Después de 45 años de ejercer la profesión, con la experiencia adquirida, sumada a mis éxitos como cirujano y también a “algunos” fracasos, aprendí lo siguiente sobre ella. Nuestra profesión tiene un enorme valor, debido a que protege el capital humano, el insumo más importante que tiene una nación.
Pues, sin salud adecuada no es posible en la mayoría de los casos, una buena educación, indispensable para progresar en la vida, lograr un trabajo digno y un desarrollo social y económico adecuados, ya sea particular, o de un pueblo o país. Aprendí también que en nuestra profesión no solo debemos ver enfermos, diagnosticarlos tempranamente si es posible y tratar de curarlos, sino también evitar que la gente se enferme. Para ello tenemos que brindar educación para la salud, enseñándole a la población a evitar los factores de riesgo para enfermar, como el licor, el tabaco, las drogas, el exceso de velocidad, la obesidad, las relaciones sexuales promiscuas, y apoyar todas las medidas preventivas necesarias, desde las vacunas, el agua potable, los embarazos no deseados, hasta hacer ejercicios, controlarse el azúcar y la presión y muchos más.
La nuestra es la única profesión que atiende y protege la salud de las personas desde antes de nacer hasta su muerte.
1-Antes de la concepción. En caso de esterilidad de la pareja, se trata a ambos para ofrecerles la oportunidad de tener hijos propios, lo que incluye “la fertilización in vitro”. Aquí, el médico está superando un problema de la naturaleza.
2-Durante el embarazo, protegemos, no solo a la madre, sino también al embrión y al feto, al señalarle a la embarazada los cuidados que debe tener para no causarle lesiones a este. Se le explica sobre la dieta, los ejercicios, evitar licor, tabaco y drogas. Se le proporciona ácido fólico y hierro, y se le advierte acerca de las picaduras de zancudos que pueden ocasionarle zika y dengue. Se chequea a la madre periódicamente durante 9 meses en el Seguro Social, o en forma privada. Se le hace ultrasonido, y si se descubre alguna patología, como una gran hernia diafragmática, o quiste del pulmón o riñón, se le opera con éxito vía laparoscópica.
3-Durante el parto. Se atiende a la madre y al niño y, si es necesario se realiza una cesárea, evitando así que muera una madre y su niño, a raíz de una pelvis estrecha, una placenta previa y otras patologías.
4-Después del parto se practica al niño la prueba del “tamizaje del talón”, con la cual se diagnostica en él, 24 o más enfermedades metabólicas o endocrinas.
5-Los niños, desde su nacimiento y hasta los 6 años, son cuidados: ya sea por pediatras en la medicina privada, o si tienen escasos recursos, en el sistema de CEN-CINAI, donde se les alimenta, se les educa y cuida por profesoras entrenadas y enfermeras, y se les controla su salud por parte de médicos.
6-Tratamos de detectar tempranamente enfermedades en nuestros pacientes, con el fin de curarlos mediante el papanicolau, ultrasonidos, endoscopias, mamografías, biopsias, o incluso, descubrir enfermedades genéticas y ayudarlos si es posible, a ellos o a sus familias.
7-Si la persona está enferma, tratamos de curarla, mediante tratamientos quirúrgicos o médicos, si es posible, o por lo menos, paliamos su enfermedad.
8-La rehabilitamos cuando es necesario.
9-Despues de muerto incluso, los patólogos tratan de ver la causa de muerte del paciente, por si hay factores de riesgo para la familia, o por problemas legales.
El problema es que la Medicina no es una ciencia exacta y, a pesar de los grandes avances diagnósticos y terapéuticos logrados al presente, las fallas por diversas causas son una posibilidad, pues el “azar” nadie puede preverlo, de manera que hay enfermos con la misma enfermedad, que responden muy bien a al tratamiento usual, y otros que no, aunque sea similar. Por esa razón, el médico, cuando ve por primera vez a un enfermo, no debe prometerle la cura de su mal, sino, señalarle, eso sí, que pondrá lo mejor de su capacidad y esfuerzos como profesional para intentar curarlo, ya que no somos dioses, sino meros mortales. Además, como muy bien Hipocrates había señalado, “el médico es un ayudante de la naturaleza”, ya que en la curación de una patología participan además, el sistema defensivo inmunitario y el regenerativo, entre otros, amén de la buena disposición de la mente para la curación.
No se debe olvidar que la medicina es la profesión a la cual, los seres humanos, en calidad de pacientes, acuden con más confianza o fe. Cuentan todos sus problemas, hasta los más íntimos, y se someten a todo tipo de exámenes y tratamientos, incluso con riesgo para su vida, previa explicación de la necesidad de ello, y con consentimiento informado. Debido a esa confianza que los pacientes tienen con nosotros sus médicos, la medicina no solo debe estar ejercida por profesionales con una buena preparación académica, sino que, además, el médico debe actuar con gran honestidad y tratar al paciente con todo respeto y consideración. Por eso, no debemos llamarlo cliente (como algunos les dicen en la medicina privada), sino que siempre debe calificársele respetuosamente como paciente, y sobre todo, reconocer la “dignidad” que, como persona, tiene, y tratarlo como quisiéramos ser tratados nosotros cuando estamos enfermos.
Dr. Juan Jaramillo Antillón
Premio Magón 2016
Fechas de Publicación
-
Fecha del número
Apr-Jun 2017