005-09. <span name="style_bold">Conclusión:</span> Costa Rica, en el lapso estudiado, alcanzó un notable logro al abatir la mortalidad infantil en más de un noventa por ciento. Queda el reto de continuar disminuyendo la tasa, con particular énfasis en la mortalidad neonatal. Costa Rica, en el lapso estudiado, alcanzó un notable logro al abatir la mortalidad infantil en más de un noventa por ciento. Queda el reto de continuar disminuyendo la tasa, con particular énfasis en la mortalidad neonatal.
salud pública; epidemiología descriptiva; mortalidad infantil
<span name="style_bold">Background:</span> Infant mortality has always been a very good health indicator because it is easy to calculate and to interpret. It also reflects very well the living conditions and health progress of a country. This work aims to evaluate the evolution of infant mortality rate over a period of ninety years (1920-2009). <span name="style_bold">Methods:</span> A descriptive epidemiological study on the evolution of infant mortality over a ninety-year period. In order to calculate infant mortality rates, we obtained from INEC the number of deaths and live births for each year. The average mortality rate for five-year periods was also calculated. Infant mortality was divided in neonatal and post neonatal mortality. It was also possible to obtain heall-cause mortality rates for each year, and it was used to determine the percentage of infant deaths with respect to total deaths. Results: In 1920, infant mortality rate was 248.3 per thousand live births and in 2009 it was 8.8; a 96.4% decrease. In 1920, the neonatal mortality rate was 67.6 per thousand live births and in 2009 it was 6.44; a 90.5% decrease. The postneonatal mortality rate went from 180.7 in 1920 to 2.4 in 2009; a 98.6% decrease. Until 1974, the postneonatal/neonatal mortality ratio always favored the former, but this changed and for 1995-99 the figure for neonatal mortality was twice the one for postneonatal mortality, and for 2005-09 it was almost threefold. Before 1965-1969, infant mortality accounted for more than 30% of the all-cause mortality, and in certain years it was over 40%. Since 1970, the figure of infant mortality as a percentage of all-cause death dropped, until it reached 3.9% during 2005-2009. A descriptive epidemiological study on the evolution of infant mortality over a ninety-year period. In order to calculate infant mortality rates, we obtained from INEC the number of deaths and live births for each year. The average mortality rate for five-year periods was also calculated. Infant mortality was divided in neonatal and post neonatal mortality. It was also possible to obtain heall-cause mortality rates for each year, and it was used to determine the percentage of infant deaths with respect to total deaths. Results: In 1920, infant mortality rate was 248.3 per thousand live births and in 2009 it was 8.8; a 96.4% decrease. In 1920, the neonatal mortality rate was 67.6 per thousand live births and in 2009 it was 6.44; a 90.5% decrease. The postneonatal mortality rate went from 180.7 in 1920 to 2.4 in 2009; a 98.6% decrease. Until 1974, the postneonatal/neonatal mortality ratio always favored the former, but this changed and for 1995-99 the figure for neonatal mortality was twice the one for postneonatal mortality, and for 2005-09 it was almost threefold. Before 1965-1969, infant mortality accounted for more than 30% of the all-cause mortality, and in certain years it was over 40%. Since 1970, the figure of infant mortality as a percentage of all-cause death dropped, until it reached 3.9% during 2005-2009.
Public health; descriptive epidemiology; infant mortality
Ronald Evans-Meza
*Dirección para correspondencia:
Costa Rica had a notable achievement in reducing infant mortality more than 90% during the reviewed period.
1 Además, es una métrica de salud fácil de calcular y de interpretar, de allí su frecuente utilización en demografía y epidemiología.
La declinación de la tasa de mortalidad infantil (TMI) a nivel mundial se ha venido produciendo a lo largo de todo el siglo XX, pero en particular en su segunda mitad. Así por ejemplo, enlos Estados Unidos era de 29,2 por mil nacidos vivos en 1950, pasando a 16,1 en 1975 y, por último, en 2012 fue de apenas 6 por mil nacidos vivos.
3 (Figura 1).
Tradicionalmente, y por razones analíticas que tienen que ver con la causalidad de las muertes de los menores de un año, se ha subdividido la tasa de mortalidad infantil en dos grupos: la que ocurre en los primeros veintiocho días (que se ha denominado mortalidad neonatal) y la que acaece a partir del día 29 hasta el décimo segundo mes de la vida (mortalidad postneonatal o residual).
5 Como se dijo, predominan los denominados factores endógenos. Incluso algunos autores subdividen esta mortalidad en la que ocurre durante los primeros siete días de nacido (mortalidad precoz) y la que acontece entre el octavo y vigésimo octavo día (mortalidad tardía). En un informe lanzado en 2014 por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), se afirma que el 44% de las muertes en menores de cinco años que ocurren en el mundo, acaecen durante el primer mes de nacidos.6 A su vez, la mortalidad postneonatal o residual es originada principalmente por factores exógenos (ambientales), como la desnutrición, las infecciones, las parasitosis, los accidentes, etc. Existe además “clara evidencia de la relación inversa entre mortalidad neonatal y nivel de ingresos y escolaridad materna, por una parte, y mortalidad postneonatal y nivel de desarrollo de los servicios de salud, por la otra”.1 Estas diferencias permiten explicar en parte, los cambios en ambas tasas ocurridos a través del tiempo.
7 Los decesos desde 1970 hasta 2009 se obtuvieron de la base de datos en línea del Centro Centroamericano de Población (CCP).8 Así, se cubre un apreciable lapso de noventa años.
9 el resto de las defunciones totales de Costa Rica.
Cuadro 1 y Figura 2).
Cuadro 2).
Luego de la brusca caída de la tasa de mortalidad infantil durante la década de los setenta, se produce un estancamiento en el primer quinquenio de la década del ochenta, que es seguido por un leve descenso en el próximo quinquenio, pero en 1990 se produce una ruptura de la tendencia, ya que la tasa aumenta, fenómeno que ha sido muy bien estudiado por Rosero.
cuadro 3 se aprecia que en la década de los años setenta se produce un explosivo descenso de ambas mortalidades, por cuanto la tasa neonatal se reduce entre los dos quinquenios en un 31,82% (3,18% interanual), y la postenonatal baja en un asombroso 53,14% (5,10% interanual). Tomando en cuenta solamente los años extremos de dicha década, la mortalidad neonatal desciende de 25,0 a 12,6, para un descenso porcentual de 49,6, en tanto la mortalidad postneonatal desciende de 36,20 en 1970, a 9,5 en 1979, para un portentoso descenso del 73,7% en apenas un corto lapso de diez años.
cuadro 3 muestra además cómo ha evolucionado la razón entre la mortalidad postneonatal y la neonatal a través del lapso estudiado. Se observa que hasta 1959, la tasa de la segunda duplicó –e incluso en algún caso, más que triplico‐ la tasa de la primera. Entre 1960 y 1974, la mortalidad postnenonatal continuó superando la neonatal, con una magnitud cada vez más decreciente en relación con lo sucedido en los primeros cuarenta años. Pero a partir de 1975, la razón se invierte, puesto que la mortalidad de los primeros 28 días de nacido pasa a dominar a la que ocurre entre el segundo y el undécimo mes, tanto que ya para le década de los años noventa, prácticamente la duplica, y para el quinquenio 2005-2009, casi la triplica (Cuadro 3 y Figura 2).
cuadro 2 se observa que durante los cincuenta años comprendidos entre 1920 y 1969, las muertes de menores de un año representaron, como mínimo, la tercera parte del total de la mortalidad. De hecho, en ese lapso, en algunos años, de cada 10 defunciones, 4 ocurrieron en la población que no había llegado a cumplir un año de edad. Como se evidencia, la situación empieza a mejorar notablemente a partir de 1970, ya que por vez primera, solamente 1 defunción de cada 5, corresponde a menores de un año.
Cuadro 2).
Resulta evidente que el mejoramiento de las condiciones socioeconómicas de la sociedad costarricense en los últimos 50 años, es responsable en gran medida del mejoramiento del nivel de salud. Ya se mencionó que la mortalidad infantil es un parámetro muy adecuado, capaz de reflejar con bastante fidelidad, las condiciones sanitarias y socioeconómicas de una región o de un país. Una elevada mortalidad infantil siempre se ha asociado con el hambre, la desnutrición, los bajos ingresos, las carencias básicas del saneamiento ambiental, el analfabetismo y todas las demás características de la pobreza. Chadwick, en su famoso informe elaborado en 1842, reconocía la enorme diferencia que había entre las tasas de mortalidad infantil de acuerdo con las tres clases sociales que diferenciaba: “La mortalidad de los niños menores de un año que para la aristocracia era de un muerto por cada diez niños, para los comerciantes llegaba a uno por cada seis y para los obreros se elevaba a uno hasta cuatro niños”.11 También, hace ya más de un siglo que en Gran Bretaña, Sir Arthur Newsholme sentenció “que no hay un hecho mejor establecido el que la tasa de mortalidad, y en especial, la tasa de mortalidad infantil, muestran una fuerte relación inversa proporcional al status social de la población”.12 Max Weber lo dijo de una manera muy elocuente “Todo, desde la posibilidad de permanecer vivo durante el primer año de vida, hasta la de contemplar delicadas obras de arte, la de tener buena salud y crecer, y en caso de estar enfermo, reponerse pronto, la posibilidad de no convertirse en un delincuente juvenil -y la muy decisiva de lograr un grado de educación intermedio o superior- todas estas posibilidades de la vida reciben la influencia decisiva de la propia posición en la estructura económica de clase”.
14-17 Mohs ha hecho hincapié en el desarrollo económico manifiesto en el último cuarto de siglo, inserto “en una realidad socio-política caracterizada por una democracia representativa y participativa...con una función reguladora del Estado en el área económica y una fuerte orientación social en su estilo de desarrollo”.14 También menciona como factores contribuyentes ciertos cambios demográficos. A ellos se asociaron importantísimas medias de política de salud, tomadas especialmente a comienzos de la década de los años setenta, como el Primer Plan de Salud (1971), la promulgación de la Ley de Universalización del Seguro Social (1971), la ley de traspaso de los hospitales a la Seguridad Social (1973), la Ley General de Salud (1973) y la implantación de los programas de Salud Rural15 y Comunitaria, para la población rural dispersa (a partir de 1970) y urbano marginal.
Rosero, en diversas publicaciones, ha tratado bastante el tema de los diversos factores que explican el éxito alcanzado. En 2004, este autor, utilizando el análisis de regresión múltiple, encontró que para el periodo1972-80, el factor más relevante del descenso de la mortalidad infantil fue la extensión de la atención médica, en particular, de la Atención Primaria de Salud. Este factor por sí solo, explicaría el 73% del descenso de la mortalidad en menores de un año.
El mejoramiento de las condiciones socioeconómicas sería el responsable de un 22% de la disminución de dicha tasa. Rosero atribuye la “reversión del estancamiento y deterioro de algunos indicadores de salud”, en la década de los años ochenta y principios de los noventa, a la reforma del sector salud iniciada en 1995.
Cabe poca duda entonces, de que el éxito alcanzado por Costa Rica en la reducción fenomenal de la mortalidad infantil durante la segunda mitad del siglo veinte, obedece a múltiples factores, entre los que sobresalen los de índole económica, educativa, y el diseño e implementación de acertadas políticas de salud. Como refiere la doctora Ávila “el cambio en las cifras de mortalidad infantil ha sido espectacular, pero no milagroso. Es el producto de una serie de acciones dentro y fuera del sector salud, emprendidas por diferentes gobiernos y en diferentes épocas”.18 Resulta de interés conocer que dichos logros han resistido el embate de varias crisis económicas que han ocurrido durante ciertas épocas del lapso señalado, aun cuando como es de suponer, la velocidad del descenso de los indicadores de salud, entre ellos, por supuesto, la mortalidad infantil, se ha ralentizado. Se trata de un reto muy grande que tienen las autoridades de salud actuales y las del futuro, de continuar con dicha obra, garantizando que más niños costarricenses alcanzarán el primer año de vida con buenas condiciones de salud. Conviene recordar además, que la muerte de un niño golpea drástica y dramáticamente la conciencia social y se convierte en una tragedia familiar con vastas repercusiones. De hecho, “siempre ha sido rodeada de un contenido emotivo y político muy especial”.
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*Correspondencia a:Afiliación del autor: Investigación de Ciencias de la Salud, Universidad Hispanoamericana. *roevansme@gmail.com
Fechas de Publicación
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Publicación en esta colección
04 Jun 2015 -
Fecha del número
Jun 2015
Histórico
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Recibido
10 Jul 2014 -
Acepto
13 Nov 2014