Resumen
Este artículo presenta los resultados de una investigación cuyo objetivo fue estudiar la filosofía y la reforma educativa de Rabindranath Tagore en la India y su influencia en Omar Dengo y Joaquín García Monge, pensadores y educadores costarricenses de la primera mitad del siglo XX. Por una parte, se recopiló y se revisó con detalle la bibliografía sobre la labor y filosofía educativa de Tagore dentro del país y fuera de este; y por otra se analizó la obra literaria y sobre la educación de Omar Dengo y Joaquín García Monge, donde se contempló su labor como educadores, en un momento de cambios paradigmáticos de la educación costarricense. Las conclusiones del trabajo derivan del resultado de la interpretación y comparación del pensamiento y actividad educativa de estos tres educadores.
Palabras clave: filosofía educativa; humanismo; Tagore; Omar Dengo; Joaquín García Monge; educación costarricense
Abstract
This article presents the results of research, whose aim was to study the philosophy and educational reform of Rabindranath Tagore in India and its influence on Omar Dengo and Joaquín García Monge, costarrican thinkers and educators of the first part of XX century. First, it was compiled and reviewed in detail the bibliography about the work and educational philosophy of Tagore inside and outside of the country, as well as the literary and educational work of Omar Dengo and Joaquín García Monge, like his work as educators, in a moment of paradigmatic changes in the Costa Rican education. The conclusions of the work derive from the result of the interpretation and comparison of the thought and educational activity of these three educators.
Key words: educational philosophy; humanism; Tagore; Omar Dengo; Joaquín García Monge; costarrican education
Introducción
La relación del pensamiento educativo de Rabindranath Tagore, el de Omar Dengo y Joaquín García Monge se ha establecido considerando los cambios de paradigmas en la concepción del educando y del educador, pero sobre todo, basado en un modelo de promoción humana, con el cual la sociedad crece y se fortalece con la visión humana de respeto de valores y de creatividad, para ello se piensa en la capacidad creadora del individuo. El primero en la India y los otros dos en nuestro país, Costa Rica.
Estos cambios en ambos países se dieron por diferentes circunstancias, en el nuestro, después de la independencia de España, la inquietud por crear un sistema educativo que fortaleciera la escuela, la necesidad de crear colegios con una visión de utilidad y continuidad en la educación, la fundación y el cierre de la primera universidad (Santo Tomás), la reforma educativa del siglo XIX, sentaron, junto con las ideas de diversos pensadores y corrientes de filosofías educativas, el entorno y las bases de nuestro sistema educativo del siglo XX, el cual, aún hoy, está en proceso de cambio y en búsqueda de mejoramiento.
La India, durante el colonialismo inglés, se encontró con cambios radicales en la educación tradicional, ya que la administración inglesa se fortaleció con la imposición de la lengua inglesa como lengua oficial, lo que trajo una educación en inglés y el sistema de las escuelas, colegios y universidades inglesas; ya en 1835, la educación al estilo inglés era oficial y obligatoria en toda la India. En Calcuta, centro de la administración inglesa desde 1813 y oficialmente desde 1840 en el resto de la India; se contaba con la llegada de misioneros cristianos, con fines pastorales como también educativos. Estos crearon una red de instituciones educativas, como también filantrópicas y médicas. La educación al estilo inglés y en lengua inglesa promovían el ideal de “civilizar” una población de “piel oscura” pero blanca por dentro y que sirviese de intermediaria entre los ingleses y los indios. (Pitney, 1973, p. 194).
Ante este contexto, se crea una respuesta de orden espiritual y políticamente activa al mismo tiempo, Ram Mohun Roy funda la secta1 hindú Brahmo Samaj, a la cual pertenecieron el abuelo Dwarkanath y el padre Devendranath de Rabindranath Tagore. Esta secta proponía un monismo proveniente de las Upanishadas, la lucha por los derechos y educación de las mujeres, la abolición de la sutee o sati (la inmolación de la viuda en la pira funeraria del esposo) y la idolatría, derechos civiles para los indios, la integración de la ciencias occidentales; pero sobre todo, la búsqueda de la comprensión del cristianismo, y la religión musulmana, partícipes de una visión religiosa y social distintas del Hinduismo, pero que constituían parte de la historia de la India. Como producto de las actividades de esta secta, consideraron difundir sus ideas y así se crea el primer periódico en lengua bengalí. Luego, como fruto de este movimiento que era tanto espiritual como político-social, aparecen los primeros escritos y escritores en esta lengua, artistas bengalíes que conforman el llamado Renacimiento cultural bengalí, movimiento al cual Rabindranath Tagore lleva a culminación.
Esta secta y otras más se preocuparon por la educación india tanto tradicional como moderna y Rabindranath Tagore es quien logra hacer verdaderos cambios y reformas en el sistema educativo indio, y su propuesta fue conocida en muchos países como una filosofía educativa. También en Costa Rica, se estudia su pensamiento educativo y no solo su obra literaria.
Método
Por lo anterior, fue necesario la realización de un estudio exhaustivo de la obra filosófica-educativa y literaria de Tagore, la cual contempló también bibliografía en inglés que se trajo de la India. De igual forma, se estudió exhaustivamente la bibliografía de y sobre dos grandes pensadores y maestros costarricenses: Omar Dengo y Joaquín García Monge, en los cuales se muestran indicios del pensamiento tagoreano en sus escritos, como también elementos comunes y la influencia de la obra educativa de Tagore en estos; planteamientos y conclusiones que surgen del deseo de contribuir al estudio de la filosofía educativa costarricense desde el punto de vista de la promoción humana.
Aspectos que conducen a considerar que este trabajo ha sido también el resultado de la utilización de la metodología interpretativa desde dos disciplinas: la docencia y la filología, al incluirse en esta investigación, la obra literaria de los tres. En cuanto a la parte educativa, se utilizaron conceptos medulares del pensamiento y la obra educativa de Tagore, como la noción del ser humano junto con la integración de las artes a la experiencia educativa, la naturaleza, la noción del maestro que constantemente está aprendiendo, la enseñanza nocturna de los artesanos de la región, entre otros.
Rabindranath Tagore
Rabindranath Tagore (1861-1941), nace en Calcuta, en la región de Bengala y como él mismo dice en su ensayo “La religión de un artista”, citado y traducido por Hilda Chen Apuy en el artículo titulado Rabindranath Tagore (1969, p. 97), lo siguiente:
Nací en 1861: esa no es una fecha importante en la historia, pero pertenece a una gran época en Bengala, cuando las corrientes de tres movimientos se habían encontrado en la vida de nuestro país. Una de ellas, la religiosa, fue introducida por un hombre de gran corazón e inteligencia gigantesca, Raja Rammohan Roy. Fue revolucionaria, pues él trató de reabrir el canal de la vida espiritual que había sido obstruido durante muchos años por las arenas y los desperdicios de credos que eran formales y materialistas, apegados a prácticas externas que carecían de significación espiritual. La gente que se apega a un pasado antiguo se enorgullece de la antigüedad de sus acumulaciones, de la sublimidad de muros largamente honrados. Se vuelven nerviosos y coléricos cuando algún gran espíritu, algún amante de la verdad, rompe su reclusión y la inunda con la luz del pensamiento y el aliento de la vida. Las ideas causan movimientos, y todo movimiento hacia delante es vida. Las ideas causan movimientos, y todo movimiento hacia delante es considerado por ellos como una amenaza a la seguridad de lo almacenado.
Es conocido en el mundo hispanohablante por sus escritos más que por el resto de su obra. Escribió en lengua bengalí e inglés, y es el primer asiático que recibió el Premio Nobel en 1913 gracias a su obra Gitanjali, conocida en español como Ofrenda lírica. Este poemario fue traducido por el mismo autor al inglés junto con otros libros de poemas. Poco tiempo después, Cenobia Campubrí, la esposa de Juan Ramón Jiménez comenzó las traducciones del inglés al español, las cuales se publicaron en Hispanoamérica, durante el exilio de los esposos Jiménez. Estas traducciones llegaron a Costa Rica, donde provocaron, junto con la gran admiración, una influencia, sobre todo su obra educativa en los grandes pensadores y educadores de la primera mitad del siglo XX, en nuestro país.
En Costa Rica, el autor es conocido por los medios periodísticos y, a excepción de algunas personas que habían hecho estudios en el exterior, fue reconocido inmediatamente por un grupo de intelectuales, quienes, recién llegada la noticia del Premio Nobel, comienzan a publicar en revistas culturales como Pandemónium, en la cual, en el número 122 del 15 de noviembre de 1914 ( p. 790), aparece una nota titulada Rabindranath Tagore, poeta hindú, donde se explica el por qué se le ha otorgado tal premio y cómo su obra poética es conocida en Europa por las traducciones al inglés del mismo autor, además explica que en la lengua original sus poemas son cantados. Llama la atención que a Tagore se le considera un poeta místico, al estilo del Cantar de los Cantares, apelativo con el cual será conocido en nuestro país.
Tagore, lejos de ser un “santón hindú” como se ha pensado muchas veces, no solo fue escritor, pensador, reformador educativo, músico, pintor, nacionalista, traductor y demás actividades que se pueden enumerar con una producción de más de 2500 canciones con su música y poesía, entre los que se cuentan los himnos nacionales de Bangladesh y la India; en cuanto a su obra literaria, escribió poesía, ensayos de crítica literaria, novelas, cuentos, obras teatrales y ensayos, además de sus cartas que se encuentran en 19 volúmenes grandes. En español, solo se conoce un 5 % de su obra traducida en su mayoría del inglés. En lengua bengalí hay 32 voluminosos tomos y en traducción al inglés solo 3 volúmenes grandes; hoy en día, esa cantidad ha aumentado a unos 6-7. Aparte de las lenguas asiáticas, donde se ha traducido del bengalí al chino, además de otras lenguas. Más de 2500 pinturas y 2350 composiciones musicales: letra y música.
Reformador educativo
Humayun Kabir (1961, p.12) escribió, en su artículo titulado “Alumno rebelde y educador revolucionario”, las siguientes palabras:
Tagore creyó́- y todo el que piense en el problema no puede menos de hacerlo con él- que la educación es la base de la sociedad y que los maestros de hoy son los árbitros del destino de la sociedad de mañana. Cómo se preparan los hombres; qué ideales absorben; qué carácter llegan a tener; qué conocimiento se les imparte; cuáles son las disciplinas de que se les hace objeto; en qué forma se moldea su mentalidad; he aquí ́ las cosas que, en última instancia, deciden el destino del mundo, pensó́ el maestro.
Rabindranath Tagore se adelantó a la creación de la Unesco, con su filosofía sobre la educación y la visión “universal” del ser humano que implementó con la fundación de la escuela Shantiniketam (1901) palabra sánscrita que quiere decir: Morada de Paz, veinte años después, la Universidad internacional Vishva Bharati, y Sriniketam (1922) el instituto para los artesanos de la región para su desarrollo y crecimiento del área rural. Cada una de estas instituciones se ubicó en la región de Bolpur (Bengala) en la India, consideradas hoy de gran importancia en la India y fuera de esta. Fue el primero, en toda el Asia, en crear una escuela nueva y realmente se convirtió en un reformador educativo dentro y fuera de la India, al ejercer una gran influencia en la acción educativa de varios países.
Los cambios en la educación propuestos por Tagore eran una mezcla entre la tradición, la tapovana o educación proveniente de las Upanishadas por un lado, como afirma en el ensayo “La escuela del poeta”:
Los más grandes maestros de la India antigua, de nombres imperecederos, vivieron en el bosque. En la orilla umbría de algún río sagrado o de algún lago del Himalaya, hacían su altar de fuego, apacentaban su ganado y cultivaban el arroz silvestre y las frutas para su alimento. La naturaleza era su hogar y el de sus esposas y sus hijos; y en su seno meditaban sobre los problemas más hondos del alma, haciendo objeto de su vida la unidad del alma con toda la creación y la comunicación con el Ser supremo. Sus discípulos se congregaban a su alrededor y así recibían sus enseñanzas sobre la vida inmortal, en el lugar de la verdad, de la paz y del alma libre...
Hoy me ha llegado a mí también mi vez de soñar en aquella edad que se levanta por encima de todas las que le siguieron, con la majestad de su sencillez y su sabiduría de la vida pura. (Tagore, 1961, p. 285)
Y por otro lado, las nuevas ideas que comenzaban a florecer en Europa, como aquellas provenientes especialmente de la escuela nueva: “Necesitaba del genio occidental para dar a mi ideal educativo la fuerza de la realidad y lograr un fin determinado y práctico” (Tagore, 1961, p. 284).
El nivel cultural en que se desenvolvió la familia Tagore, rica no solo en propiedades y dinero en la ciudad de Calcuta, era muy alta; su padre Devendranath fue reformador de la Brahmo Samaj, secta hindú fundada por Raja Ram Mohun Roy, quien junto con otros pensadores decidieron robustecer aspectos que el colonialismo inglés había cuestionado. Esta secta proponía aspectos muy importantes para que la sociedad india se modernizara y fuese más justa, junto con aspectos espirituales. Así en la casa Tagore se buscaba comprender las diferentes religiones indias y el cristianismo llevado por los ingleses, principalmente, así dentro de sus miembros se contaban aquellos hindúes no ortodoxos.
La composición familiar contaba con 14 hermanos y hermanas, entre los que se encuentran músicos, la primera novelista de la India, por ejemplo. Los Tagores celebraban actividades culturales y en ellas participaban todos los hermanos. Además, recibían constantemente preparación académica estricta y proveniente de la tradición educativa hindú como la occidental, sin embargo, Tagore nunca fue feliz en el sistema educativo occidental, ni logró concluir siquiera su educación escolar, por ello, su padre les encargó a sus hermanos mayores que le enseñaran junto con tutores, múltiples disciplinas. Su fracaso escolar lo hace ser crítico del método educativo y del alejamiento del niño y su realidad.
La transmisión de los ideales educativos de Tagore se da principalmente en aspectos que la escuela tradicional de enseñanza en Occidente no contemplaba, entre estos, el concepto humano de la persona, y la integración de la enseñanza y la persona con la naturaleza como el entorno apropiado para aprendizaje, la creatividad o imaginación creativa como un medio para aprender y desarrollar la capacidad de todo individuo, la expresión individual y colectiva, además del desarrollo del maestro quien aprende mientras enseña y no repite mecánicamente conocimientos. Pensamiento que se unió con la propuesta de finales del siglo XIX e inicios del siglo XX de la llamada “Escuela Nueva”, a la cual se le denominaba la pedagogía moderna, porque promovía la libertad y el contacto con la naturaleza. Inculcaba una educación obligatoria que debía ser velada por el Estado (noción del Estado de bienestar) y buscaba la atención individualizada de esta.
Tal como se ha dicho anteriormente, el conocimiento de esta obra educativa de Tagore llega a Costa Rica por medio de los periódicos o revistas de corte cultural; además de que hubo un importante acontecimiento para los latinoamericanos en general: la estadía de Tagore en Argentina y su visita a los Estados Unidos de Norteamérica. Noticias transmitidas por el Repertorio Americano de Joaquín García Monge, lo mismo que en otras revistas culturales y educativas costarricenses de principios del siglo XX.
La visión universal sobre la educación de Tagore inspiró e influyó, durante la primera parte del siglo XX, en la formación de los maestros en Costa Rica y en grandes pensadores, quienes difundieron no solo su obra literaria sino también la educativa.
La labor educativa de Tagore fue conocida por noticias que llegaban desde diferentes lugares y fue transmitida por algunos de los grandes educadores y pensadores de la educación costarricense, entre los que se pueden citar: Roberto Brenes Mesén, Joaquín García Monge y el “maestro” Omar Dengo, quienes ejercieron un gran papel en la formación de maestros de la Escuela Normal, aspecto que en el siglo anterior no se dio, por lo que fue un logro de los hermanos González Flores.
Luego, en Costa Rica, en la Universidad de Costa Rica, por Emma Gamboa, y especialmente por Hilda Chen Apuy, quien introduce los estudios del sánscrito, el pensamiento y literaturas de la India, así como la obra de Tagore.
La educación en Costa Rica
En la primera mitad del siglo XX, en Costa Rica, a nivel educativo se genera una Reforma educativa muy importante. Costa Rica, en 1821, se convirtió en una nación independiente de España, el concepto de nación se fue desarrollando paulatinamente, así como el desarrollo de la educación en sus diferentes facetas fue muy importante. La economía del país era completamente rural, y presentaba poca población.
Costa Rica y el modelo educativo a finales del siglo XIX y principios del XX
Entre 1885 y 1889, se lleva a cabo la llamada “Reforma” en materia de educación, impulsada por grandes pensadores y maestros como Mauro Fernández A., quien contó con la colaboración de Pedro Pérez Zeledón, Miguel Obregón, Buenaventura Corrales y otros connotados pensadores. Esta reforma buscaba, entre otras cosas, la integración de la educación como un todo, el Estado asume el funcionamiento del sistema escolar, además de promover un sistema educativo más científico, bajo la influencia de la doctrina filosófica del momento: el positivismo, con las ideas de Horacio Mann y Herbert Spencer, y en cuanto a la práctica educativa, bajo el pensamiento del francés Jules Ferry y de los latinoamericanos Andrés Bello y Domingo Faustino Sarmiento.
Se fortaleció la educación primaria que se consideraba popular y necesaria para educar a la mayoría de la población; y de la ciencia, como lo explica Quesada Camacho:
De ese protopositivismo, con un doble signo político y utilitario, se pasa a una fe ciega en el desarrollo de la ciencia, en el progreso, en el bienestar, ideas básicas del positivismo. Paradógicamente, el siglo de la independencia, tornó más transparentes las nuevas relaciones de la independencia, tornó más transparentes las nuevas relaciones de dependencia. La europeización constituye en las últimas décadas del siglo XIX, el rasgo distintivo de la ideología “oligárquico-liberal”. La dependencia - a secas- de los países latinoamericanos se traduce en dependencia cultural. La particularidad del positivismo costarricense es que, por la predominancia absoluta de una economía agroexportadora, sin atisbos de una mínima industrialización, se creía que no era necesario la ciencia, pero sí, era conveniente- como en todo América Latina- un sistema nacional de educación popular teniendo por principio la uniformidad de la instrucción primaria obligatoria, gratuita y laica. (p. 419)
La educación en Costa Rica carecía de una buena preparación para sus docentes, tal como dice Rómulo Tovar en 1913: “… el maestro en general es deficiente: no es en nuestro desconocer la bondad de muy recomendable elementos educadores; pero éstos no forman sino una escogida minoría” (Quesada, 1989, p. 429). De esta manera, se funda en 1914 la Escuela Normal de Costa Rica, en la ciudad de Heredia, bajo la visión de los hermanos Alfredo González Flores y Luis Felipe González Flores, quienes consideraron indispensable formar verdaderos educadores., así l La institución contó con la dirección de los profesores Roberto Brenes Mesén, Joaquín García Monge y Omar Dengo.
Este centro de enseñanza tuvo un carácter social, tomó en cuenta la naturaleza del niño y la niña y las necesidades sociales del país (Quesada, 1989, p.432). Con la Escuela Normal se dejó de lado el memorismo, como si el estudiante fuera un simple almacén para acumular conocimientos, pero no para comprender e interiorizarlos.
Y bajo la dirección de Omar Dengo se le dio un empuje a la escuela rural y al maestro como ciudadano.
Omar Dengo, el maestro
Omar Dengo (1888-1928); se le llamó “el maestro”, apelativo otorgado por amigos y discípulos, lo que demuestra la calidad de su persona y admiración que provocaba. Estudió abogacía y se dedicó posteriormente a la educación, en la cual tuvo una excelente formación y se realizó en su vocación.
Ya en 1919 fue llamado a ejercer su labor como director de la Escuela Normal, en Heredia. En febrero de 1920, presentó ante el Secretario de Estado en el Despacho de Instrucción Pública, el profesor Joaquín García Monge, una reforma al Plan de Estudios de la Escuela Normal que formaba, según Dengo, jóvenes provenientes, especialmente, de estratos sociales y económicos bajos, como también asistían personas adineradas. El Plan propuesto por Dengo fue aprobado y a los ojos de la Profesora Emérita de la Universidad de Costa Rica, hija de don Omar, doña María Eugenia Dengo, puso en evidencia el “adelanto de las ideas pedagógicas de Omar Dengo” (Dengo, 2011, p. 43). Dirigió la Revista de Educación, que tenía como propósito divulgar aspectos culturales de la Escuela Normal.
Estas ideas promovían que los jóvenes, durante su primer año, se sintieran motivados para continuar sus estudios pedagógicos, como también proponía que con esos cambios se debía reformar el plan vigente del Liceo de Costa Rica. Incentivó también la necesidad de que se enseñara a dar clases en la primaria, se fortaleciera la necesidad de que los maestros aprendieran un segundo idioma para que pudiesen consultar bibliografía, para que tuvieran acceso a las fuentes modernas sobre educación y para ello fortaleció con revistas y libros la biblioteca de la Escuela Normal.
Previno una educación más abierta y que contemplara la técnica y no solo la académica, adelantándose a su tiempo y a las necesidades que nuestro país podía presentar años después. Su contacto con los estudiantes era cálido y asertivo, su concepción de la escuela como la vivencia de una familia era novedoso. En cuanto a sus discursos y alocuciones, su hija afirma:
La palabra de Omar Dengo en sus conversaciones con los jóvenes, y así también en sus lecciones, fue siempre inspiradora e iluminada por los altos ideales que sustentaba y de los que hacía partícipes a los demás. En sus discursos, conferencias y en sus escritos, ya fueran educacionales o políticos, su palabra era elevada, crítica pero nunca ofensiva, enérgica y vehemente muchas veces y, en especial, sincera, honesta, pues que nacía de su más transparente convicción. (Dengo, 2011, pp. 49-50)
Podemos confirmar su visión de la escuela, con sus propias palabras:
Las escuelas son grandes laboratorios
No son las primarias, ni las secundarias, ni las normales como entiende el vulgo ilustrado o ignoro, mecanismos que deben juzgarse por razón del gasto que al Estado le demanden. Son grandes laboratorios consagrados a transformar las fuerzas oscuras, en aptitudes de la muchedumbre para la vida civilizada. (Dengo, 1994, p. 44)
Como también más adelante,
XXVIII Economizar en escuelas
Razones de economía, nada justifican. Economizar en escuelas es economizar en civilización, y ningún pueblo de la tierra tiene derecho a hacerlo. Gastar pródigamente en educación, no es una cuestión de finanzas, sino una cuestión de honor, de decoro nacional. (Dengo, 1994, p. 95)
En cuanto a su conocimiento de la obra educativa de Tagore y literatura, existen varias citas que nos muestran la influencia y el conocimiento que tenía del autor, tal como podemos leer en estas citas de los escritos de Omar Dengo, en el Breviario, escribió por ejemplo:
XXXIII El buen texto y el mal texto
El buen profesor, el que quiere que el alumno piense, que observe, que si es posible investigue y ensaye sus fuerzas creadoras, encuentra en el mal texto un obstáculo serio.
Con el mejor texto, el mal profesor convierte a los muchachos en papagayos, con todas las consecuencias que al respecto son bien conocidas. (Dengo, 1994, p. 53)
Interesante la observación que hace Omar Dengo a sus alumnos, proponiendo el comentario de un texto ya conocido por ellos; la relación de cómo un buen profesor es mucho más que un libro de texto. Y cuando se refiere al mal texto, este se convierte en obstáculo para el maestro que quiere enseñar. Pero el mal profesor, el que no desea enseñar a ser creadores a sus alumnos, un buen texto es un desperdicio, es aquí cuando hace alusión a la narración de Tagore titulada La escuela del papagayo, con la cual, el autor hace una crítica a la enseñanza memorística, que no promueve la creatividad y producción de pensamiento en los alumnos y en los maestros crea una miopía que no les permite ver las necesidades de sus estudiantes, por ello, al igual que el papagayo, el discípulo tratado así muere asfixiado con los papeles que le dan todos los días, sin explicación o búsqueda de que produzca conocimiento.
Un texto verdaderamente aleccionador y alegórico de la enseñanza que no permite al alumno aprender realmente; se sirve de la relación entre el ser humano-alumno-papagayo. El papagayo representa al estudiante que, aunque pueda repetir lo que recibe y oye, no puede expresar un pensamiento producto de su aprendizaje. El texto de La escuela del papagayo2 lo reproduce Joaquín García Monge en el Repertorio Americano.
En 1920, la Secretaría de Educación Pública, a manos de don Joaquín García Monge, aprobó un nuevo plan de estudios propuesto por Dengo. Tagore fue con su pensamiento educativo y su literatura una gran influencia para el educador. Así Dengo en una de sus cartas escribió:
Todas las mañanas, cuando visito las escuelas en que recojo material para mis estudios de estas largas noches, cuando converso acerca de los propósitos y procedimientos con las maestras, cuando acaricio a los niños, cuando observo el material de enseñanza, y recorro las bibliotecas, se me llena el alma de una vigorosa esperanza, de un hondo idealismo, de una profunda fe en la obra del maestro, y sueño que estamos haciendo esa obra, juntos, en una escuela, con un espíritu nuevo en el paso, nuevo aunque eterno, en la educación, fraternalmente, como en Santi Niketan bajo el arbolado de amor que nuestro corazón sabrá tener sobre la inquietud de la generación que nos espera. (Alfaro y Vargas, 2009, p. 157)
La experiencia docente en Omar Dengo se completa con las visitas durante la supervisión de las escuelas, ama lo que hace, compara con Shantiniketam, donde Tagore ha fundado su escuela, y el resto de las instituciones educativas habla de los árboles que rodean el lugar y bajo los cuales los niños reciben lecciones, según nos cuenta el poeta
Tagore en el ensayo titulado “La escuela del poeta”, que dice: “Me vine a vivir al santuario de Shantiniketan, fundado por mi padre, y poco a poco, se fueron reuniendo alrededor de mí, bajo la sombra de los árboles de sal, muchachos de hogares distantes” (Alfaro y Vargas, 2009, p. 285).
Por otro lado, hay que contemplar la vía de la espiritualidad en el pensamiento educativo de Omar Dengo, tal como nos lo cuenta su hija, al entrar en la Sociedad Teosófica,
“la cual es una corriente espiritualista inspirada, principalmente, en las fuentes de las filosofías orientales, como el hinduismo y el budismo, y también la práctica de la meditación de origen yoga”. Por ese tiempo se inició en la Masonería: se conserva su certificado del Maestro Masón fechado en 1919, Logia Hermes # 7 (Dengo, 2007, p. 30). Y entre sus lecturas inspiradoras estaban las de Tagore.
Amigo de Roberto Brenes Mesén y de Joaquín García Monge, educadores de gran prestigio dentro y fuera del país. Omar Dengo fundamentó la educación sobre bases de solidaridad y compromiso con los trabajadores y obreros, de ahí su labor de llevar conocimientos en el “Centro Germinal”, fundado por Rómulo Tovar y Joaquín García Monge; promover la formación de maestros con los ideales y métodos de la Nueva Educación (Dengo, 2007, p. 35). Sus escritos denotan su prolífica cultura y profundo pensamiento.
Realmente, se le consideró el “maestro de maestros”. Gracias a él y otros pensadores y políticos, verdaderamente preocupados por mejorar el país, se dieron grandes cambios, en un momento crucial para la historia de la educación en Costa Rica, la Escuela Normal alcanzó promociones de maestros comprometidos con la niñez y la sociedad, hasta el momento en que se fundó la Universidad de Costa Rica y su Facultad de Educación y con ella, se diversificó la formación de los profesionales en educación.
Como se afirmó anteriormente, hubo una admiración mutua entre Omar Dengo y Joaquín García Monge, y Dengo participó escribiendo en varias ocasiones en el Repertorio Americano.
Tagore educador en el Repertorio Americano de Joaquín García Monge
Joaquín García Monge (1881-1958), al igual que Omar Dengo, fue educador, cumpliendo además labores de administración pública. Como escritor, es considerado, hoy en día, uno de los precursores de los cuadros de costumbres costarricenses, escribió El Moto (1900), Hijas del campo (1900), Abnegación (1902), Mala sombra y otros sucesos (1917); fue editor de “El Convivio” y la “Colección Ariel” donde publicaba con grandes esfuerzos diferentes libritos de poesía, literatura, filosofía, con los que pretendía expandir la cultura.
Estudió en Chile y fue amigo personal de Gabriela Mistral; también se desempeñó como periodista y de esta manera, publica la más longeva revista de corte cultural de
América: el “Repertorio Americano”; además fue director de la Biblioteca Nacional. En el año 1958, se le concede el título de Benemérito de la Patria, al poco tiempo muere. Conoce y publica la obra de Tagore, tanto en el Repertorio como en su editorial El Convivio donde publica El Jardinero de amor de Tagore.
No solo ejerció como docente, sino también como director de Colegio; y se le ha reconocido por el cariño de sus alumnos y alumnas, quienes lo apreciaban mucho. En 1925, Joaquín García Monge publica, en el Repertorio Americano, un artículo titulado “El maestro de escuela ” de Rabindranath Tagore, proveniente del periódico La Nación, Buenos Aires, Argentina.
Tagore iba de visita a Perú y había sufrido una enfermedad que lo obligó a permanecer en Argentina por unos meses, en este país fue atendido por Victoria Ocampo; pero, de antemano, su llegada a Argentina causa mucha expectación y sobre todo el deseo de conocerlo. El Repertorio Americano no solo trae a Costa Rica, sino que retransmite al resto de América Latina, esas noticias y entrevistas que le hacen a Tagore. Entre lo que más se desea conocer es lo que el poeta piensa sobre la educación; razón principal para que se transcribiera toda la conferencia que Tagore impartió, no dice a quién, pero suponemos que la mayoría de los espectadores eran maestros, educadores.
El poeta, al igual que en el ensayo “La escuela del poeta”, plantea de primera entrada la razón del por qué él discute o cuenta sus ideas sobre la educación; sin embargo, en esta ocasión explica que él había dejado a los 13 años la educación formal, el colegio y que realmente nunca concluyó sus estudios superiores, a pesar de que había estudiado en la
Universidad de London. A lo que agrega que: “Quizás esto haya sido una ventaja para mí. Puesto que no me sentía encadenado por las doctrinas estrechas y secas de la educación, tuve que hacer mi propia experiencia en los hechos y en los fracasos” (García Monge, 1925, p. 258).
Más adelante agrega a la razón anterior, lo siguiente,
Cuando tenía alrededor de cinco años y me vi obligado a asistir a la escuela, todo mi corazón se rebeló contra ese ordenamiento, en que faltaba el tinte del color, el interés de la vida: donde las lecciones no tenían ninguna relación con la vida y sus problemas, y al que yo había sido expatriado del paraíso en que nací, donde la naturaleza se expande llena de belleza; y esto no por ningún crimen, sino por haber nacido ignorante. Me vi expatriado dentro de una jaula donde la educación se impartía de afuera, como se alimenta a los pájaros. Mi corazón sintió toda la indignidad de semejante tratamiento, aunque era todavía joven en aquel momento. (1925, p. 258)
Continúa más adelante: “Nuestro sistema de educación se niega a admitir que los niños son niños. Los niños son castigados porque no pueden comportarse como la gente madura y tienen la impertinencia de ser fastidiosamente infantiles” (García Monge, 1925, p. 258). Pero lo más interesante y que parece ser novedoso para el momento en que lo plantea Tagore es la inquietud normal del niño y la capacidad de aprendizaje dentro de la dispersión y no con la concentración que el adulto requiere, cuando afirma: “El maestro de escuela es de opinión que el mejor medio de educar un niño es por la concentración del pensamiento, pero la madre naturaleza sabe que el medio mejor es la dispersión del pensamiento” (García Monge, 1925, p. 258). Planteamiento que requiere, desde nuestra perspectiva, una revisión completa, y con él se debería retomar la idea que el aprendizaje de los niños no siempre se lleva a cabo dentro del “orden” y “disciplina” impuesta por el docente, a lo que agrega, “El maestro decía que yo tenía que ser pasivo, y mi mente se rebelaba a cada momento, porque la madre naturaleza me alentaba a no aceptar nunca la tiranía de ese hombre” (García Monge, 1925, p. 258). Habría que agregar que el ambiente del aula solo debe ser propicio y adecuado.
Cuánto ha costado a la humanidad comprender la necesidad imperiosa de movimiento y poca pasividad de la niñez, esta aprende moviéndose y viviendo el conocimiento. Aún se estigmatiza al niño hiperactivo o al disperso, en el aula, hogar, familia; se olvida fácilmente que todos aprendemos de manera diferente.
Más adelante, en la conversación de Tagore con sus oyentes, expone la importancia del dinamismo en el aula, para ello el maestro debe comprender que la mente del niño actúa de manera diferente que la del adulto y es cuando agrega con esta gran metáfora lo siguiente:
Es como si se quisiera obligar a las flores a cumplir la misión del fruto. La flor tiene que esperar sus oportunidades. Tiene que mantener abierto su corazón al sol y a la brisa, tiene que esperar la llegada del insecto en busca de la miel. La flor vive en un mundo de sorpresas, pero el fruto tiene que cerrar su corazón para defender la semilla. Debe proceder de muy diverso modo. Para la flor, la llegada del insecto es el instante supremo; para el fruto, esa invasión es una injuria. La mente del adulto es como una mente en fruto y no tiene ninguna simpatía por la mente en flor. Cree que cerrando la mente del niño al exterior, al corazón de la naturaleza y al mundo de las sorpresas, le permite alcanzar la verdadera madurez. Esa tiranía de la mente adulta es la que hace sufrir en todas partes a los niños, y cuando llegué a los cuarenta años he creído haber salvado a algunos de ellos, hasta donde estuvo en mi poder, de los errores que comete la gente prudente de edad adulta. (García Monge, 1925, p. 258)
Y agrega que, cuando funda su escuela, llegaron precisamente, los niños que eran desobedientes y no se adecuaban al sistema educativo vigente en la India, de distintas partes de la región. Esto es lo que más le gustó a Tagore y dijo:
¿Quiénes eran esos niños perversos? Los que tenían cualidades especiales de energía, los que no habían sido todavía sometidos a la pasividad absoluta por la disciplina que domina en la sociedad decente. En consecuencia, se los consideraba incómodos y sus padres con frecuencia me pedían que los castigara, aunque no hubieran hecho nada malo. Creían que el Código Penal es una especie de medicina amarga para el hígado y que administrado en dosis regulares sienta bien para la salud moral de los niños traviesos. (García Monge, 1925, p. 258)
Con esta explicación se da a entender cuánto de la hiperactividad de los niños es propia de estos y sobre todo, el método empleado fue precisamente el de quitar todo castigo, dejarlos actuar en libertad, y afirma: “Cuando la mente y la vida se desarrollan en plena libertad, alcanzan la salud”. (García Monge, 1925, p. 258).
La libertad estaba en el campo, corrían, trepaban árboles, se bañaban en la alberca, disfrutaban de la lluvia, esto permitía además compartir con los maestros con quienes convivían y Tagore agrega, “Me hice compañero de mis discípulos: compartí su vida en todo. Cuando había pocos, yo era su único maestro y, sin embargo, no les imponía diferencia de edad que nos separaba”. Y continúa, “muchos maestros no saben que para enseñar a los niños hay que tratarlos como a niños” (García Monge, 1925, p. 258).
Con su visión educativa en esa institución Shantiniketam, comparte sus ideales pedagógicos con la filosofía educativa de la Escuela Nueva, según la describe José Paz Rodríguez (2013, p. 26) en su artículo titulado Valores Educativos para hoy de la pedagogía de Robindronath Tagore: “Lo que los pedagogos del movimiento europeo de la Escuela Nueva denominaban ‘Llevar la escuela a la vida y la vida a la escuela’”, a lo cual se podría agregar donde el proceso de aprendizaje es de cooperación y entendimiento activo. Tagore lo explica así: ‘Habían venido a aprender, lo que es materia de colaboración con su maestro. No es obligación, sino colaboración’” (García Monge, 1925, p. 259). Más adelante explicó que es connatural a los animales, los pájaros y los seres humanos, la búsqueda de la libertad, pero con una inteligencia activa. Y es cuando añade lo siguiente:
De tal modo, en mi institución he tratado de hacer provisiones para estos tres aspectos de la libertad: la libertad de inteligencia, la libertad de sentimientos y la libertad de voluntad. Tengo profundamente arraigada la convicción de que solo por la libertad el hombre puede alcanzar su completo desarrollo, y cuando restringimos esa libertad significa que abrigamos algún propósito determinado que queremos imponer al niño, y no recordamos el propósito de la naturaleza de dar al niño todo su crecimiento. Cuando deseamos obtener más hojas del árbol, tratamos de cultivarlo de modo de privarlo de su vigor para producir flores y frutos, y entonces toda su energía puede utilizarse en la producción de hojas pero tal no es la vida completa del árbol. (García Monge, 1925, p. 259)
Y explica:
El que sabe que el propósito de la naturaleza es hacer del niño un hombre completo cuando crezca, completo en todos sus aspectos, mentalmente, y con mayor especialidad, espiritualmente, el que comprende esto coloca al niño en la atmósfera de libertad. Desgraciadamente tenemos la debilidad humana, tenemos nuestro amor al poder, y algunos maestros, muchos maestros de escuela, tienen ese amor innato a la autoridad de sí mismos, y tienen ese campo preparado para ejercitarla sobre los miserables niños. (García Monge, 1925, p. 259)
Las palabras de Tagore al deseo inevitable del uso del poder en el aula, no de la colaboración, palabra que implica desarrollo de la conciencia de libertad. No se puede mecanizar la enseñanza, no se puede desarrollar la libertad del niño cuando el mismo maestro no la ha desarrollado, no busca interés por hacer de su lección una clase que despierte el interés, la emoción por la materia; pero, sobre todo, si el maestro ha perdido su capacidad de asombro por lo que él mismo enseña, no puede transmitirlo a los niños y es cuando dice esta frase: El que ha perdido el niño en sí mismo es absolutamente incapaz para la gran obra de educar los hijos de los hombres (García Monge, 1925, p. 259).
Y es cuando resume su ideal educativo al afirmar que:
Dios mismo halló su propia libertad en su creación y por eso su naturaleza se complugo; de tal modo los seres humanos tienen que crear su propio mundo para alcanzar su libertad. Y para ello deben prepararse, no para ser soldados, no para ser empleados de Banco, no para ser comerciantes, sino para ser creadores de sus propios mundos y de sus propios destinos. (García Monge, 1925, p. 259)
Y concluye la conferencia diciendo:
Olvidamos ese valor de la facultad creadora individual, porque nuestra mente se obsesiona con el valor artificial que domina en la sociedad a causa de la evaluación dada por otros pueblos que tienen una manera particular de vivir y un estilo particular de decencia. Nos obligamos nosotros mismos a aceptar esa imposición y destruimos la más preciosa cualidad que Dios nos ha dado: la facultad creadora que nos proviene de su propia naturaleza. El es Creador, y como sus hijos, nosotros los hombres, también somos creadores. Pero esto va en contra el propósito del tirano, del maestro de escuela, de la administración educativa de la mayoría de los Gobiernos, que desean que los niños crezcan conforme al patrón que han establecido para ellos mismos. (García Monge, 1925, p. 259)
Tagore no solo se refiere a un momento histórico particular, que con la búsqueda de una educación que permita el desarrollo del niño en libertad y con esta, pueda llegar a ser un ser creador, dar respuestas a su sociedad y hacerla crecer. Esa conciencia se olvida, ya que con esta, se promueven los valores con los cuales se nutre la educación, y un país. En el caso de Tagore hay un deseo expreso de encontrar en la educación la independencia de pensamiento y no la mera imitación de valores impuestos o lejanos al ser propio de un pueblo, pero, sobre todo, del ser humano universal. Además de la capacidad creadora del individuo que expresa el desarrollo del espíritu creador del ser único y permanente. Se podría decir que la obra y pensamiento educativo de la reforma de Tagore tienen mucho en común con la corriente de la Escuela Nueva, donde el niño es el centro de la educación, no el maestro, donde los conocimientos se construyen a partir de intereses que desean desarrollar los niños, tal como lo explica en su ensayo “La escuela del poeta”. Sin embargo, según afirma en el citado ensayo, la posible influencia de los pensadores como Rousseau, quien expone sus ideas pedagógicas en El Emilio, y el escritor León Tolstoi, quienes podían haber ejercido mayor influencia en Tagore, con respecto a la Escuela Nueva; aspecto que no se puede afirmar del todo, lo que sí se sabe es que, posteriormente, esta reforma educativa se expandió creando principios epistemológicos que completan la visión general del educar y el educando.
Cuando se abrieron las puertas de la Escuela Normal de Costa Rica, en 1914, la obra de Tagore también se comienza a conocer en nuestro país, por el esfuerzo de grandes intelectuales costarricenses. Sus textos sobre la educación que el mismo autor transmitió y que no son pocos, lo mismo que la fundación de sus centros educativos, en un lapso de tiempo de 1901 hasta 1922.
Gracias a don Joaquín García Monge, con su Repertorio Americano, el más longevo medio de comunicación cultural de América Latina, Costa Rica se acercó a las ideas de Tagore sobre educación, nacionalismo, y disfrutó de sus escritos literarios. Su obra inspiró a los pensadores sobre la educación de nuestro país, tal como se lee en el libro Tierra de maestros, recién publicado por la Editorial de la Universidad de Costa Rica, escrito por María Eugenia Dengo.
Conclusiones
Omar Dengo, Joaquín García Monge y Rabindranath Tagore se encontraron en el tiempo por medio de la literatura, nunca personalmente, en un momento histórico de cambios en las concepciones de cómo se debía educar, y de cómo se concebía la niñez. Los tres fueron reformadores en la Educación, aunque el más prolífico fue Tagore al fundar diversas instituciones, se conoce que sus viajes tuvieron el objetivo de conseguir dinero y donaciones para sus instituciones educativas, inclusive el dinero del Premio Nobel lo entregó a Shantiniketam.
Aunque en este artículo no se comenta las diversas dificultades que tuvieron como maestros y reformadores de la educación, ni en su búsqueda por romper esquemas “cerrados”; era el momento en que Costa Rica buscó abrirse a nuevas filosofías de la educación, entre ellas la propuesta de Rabindranath Tagore, de gran inspiración. Así, por ejemplo, y gracias a la labor de Omar Dengo, en la Escuela Normal, la literatura no solo era un medio de entretenimiento, sino también de reflexión, tal como se leían diferentes autores y pensadores como Rousseau, Pestalozzi y Gentile, también los americanistas como Sarmiento, Martí y Simón Bolívar:
Para él, la lectura tenía gran importancia en la formación integral de las personas; razón por la cual, trasladó su interés por la literatura de la época a las aulas, pues en sus clases se leía a Tagore, a Gabriela Mistral y a Tolstoi, entre otros. (Alfaro y Vargas, 2009, p. 157)
También es interesante resaltar la preocupación de cada uno de estos tres educadores por la sociedad y la civilización humana, por las guerras que les tocó presenciar, devastadoras y demoledoras de los ideales más elevados de la humanidad, y a lo que aspira la educación: formar un individuo pleno y solidario.
Referencias
- Alfaro Rodríguez, Magdalena y Vargas Dengo, Marie Claire. (junio, 2009). Semblanza y liderazgo de Omar Dengo: vigencia de su pensamiento. Revista Electrónica Educare, 13(1), 153-156.
- Chen Apuy, Hilda. (1969). Rabindranath Tagore. Revista de la Universidad de Costa Rica, 26, 89-106.
- Dengo, María Eugenia. (2007). Omar Dengo: Escritos y discursos Costa Rica: Editorial EUNA.
- Dengo, María Eugenia. (2011). Tierra de maestros San José: Editorial UCR.
- Dengo, Omar. (1994). Breviario San José: Ministerio de Educación Pública, Departamento de Publicaciones.
- García Monge, José Joaquín. (1925). El maestro de escuela. Repertorio Americano, (17), 257-260.
- Kabir, Humayun. (1961). Alumno rebelde y educador revolucionario. Tagore una voz universal. Revista el Correo de la Unesco, (12), 12-16.
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Paz Rodríguez, José. (2013). Valores educativos para el mundo de hoy de la pedagogía de Robindronath Tagore. Revista Padres y Maestros, (353), 26-29. Recuperado de https://revistas.upcomillas.es/index.php/padresymaestros/article/viewFile/1704/1453
» https://revistas.upcomillas.es/index.php/padresymaestros/article/viewFile/1704/1453 - Pitney, Beatrice. (1973). India. A world in transition New York: Praeger Publishers.
- Quesada Camacho, Juan Rafael. (1989). La educación en Costa Rica: del apogeo del liberalismo al nacimiento del Estado Benefactor (1886-1948) Antología de Historia de las Instituciones Costarricenses. San José: Editorial Universidad de Costa Rica.
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Rabindranath, Tagore, poeta hindú. (1914). Pandemónium, 9(122), 790-791. Recuperado de http://www.sinabi.go.cr/biblioteca%20digital/revistas/pandemonium/pandemonium%201914/ka-Pandemonim%20AnoIX%2015%20nov%201914.pdf
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- Tagore, Rabindranath. (1961). Hacia el hombre universal Editorial Porrúa, México.
- Tagore, Rabindranath. (1948). Morada de Paz Editorial Losada, S.A. Buenos Aires.
Fechas de Publicación
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Publicación en esta colección
Jan-Apr 2017
Histórico
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Recibido
28 Abr 2016 -
Revisado
28 Jul 2016 -
Acepto
21 Nov 2016